FanFIC no.71 'Reencuentro.Rob'

Somos un Blog ROBsessed, donde solo deseamos seguir contando la versión de Irina en la historia Robsten como lo veníamos haciendo anteriormente. Este FanFic es parte medular de este Blog ROBERT PATTINSON EN ESPAÑOL, razón por la cual  suplicamos RESPETO al comentar los relatos. Si No os sentís preparados para leerlos No lo hagáis, eso no va a ofender a Irina. Pero rogamos evitéis críticas destructivas que si pueden molestar mucho y crear mal ambiente en el Blog.

Asi quedarán organizados los FICs en este blog:

LUNES:  FanFic Robsten de Irina
                     Fic la Fundación de VTeam ***NUEVO***
MARTES:  Fic 'El fin del Mundo' de Xim
MIÉRCOLES:  FanFic Robsten de Irina 
JUEVES: Fic 'El fin del Mundo' de Xim
                   Fic la Fundación de VTeam  ***NUEVO***
VIERNES: Fic '50 Sueños de Verano' de Irina

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FanFIC no. 71

"REENCUENTRO.ROB"

por IRINA (Irene Mendoza)
Imagenes: Elena

Salimos del Soho House casi a las 11 rumbo a nuestro hotel favorito desde hacía bien poco. Pude notar como el pulso de Kristen se aceleraba al sentir la suave presión de mis dedos, que con un solo roce le trasmitían mi deseo como si de una descarga eléctrica se tratase, provocándole un placer más intenso cada vez. Me miró sonriente, mordiéndose el labio inferior y yo me perdí en sus ojos verdes y dulces. Deseaba esos labios suaves que me sonreían, los quería sobre mi cuerpo, vencido a su deseo, implacables y lujuriosos. No veía el momento de sentirla una vez más. 

- ¿A dónde me llevas, Rob? – preguntó con su cabeza apoyada en mi hombro. 

- Al cielo – sonreí mirándola, llenando su rostro de dulces y pequeños besos. 

- A cualquier parte donde estés tú me vale – dijo alcanzando mi boca y llenándola con su dulce lengua. 

Y así entre beso y beso cruzamos las calles de Londres y llegamos al hotel Halkin. 

 

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En recepción revisaron mi reserva y me dieron la tarjeta para la habitación, la misma en la que habíamos estado dos meses antes. Kristen no podía parar de reír de camino a la habitación. 

- ¿El señor Stewart y señora? 

- No se me ocurría con que nombre registrarme. Ya sabes que no puedo usar el mío. Los paparazzis parecen el MI6 o la CIA. 

Me beso contagiándome su risa. 

- No suena mal. 

- Suena mejor Pattinson-Stewart, ¿no crees? 

- Hummmmm, no sé. 

- Vete pensándolo – dije señalándola con el dedo -. Cuanto más lo escuchas más te gusta, ¿a que sí? 

Kristen rió poniendo los ojos en blanco al entrar al ascensor. 

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En la habitación, una vez cerrada la puerta, estaba tan ansioso como la primera vez que estuve con ella hacía casi un año, en Vancouver. Llevábamos más de 7 semanas sin tocarnos y los dos éramos puro ardor e impaciencia. Kristen se abalanzó sobre mí, se aferró a mi cuerpo sin esperar a que encendiese la luz y me saltó encima para que la sujetase entre mis brazos.

La apreté con mucha fuerza besándola con la boca muy abierta, saboreándola, mordiéndole los labios con ternura y pasión refrenándome a duras penas, empujando mi lengua dentro de su boca mientras enredaba sus manos en mi pelo. Estábamos desesperados el uno por el otro. 

Kristen se asía a mi espalda disfrutando de mis ansias de ella. La conozco lo suficiente para saber que le encanta la sensación de no poder respirar, de sentirse mareada por la fuerza de mi beso. Sonrió notando como mis manos bajaban por su espalda hasta la cintura para finalmente sujetarla de las nalgas. Me apreté con fuerza contra su sexo y ambos gemimos cuando mi erección se frotó contra ella. 

La besé más fuerte aún, con desesperación, hasta que sentí que mis piernas flaqueaban. No podía aguantar en pie de tan excitado que estaba. 

- Eres tan suave… y tan dulce… - susurré jadeante. 

