FanFIC no.72 'Bajo las Sábanas.Kristen'

Somos un Blog ROBsessed, donde solo deseamos seguir contando la versión de Irina en la historia Robsten como lo veníamos haciendo anteriormente. Este FanFic es parte medular de este Blog ROBERT PATTINSON EN ESPAÑOL, razón por la cual  suplicamos RESPETO al comentar los relatos. Si No os sentís preparados para leerlos No lo hagáis, eso no va a ofender a Irina. Pero rogamos evitéis críticas destructivas que si pueden molestar mucho y crear mal ambiente en el Blog.

Asi quedarán organizados los FICs en este blog:

LUNES:  FanFic Robsten de Irina
                     Fic la Fundación de VTeam ***NUEVO***
MARTES:  Fic 'El fin del Mundo' de Xim
MIÉRCOLES:  FanFic Robsten de Irina 
JUEVES: Fic 'El fin del Mundo' de Xim
                   Fic la Fundación de VTeam  ***NUEVO***
VIERNES: Fic '50 Sueños de Verano' de Irina

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FanFIC no. 72

"REENCUENTRO.ROB"
Imágenes: Elena

Ahí estaba yo, recibiendo el galardón de la revista Elle a la mujer del año, como en una nube. La verdad es que aquel premio me tenía sin cuidado porque solo podía pensar en una cosa, en la noche pasada y en todo lo que Rob me había hecho sentir.


Estaba colmada y agotada. A esa hora de la mañana la debilidad, casi tembleque de mis piernas, había dado paso a unas agujetas intensas que se había apoderado de mis ingles haciendo que caminar sobre los tacones fuese un poco más difícil de lo habitual, si es que eso era posible. 

- Kristen, ten cuidado, te vas a caer. 

- Lo intento, no te creas que no, pero estos jodidos zapatos… 

- Esa boca – me riñó. 

'Si tú supieras…', pensé sin poder contener una sonrisa temblorosa al notar una nueva punzada en la cara interna de mis muslos. 

La mañana estaba transcurriendo lenta y conmigo totalmente abrumada por el deseo imperioso de tener a Rob de nuevo. No podía dejar de pensar en su cuerpo, sus jadeos, el calor, su deseo, sus movimientos, sus ganas de mí… 

Junté mis muslos apretándolos en busca de algo que aplacase mi creciente necesidad de él pero solo obtuve un leve dolor en mis ingles. El sentarme tampoco ayudaba porque mis partes más íntimas estaban muy sensibles después de siete semanas de abstinencia y una noche tan espectacular. 

Mi mente traicionera voló a solo unas horas atrás, deleitándome en rememorar el maravilloso sexo que habíamos disfrutado juntos. Recordé como Rob tensaba su cuerpo para impulsarse contra el mío, sus esfuerzos por complacerme, como sus músculos se flexionaban y estiraban con cada movimiento. Esa espalda… y ese trasero… Su aroma tan erótico y masculino, su sabor en mi boca… 

Aunque creo que lo que verdaderamente me vuelve loca es su bellísima voz. Su voz es el mayor de los afrodisíacos, no sólo por lo que me dice, también por su entonación, que deja ver su deseo, su necesidad, su placer. Su voz suave al principio, que funciona en mí como una caricia, cuando se torna ronca y entrecortada haciendo que todo mi ser tiemble hasta el éxtasis, cuando suena dulce y llena de ternura tras el orgasmo. 

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- Kristen, ¿estás en este mundo? – preguntó Ruth dándome un leve codazo después de mi enésimo suspiro de la mañana. 

- ¿Eh? Sí…, sí, es que… - 'Es que estoy recordando lo bien que me folla Rob', pensé para mí. 

- Vale, no me lo digas. Ya veo que te mueres de sueño y estás ensimismada. 

- No pensaba hacerlo. 

- ¡Vaya con Rob! Con esa carita de buen chico que tiene – susurró sonriendo con picardía. 

- ¡Ruth! 

- Anda no te hagas la mosquita muerta, posa un poco pero sin levitar del suelo – rió. 

- ¿Tengo muy mala cara? – murmuré preocupada. 

- No, tranquila, el amor sienta de maravilla a la piel. 

Sonreí totalmente avergonzada pero era verdad, el amor de Rob me hacía verme sexy, guapa y relajada. 

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Rob había prometido llamarme en cuanto hiciesen un descanso en el rodaje para quedar en vernos. Pero la vida de los actores es así y pasó toda la mañana y parte de la tarde sin que tuviese noticias suyas así que me lo tomé con filosofía y regresé al Halkin.

 

Ya por la tarde sonó el móvil y salté de la cama para atenderlo. Me había quedado dormida. Rob acababa de terminar de rodar. Prefería que cenásemos en la habitación y ya eran casi las 6, así que me levanté para darme un largo baño caliente y abusar de las sales del hotel. 

