FanFIC No.66 'Año Nuevo en Isla de Wight II. Kristen'

Somos un Blog ROBsessed, donde solo deseamos seguir contando la versión de Irina en la historia Robsten como lo veníamos haciendo anteriormente. Este FanFic es parte medular de este Blog ROBERT PATTINSON EN ESPAÑOL, razón por la cual  suplicamos RESPETO al comentar los relatos. Si No os sentís preparados para leerlos No lo hagáis, eso no va a ofender a Irina. Pero rogamos evitéis críticas destructivas que si pueden molestar mucho y crear mal ambiente en el Blog.

Asi quedarán organizados los FICs en este blog:

LUNES:  FanFic Robsten de Irina

MARTES:  Fic 'El fin del Mundo' de Xim
MIÉRCOLES:  FanFic Robsten de Irina     * * * * NUEVO * * * * 

JUEVES: Fic 'El fin del Mundo' de Xim

VIERNES: Fic '50 Sueños de Verano' de Irina
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FanFIC no. 66

"Año Nuevo en Isla de Wight II. Kristen"

por IRINA (Irene Mendoza)

FIC RECREADO EN ESTA OCASIÓN POR IRINA

-         -  Vamos a Ventnor, es un pueblo al sureste de la isla de Wight – me explicó Rob -. Mi tío tiene allí un restaurante con hospedaje, el Spyglass inn. Lo lleva regentando muchos años. Compró una casa en el paseo marítimo, se dice que fue un antiguo refugio de contrabandistas. Sirve marisco y pescados de la zona, tiene una excelente carta de cervezas y música en directo todos los fines de semana. Además también es un “bed and breakfast” económico.

     - Y su famoso sobrino le hace propaganda.

          -   Hay que apoyar a la familia – dijo imitando a Marlon Brando en “El Padrino”.

         -    Me gusta el plan – dije dándole un suave beso en los labios.

Rob me abrazó sin dejar de sonreír ni un instante.

       -     A mí también, va a ser genial, ya lo verás. Es un sitio muy animado, sobre todo en verano.

          -       Parece que lo conoces bien.

-        - Te contaré un secreto: mis padres tienen una casita de veraneo en Ventnor y de niño pasé allí los veranos. Hace varios años que no he ido y me apetecía mucho volver. Fueron unos veranos estupendos.

El viento norte soplaba con fuerza y una ráfaga me dio de lleno haciéndome temblar. Rob se soltó la chamarra y me atrajo hacia su cuerpo para envolverme con ella.

-         -  ¿Tienes frío, preciosa?

-        - Un poco – dije acurrucándome entre sus brazos.

-      - No estás acostumbrada a este clima, chica de California – sonrió besando mi frente.

 - Me retiró el pelo del cuello y comenzó a exhalar su cálido aliento por mi nuca. Retiró un poco mi jersey y alcanzó mi espalda llenándola de calor.

-        - ¡Ummmm, qué agradable es eso! – susurré cerrando los ojos.

-       - ¿Mejor? 

-   
      - Sí, gracias – dije dándome la vuelta y mirándole a los ojos. Rob parecía tan feliz… En ese momento me invadió una inmensa sensación de ternura hacia él -. - ¿Estás contento?

-      - Mucho, amor – dijo besándome con ternura.

Yo también lo estaba. El buen humor de Rob es contagioso. Y siempre se refleja en su rostro. Su mirada siempre es sincera, ingenua, transparente como la de un niño. Me encanta verle alegre y relajado. Eso me pone contenta a mí también. Adoro verle y hacerle feliz.

-      
   - Te quiero – susurré en su boca.

Rob me abrazó y besó mi boca con fuerza, surcándola con sus suaves y cálidos labios. Nos besamos apasionadamente, ajenos a todos hasta que la voz de Tom nos sacó de nuestra burbuja.

-   
-   - ¡Eh, esos dos! ¡Buscaros una maldita habitación! – gritó Tom seguido por las carcajadas de todos.

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Llegamos a tierra firme con muy buen tiempo. El cielo estaba despejado y a pesar de la brisa marina no hacía excesivo frío. La furgoneta alquilada en Londres nos condujo hasta Ventnor y por el camino pude admirar el verde paisaje de la campiña, salpicada de diminutos cotagges y de graciosos burros que andaban pastando.

-    - Ya sé que parece una pregunta idiota pero ¿por qué hay tantos burros sueltos por todas partes? – pregunté.

