FanFIC no.162. 'Almas gemelas I. Rob'.

NOTA: EL FIC ROBSTEN DE IRINA SE PUBLICA LOS LUNES Y JUEVES

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                                                                                                    FanFICno.162

"ALMAS GEMELAS I.

ROB."

¡Qué bien me sentía! ¡Qué dulce era el reencuentro! Por fin estaba seguro de que Kristen y yo estábamos en el momento adecuado. Siempre, desde la primera vez que nos vimos, sentí que ella era mi alma gemela o algo parecido pero lo cierto era que nos habíamos conocido demasiado pronto.

Ahora me daba cuenta de que ese era nuestro momento. Ahora y no antes, era evidente. Y ese sentimiento de plenitud y de confianza me dio el valor para intentarlo. Era lo único que podía hacer después de aquella noche maravillosa junto a ella y me atreví, lo hice. No tenía nada que perder, solo podía ganar.

Iba a pedírselo pero debía ir paso a paso y lo primero de todo era decirle lo menos fuerte. No quería asustarla.

-          Ven a Londres conmigo – le solté de golpe.

Kristen me miró con los ojos muy abiertos, inmensos, impactada y sorprendida, como si no hubiese escuchado bien.

-          Dale ese abrazo a mi padre tu misma, amor – le pedí acariciando su mejilla con el dorso de mi mano para ver si reaccionaba, con miedo, anhelando una respuesta.

Bajó la cabeza que enterró entre sus manos y al elevarla de nuevo y dejarme ver sus preciosos ojos verdes comprobé como brillaban de emoción.

Kristen se mordió el labio y sonrió pero no me contestó, solo se apretó contra mi cuerpo  y se lanzó sobre mi boca con sus maravillosos labios besándome con tanta intensidad que no me hizo falta conocer su respuesta. 


De pronto dejó de besarme, sonrió y se levantó de la cama muy decidida, para coger el móvil. Regresó con él en la mano, marcando un número y besándome de nuevo se tumbó junto a mí mientras yo la besaba una y otra vez, sin dejarle contestar a la llamada.

-          ¡Déjame… ¡ ¡Rob, para! - rió antes de contestar -. Ruth… sí estoy con Rob.

Al decirlo su voz sonó tan alegre que me hizo sonreír.

-          Dile que muchas gracias – le susurré al oído aprovechando para besarla en el cuello.

-          Dice que de nada pero que ya se ha arrepentido – rió Kristen estremeciéndose levemente -. Tengo que pedirte un favor, Ruth… necesito que… que me traslades de fecha o que suspendas la sesión de fotos y me traigas aquí, al hotel, algo de ropa de abrigo, mis deportivas…, varias y el pasaporte. ¡Ah y un par de gorras! No, no, a Londres, con Rob. En una mochila o una maleta pequeña, ya me llevaré el resto de mis cosas más adelante. Ahora no tengo rodajes ni proyectos a la vista, Ruth, afloja.

Hizo una pausa, se sentó en la cama y continuó negando con la cabeza mientras yo le acariciaba lentamente la espalda, con toda la intención de excitarla una vez más. Noté como se estremecía al paso de mis manos por su receptiva piel.

-          Lo siento pero está decidido y no voy a cambiar de idea, Ruth – espetó.

´´Esa es mi niña, todo un carácter´´, sonreí orgulloso de ella.

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Me incorporé, volví a besarla en el cuello, la nuca, el hombro y comencé a tocarle un pezón, acariciándolo suavemente. Kristen no se movió y continuó hablando con Ruth mientras yo insistía en provocarla mordisqueándole el lóbulo de la oreja y metiendo mi mano entre sus suaves y húmedos muslos.

-          Gracias por comprenderlo, Ruth – dijo dulcemente.

-          Tendré que cambiar mi vuelo para que volemos juntos – susurré besando su cuello, bajando por sus hombros con mi lengua, acariciando sus pezones con una mano mientras con la otra me adentraba entre sus muslos hasta alcanzar su húmedo sexo.

Kristen colgó el teléfono y tembló emitiendo un ligero jadeo.

-          No será problema. En primera… siempre hay sitio… – susurró sensual echando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos al notar como mis dedos se deslizaban por sus tiernos pliegues hinchados.

Kristen se apoyó de espaldas, echándose sobre mi cuerpo, dejándose penetrar por mis dedos, entregada y jadeante. Mordisqueé el lóbulo de su oreja haciéndola gemir más fuerte. Ella se giró hacia mí besando mi mandíbula, pasando su lengua por mi incipiente barba, por mis labios, para volverse del todo apretando sus calientes y redondos pechos contra mi cuerpo. Mi erección comenzaba a crecer de nuevo y al sentirlo Kristen  la acarició lentamente haciendo que aumentase y se pusiese dura del todo en un instante.

-          ¿Ves cómo sigues siendo la misma de siempre? – reí escuchando su risa, sintiéndome cada vez más excitado.  

-          Y tú… - sonrió con lujuria sin soltar mi erección.

-          Tengo que llamar a Nick, preciosa. Espera… - jadeé.

Pero no me dejó terminar porque se abalanzó ansiosa sobre mi cuerpo.

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Salí del baño solo con una toalla alrededor de la cintura y me quedé parado en medio de la habitación, contemplándola embobado. Kristen se había quedado dormida de puro cansancio y estaba tan hermosa que mientras la observaba sentí que me dolía el pecho al respirar.