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Adoro ver comer a Rob. Come como si fuese un náufrago, más bien devora. Demuestra el mismo apetito por la comida y la bebida que por el sexo y encima es muy carnívoro. Es un hombre sumamente apasionado, carnal y sensual en toda la extensión de la palabra. 

- No dejas de mirarme. Me pones… nervioso – sonrió bebiendo un poco de un delicioso vino blanco que acababa de servirme a mí también. 

- Es que… me fascina verte comer. Eres… sensual con la comida – reconocí algo sorprendida de mis palabras, tragando el fresco vino. 

Suspiró, sus pupilas se dilataron y entreabrió los labios y sentí como si me derritiese de deseo en un par de segundos, combustión espontánea. 

- Quiero… hacértelo – susurró de pronto. 

- Yo también – dije acariciando su muslo con mi rodilla. 

Todo en él me llamaba hacia su cuerpo, me sentía arrastrada por su magnetismo con una fuerza casi animal. Rob me miraba con una intensidad desmesurada, estaba dolorosamente hermoso y destilaba sexo por cada poro de su piel. 

De repente dejó la copa sobre la mesa, se levantó de la silla y de pronto estaba agachado metiendo en mi boca su húmeda lengua refrescada por el vino. 

Me levanté como empujada por un resorte y comencé a desnudarle mientras él me besaba con avidez, devorando mi boca. Rob llevaba ropa cómoda, una camiseta blanca de pico y un pantalón vaquero que le sentaba de maravilla y dejaba asomar sus duras caderas. Levantó los brazos para facilitarme que le quitase la camiseta. Su torso desnudo quedó ante mis ojos y comencé a besarlo, depositando un montón de besos sobre él, a la vez que aspiraba su aroma, una mezcla de gel de baño y su propio olor masculino que me embriagó los sentidos excitándolos al máximo. 

Creo que hay algo en su aroma, eso que llaman feromonas o algo así, que realmente tiene un efecto increíble sobre mi libido y que curiosamente a Rob le ocurre lo mismo con el mío, porque le encanta olisquearme y a riesgo de parecer rarita eso me excita muchísimo. 

Yo solo tuve que quitarme la camiseta y mis chinos. No llevaba sujetador, como a Rob le gusta, y fue él quien me quitó las braguitas de algodón. 

Caminamos desnudos hasta la cama sin dejar de mirarnos, acariciarnos y darnos urgentes besos apasionados. Llegamos a la habitación y nos metimos en la cama, enredando nuestros cuerpos entre las sábanas. 

Rob me acariciaba suavemente, tocando mis senos con las palmas de las manos para continuar por mi torso y cintura. Después descendió por mis caderas y regresó hasta mi vientre deteniéndose en él para trazar círculos alrededor de mi ombligo. Suspiró al notar como me hacía temblar de anticipación y luego bajó la mano para rozar mi sexo con sus dedos. 

He echado tanto de menos tu suave piel, tu sabor, tu olor – dijo poniéndose sobre mí, acariciando con la punta de la nariz uno de mis pezones, justo antes de tomarlo entre sus labios y succionar con fuerza. 

- Rob… – Soplé el aire de mi boca. No podía respirar con normalidad. 

Lo miré mientras besaba mi pezón despacio, jugando con él, tomándose su tiempo, lamiéndolo y mordisqueándolo suavemente, pero con la justa presión como para poder tirar mientras me daba rápidos toques con su lengua.

Cerré los ojos desbordada por la punzante sensación que se estaba alojando en mi vientre. Rob repitió lo mismo con mi otra areola y ya no podía estarme quieta, me retorcía de placer sintiendo el peso de su cuerpo, tirando de su pelo, aferrándome a las sábanas, jadeando. 

Cuando creyó que tenía suficiente descendió por mi vientre hasta mi sexo empapado, no sin antes mirarme a través de sus largas, espesas y rizadas pestañas a la vez que una sonrisa torcida y llena de deseo surgía en sus labios. 

De pronto metió su miembro en mi interior con fuerza, muy dentro haciendo que los músculos de mis ingles se contrajeran dolorosamente y que mi entrada se resintiera automáticamente debido a la intensiva sesión amatoria de la noche anterior.

Exhale un quejido de dolor sin querer y Rob paró de inmediato, saliendo de mi interior, dejándome muy excitada y ansiosa. 

- ¿Qué amor, dime? – jadeó. 

- Más suave… por favor – dije haciendo una mueca de dolor. 

- ¿Te duele? ¿Te hago daño? – preguntó alarmado. 

- No, no tranquilo, solo son agujetas. Estoy un poco… sensible. Sigue – sonreí acariciando su rostro intentando quitarle la cara de preocupación. 

