FanFIC no.31 "19 AÑOS.KRISTEN"

LOS FICS son publicados Lunes, Miércoles y Viernes en los siguientes horarios: México 12 pm, Argentina 2 am, España 7 am. Al Staff nos complace mucho que tengamos mas lectores asiduos de este gran relato escrito por nuestra talentosa Escritora Irina, de igual forma los invitamos a comentar y participar cuando lo deseen, ya que nos gusta platicar e interactuar con uds.

Aviso sobre los FICS, sobre todo dirigido a las chicas más jóvenes que nos leen. A partir del relato 23 aparecerá contenido sexual explícito, con palabras y situaciones(Lemons). Deseo recalcar que esta historia ficticia Robsten es tal cual como la Autora considera que sucedieron los hechos y las situaciones de acuerdo a información documentada. A LAS PERSONAS IMPRESIONABLES FÁCILMENTE Y DE MENTE NO ABIERTA DEJAMOS A VUESTRA CONCIENCIA LA DECISIÓN DE LEERLO O NO. 

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FanFIC NO.31

"19 AÑOS.KRISTEN"
por Irene Mendoza

19 AÑOS

 Kristen

Y llegó mi cumpleaños. No sé si llamarlo casualidad o producto del destino pero el 9 de abril de 2009 yo cumplí años a la vez que mi personaje y Rob tuvo que felicitarme mientras nos grababan para la posteridad. 19 años.

Como siempre que alguien del cast cumplía años lo íbamos a celebrar todos juntos en nuestro restaurante favorito. Allí podíamos estar relativamente tranquilos gracias a que los dueños nos alquilaban el local y lo cerraban al público. Rob volvió a preguntarme que quería para mi cumpleaños y yo volví a responderle lo mismo: nada. Ya lo tenía todo. No necesitaba nada más que tenerle cerca y dormir entre sus brazos.

Dio la casualidad de que Nikki había viajado hasta L.A. para una audición y eso hizo que pudiésemos estar mucho más relajados. Casi no nos importó que nos viesen pegarnos el uno al otro durante la cena, o compartir comida del plato del otro. Nos mirábamos con pasión, sin querer. Sin apenas darnos cuenta nos tocábamos. Rob acariciaba mis muslos bajo la mesa o me tomaba por la cintura atrayéndome hacia él. Yo posaba mis manos en su pecho, tocaba su espalda y le miraba constantemente. Todos parecían hacer como que no se daban cuenta. Mi hermano Cameron estuvo presente. Yo había insistido en que no me hiciesen regalos pero sí que hubo una gran tarta con 19 velas que tuve que soplar avergonzada por el protagonismo que eso suponía. Levanté la vista de las humeantes velas y ahí estaba Rob, silbando y aplaudiendo con los demás pero mirándome como nadie en el mundo era capaz de hacerlo.

Poco después, cuando todos estaban disfrutando de la música nos escabullimos sin decir nada a nadie. Se estaba convirtiendo en una costumbre. Rob me tomó de la mano y me llevó hasta la calle, donde nos esperaba un taxi que nos condujo al hotel.

Con Nikki lejos podíamos pasar la noche en mi habitación pero yo prefería la suya, con su cama, su olor entre las sábanas, su gel de baño y su albornoz sobre mi cuerpo. Estábamos ya en la habitación y como siempre sentí un cosquilleo de excitación y de impaciencia en el estómago. Nada más cerrar la puerta me atrajo hacia él y yo me pegué a su cuerpo deslizando mis manos bajo su camiseta, acariciando su torso velludo, su espalda musculosa. Agachó su cabeza para posarla sobre mi hombro y mientras le acariciaba pude comprobar que había ordenado su habitación. Ese detalle me hizo sonreír y le acaricié el pelo de la nuca. Suspiró.

- ¿No vas a ir al baño primero? – dijo separándose un poco de mi, frenando mis impulsos.

Le miré extrañada y me dirigí hacia allí. Decididamente Rob no sabía disimular. Le miré y no pudo evitar una sonrisa.

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Entreabrí la puerta del baño y la sorpresa fue mayúscula. La enorme bañera circular estaba rodeada por muchísimas velas listas para ser encendidas. El baño olía de maravilla, a una mezcla de vainilla y chocolate. Abrí la puerta del todo y entre seguida por Rob. La gran bañera estaba esperando ser llenada y junto a ella descansaba una cubitera con una botella de champán sin abrir, asomando. Rob pasó a mi lado y comenzó a encender las velas una a una. Luego abrió el grifo de la bañera y de él salió un sonoro chorro de agua caliente. Mientras echaba un poco de gel al agua el baño se llenó de vapor y de un delicioso aroma en poco tiempo. Una risa se escapó de mi garganta mientras me tapaba la cara con las manos y aguardaba a Rob.

- Qué… ¿Cuándo has preparado todo esto? – pregunté maravillada.

