FanFIC no.95 'Sushi en L. A. Kristen'

Somos un Blog ROBsessed, donde solo deseamos seguir contando la versión de Irina en la historia Robsten como lo veníamos haciendo anteriormente. Este FanFic es parte medular de este Blog ROBERT PATTINSON EN ESPAÑOL, razón por la cual  suplicamos RESPETO al comentar los relatos. Si No os sentís preparados para leerlos No lo hagáis, eso no va a ofender a Irina. Pero rogamos evitéis críticas destructivas que si pueden molestar mucho y crear mal ambiente en el Blog.

Asi quedarán organizados los FICs en este blog:

LUNES:  FanFic Robsten de Irina
                     Fic la Fundación de VTeam ***NUEVO***
MARTES:  Fic 'El fin del Mundo' de Xim
MIÉRCOLES:  FanFic Robsten de Irina 
JUEVES: Fic 'El fin del Mundo' de Xim
                   Fic la Fundación de VTeam  ***NUEVO***
VIERNES: Fic '50 Sueños de Verano' de Irina

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FanFIC no. 95

"SUSHI EN L.A. . KRISTEN"
Imágenes: Elena

Las últimas tomas de On the Road se realizaron en Arizona y ese mismo día regresé a L. A., un día antes que Rob, el 28 de septiembre, y me fui directamente a la casa que teníamos alquilada hasta mediados de octubre. 

Estaba agotada y aunque quise preparar algo especial para su llegada solo pude llamar a mis padres, a un par de amigas con las que no charlaba desde hacía días, y darme un bañó que fue el culpable de que me quedase dormida nada más tumbarme en la cama.

Llevaba un par de semanas durmiendo mal, soñando mucho, desvelándome después. Esa noche tuve un extraño sueño, de esos que al despertar te dejan una sensación rara, de desasosiego y nada más abrir los ojos supe que tenía algo que ver con Rob. 

Sentada en la cama, con la respiración agitada y lágrimas en las mejillas, me venían recuerdos del sueño, esos que solo existen nada más tenerlo y que rápidamente desaparecen. 

Sentía que él sufría, que se había ido por mi culpa y que no sabía a dónde y esa sensación de soledad tan fuerte, que notaba en las tripas, me aterrorizó. 

Justo en ese instante y aun confusa y asustada, escuché la puerta de la calle y me levanté corriendo, enjuagándome las lágrimas. Era Rob que regresaba.

Bajé las escaleras hasta la primera planta casi de dos en dos, vestida solo con una camiseta vieja de Rob. El estaba en la entrada, allí plantado con su vieja guitarra y al verme sonrió automáticamente, soltó su bolsa, su guitarra y me eché en sus brazos.

- Pensé que llegabas mañana – susurré contra su pecho. Parecía cansado.

- Ya es mañana – dijo besando mi cabeza.

Me apreté con fuerza contra su cuerpo y respiré profundamente. Necesitaba su aroma, su calor. Suspiré con fuerza y Rob me tomó de la barbilla para levantar mi rostro hacia el suyo.

- ¿Estás bien, amor? – me dijo con cara preocupada.

- Sí, ahora sí – sonreí -. Es que he tenido una pesadilla.

- ¿Una pesadilla? – rió -. ¿Qué has soñado? Tenías cara de susto.

- Que te habías marchado por algo que nos había pasado. Pero no sé qué era exactamente. No estabas.

- ¿Y a dónde me iba a ir, preciosa? – me dijo con ternura.

No besamos con lentitud, saboreando el uno los labios del otro con pasión. Le miré y acaricié su espesa barba sonriendo con picardía.

- Me parece que tengo que hacer algo con esto.

- Uhmm, sí, amor – dijo besando mi boca suavemente -. Anda, aféitame.

Subimos las escaleras hacia la segunda planta agarrados por la cintura. La bolsa y la guitarra se quedaron abajo, esperando ser atendidas. 

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La barba de Rob es de varios colores. Pelirroja, rubia y castaña a la vez. Ahí estaba la prueba en el lavabo. Le crece rápido y muy espesa y a mí me encanta, me gusta con barba.

- Ya estás – dije pasando suavemente la toalla por su mejilla suave y pálida, para retirar los restos de jabón.

- Qué bien lo haces, nena – dijo agarrándome por las caderas mirándome con sus dulces ojos, sonriendo.

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- He aprendido – sonreí besándole con suavidad.

Me sujetó con fuerza abriendo sus piernas para acercarme a su cuerpo y se quedó observándome en silencio.

- Eres preciosa – susurró.

