FanFIC no. 45 "Los Angeles.Kristen"

LOS FICS son publicados Lunes, Miércoles y Viernes en los siguientes horarios: México 12 pm, Argentina 2 am, España 7 am. Al Staff nos complace mucho que tengamos mas lectores asiduos de este gran relato escrito por nuestra talentosa Escritora Irina, de igual forma los invitamos a comentar y participar cuando lo deseen, ya que nos gusta platicar e interactuar con uds.

Aviso sobre los FICS, sobre todo dirigido a las chicas más jóvenes que nos leen. A partir del relato 23 aparecerá contenido sexual explícito, con palabras y situaciones(Lemons). Deseo recalcar que esta historia ficticia Robsten es tal cual como la Autora considera que sucedieron los hechos y las situaciones de acuerdo a información documentada. A LAS PERSONAS IMPRESIONABLES FÁCILMENTE Y DE MENTE NO ABIERTA DEJAMOS A VUESTRA CONCIENCIA LA DECISIÓN DE LEERLO O NO. 

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FanFIC NO.45

"LOS ANGELES.KRISTEN"
por Irene Mendoza

LOS ANGELES


Kristen


Soñé con Rob y me desperté anhelando sus brazos y su calor. Sonreí al recordar la noche anterior y me levanté para darme una ducha. <<El ya estará despierto a estas horas>>, pensé y una punzada de nostalgia me hizo suspirar. Ese día tenía una sesión fotográfica en exteriores y Ruth iba a pasar a recogerme temprano. 

<<Día ocupado, trabajo, bien, será más fácil>>, me dije intentando apartar la melancolía, dejar a un lado mis pensamientos. Era tan extraño no despertar con él, no ducharnos juntos, no desayunar juntos. Nos habíamos acostumbrado el uno al otro tan rápidamente… Pero era difícil, por no decir imposible no pensar en él. No añorar su voz, su sonrisa, sus manos… Negué con la cabeza y salí de la ducha.

Cuando ya estaba en el coche con Ruth recibí un mensaje de Rob. <<Esta noche he soñado contigo. El polvo telefónico ha sido perfecto, preciosa, increíble, genial. Gracias por ayudarme a dormir. Habrá que repetirlo. Eres tan dulce, amor… Besos donde quieras. P.D.: Si alguna vez te falta trabajo, que lo dudo, siempre podrás ser teleoperadora erótica>>.

Y así, con el ego por las nubes, mi ánimo también y una boba sonrisa en los labios me dispuse a dejarme maquillar, peinar y a posar para la larga sesión de fotos. El fotógrafo me pidió que no sonriera. Quería una cara retadora y llena de misterio. ¿Retadora? ¿Y cómo no iba a sonreír tras ese tierno y sexy mensaje? ¿Cómo, si tenía al hombre más dulce y divertido del mundo? 

Me costó un buen rato volver a la tierra y cuando tuve un momento le respondí con otro mensajito: No soy dulce, cariño, solo compasiva. Me daba pena que no durmieses bien. Yo también he dormido muy bien. Me ha encantado nuestra “conversación” telefónica. Ha sido muy intensa pero esta noche prefiero dejar “descansar” al teléfono. Quiero verte, no solo oírte. Besos por todas partes. P. D.: ¿No tienes aire acondicionado en tu habitación? 

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Al poco rato recibí la contestación de Rob, muy de su estilo y me imaginé su amada sonrisa al escribirla: El teléfono no está cansado preciosa, solo echa humo. Si prefieres verme está bien, yo también quiero verte, con la condición de que te pongas mi camiseta. Solo mi camiseta. Más besos, sobre todo en algunas partes. Tú ya sabes cuales, amor. P.D.: Sí tengo aire acondicionado pero no sirve de mucho, ya sabes que soy un hombre muy, muy caliente. 

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Esa noche nos conectamos con la webcam y pude admirar a Rob. <<Es realmente guapo, hermoso. Soy una mujer con suerte>>, pensé. Los dos teníamos ganas de hablar y nos pasamos media noche haciéndolo. 

El me leyó trozos de su guión y yo del mío. Le pregunté por cosas técnicas de la guitarra eléctrica que tenía que tocar para interpretar a Joan Jett en la película. Y por supuesto le hablé del beso que Dakota y yo tendríamos que darnos. 

- ¿Qué? ¿Besaros? ¿Dakota y tú? – chilló -. ¡Oh dios, eso tengo que verlo!

- Rob, eres un pervertido total – reí -. ¿Has pensado que puede que bese mejor que tú?

- No lo creo, amor. Se de buena tinta que yo te beso bien, diría que muy bien – sonrió con esa forma suya que me hacía temblar por dentro -. Por cierto, ¿nunca has besado a otra chica?

- ¡No! ¿Por qué iba a ir por ahí besando chicas?

- No sé, el mito ese de que tenéis una época lésbica todas las mujeres. 

- Pues siento decírtelo Rob pero es solo eso, un mito. Tranquilo, a mí me encantan tus besos, cariño.

- Pero te vas a olvidar de ellos – suspiró.

- Eso no se puede olvidar – sonreí -. Entre otras cosas. Eres… inolvidable.