Su cuerpo desnudo descansaba sobre la cama desecha, lánguido y relajado. Su expresión era de absoluta relajación y su respiración suave pero profunda terminaba en un leve soplido muy gracioso que me hizo sonreír.

Me moví por la habitación con cuidado pero Kristen siempre ha tenido el sueño muy ligero y enseguida notó mi presencia y comenzó a desperezarse haciendo unos sexys gruñiditos.

-          Despierta perezosa – dije mientras buscaba una muda limpia para vestirme, rebuscando en la maleta.

-       Me he quedado dormida ¿Qué hora es? – murmuró con la voz ronca, más sexy que nunca.

-       Más de las 12 y me muero de hambre, preciosa. Voy a pedir algo de comer.

Kristen se incorporó en la cama, apoyándose sobre los codos sin dejar de mirarme. Sus ojos me escrutaban posándose en mi cuerpo, recorriéndolo con deleite. Al percatarse de que yo me había dado cuenta sonrió con una picardía deliciosa, arrasando con la poca cordura que me quedaba.

- ¿Qué miras? – sonreí.

- Nada – negó con la cabeza algo azorada -. A ti.

- Como si no me conocieses – reí.

- Eso es – sonrió mordiéndose el labio.

-          Pero… me conoces – dije acercándome a ella con toda la intención de ponerla nerviosa, apoyándome sobre la cama.

No pudo contenerse más y se mordió el labio lujuriosa. La sonreí con ´´esa´´ sonrisa y me acerqué sentándome junto a ella en la cama.

Ella se sentó acercándose más a mí, abriendo sus piernas para rodearme con ellas y de pronto hizo una leve mueca, como si estuviese incómoda o dolorida.

-          ¿Qué te ocurre? – susurré acariciándola por la cintura.

-          ¿Sabes que por tu culpa no voy a poder sentarme durante un par de jodidos días sin tener un poco de cuidado?

-          ¿Ah sí? – dije sonriendo e inflándome de orgullo.

-          Sí, creo que voy a estar acordándome de ti cada vez que lo haga – dijo frunciendo el ceño.

-          ¿Para bien? – susurré.


-          Ajá – sonrió aguantándose la risa.

-          Eso me encanta – reí besándola con ternura.

-          Pareces recién salido de la cárcel – dijo riéndose a carcajadas.

 
Quería volver a hacerle el amor pero en vez de eso me quedé mirándola fascinado, dándole vueltas a lo que me quedaba por decir, o más bien por pedir. Kristen estaba toda despeinada, con los ojos oscurecidos por los restos del maquillaje de los ojos, los labios rojos, mordidos, las mejillas encendidas. Estaba tan increíblemente hermosa… Ella me observaba sin apartar sus ojos de los mío, como intentando adivinar mis pensamientos, aguardando.
  

-          ¡Qué hermosa eres…! – suspiré sonriendo con lujuria, contemplando su erótico cuerpo desnudo.

-          Le estás dando vueltas a algo en esa cabeza ¿verdad? – dijo con ternura, apuntando con su dedos en mi frente -. Lo noto cuando me miras.

Sonreí tragando saliva y tomé aire con fuerza para suspirar después. Kristen me acarició la nuca atrayéndome hacia ella. Yo posé mi frente en la suya.

-          Esta noche me he dejado algo por decirte. Algo que pedirte, en realidad – susurré acariciando su rostro con la punta de mí nariz y cerrando los ojos.

-          No es justo Rob. Sabes que ahora conseguirás lo que quieras de mí.

-          ¿Desde cuándo? – dije sorprendido.

-          Desde hoy.

-          ¡Vaya, esto es nuevo! – reí -. Tendré que aprovecharme más a menudo de ti.

-          Hazlo – sonrió.

´´¡Bueno, allá voy por fin!´´, me dije. La miré con ternura y suspiré de nuevo.

-          En estos casi 5 años me he dado cuenta de una cosa – dije acariciando su rostro desde la sienes hasta la barbilla, muy lentamente.

-          ¿De qué? – susurró.

-          De que puedo vivir sin ti pero… no quiero.

Kristen me dio la razón asintiendo.

Era cierto. Podíamos vivir el uno sin el otro pero tal vez la vida así no merecía tanto la pena.

-          Sé que ambos podemos – dijo con dulzura.

-          Siempre supe que eres muy fuerte y que saldrías adelante sin mí.

-          Nunca me has menospreciado, lo sé. ¿Pero…? – susurró con una sonrisa triste.

-          Pero no podemos evitar querernos. Decidimos no hacerlo, no estar juntos. Lo hemos intentado y no ha dado resultado  ¿Por qué no intentamos todo lo contrario? ¿Por qué no te casas conmigo?

Lo dije todo de sopetón, casi sin respirar, sin dejar de mirarla a los ojos dejándola con la boca abierta.

-          Lo dices en serio, ¿verdad? – dijo acariciando mi rostro con ternura.

Sus manos temblaron levemente al hacerlo.

-          Claro que sí, amor.

-          ¿Cuándo? ¿Ahora? ¿Mañana?

-          Cuando tú quieras – reí.

-          Yo quiero que sea ahora, aquí en la cama. Pero con una condición  – rió  y no pude aguantarme sin besarla.

-          ¿Eso es un sí?

-          Calla, escúchame… susurro sensual - Tengo una condición.

-          Venga, dime.

-          ¿Harás que Nick me traiga a Cole a Londres junto con Bear y Bearnie?
 

-          ¿Solo eso?

-          Sí.

-          Te vas a tener que casar conmigo, nena – reí apuntándola con el dedo.