Yo me senté en su regazo para besarnos con deleite, sin ninguna prisa. Las largas separaciones se habían terminado por mucho tiempo. Rob y yo estaríamos juntos hasta abril del siguiente año, exceptuando breves viajes. La temporada más larga que íbamos a pasar juntos desde que nos conocimos.

- ¿Ya vas a poder soportarme a partir de ahora? – murmuré enredando mis dedos en su pelo.

Ya le había crecido un montón y lo tenía largo como para ser Edward de nuevo.

- ¿Por qué lo dices? – sonrió.

- Vamos a estar juntos mucho tiempo. Hasta abril por lo menos.

- Uhmmm, no sé. Puede que me saques de quicio. A veces eres desesperante, preciosa – dijo besando mi cuello riéndose.

- Tú también lo eres. A veces me enfadas tanto… - dije acariciando su nuca.

- ¿Ah sí? – rió.

- Sí, pero… nunca me dura mucho el enfado.

- A mí tampoco, nena, ya lo sabes – susurró chupando mi labio superior con suavidad y me apretó contra su cuerpo suspirando -. ¿Ese sueño te ha puesto así?

- ¿Así cómo? – pregunté saboreando su boca.

- Pensativa y tristona – dijo pellizcando mi nariz.

- No estoy triste – dije frunciendo el ceño -. Es que en el sueño… tú sufrías y no quiero que sufras jamás, por nada.

- Anda, no seas boba – susurró acariciando mi rostro para contemplarme con una sonrisa en los labios que me dejó medio aturdida.

- Llévame a la cama – susurré.

- ¿Para seguir soñando? – bromeó mirándome con ternura a los ojos.

- No, para hacerlo – susurré con deseo.

- ¿En la cama?

- Sí – sonreí ya en sus brazos.

- Es que en esta casa lo hemos hecho en todas partes menos en la cama – rió aupándome en dirección al dormitorio, enredando su lengua con la mía.

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Estaba amaneciendo y la luz de un nuevo día entraba por las ventanas iluminando la habitación mientras nos desnudábamos mutuamente. 

Su mirada hambrienta hizo que mi cuerpo se tensase de deseo. Rob me besó con urgencia, con pasión, en la boca, dejándome sin aliento. Se inclinó sobre mí desnudo y ansioso y de pronto se quedó quieto.

- Dime lo que quieres que te haga – susurró.

- Todo. Bésame, acaríciame – sonreí.

- ¿Dónde?

- Ya lo sabes… - susurré rozando su hermoso rostro, suave y dulce -. Por todas partes.

- Sí, cómo me dices siempre.

Sonrió y supe que ese era el lugar dónde quería estar en este instante, en este mundo, ahora con él sobre mí, amándome.

Se colocó suavemente sobre mi cuerpo, con cuidado y comenzamos a besarnos despacio pero profundamente, respirando el aliento del otro. De pronto abandonó mi boca para deslizarse por mi rostro, mi cuello, bajando, bajando. Alcanzó mis pechos, mis pezones, deteniéndose un poco más para saborearlos con deleite, dejándolos muy sensibles, duros y brillantes de su saliva. Continuó bajando y gemí al imaginar lo que pretendía hacerme. Me estremecí de placer con solo pensarlo.

Rob posó sus labios sobre mi vientre descendiendo y dejando un rastro de besos húmedos de camino hacia mi sexo. Cuando llegó inhaló profundamente antes de besarlo. Después, con la boca abierta pasó la lengua a lo largo de mis labios vaginales, chupando, apretando, mordiendo levemente mi clítoris y de nuevo volviendo a lamer mi entrada.

- Tu sabor...ahhhhhh – Susurró sobre mi sexo. 

Yo gemía al borde del orgasmo, sobrepasada por las sensaciones que me provocaba su lengua enterrada en mi sexo. Se centró en mi clítoris, trazando círculos y presionándolo, succionó y dio suaves toques con su lengua, todo a la vez, alternando. Y tuve el orgasmo más rápido que había sentido jamás.

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Aún estaba jadeando como una loca, temblando de gusto cuando Rob levantó un poco la cabeza y me miró a través de sus increíbles pestañas, sonriendo. Yo luchaba por recuperar el aliento pero también sonreía. Se incorporó un poco y subió por mi cuerpo hasta besarme en la boca. Entonces pude notar mi propio sabor en su boca y para mi sorpresa no me desagradó.

- Acaríciame –susurró Rob con voz sexy y suave.

