FIC IRINA '50 Sueños de Verano' Relato 23 'Londres II'

Los FICs de este Blog quedan organizados de la siguiente manera: 

LUNES:  FanFic Robsten de Irina,      

                      Fic la Fundación de VTeam ***NUEVO***
MARTES:  Fic 'El fin del Mundo' de Xim

MIÉRCOLES:  FanFic Robsten de Irina     
JUEVES: Fic 'El fin del Mundo' de Xim

                   Fic la Fundación de VTeam  ***NUEVO***
VIERNES: Fic '50 Sueños de Verano' de Irina

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Aviso sobre los FICS, sobre todo dirigido a las chicas más jóvenes que nos leen ya que aparecerá contenido sexual explícito, con palabras y situaciones (Lemons). Personas impresionables fácilmente y de mente no abierta dejamos a vuestra conciencia la decisión de leerlo o no.                          

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FIC-IRINA  50 Sueños de Verano'

Cap. XXIII "Londres II"

por IRINA (Irene Mendoza)
Imagenes: Elena

Y así, resguardados por el gentío, caminamos hacia la puerta, pegados, sin separarnos ni un milímetro. 

Al llegar a la salida Rob me suelta la mano y de pronto me siento desamparada sin la presión de sus dedos. Me mira con intensidad. Sé que quiere decirme algo y me acerco a él. 

- No es fácil. Siendo quien soy todo se complica – se excusa. 

- Lo sé. Confía en mí – le digo atreviéndome a acariciar su pecho suavemente. 

Me mira un instante y me escruta con sus limpios y serenos ojos. Aparto mi mano y suspira. Otros dos amigos de Rob se están despidiendo de los demás. Me separo un poco de él intentando disimular. 

- Dale tu teléfono a Ian, él es de confianza – susurra en mi oído -. Te llamaré. 

Y su espléndida sonrisa, la que me turba más allá de lo que puedo resistir, vuelve aparecer en sus labios y sé que no me miente. 

Después termina de despedirse y se va en un taxi con sus dos amigos, con la gorra calada y sus manos en los bolsillos. 

* * * 

Al día siguiente, a la hora del desayuno, me paseo ensimismada por la cocina, pensando en si he hecho bien dándole mi teléfono a Ian. ´´Quiero volver a verte. ¿Puedo?´´. Esa pregunta no para de dar vueltas y vueltas en mi cabeza. 

Bea enciende la tele y en el programa matinal de la BBC entrevistan nada menos que a Rob. 

- ¡Mira quien está ahí! – dice subiendo el volumen - ¿A que es un cielo? 

Me quedo embelesada viendo a Rob. Después me doy una ducha intentando no pensar en cuándo llamará. No dudo de él, sé que lo hará. 

Hacia el mediodía ya estoy que me subo por las paredes, como una fiera enjaulada, cuando suena el teléfono. 

- ¡Ya lo cojo yo! – grito corriendo como una loca a por el inalámbrico. 

Agarro el teléfono con mano temblorosa y pulso para contestar. 

- ¿Hola?- pregunto con voz temblorosa de expectación. 

- Hola, soy Rob – dice con voz suave. 

- Hola – digo dejando escapar una risita nerviosa - Te he visto por la tele esta mañana. 

- ¿Ah sí? – ríe -. ¿Aun quieres quedar conmigo después de haber visto esa entrevista? 

- Me temo que sí – suspiro. 

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- Pues… ¿te paso a buscar a eso de… las 6:30? 

- Vale. Estoy en casa de Bea – sonreí -. ¿Muy vestida o no? 

- ¿Cómo? – pregunta extrañado. 

- ¡Oh perdona! Creo que no… que no me he expresado bien – digo algo avergonzada -. Me refiero a si tengo que ir en vaqueros o… o ponerme algo más formal. 

- Perdóname a mí, lo siento. No te había entendido – murmura azorado y se rie -. No sé… creo que… bueno, te llevo a cenar. 

- Genial – susurro sin poder dejar de sonreír ante su encantadora timidez. 

- Entonces no vemos esta tarde – dice -. Eh…, perdona, ¿me has dicho que estás en casa de Bea? 

- Sí, si – añado sin creerme del todo lo que está pasando. 

- Pues… hasta luego – susurra con su voz masculina y dulce y cuelga dejándome completamente entusiasmada. 

* * * 

Nada más colgar me doy cuenta que no me ha aclarado casi nada con eso de llevarme a cenar y me pongo nerviosa de nuevo. 

Tengo una cita con Robert Pattinson y no me lo puedo creer. Problema número uno, no tengo nada elegante para ponerme y lo mejor que he traído me lo puse ayer, me digo. 