- Pues… hace un par de horas – dijo mirándome de reojo y cerrando el grifo-. Por eso he llegado un poco tarde al restaurante. Te gusta el champán, ¿verdad?

Lo dijo acercándose a mí por la espalda, agarrándome por la cintura, acercándome a su cuerpo mientras con la otra mano acariciaba mi cuello posesivo.

- Sí…- suspiré y le dejé ir bajando sus manos por mis hombros, mis pechos, mis costilla. Cerré los ojos y aspiré - Huele a chocolate.

- Te encanta, lo sé – susurró sin dejar de acariciarme -. El baño de espuma que te he preparado para más tarde es de esencia de chocolate. También tengo un aceite de masaje con olor a cacao.

- Me va a entrar hambre – susurré sonriendo.

- Ya lo había pensado – dijo apretándose contra mi trasero, acariciando mi vientre bajo la ropa – Tengo unos bombones deliciosos para eso. Trufas, creo que se llaman. Son francesas, como el champán. Sé que te encantó Paris y ya que no he podido llevarte allí pues… ¿Quieres que ponga música?

Dijo esto último con sus labios sobre mi oído, en un susurro, haciéndome estremecer con su sexy voz.

- Sí, pero ya que es mi cumpleaños tengo una petición especial.

- ¿Cuál, preciosa? – susurró chupando el lóbulo de mi oreja.

Fue bajando por mi cuello apenas rozando mi piel, haciéndome sentir su cálido aliento, poniendo de gallina la piel de todo mi cuerpo.

- Quiero que esta noche cantes para mí – susurré.

- Si eso es lo que quieres lo tendrás – dijo sonriendo -. ¿Ahora o luego?

- No sé – dije mordiéndome el labio inferior.

Me di la vuelta cogiéndole del bolsillo del pantalón, tirando de él hacia mi boca.

- Lo que pasa… - dijo con una sonrisa traviesa -, es que después de… se pierde voz. Se vuelve más grave, más ronca.

Le miré sorprendida.

- ¿En serio? - asintió sonriente. Cogí su mano y le conduje hasta la cama sin dejar de mirarle -. Me encanta tu voz ronca. Es tan sexy…

- Eres preciosa – dijo intentando meter sus manos bajo mi camiseta -. Me encanta mirarte. Me gusta tanto…

Reí sin poder evitarlo. Me solté de sus brazos y me fui quitando la ropa acercándome a la cama. Me sentía tan cómoda ante él… Rob hizo lo mismo con rapidez, quedándose desnudo también. Me tumbé sobre la cama sin dejar de admirarle y él se arrodilló junto a mis piernas.

- Eres hermoso – dije acariciando su pecho.

- Pídeme lo que quieras. Tú mandas, cariño.

- Te quiero a ti, solo a ti.

Esas palabras hicieron que jadease y se abalanzara sobre mi cuerpo alcanzando mi boca ansioso. La saboreó con su lengua y así estuvimos enredados hasta que comenzamos a gemir los dos.

Rob abandonó mis labios y comenzó a lamer mi piel llegando hasta mis pechos y tomando mis pezones con su boca, endureciéndolos al máximo. Lo hizo con avidez, saboreándolos, chupándolos hasta dejarlos brillantes de su saliva. Siguió bajando por mi vientre acariciando mi ombligo con su húmeda lengua. Me estremecí al pensar en lo que estaba a punto de hacerme y él levantó la vista con los ojos llenos de pasión y una sonrisa canalla en su boca húmeda y abierta. Se metió entre mis piernas acariciando la cara interna de mis muslos con su lengua, lamiendo mis ingles, deslizándose lentamente hasta mi sexo húmedo y caliente. Ya estaba completamente empapada pero él hizo que me inundará por completo. Se adentró entre mis pliegues, resbalando hasta alcanzar mi clítoris inflamado. Lamiéndolo, chupándolo y otra vez con la punta de su lengua y apretándolo con sus labios sin parar, mientras yo gemía y gemía desesperada. Mordisqueó con suavidad mi carne tierna tomándose su tiempo y deslizó su lengua hasta mi entrada. Yo no podía parar de gritar su nombre.

- Qué bien sabes…, mi niña… - dijo gruñendo de gusto para regresar de nuevo y seguir saboreándome.

- ¡Oh, Rob…! – suspiré casi sin voz.

- ¿Te gusta, amor? – preguntó con voz ronca.

- Sí, sí, cariño – gemí, grité a punto de explotar de gusto.

- Oh, Kristen me encanta verte así…

No podía más, comencé a estremecerme de pies a cabeza, temblando en su boca cada vez con más fuerza hasta casi perder la conciencia de mi cuerpo, de mi misma. Solo placer, puro placer. Mi cuerpo se irguió para luego posarse de nuevo sobre la cama, extenuada y temblorosa. Abrí los ojos y vi a Rob observándome excitado.

