FanFIC no. 59 "Paris.Kristen"

Somos un Blog ROBsessed, donde solo deseamos seguir contando la versión de Irina en la historia Robsten como lo veníamos haciendo anteriormente. Este FanFic es parte medular de este Blog ROBERT PATTINSON EN ESPAÑOL, razón por la cual  suplicamos RESPETO al comentar los relatos. Si No os sentís preparados para leerlos No lo hagáis, eso no va a ofender a Irina. Pero rogamos evitéis críticas destructivas que si pueden molestar mucho y crear mal ambiente en el Blog.

Asi quedarán organizados los FICs en este blog:

LUNES:  FanFic Robsten de Irina

MARTES:  Fic 'El fin del Mundo' de Xim
MIÉRCOLES:  FanFic Robsten de Irina     * * * * NUEVO * * * * 

JUEVES: Fic 'El fin del Mundo' de Xim

VIERNES: Fic '50 Sueños de Verano' de Irina

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FanFIC no. 59

"PARIS.KRISTEN"

por IRINA (Irene Mendoza)

Al día siguiente teníamos reunión con los ejecutivos de Summit y Rob y yo llegamos tarde por culpa de uno de nuestros efusivos despertares. Ya nos habían avisado Nick y Ruth de que querían abarcar más países dividiéndonos en la gira mundial. Necesitaban promocionar la imagen de Taylor junto conmigo porque según Summit eso ayudaba a vender la película y si estaba Rob lo eclipsaba. A mi esos complots Hollywoodienses me tenían sin cuidado y así lo dije. Pero el manager de Taylor había pedido más protagonismo para su representado. Así que el 31 de octubre Taylor y yo debíamos volar hacia Río de Janeiro y Rob hacia Tokyo con Chis Weitz, el director de Luna Nueva. 

- Me da rabia no ir contigo – dije viendo como Rob preparaba la maleta. 

- Bueno, 4 días no es mucho. 

- Pero la promo es más divertida contigo, Taylor me cae muy bien pero…, tú me haces reír, entre otras cosas – sonreí con picardía. 

- Tranquila, nos vengaremos de Summit en Europa – dijo dándose la vuelta para mirarme. 

Le eché una mirada suspicaz. Esa sonrisa de niño tramando alguna trastada lo decía todo. 

- ¿En qué estás pensando? En nada bueno, me imagino.

Se acercó a mí y como siempre que lo hacía con su sonrisa torcida, tan sensual y atractivo, temblé como una hoja.

- En darte un buen morreo en plena alfombra roja – susurró besando mi cuello. 

- ¡Ni se te ocurra! – grité horrorizada. 

- Es broma, preciosa. 

- Uhmmm, no sé. Eres muy capaz. 

- No, no lo haré. Te lo aseguro – dijo besando mis labios muy despacio. 

Le devolví el beso tomándole por la nuca, apretando fuerte mis labios en su boca. 

- ¿Me echarás de menos? – pregunté mimosa. 

- Por supuesto, amor. 

- Porque yo te voy a echar mucho de menos a ti. Siempre te echo de menos cuando estás lejos. Por eso te robo la ropa o me llevo algo tuyo. Me hace… sentirte cerca. 

- Eso es muy sexy, mi vida. Yo también te echo de menos, mucho. 

- Además Río tiene que estar genial. La música, Copacabana, el calor… ¿Iremos juntos alguna vez, verdad? 

- No lo dudes, nena. Pero tranquila que siempre nos quedará París – dijo imitando a Bogart. 

- ¿Eso quién lo dijo, Elsa o Rick? – dije acariciando su pecho. 

- No tengo ni idea – susurró mordisqueándome el lóbulo de la oreja y apretando su cadera contra la mía. 

- Tengo ganas de volver. París me encanta y el año pasado fue increíble hasta que… hasta que yo lo estropeé con… 

- Está vez será especial, te lo prometo – dijo interrumpiéndome de forma muy eficaz. 

