FanFIC no.155. 'En el teatro Dolby II. Kristen'

NOTA: EL FIC ROBSTEN DE IRINA SE PUBLICA LOS LUNES Y JUEVES

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                                                                                                    FanFICno.155

"EN EL TEATRO DOLBY II

KRISTEN."

Llegué sana y salva a los lavabos de señoras y al salir, mirando al suelo toda atolondrada, me di de bruces con alguien.

No pude apartarme y tampoco tuve tiempo de reaccionar ni de prepararme. ´´¡Ups! Perdón´´, escuché. Yo apenas acababa de susurrar una tímida disculpa como respuesta, cuando reconocí de inmediato su voz, esa voz tan añorada, hermosa, suave y masculina. Inmediatamente levanté la vista y me topé con sus hermosos y cristalinos ojos azules fijos en los míos.

Era Rob, mirándome entre sorprendido y divertido. 
 

Me quedé atónita delante de él, sin atreverme a decir nada porque sabía que si abría la boca iba a sonar totalmente ridícula.

-          ¿Nervios? – preguntó Rob, y al escuchar su cálida voz de nuevo, tan cerca, tan suave y acariciadora, sentí que mi corazón comenzaba a latir muy deprisa. 

-          Eh, sí… son muchas horas de gala – acerté a contestar aturdida y fascinada a partes iguales, sintiéndome una verdadera idiota, sin poder apartar mis ojos de los suyos.

Lo que más temía esa noche acababa de ocurrir y por alguna extraña razón no me importaba, ya no.

´Era lo que querías´´, me dije, ´´Pues ahí lo tienes, guapo, espectacular y sonriéndote a ti como si no existiese nadie más en este mundo´´.

Quise decirle algo, algo que sonase inteligente pero no se me ocurría nada. Rob me miraba fijamente y tuve que coger aire para soportar aquella sensación tan familiar que me llenaba el pecho.

-          ¿Qué tal tus pies? – sonrió al fijarse en mis zapatos. 

-          ¡Oh, ya sabes! jodidos como siempre – sonreí.

Mi comentario le arrancó una risotada y ese sonido hizo que algo muy intenso y fuerte me llenara el alma haciéndome respirar más profundamente. Era un sonido maravilloso, su risa, la risa de Rob. Nos quedamos inmóviles, frente a frente, en silencio. Ninguno de los dos parecía querer romper ese instante mágico del reencuentro. 

Me deleité contemplando su rostro. El perfil de su nariz, sus pómulos que parecían esculpidos, sus labios rojos, perfectos, los recordaba tan blandos… Su masculina mandíbula recién afeitada, su cuello que era tan suave y caliente…. ´´Nunca besé demasiado ese cuello´´. Pero sobre todo lo demás destacaba su mirada. Una vez más me quedé prendada de sus ojos, sus maravillosos y dulces ojos azules, transparentes y sinceros, cálidos como su voz y su alma. 

Finalmente bajé la mía. No podía mantenerla fija en sus ojos, me abrumaba lo que me hacían sentir. Pero enseguida me di cuenta de que necesita verlos, contemplar la belleza de los ojos de Rob, su sinceridad. Necesitaba saber si aún…

Sabía que él continuaba escrutándome y noté como una dulce y dolorosa nostalgia me iba poseyendo. Volví a elevar mis ojos hacia los suyos ansiosa por contemplarlos de nuevo. Suspiré y  carraspeé nerviosa.

-          Por cierto, me encantó tu película – dijo de pronto. 

-          ¿La… la has visto? – pregunte sorprendida. 

-          Sí, en un screening el mes pasado. Me invitaron. Estás increíble en ella – me soltó. 

-          Gracias – sonreí completamente avergonzada y me toqué el pelo nerviosa. 

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-          Te mereces ese premio. Has hecho un excelente trabajo, en esta y en otras tantas. Y si hubiese sido miembro de la Academia hubiese votado por ti sin dudarlo. 

-          Gracias, Rob.