- Lo siento, amor. ¿Ayer fui muy rudo? – dijo tomando mi rostro entre sus manos con suma ternura. 

- No, no, fuiste… estuviste increíble – susurré negando con la cabeza y sonriendo – Solo que… estaba desentrenada. 

- No quiero que te duela, preciosa – dijo Rob apoyando su frente sobre la mía. 

- Estoy bien – murmuré mordisqueando su labio inferior y besándole con ansia. Me moría porque continuara. 

- Tendré cuidado – susurró besando mi frente, mi nariz, mis párpados y mis mejillas. 

Bajé mi mano hasta alcanzar su miembro y lo aferré con firmeza. Inmediatamente volvió a endurecerse del todo y saltó en mi mano, potente y poderoso. 

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Rob comenzó a depositar suaves besos sobre mi pubis haciéndome jadear con fuerza, sintiendo su barba raspando mi tierna piel. Bajó hasta mi sexo y lo beso con la boca abierta, para penetrarme despacio con su lengua experta. 

Sentí como me daba placer con su lengua entrando y saliendo de mí, mientras su barba despertaba toda esa zona que estaba tan sensible y excitada. Deslizó un dedo para acariciar mi clítoris y cerré los ojos extasiada, gruñendo de gusto. De pronto paró y se incorporó sobre mi cuerpo. 

- ¿Estás bien? ¿Puedo… penetrarte, amor? – susurró Rob mirándome a los ojos, acariciándome el cuerpo. 

- Sí… sí, ya no me duele. 

Resbaló muy despacio dentro de mí, con cuidado, llenándome sin dificultad, haciendo que aunque no sintiese dolor, mi carne fuese consciente de cada centímetro de la suya. 

Comenzó a moverse sin prisas dentro de mi cuerpo, entrando y saliendo con un ritmo suave y constante. Acaricié la pétrea musculatura de su espalda sintiéndole tensarse y me dejé empujar por sus dulces acometidas.

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Yo jadeaba y gemía sobrepasada por las sensaciones que Rob me provocaba. Escuchaba su respiración entrecortada, cada vez más rápida a medida que sus embestidas cobraban velocidad. 

Sus ojos, su voz, su olor, los sonidos que emitía, su peso sobre mi cuerpo, su deseo abriéndose paso dentro de mí me enloquecía. Sus acometidas se hicieron más profundas y largas, sus gemidos más fuertes, hasta que estuvo dentro por completo entonces me tomó por la nuca y por la base de mi espalda para acoplarse por completo haciéndome gritar. 

- ¡Oh, dios…! – jadeé sin aliento. 

- ¡Oh, nena! Rodéame con tus piernas, eso me encanta – jadeó ronco. 

Arqueé la espalda y abrí mis piernas todo lo que pude, envolviendo su ancha espalda, mientras un profundo gemido salía de mi garganta. Mis manos se cerraron con fuerza sobre su pelo y yo me dejé arrastrar por el placer. 

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Acabábamos de hacerlo bajo las sábanas y aunque estaba despierta aún tenía los ojos cerrados. Estaba disfrutando de ese exquisito momento de pereza y cansancio postcoital,perdida en su olor, arrullada por su pecho,sintiendo que me observaba. 

Su cálido aliento y su respiración profunda me arrullaban y me estremecí cuando acarició mi mejilla, mis hombros desnudos y mi espalda. El sabía que ya estaba despierta. 

Quise mantener los ojos cerrados, pero no pude resistirme y los abrí para mirar a Rob. Estaba tan hermoso…, despeinado, desnudo, tan deseable… Miles de mariposas revoloteaban en mi estómago. Me miró y rozó su nariz contra la mía. ¡Oh, Dios! ¡Cómo me gusta Rob por las mañanas! 

- Abre los ojos. Sé que estás despierta, preciosa -pude adivinar su sonrisa en aquel suave susurro. 

- Buenos días – No pude ocultar una sonrisa tonta. Me derrite cuando se pone así de dulce y cariñoso -. ¿Ya es hora? 

- Todavía es temprano. 

Lo susurró con voz ronca sobre mis labios, rozándolos con los suyos, y los entreabrí para invitarle a que los tomase una vez más. 

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Aún no había amanecido. Regresamos bajo las sábanas, volvió a rodearme con sus brazos para besarme con entrega, lenta y profundamente, suave y cariñoso, consiguiendo que me deshiciese entre sus brazos. 

Escuchaba como el corazón de Rob latía potente en su pecho, su respiración, su aroma, su calor, sus brazos cerrándose posesivos alrededor de mi cuerpo, sus piernas atrapando las mías, la dureza de sus músculos. 

El día nunca era nuestro pero la noche nos pertenecía.

...CONTINUARA...