Sentí sus labios urgentes, su lengua en mi boca y la maleta tuvo que esperar. 

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París era como lo recordaba, como un decorado de película romántica. Casi me parecía estar escuchando música de fondo, algo de Edith Piaf. Rob pareció leerme el pensamiento porque nada más dejar el avión se puso a tararear “La vie en rose”. 

Estaba de un humor excelente y yo también, a pesar del frío que hacía aquella tarde del 8 de noviembre de 2009. No podía dejar de tiritar y en cuanto entramos en el Crillón Rob se puso a frotarme la espalda. 

- Estás helada – dijo tomándome las manos en el ascensor. 

- ¿Por qué tenemos que venir siempre en invierno? – dije intentando que mis dientes no castañetearan. 

Se llevo mis manos a los labios y exhaló su cálido aliento para calentármelas. 

- ¿Mejor? – dijo acariciando mi mejilla. 

- Aha, pero aun siento frío – susurré mirándole a los ojos. 

- Yo puedo remediar eso – susurró en mi oído y una sensación completamente diferente al frío me hizo estremecer. 

Llegamos a la habitación, la suite Louise XV y apenas cerrar la puerta sus manos rodearon mi cintura. 

Rob es…, solo hay una manera de explicarlo: jodidamente sensual con sus manos. Me toca por todas partes, me acaricia mucho, sobre todo el culo, le encanta y eso, sentirme tan bien acariciada hace que me sobren los preliminares. Sus manos sobre mi cuerpo me encienden de tal forma que no puedo pensar en otra cosa que no sea tenerle dentro de mí. 

Comenzamos a besarnos ansiosos, el frío había desaparecido por completo. Cuando Rob comenzaba a quitarse la ropa y yo ya estaba medio desnuda sonó mi móvil. 

- No lo cojas – dijo intentando quitarme las bragas. 

- Espera – dije cogiendo el móvil del bolsillo de mis pantalones, que ya andaban tirados sobre la alfombra de la lujosa habitación – Es Ruth. 

- ¡Oh, no! ¿Qué quiere? – refunfuñó Rob tocándose el pelo nervioso. 

- Me ha mandado un mensaje. Tengo peluquería en… ¡10 minutos! Lo había olvidado tengo que teñirme el pelo y peinarme para mañana – dije mientras Rob intentaba un nuevo acercamiento -. Tenemos rueda de prensa por la mañana, ¿recuerdas? 

Me intenté zafar de sus manos que ya estaban de nuevo acariciándome. 

- Nos da tiempo de uno rapidito – susurró tocándome el culo. 

- No Rob, luego, cariño – dije dándole un piquito en la boca. Una sola caricia más y no sería capaz de parar. 

- Venga… - dijo mirándome con lujuria -. Tengo tantas ganas… Además… debo decirte algo. 

- Luego, te juro que luego. Nada más acabar de peinarme subiré así que vete preparándote – dije besando su boca y corriendo hacia la puerta. 

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El estilista tardó demasiado y al volver a la habitación ya era la hora de cenar. ¿Qué sería lo que Rob quería decirme? Me había dejado intrigada. 

Entré y nada más hacerlo escuche una música de fondo que venía del hermoso salón de nuestra suite decorada al estilo dieciochesco francés. Parecía “La garota de Ipanema” de Antonio Carlos Jobim. Sonreí y me encaminé al dormitorio mientras me iba desnudando por el camino, bailando la bella bossa nova.

Quando na tarde vazia, tão linda no espaço 

Eu vi a menina que vinha num passo 

Cheio de balanço caminho do mar. 

Al entrar en la habitación iluminada tan solo por una luz indirecta muy tenue, ya solo vestía mi ropa interior. Rob sonrió nada más verme ofreciéndome una copa de champan y me recorrió con la mirada. 

Me quedé en la puerta, contoneándome mientras él seguía sonriendo, con esa inmensa y cálida sonrisa suya, sentado ya sobre la cama. 