- ¡Oh, joder Rob! – gritó aspirando mi jadeo. 

- ¿Qué, amor? 

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- Tengo tantas ganas… - gimió en mi boca. 

Enterré mi rostro en su cuello para terminar de emborracharme con su olor. 

- No sé si voy a poder aguantar mucho esta vez. Te… te deseo demasiado – jadeé -. Pero quiero que sepas… que esta noche pienso hacértelo tantas veces como pueda. 

- Fóllame, por favor, sin preliminares – suplicó gimiendo -. Necesito sentirte ya, dentro, muy dentro de mí, tu peso sobre mi cuerpo. 

- ¡Oh, Dios… nena!– gruñí. 

- Házmelo Rob, haz que no pueda pensar en nada más – continuó, haciéndome temblar de pasión. 

Uno de sus sonoros lamentos me excitó muchísimo, acercándome peligrosamente al borde del orgasmo. Yo ardía, consumido por el deseo y la impaciencia. Continué sujetándola acariciando su delicioso trasero y la deposité sobre la cama, de rodillas. 

Contuve el aliento cuando sus manos comenzaron a acariciarme el pecho, el vientre y las caderas en dirección a mi entrepierna, donde se detuvieron para meter su mano en mi bragueta. Mi cuerpo respondió como era de esperar. No podía apartar los ojos de su rostro ni un solo instante, su cara de deseo absoluto de mí me tenía completamente hechizado. 

En ese momento me di cuenta de que aun estábamos vestidos y me dispuse a desnudarla a toda prisa. Ella me ayudó tirando de mi ropa entre risas. Yo miraba su cuerpo venerándolo, acariciando con ternura cada parte que me iba dejando a la vista y ella hacia lo mismo con el mío. 

Nos echamos sobre la cama lentamente para quedarnos tumbados de lado, frente a frente. Me apreté contra su cuerpo desnudo y su calor me aturdió todos los sentidos.

Sus labios atraparon mi boca en un beso profundo, llenándola de su saliva caliente y húmeda. Yo le correspondí con todo mi amor, con suaves mordiscos a la vez que tomaba posesión de su jugoso sexo con mis dedos. Acaricié su lengua con la mía, dejándome llevar por la deleite de sus labios y su sabor dulce. Fui descendiendo recorriéndola, llegando a sus pechos para morderle los pezones tirando de ellos suavemente con los dientes, haciéndola retorcerse de gusto. 

Me coloqué sobre ella, sobre su sexo, y con sólo el primer contacto de mi miembro en su tierna carne, una sacudida agitó su cuerpo, obligándola a arquearse cerrando los ojos y abriendo la boca. Estaba muy sensible, y el más mínimo roce, le provocaba gemidos de placer. Yo contemplaba su deseo, su disfrute, fascinado. Es lo que más placer me provoca, mirarla mientras se lo hago, mientras se deja llevar. 

Entrelacé mis manos con las suyas justo antes de penetrarla y noté como se aferraba a ellas sin dejar de besarme con su deliciosa boca. Dejé escapar un fuerte gemido al introducirme en su cuerpo y ella flexionó sus caderas hacia las mías para recibir mis primeras embestidas. 

Quise que mis penetraciones fueran lentas, consciente de que el llevar más de un mes, casi dos sin tenerla iba a precipitar mi orgasmo mucho más rápido de lo normal. 

Su lengua buscaba ávida la mía haciéndome perder la cabeza de amor, de deseo, de placer. Mis jadeos eran ya incontrolables ante las increíbles sensaciones que me proporcionaba estar dentro de ella, húmeda y completamente entregada a mis movimientos, siguiéndome con sus lujuriosas caderas, agitando su suave y caliente cuerpo hermoso contra el mío. 

De pronto gimió gruñendo a la vez, de un modo tan erótico e intenso que sentí un escalofrío de placer recorriendo mi espalda y que me obligó a tensarme y aguantar los primeros espasmos de placer, cerrando los ojos casi rendido. 

- ¡Oh, sí, sí… por favor, córrete mi vida! – gimoteó ronca. 

- No, aun no… preciosa. Un… poco… más… – clamé sin resuello. 