Al pronunciar su nombre mi voz tembló levemente y sentí que al hacerlo todo lo que había guardado en el fondo de mi alma, todos mis sentimientos hacia él, renacían de nuevo.

´´Una vez le amé, nos amamos´´, pensé con el corazón lleno de nostalgia.

E inmediatamente comprendí que aún le quería, sin remedio, con toda mi alma. Y el reconocerlo me hizo temblar de emoción y de miedo al mismo tiempo.

-          Las demás nominadas no te llegan ni a la altura del zapato. Lo digo en serio – añadió Rob con énfasis.

Puse los ojos en blanco y sonreí a la vez que sentía como mis mejillas iban enrojeciendo rápidamente. Una intensa añoranza de mil cosas, mil sensaciones, olores, recuerdos se agolparon en mi mente sin que pudiera hacer nada para frenarlas. Miré a Rob a los ojos y sentí de nuevo aquella conexión especial que habíamos compartido en el pasado. Respiró profundamente dejando su boca entreabierta en uno de sus gestos que más recordaba e instantáneamente sentí como el deseo se adueñaba de mí una vez más.

Llevaba tanto tiempo sin sentir, sin permitirme desear que la sensación me colmó por completo. Era demasiado fuerte, demasiado intensa para poder soportarla. Devastadora.

Agaché la cabeza para ocultar mi rostro y apreté los labios con terquedad para ocultarme de la intensa mirada de Rob, de esos ojos que parecían observarme como si pudiesen ver el fondo de mi alma.

Tuve la abrumadora sensación de que sus ojos analizaban cada gesto, cada uno de mis movimientos y me puse muy nerviosa. Notaba como su mirada se posaba en mi cuerpo. Me miraba despacio mientras yo me ruborizaba cada vez más luchando contra mí misma, contra mi deseo.

-          A ti tenían que haberte nominado este año. Es injusto. Es una gran película pero faltas tú en las nominaciones. Tu papel era extraordinario, en serio. Y estabas… jodidamente increíble – afirmé sobreponiéndome, sin titubear. Tenía que intentarlo. 

-       Bueno, ya sabes que a los guapos no nos dan el Oscar – bromeó avergonzado, haciéndome reír -. ¡Ups, eso ha sonado muy… ególatra! 

-       No, es verdad. O haces de tullido, de retrasado o adelgazas y engordas 20 kilos en dos meses o nada de nada – le dije riendo aún. 

-       O eres Daniel Day Lewis. 

-       Ah, sí, entonces sí – reí.

-       No me importa. Soy feliz con el trabajo que hago y no necesito más – dijo encogiéndome de hombros con humildad. 

-      Ya lo sé. Un gran trabajo, por cierto – asentí. Sabía que estaba siendo sincero. Rob no buscaba la fama o el dinero, solo que se le reconociese por su trabajo -. Además el Globo de Oro es mejor que el Oscar, tiene verdadero prestigio y todo el mundo lo sabe. Esto es solo espectáculo y siempre se quedan fuera personas geniales.

´´Como tú´´, pensé.

Había visto todas sus películas y todas me habían gustado. En cada una de ellas Rob lo había dado todo, lo sentí al verle en pantalla. Y con cada nuevo papel iba aumentando su enorme capacidad de representar personajes, superándose película a película.

Volvimos a quedarnos callados, ambos estábamos cómodos en aquel extraño reencuentro. El vínculo seguía intacto, lo sentía.

Entonces, de pronto, me di cuenta de que teníamos que regresar al mundo real, salir de la burbuja.

-          Creo… creo que debemos volver - murmuró Rob señalando la salida. 

-          Es verdad, tienes que presentar un premio – asentí bajando la cabeza. 

-          Sí, o lo hacemos o arruinaremos la gala – sonrió con cariño. 

-          Ve tú primero. Yo aún tengo que calzarme estos instrumentos de torturar mujeres.