-    - Es una pregunta idiota – rió Tom.

-   - Los burros son típicos de la isla – 
    aseguró Rob.

  






  -Tan típicos como la lluvia fina – dijo Grace.

     - No os riáis pero... yo solo he visto un burro una vez que fuimos a Mexico de vacaciones y era muy pequeña.

-       - ¿Quieres que paremos a verlos? – preguntó Marcus.

-       -  Sí, por favor – dije algo avergonzada.

Rob me miró y acarició con cariño mi cabeza.

-     -  Ahí hay un mesón que sirve comidas – dijo Sam señalando un cartel al borde del camino.

-    - Ya es casi la hora de comer. Podríamos hacerlo allí – propuso el pelirrojo Johnny Sturridge.

Todos estuvimos de acuerdo y paramos a comer algo en un típico pub de pueblo con cómodos sillones de piel junto a la crepitante chimenea y el bar en la parte delantera de un apacible y rústico comedor.

Había una variada carta de platos típicos donde elegir y yo no sabía que escoger así que Rob me recomendó el Sunday Roast que consiste en un trozo de Roast Beef con guarnición de patatas asadas, verduras y pudding de Yorkshire. El pidió lo mismo y los demás prefirieron el cordero en salsa de menta, pastel de carne con champiñones, mejillones con vinagre y el típico Fish and Chips. Todo estaba buenísimo,  incluidos los deliciosos Crumbles, pastelitos de frutas recubiertos de una capa de migas crujientes.

Después salimos a caminar un rato y por fin pude ver los preciosos burritos de la Isla de Wight.

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Llegamos a Ventnor, un bello pueblo costero rodeado de hermosas playas, calas y acantilados, con escarpadas calles que suben desde el mar salpicadas de bellas casitas decoradas con motivos marineros o elegantes villas victorianas

Rob, junto con los demás, habían alquilado una casa a las afueras de Ventnor porque en la de sus padres no cabíamos todos y nos iba a ser más difícil pasar desapercibidos. El lugar era perfecto, aislado y rodeado de verdes campos, frente al mar.

No necesito lujos excesivos, no soy una persona caprichosa en el sentido material y Rob lo sabe. Aquella casita era la ideal para pasar unos días tranquilos, en compañía de amigos, amigos en el verdadero sentido de la palabra. Porque si hay algo que se pueda decir de todos ellos es que son amigos de verdad, camaradas, colegas, personas leales y humildes. Te das cuenta nada más tratarlos. Algunos de ellos se conocen desde niños y tienen una camaradería que yo nunca había visto antes. Están ahí, siempre, a pesar de la distancia que les separa de Rob y son sinceros con él y entre ellos. Me han aceptado a la primera, como a una más, aunque se rían de mi acento. Y ante todo son discretos, lo que realmente se agradece. Sobre todo si los comparaba con Nikki, con la que yo había creído que era mi mejor amiga. A estas alturas ya estaba claro que más de una vez ella misma había llamado a las paparazzis para que la fotografiasen junto a nosotros. Promoción gratis, recuerdo que dijo Rob. Y ese pensamiento me entristeció pero no por mucho tiempo.

La despensa estaba llena y no había televisión así que nada más llegar todos comenzaron a idear juegos para pasar las veladas nocturnas y las tardes.

-       - Por la mañana podemos caminar por los alrededores. Hay paseos increíbles por aquí – dijo Rob.

-         - ¡Y “siesta” por la tarde! – dijo Tom en español.

        -  Y por la noche partidas de póker – añadió Sam.

-         - No, mejor jugar a adivinar películas – propuso Grace.

-         -  ¿Te gusta el plan, preciosa? - me susurró Rob al oído.

-         -  Me encanta – dije mirándole con ternura. 
       -  Bueno, habrá que repartirse los dormitorios – dijo Marcus.

-       - Hay dos parejitas así que vamos a ser buenos y les dejaremos las habitaciones con las camas más grandes – opinó Grace.

      - Y las más apartadas – añadió Tom dándole un codazo a Rob y mirándome a mí -. Queremos dormir.

Todos nos echamos a reír y tras dejar el equipaje en nuestros respectivos cuartos decidimos salir y caminar hasta el pueblo.

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            -  Bueno, ahí está  - dijo Rob –. Ese es el Spyglass.