Se acercó a la pantalla y estampó sus hermosos labios en ella y yo acerqué los míos para apoyarlos a la vez en la fría pantalla del ordenador.

Nos tumbamos sobre nuestras respectivas almohadas y vi maravillada como se iba quedando dormido frente a la pantalla de su portátil, diciéndonos <<te quiero>> muy bajito. Casi siempre es él quien me observa mientras duermo. Pero esa vez fui yo quien pude admirar su dulce rostro de ángel.

 

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Los días pasaban y comenzaron los ensayos, de los playbacks, de las canciones. Me quisieron poner una estúpida peluca que se notaba que no funcionaba para nada. Así que tomé una drástica decisión, un poco precipitada tal vez: cortarme el pelo y teñírmelo de negro. Porque la verdad es que no lograba meterme en la piel de aquella roquera a la que tanto admirábamos mi madre y yo. No sé si la distancia entre Rob y yo pesaba demasiado o es que el personaje de Bella me había abducido de tal manera que era parte de mi, de mi piel, pero me costaba muchísimo separarme de ella. Ese era mi mayor reto para “The Runaways”, aparcar a Bella por un tiempo para volver a retomarla tras el verano, cuando comenzase el rodaje de “Eclipse”.

Y ni corta ni perezosa hablé con el equipo de estilistas de la película y lo hice, sin decirle nada a Rob. Ruth puso el grito en el cielo al ver mi pelo negro, de punta y con greñas pero le prometí ponerme tacones de ahí en adelante para todas las alfombras rojas que me quedasen por pisar. 

Y con mi nueva imagen Bella se quedó callada un poco y pude sumergirme en el mundo roquero de “The Runaways”. 

Tras aquel radical cambio de imagen le mandé un mensaje a Rob: Esta noche tengo una sorpresa para ti. Conéctate conmigo a las 24:00 de N. Y. Besos por todas partes.

Así lo hizo y nada más verme frente a la webcam pegó un grito.

- Wow, ¿qué… qué te has hecho? – exclamó Rob con los ojos muy abiertos.

Le miré horrorizada. <<¡Oh, mierda. No le gusta!>>.

- Me… me lo he cortado, el pelo, para meterme más en el papel – dije tímida.

- Estás… estás increíble pero rara. Me recuerdas… a Chrissie Hynde, la de “The Prettenders” – dijo con su habitual franqueza.

- ¿Te… te gusta, Rob?

- ¡Por supuesto, preciosa! ¡Me encanta! Pareces una auténtica roquera – me sonrió con dulzura -. Estás muy sexy, amor.

- Tu siempre me ves sexy – reí aliviada.

- Exacto. Eso es porque toda tú eres sexy. No es tu pelo o la ropa que lleves. Tu voz, tu modo de andar, tus gestos son sexys.

- ¿De verdad te gusta? – susurré. 

- De verdad, amor. 

- Pensé que… que no te gustaría. Ruth estaba horrorizada.

- ¿No se lo dijiste?

- ¡Claro que no! Yo tomo mis propias decisiones, es mi pelo y crecerá.

- Me encanta como eres – rió a carcajadas-. Pero me temo que los de Summit te van a matar, cariño.

- Lo sugerí cuando me ofrecieron el papel y me intentaron dar dinero para que no lo hiciera.

- ¿Qué? ¿Hicieron eso?

- Sutilmente pero sí. Como ves no acepté.

- ¡Joder, eres increíble. Les va a dar un verdadero ataque! – dijo Rob riendo a carcajadas.

Y comencé a reírme yo también.

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A veces su jornada de trabajo o la mía se alargaban hasta altas horas de la noche y ese día no podíamos hablar. Era entonces cuando me sentía más sola y lejos de Rob. Entonces me asaltaban los miedos y las dudas. <<¿Y si tanta distancia lo estropea todo entre nosotros? ¿Y si eso nos hace cambiar?>>. Pero intentaba apartar esos oscuros pensamientos de mi mente sabiendo que eran fruto de mis tontas inseguridades. El estaba seguro de mí. 

Pero la mayor parte de los días de rodaje eran muy divertidos. Con Dakota me llevaba genial y las dos hicimos nuevas y buenas amistades, sobre todo con una chica llamada Scout, que hacía un papel secundario.

Lo malo era cuando regresaba del rodaje y me quedaba sola, sin compañía, ni distracciones, ni trabajo. Entonces la nostalgia por Rob se apoderaba de mí. Intenté alejarla como pude. Comencé a fumar cigarrillos Camel para tener su sabor en mi boca y comencé a bañarme en vez de ducharme porque él, como buen inglés, era más de baño que de ducha. Aprovechaba al llegar temprano, antes de cenar, cuando no había nadie. Estaba sola, ponía su música preferida y me sumergía en la bañera, gozando del agua tibia sobre mi piel. 

Pensaba en Rob y me moría de ganas, imaginándole en mí, amándome. Mis pequeños pechos redondos y algo respingones asomaban sobre la espuma. Cerraba los ojos y me acariciaba cómo y dónde él lo hacía, fantaseando con la última vez y con nuestro siguiente encuentro. Luego iba a mi cuarto, me ponía su camiseta y tachaba otro día más del calendario.

...Continuará...