Volvió a reír y le miré con ternura. Sentía eso, una inmensa ternura y unas ganas enormes de abrazarle, de encontrarme entre sus brazos de nuevo, sus fuertes y acogedores brazos.

 -          Vas a ganar, ya lo verás. Confía en mí. – me dijo apuntándome con el dedo, justo antes de salir camino del teatro. 

-          Este año no está nominada Meryl Streep. Tengo esperanzas – bromeé. 

-          Nos vemos dentro – dijo haciéndome un saludo con la mano a la vez que me mostraba esa espectacular sonrisa suya que hizo que mis piernas, débiles de pronto, casi no me sostuvieran.

´´¿Sentirá aun algo por mí o solo está siendo amable conmigo? ¿Notará lo que yo estoy sintiendo ahora? ¿Se dará cuenta de que apenas puedo respirar?´´, me dije mortificada. ´´Si se vuelve, si se vuelve y me mira será que… Solo si se vuelve´´, pensé llena de anhelo y temor. Y justo cuando ese infantil y loco pensamiento abandonó mi mente Rob se volvió hacia mí, logrando que mi alma se elevase.

 Y solo pude quedarme allí parada, observándole mientras se alejaba, sonriéndole como una tonta, antes de regresa aturdida a mi asiento.

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Noté como me miraba Ruth nada más sentarme junto a ella, como si quisiera asesinarme.

 -          ¡Has tardado! Casi me da un ataque ¿Qué te ha pasado?  - susurró alterada escrutando mi rostro. 

-          Nada, todo. Estoy… genial – sonreí encogiéndome de hombros. 

-          Te ha cambiado la cara. Alguien te ha chivado algo. ¿Te van a dar el Oscar? – preguntó Ruth ansiosa. 

-          No, no es eso – susurré. 

-          ¿Entonces qué es? Estás como… ida.

-          He visto a Rob – sonreí como una tonta y suspiré -. Sigue siendo… 

-          ¿Igual de cándido e irresistiblemente sexy? – preguntó Ruth sonriendo con malicia. 

-          ¡Ruth! – exclamé sorprendida y escandalizada, en voz baja -. Pensé que Rob no te gustaba, que no era tu tipo.

Ruth suspiró y sonrió.

-          ¿A qué mujer en sus cabales que conozcas no le gusta Rob? No soy de piedra, Kristen pero para qué hacer el tonto delante de un adorable hombre que jamás pensaría sexualmente en una. Es perder tiempo y energía y ya sabes que yo soy una mujer práctica, no como tú – me dio una palmadita en el hombro.

Ni siquiera le contesté. Tenía el corazón demasiado alterado y emocionado como para hablar. Estaba feliz porque Rob no había cambiado, acababa de darme cuenta.

Mi mayor miedo durante esos años siempre fue que todo lo ocurrido hubiese cambiado a Rob, le hubiese hecho más egoísta y peor persona, que por mi culpa hubiese perdido esa alma dulce que él tenía. Y al verle sonreírme como lo hizo me había dado cuenta de que seguía siendo el mismo Rob de siempre, bueno y dulce, mi Rob, y pude respirar aliviada por fin.
 

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No recuerdo si me nombraron o no, sé que fue Ruth quien me dijo que debía ponerme en pie. Tampoco recuerdo como llegué al atril para dar las gracias por la estatuilla dorada. Solo sé que necesité de todo mi empeño y mi equilibrio para no ´´caerme´´ como Jennifer Lawrence.

Una vez arriba creí que mis piernas no me sostendrían, que no sería capaz de pronunciar el breve discurso de 45 segundos de los premiados. No tenía nada preparado porque no me lo creí, como siempre. Tocaba improvisar.

Pero sabía que Rob estaba allí, en el backstage, aguardándome, escuchando mis palabras. Respiré hondo e intenté no pensar en toda la gente que me estaba observando desde cualquier parte del mundo. Carraspeé y durante esos interminables segundos en los que recalqué lo mucho que me había costado llegar hasta ese momento y di las gracias a mis compañeros de rodaje, a mi equipo y a mi familia, en realidad solo pensé en él, en Rob. Pensé en el apoyo incondicional que él siempre me había brindado, en su tenaz forma de creer en mí, en que siempre estuvo a mi lado, incluso en la distancia.