Bajé mi mano sin dejar de mirar sus ojos y la cerré alrededor de su erección. Estaba duro y suave a la vez. Lentamente comencé a desplazar mi mano sobre él, acariciándolo arriba y abajo, sin pausa.

- Eso es nena, aprieta un poco más – gimió cerrando los ojos.

Obedecí fascinada por la reacción que yo misma le provocaba. De pronto Rob metió dentro de mi dos dedos, que entraban y salían sin compasión, mientras yo me ocupaba de su pene. Y comenzamos a masturbarnos uno a otro.

- Despacio, despacio… - jadeó 

- ¿Así? – gemí con un hilo de voz a causa de la excitación.

- ¡Ah… eso es, preciosa! ¡Genial, amor!

- Ah… Rob

- ¡Sí, vamos, nena…!.

- ¡Otra vez!– grité entre dientes y ocurrió de nuevo, incluso con más fuerza, a la vez.

Y entre la niebla del orgasmo oí como gemía mi nombre.

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Tuvimos un mes de octubre movidito. Aprovechamos lo que nos quedaba de las vacaciones para salir por L. A. Frecuentamos mucho el Soho House. 

El 2 de octubre sábado estuvimos allí con nuestros amigos. El domingo Rob salió con su gente de UK. 

El 4 lunes por la noche cenamos en el restaurante Ago en Hollywood y Rob se enfadó mucho con los paparazzis que nos esperaban a la salida, deslumbrándonos con los focos y gritando nuestros nombres de un modo muy molesto.

El día 5 Rob se dedicó a alquilar un trastero en pleno Hollywood para almacenar sus cosas y se fue de compras mientras yo salía con mis amigas a comer. 

Por la noche nos fuimos a un concierto al Troubador en el que también nos pillaron. 

Los paparazzis se estaban poniendo muy pesados, ya sabían nuestros movimientos, nos localizaban enseguida incluso llegando a pagar por información en locales y restaurantes y Rob estaba deseando desaparecer en la tranquilidad del set de rodaje y yo con él.

Y el 8 yo acudí al show de Jay Leno y después me reuní con Rob y estuvimos con Tom en una fiesta privada en la piscina del hotel Thomson, en la que Tom se pasó la noche hablando con la actriz Sienna Miller, a la que, nosotros supiésemos, no conocíamos de nada. Hasta acabó presentándonos.

 

El 10 de Octubre comimos juntos en un restaurante de sushi, el Nobuy cenamos con la agente de Rob de UK y cogimos un taxi todos juntos al salir del restaurante en Beverly Hills.

Fueron días divertidos en los que no parábamos. Luego al regresar a casa estábamos solos y hacíamos el amor en nuestra casa de alquiler a la que jamás pusimos muebles. Las cosas estaban por el suelo, en maletas, cajas o guardadas en los armarios sin desempaquetar.

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Dejar la casa de Bel Air fue el colofón a aquel inicio de otoño loco e intenso. Para despedirnos de la casa hicimos una fiesta con nuestros amigos y el 15 de octubre ya estábamos viajando a Baton Rouge para la preproducción de Amanecer. Nos esperaban pruebas de vestuario, maquillaje, peluquería y lectura de guión con el resto del cast.

Volvíamos al mundo de Crepúsculo y eso siempre merecía una buena cena para celebrarlo. 

Pero aún me quedaban unos cuantos eventos antes de comenzar Amanecer. 

El 17 de octubre tuve que viajar a N. Y. a los Scream Awards con mi pelo de nuevo moreno, preparado para interpretar a Bella una vez más. 



Ya era como volver a ver a una vieja amiga. Recogí varios premios en nombre de mis compañeros de La Saga.

El 18 de octubre tuve la premiere de ´´Welcome to the Rileys´´ y al día siguiente acudí al Show de Regis & Kelly para promocionarla.

 

Al regresar a Baton Rouge, Rob ya había alquilado una casa para vivir allí, algo apartada del centro de la ciudad, de estilo colonial. Nuestras cosas habían llegado durante mi estancia en N. Y. pero Rob había pasado por alto hacer la compra y no había comida, así que salimos a cenar a un restaurante. 

- ¿Te gusta la casa? – susurró acariciando mi mejilla con sus dedos, sentado junto a mi en una mesa apartada.

- Sí, muy sureña, con porche y todo – sonreí acercándome más.

- Me gusta el tipismo.

- Sí y lo tradicional – reí -. Eres un tipo de costumbres.

- Es así, ya sabes que me encanta la postura del misionero.

- ¡Oh, cállate, Rob! – reí dándole con el puño en el brazo mientras él se reía a carcajadas.

...CONTINUARA...