Mis penetraciones, lentas y profundas, fueron intensificándose sin remedio. No podía hacer otra cosa que seguirla, al compás de su ritmo salvaje y carnal, de su deliciosa tortura. Noté como su carne tierna y mojada se contraía atrapándome y me aferró desesperada, abrazándome por la cintura con sus piernas, inmovilizándome y haciendo que mi orgasmo, al no consumirlo en embestidas, fuese explosivo y brutal a la vez que terriblemente dulce y apasionado. 

- ¡Oh, joder… nena! ¡Me encanta, amor! – sonreí de gusto. 

- ¡Sí, sí… cariño… sí! – gruñó, no sé si riendo o sollozando. 

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- No voy a conformarme solo con este maravilloso orgasmo – suspiró fatigada y satisfecha, despeinada y vestida solo con mi camisa, más hermosa que nunca. 

- ¿Ah, no? – pregunté mientras ella negaba con la cabeza, sonriendo descarada. 

- Voy a necesitar más, mucho más – susurró lamiendo la incipiente barba que crecía en mi mandíbula. 

- Qué bien, porque… - dije metiéndome en la boca tres onzas de chocolate Toblerone. 

- Dime – dijo mordisqueando mi cuello. 

- Estoy completamente ¨encoñado¨ de ti, lo reconozco - sonreí completamente avergonzado, masticando el chocolate con trocitos de miel, mientras Kristen se reía -. ¿Qué te hace tanta gracia? Es bastante humillante lo que acabo de confesarte. 

- Ya lo sabía, cariño. 

- ¿Ah sí? – dije un poco decepcionado -. ¿Soy tan evidente? 

- Sí pero me gusta. ¿Te molesta? – dijo con voz baja y muy dulce susurrando en mi boca. 

Siempre me desconcierta el modo tan claro en que ella me percibe. Ella me ve tal como soy, me conoce más que nadie. Lo sabe todo sobre mí y yo a veces creo que no sé nada sobre ella, que Kristen es todo un fascinante y sensual misterio para mí. Y ella es totalmente consciente de eso pero no me importa para nada, la verdad. 

- No, no creo – sonreí acariciando su mejilla muy despacio, sosteniendo su barbilla y pasando mi pulgar lentamente por su suave piel. 

- Es que… yo también estoy ¨empollada¨ de ti – murmuró mordiéndome el labio, provocándome –. Sabes a Toblerone. 

- Me encanta este chocolate casi tanto como tú – dije chupando su labio superior, tirando de él suavemente. 

Reímos a carcajadas, dándonos besos rápidos y codiciosos. 

La tomé entre mis brazos y la alcé casi sin esfuerzo para posarla sobre mi cuerpo y volver a perderme en el abrumador placer que sentía junto a ella. 

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- Me gusta dormir contigo – ronroneó frotándose desnuda y perezosa contra mi muslo. 

- A mí también – suspiré mientras ella me acariciaba el cabello -. Duermo mucho mejor contigo a mi lado. 

- Yo también – sonrió – Pero esta noche no quiero dormir. 

- ¿Ah, no? 

- No, solo quiero que me ames otra vez, Rob – susurró en mi oído haciéndome temblar de deseo. 

Se giró apoyando su trasero contra mi cuerpo, rozándome melosa. Aquella estaba siendo una noche realmente memorable, y a juzgar por la dura erección que notaba palpitar contra su cálida piel todavía tardaría bastante en terminar. No contesté a su súplica porque me puse a cumplir su deseo inmediatamente. 

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Lo cierto fue que cuando la alarma de mi móvil sonó me moría de sueño y estaba agotado pero adoro agotarme por culpa de Kristen. Se giró hacia mí con una exquisita y somnolienta sonrisa en los labios y se abrazó a mi pecho suspirando. Yo la acuné entre mis brazos con toda la ternura de la que fui capaz con los ojos cerrados, aspirando su dulce aroma, apurando ese momento, el que más me gusta del día, cuando abro los ojos y me encuentro con los suyos mirando los míos.

- Nos quedan unas dos horas – dije desperezándome y acariciando sus hombros, su espalda, haciéndola temblar. 

- ¿Nos duchamos juntos? – preguntó. 

- Sí amor, después – susurré tomándola con fuerza entre mis brazos y atrapando sus labios con un ardiente, rudo y salvaje beso.    

...CONTINUARA...