´´ Los premios… los premios están bien, sí. Pero… creo que al final de la vida no se recuerdan los premios que se ganan si no a la gente que nos ayudó a lograrlos, que nos amó. Quiero dar las gracias a quien… a quienes siempre creyeron en mí, a pesar de mi misma´´, musité con voz temblorosa, asintiendo para concluir mi discurso y acto seguido levante la estatuilla por encima de mi cabeza en señal de triunfo.

Y me escabullí por un lateral del escenario donde me aguardaban Ruth y mi padre para abrazarme. Grité eufórica. Estaba temblando de nervios y emoción y por encima del hombro de mi padre, aun abrazándole, ansiosa y aturdida, busqué a Rob con la mirada.

Ahí estaba, junto a Nick, aplaudiendo con toda su alma, con una inmensa sonrisa, radiante de felicidad. Me solté de mi padre y sin apartar mi mirada de la suya avancé hacia Rob mientras él hacía lo mismo. Nick me felicitó pero se hizo a un lado enseguida. Nos quedamos frente a frente, riendo entusiasmados pero sin tocarnos. La gente iba y venía en el backstage.

-          ¡Te lo dije! – exclamó.

Parecía que el premio se lo habían dado a él de lo radiante y satisfecho que estaba. Resoplé y me tapé la cara con las manos. Había pasado tantos nervios que ahora, al comenzar a relajarme, tras la euforia inicial, sentí unas ganas inmensas de llorar.

-          ¡Uff, joder ahora comprendo a Gwyneth Paltrow! – dije levantando la cabeza y provocando una fuerte carcajada en Rob.

Esa risotada hizo que me olvidase por completo de mis lágrimas. Respiré hondo y con el Oscar en la mano intenté descalzarme sin conseguirlo.

-          Estos jodidos zapatos me están matando – refunfuñé tambaleándome. 

-          Espera, déjame que te ayude – dijo Rob ofreciéndome su mano. 

-          Tenlo tú, por favor – dije tendiéndole el Oscar.

Tomé su mano y al notar su tacto sentí como todo mi ser despertaba y hacia renacer una especie de temblorosa emoción, esa tan conocida que se llama amor.  Rob me sujetó sin dejar de sonreír, agarró la estatuilla y agachándose me ayudó a deshacerme de los dichosos Louboutines, apenas rozando mis pies con sus dedos.

-          Pesa más que el Globo de Oro – dijo levantándose y balanceando el Oscar, sin dejar de mirarme – No puedo creer que siga intacto. Pensé que lo tirarías y lo romperías, como el los MTV.

Puse los ojos en blanco e hice una mueca haciéndole reír de nuevo y pensé que nunca me cansaría de escuchar su risa.

-          Kristen… tienes que venir. Te van a sacar la foto con los premiados. ¡Venga, rápido! Te están esperando – dijo Ruth apareciendo de pronto y sacándome de mi ensimismada felicidad.

´´!Oh, no, ahora no, joder!´´, maldije en silencio. Miré a Rob anhelante. El me tendió el Oscar y sujetó mis zapatos asintiendo con una mirada llena de ternura y melancolía. Me quedé quieta, frente a él, esperando. ´´Dime que me quede, dímelo, por favor´´.

-          Anda, vete – me dijo y mi corazón se paró desilusionado.

´´Tengo que hacer algo, algo para retenerle´´, pensé angustiada.

-          ¿Vas a la fiesta del Gobernador? – pregunte casi sin pensar, ansiosa. 

-          No, a la de Vanity Fair – dijo Rob. 

-          Entonces… ¿nos vemos allí? – dije desesperada.
  

-          Claro – sonrió.

Y esa sonrisa me hizo creer de nuevo en la felicidad.