Me levanté para besarle y él gimió para tomarme entre sus brazos, sentándome entre sus piernas, poniéndome sobre su miembro, penetrándome con suavidad pero muy profundamente y sin apenas darme tiempo para coger aire. Apreté mis muslos contra sus caderas. Nos miramos a los ojos con tanta intensidad que mi interior comenzó a temblar de nuevo sin remedio. Rob me sujetaba por las caderas dirigiendo mis movimientos. Era tan excitante verle mientras me lo hacía, verle moverse de aquella forma contra mi cuerpo, muy deprisa, controlando mi placer. Sus músculos en tensión, sus ojos fijos en los míos, los sonidos que emitía su boca, su éxtasis. No me cansaba de sentirle. Posé mis labios en su hombro, intentando acallar los fuertes gemidos que salían de mi boca y exploté de nuevo, esta vez acompañada por su potente orgasmo que hizo vibrar cada fibra nerviosa de mi cuerpo. Nos abrazamos jadeantes, agotados y estuvimos así hasta que recuperamos el aliento.


- Feliz cumpleaños- dijo acariciando mi rostro sudoroso y besando mi frente – No quería cansarte.

- No me importa cansarme. Prefiero que no te canses tú, yo no me canso – susurré ronca y con una sonrisa de oreja a oreja en mi cara.

Rob rió con fuerza y me besó con pasión. Pero eso solo fue el comienzo de la noche porque todos nuestros juegos se trasladaron al baño. Rob llenó la bañera con más agua caliente mientras le contemplaba desnudo y luego descorchó la botella de champán de la que me sirvió una copa. Encendió las velas, apagó la luz y el olor a chocolate y vainilla inundó la estancia. Nos metimos en el agua caliente y espumosa. Me senté de espaldas a Rob entre sus largas piernas, arropada por su cuerpo. Me apoyé en su pecho y cerré los ojos al sentir como el calor del agua relajaba mis miembros. Rob comenzó a canturrear muy bajito.

- ¿Qué tal estás? – preguntó al rato junto a mi oído.

- Uhmm… muy bien. No me había dado cuenta de lo cansada que estaba hasta ahora. Esto… relaja… mucho.

- Yo puedo relajarte más todavía – susurró.

Suspiré con fuerza restregándome contra su pecho y Rob comenzó a besarme el cuello, a bajar su lengua por él y mordisquear mi nuca. Sentía su barba raspando mi piel y temblé de ganas.

- Sabes que… eso…ah… me encanta.

- Por eso lo hago. Pero puedo hacer… más si tú quieres. Solo tienes que dejarte llevar una vez más, preciosa.

- Hazlo, hazme más. Yo mando esta noche, ¿recuerdas? – jadeé.

Le miré, sonrió y me pareció tan increíblemente sexy que me sentí la mujer más afortunada del mundo. Noté como se iba endureciendo tras de mí.

- Tus deseos son órdenes para mí – dijo abrazándome con pasión.

Alejó sus manos de mi cuerpo para coger la botella de aceite de masaje con aroma de cacao y se echó un poco en ellas, frotándolas para calentarlo. Gemí sin poder evitarlo, anticipándome al placer que me aguardaba. Rob posó sus cálidas manos sobre mis clavículas, deslizándolas lentamente, presionando, masajeó mi cuello, acarició mis hombros y fue deslizando sus manos por mis brazos, alcanzó mis pechos frotándolos con intensa ternura. Fue surcando mis costillas hasta mi vientre, mi cintura, bajando hasta mis caderas que comenzaron a moverse contra su duro pene con urgencia. Finalmente acarició mi sexo con sus dedos llenos de aceite dejándolo resbaladizo.

- Despacio, ten paciencia, amor. Déjame recuperar las fuerzas, tenemos toda la noche por delante – susurró colocando su miembro palpitante bajo mi cuerpo.

Intenté hacerle caso, contenerme pero el calor de nuestros cuerpos, el roce de nuestra piel, la humedad… Todo era una dulce tortura. Así que giré mi cabeza hacia su boca y le besé ansiosa. Rob me devolvió el beso penetrándome con su lengua y pronto nos falto el aire.

- Espera, espera – dijo -. Prueba uno de estos.

Me acercó un bombón a la boca y lo mordí mirando sus ojos que no dejaban de contemplarme con esa maravillosa, preciosa y perfecta sonrisa en su cara. Chupeteé el licor que resbalaba por sus dedos haciendo ruido y Rob rió comiéndose el resto para besarme después con nuestras bocas llenas de chocolate. Metió su lengua y saboreó la mía una y otra vez mientras comenzaba a penetrarme de nuevo, suavemente. Me lo hizo lento, provocándome un leve y dulce escozor en mi entrada irritada por la continua fricción.

Pero yo no quería que parara y tras aquel sensual baño, comernos algunas trufas más y terminarnos la botella de champán regresamos a la cama para continuar amándonos.

...Continuará...