Sobre la mesilla había un inmenso ramo de rosas rojas. 

- Ven aquí – dijo mirando mi cuerpo con deseo. 

Le hice caso. No podía hacer otra cosa después del modo en que sus ojos se habían deleitado en mi, admirando mi casi desnudez. Me acerqué sonriendo, tarareando la canción, presa de su deseo, de mis ganas de él. 

- ¿Esto es por no haber podido estar juntos en Río? – dije de pie frente a él, tomando la copa y metiéndome entre sus piernas. 

- Aha – me miró, bajó los ojos recorriendo mi cuerpo y se mordió el labio inferior para suspirar con fuerza. 

La estancia olía a rosas. Sus piernas se cerraron en torno a las mías. Todo mi ser tembló de deseo, entreabrí los labios mirándole fijamente a los ojos y dejé que sus dedos prendieran la tela de mis bragas para, deslizándolas lentamente, quitármelas dejando mi sexo desnudo, expuesto frente a él, al alcance de sus manos. 

- ¿Qué querías decirme? – pregunté dando un sorbo al champán. 

- Pedirte, amor – susurró acariciando mi pubis con la yema de sus dedos. 

- Dime… - jadeé notando como sus dedos se deslizaban entre mis muslos, alcanzando mi carne más tierna y húmeda. 

- Luego – dijo besando mis muslos, mi vientre –. Ahora quiero… amarte. 

No hizo falta una respuesta porque me entregué toda, entera, sin medida, abandonándome a su pasión. 

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Me puse sobre él, sujetada con fuerza por sus manos y sentí como me llenaba una y otra vez.

Sé que a él le fascina verme mientras lo hacemos y a mí me encanta observar como disfruta amándome.

Eso es lo más excitante del mundo, contemplar su ardor, su ímpetu, su avidez de mí, sus ansias.

Eso hace que mi deseo estalle y que el placer llegue deprisa, sin apenas proponérmelo. 

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Al terminar me tumbé sobre su cuerpo jadeante, oyendo palpitar su corazón, aguardando a que nuestras respiraciones se calmaran tras el éxtasis. Cuando Rob comenzó a respirar más lentamente me incorporé un poco para mirarle. Nos miramos el uno al otro sonriéndonos.

Las rosas desprendían un dulce y penetrante aroma. Cogí una del ramo y la olí. Rob me la quitó de las manos y acarició mi mejilla con sus pétalos. Luego besó con ternura mi frente. 

- ¿Ahora me dirás lo que ibas a pedirme? – pregunté. 

- Sí – dijo jugueteando con la rosa, tirando de sus rojos pétalos aterciopelados. 

- Venga, dímelo ya – susurré besando sus labios. 

- Quiero… quiero pasar el año nuevo contigo – titubeó -. Quiero que este año estemos juntos. 

Sonreí al ver lo nervioso que estaba al pedírmelo, casi tímido. Le miré a los ojos con ternura y me reí. 

- ¿Y dónde lo celebraremos? 

- ¿Eso es que sí? – dijo abriendo mucho los ojos y elevando las cejas muy cerca de mi rostro. 

- Sí – asentí besando su boca. 

Rob me devolvió el beso con fuerza, riendo de felicidad. 

- Te voy a llevar a un sitio que te va a encantar. 

- ¿A dónde? 

- A la Isla de Wight, en Inglaterra. Iremos todos allí, Tom, Bobby, Marcus… siempre lo hacemos por fin de año. 

- Será divertido – sonreí. 

- Sí lo será. Será genial. 

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Rob fue desprendiendo pétalos uno a uno, dejándolos caer sobre mi cuerpo, haciéndome cosquillas con ellos, rozando mi excitada piel, acariciándome con los aterciopelados, suaves y aromáticos pétalos, hasta que todo mi ser olió a rosas.

...CONTINUARÁ...