-      -  ¡Vaya! – exclamé observando el restaurante del tío de Rob a medida que nos acercábamos caminando. 

El Spyglass Inn se encuentra frente a la playa de Ventnor y posee una amplia terraza desde la que se divisa el mar y gran parte de la costa. Al parecer ya nos esperaban porque al entrar nos hicieron pasar a la zona más discreta del restaurante, alejados de la entrada, de la barra y de las miradas curiosas. 

Nos sentamos todos alrededor de una mesa de madera,  dispuestos a tomarnos unas cervezas y hacer tiempo hasta la hora de cenar. El Spyglass está decorado con motivos marineros. Redes, salvavidas y boyas por doquier se mezclaban con amplias mesas y mobiliario de madera oscura. El ambiente me gustó nada más entrar, era acogedor y muy tranquilo.

Al poco de sentarnos apareció el tío de Rob y se acercó a saludarnos. Enseguida reconocí en él un aire familiar, amigable y simpático, como el de todos los Pattinson. Me dio la bienvenida con un fuerte abrazo e hizo sacar cervezas para todos.

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-       - En verano esto está a tope, no cabe un alfiler – dijo Rob.

-    - Sí, en verano se triplica la población en el pueblo pero ahora está todo muy tranquilo. No tendréis problemas – dijo el tío de Rob dando a su sobrino una cariñosa palmada en la espalda -. Os quedaréis al concierto de esta noche ¿no?  - Toca un grupo local de folk. Ya sabéis, violines y eso. Son buenos.

-      -  Nos quedamos ¿verdad? – pregunté entusiasmada tirando del brazo de Rob.

-      -  Sí, claro – dijo él mirándome con ternura.

La cena fue estupenda, con marisco cogido ese mismo día por los propios pescadores de Ventnor y un vino blanco muy fresco que se hacía en la isla. El local se llenó a la hora del concierto y hubo gente que nos miraba reconociéndonos pero sin llegar a molestarnos en ningún momento. La cerveza era de una fábrica local y estaba buenísima y el concierto me encantó. Era fácil animarse con aquella música. Algunos se apuntaron a bailar y yo misma no podía dejar los pies quietos, a pesar de estar sentada en un taburete junto a Rob, que llevaba el ritmo sin parar, golpeando con las manos sobre sus rodillas. 

    
-  - ¿No bailas? – preguntó Rob mirándome divertido.

-    -  Sabes que no.

-    - ¡Venga! Me encantaría verte bailar.

-    - ¡Ni hablar! – reí dándole un empujón -. Baila tú.

-    -  Ni lo sueñes, preciosa – sonrió con su rostro frente al mío, muy cerca.

      - Eres un exagerado. Seguro que no lo haces tan mal como dices – dije mirándole a los ojos.

-    - ¿Y tú? No te he visto bailar en serio todavía.

-    -  Pues no se me da del todo mal.

-    -  Demuéstramelo – me retó dándome un codazo.

-    -  Cuando quieras pero… en privado - susurré en su oído.

Rob me miró con su adorable sonrisa, negó con la cabeza y suspiró.

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-   - Lo tomo como un sí – dijo.

 








El se lo estaba pasando en grande, jaleando a los músicos, bromeando con los amigos, bebiendo cerveza, haciéndome reír y dándome de cuando en cuando pequeños besos por las mejillas, los labios, tomando mi mano y mirándome para susurrar muy bajito <<te quiero>> aprovechando la oscuridad del local.

Rob es así, súper cariñoso, sobre todo cuando ha bebido. Entonces se pone muy tierno y mimoso y a mí me encanta. Siempre tan atento, tan dulce. Adoro que esté tan pendiente de mí, que me consienta, lo confieso. Para mí todo eso lo hace parecer tan sexy… que consigue que me derrita.

Yo le respondía musitando sus mismas palabras, apretando su mano, acariciando su espalda con ternura, sonriendo a su sonrisa. El me comprende, nos comprendemos con solo mirarnos y sabe que en público soy incapaz, que no voy a dejar que cualquiera nos tome fotos, que para mi esas demostraciones de mi amor por él forman parte de mi vida íntima y que sé que tengo fama de fría, calculadora e insensible pero no me importa, Rob sabe como soy en realidad y la gente que realmente me quiere también y jamás permitiré conscientemente que comercien, frivolicen o hagan un motivo de diversión de ellas. Lucho por ello cada día.

...CONTINUARA...