Corro al armario de Bea. Ella y yo tenemos una talla similar, aunque yo soy algo más culona. 

Abro su repleto armario y rebusco entre sus vestidos hasta dar con lo que busco, un vestido negro de coctel sin mangas, vintage de los 60, con viso lencero de satén y un vaporoso crepé de seda por encima que se riza a la altura de la rodilla y coronado por un cuello halter alto que deja la espalda al descubierto. 

Siempre me encantó ese vestido y sé que esta noche es el adecuado, no demasiado elegante pero sí muy chic. Como dice Bea un perfecto ´´Petite Robe Noire´´, en su francés macarrónico. 

Me paso la borla por todo el cuerpo, la de esos polvos perfumados carísimos que tiene Bea y que dejan mi piel con un velo perlado suavísimo y el cosquilleo que siento me hace pensar en Rob. 

Me pongo muy poco maquillaje, la raya en el ojo, muy a lo Bardott, una coleta alta y cardada con un lazo de terciopelo negro, como le vi una vez a Bea, extra de rimmel y la marca de la casa, mis labios rojos. No me pongo joyas. 

Bea llega en ese momento de la calle y contempla mi transformación. 

- Rob se va a caer de espaldas – dice haciendo un gesto de aprobación. 

- ¿Cómo sabes que he quedado con él? – exclamo asustada. 

- ¡Vi cómo os mirabais ayer, era obvio! – dice poniendo los ojos en blanco. 

- ¿De verdad crees que estoy bien? 

- Perfecta. Pero te falta una cosa. 

- ¿Qué? 

- Los zapatos. Cenicienta no puede ir al baile con el príncipe sin zapatos – dice mostrándome unos espectaculares botines Laboutine de terciopelo rojo que dejan ver las uñas de mis pies pintadas a juego -. Las joyas mejor en los pies. Son perfectos para ti. 

- Espero que sea fetichista – digo y las dos nos echamos a reír. 

* * * 

Rob llega puntual, suena el timbre de la puerta del apartamento de Bea y me tiemblan las piernas. Bea me mira y me para antes de salir por la puerta. 

- Te dejas el ´´clunch´´. 

- ¿El qué? – pregunto. 

- El bolso de mano, te he puesto todo lo necesario – dice poniendo los ojos en blanco y un pequeño bolsito cuadrado negro de charol labrado. 

- Ah, gracias, es muy bonito. Espero no perderlo, estoy… estoy … 

- Tranquila. Vi cómo te miraba ayer – dice dándome un abrazo. De pronto me suelta y me mira a los ojos -. Eh, ¿sabes que a las doce la carroza será de nuevo calabaza, verdad? 

- Sí, lo sé – le respondo seria y salgo por la puerta respirando hondo. 

No me hago ilusiones, ya no soy ninguna niña ni creo en los cuentos de hadas. Soy plenamente consciente de que no me puedo enamorar, que él es quien es, que vive en L.A. y que yo regreso a casa pasado mañana pero esta noche prefiero soñar con que existen esos cuentos que me leían de niña antes de dormir. 

* * * 

Rob me espera en la entrada con su mejor sonrisa y siento que me tengo que agarrar al marco de la puerta. Está arrebatador, con un pantalón vaquero azul oscuro apretado donde debe estarlo un pantalón, una camisa azul clara con los dos primeros botones desabrochados y una americana azul marino. Se ha afeitado y lleva el pelo alborotado. Me mira de arriba abajo y sé que le gusta lo que ve. Noto como entreabre un poco los labios y se pasa la mano por el pelo. Sé lo que significan esos gestos tan suyos, ¡le altero, yo, a este hombre con esa… masculinidad tan increíble que irrumpe poderosa por cada poro de su piel! No puedo articular palabra. Es él quien empieza a hablar. 

- Estás… estás increíble – susurra y veo como sus pupilas se dilatan al posarse en mi cuerpo. 

- Gracias – digo empleando todo el autocontrol que poseo, fijando mis ojos en su espectacular mandíbula. 

´´Si miro los suyos enrojeceré como un tomate´´, me digo. 

- ¿Nos vamos? – dice con su voz suave y sexy. 

Asiento encantada mientras Rob me cede el paso haciendo que me derrita. Subimos al taxi y en el trayecto hacia el centro de Londres no para de hablar, mientras que yo casi le respondo con monosílabos. Prefiero observarle, no perderme nada de cada expresión de su atractiva cara y si hablo tengo que pensar lo que digo y no puedo estar a todo. Mi cerebro en modo adolescente no puede con dos cosas a la vez, me disculpo a mí misma. 

- ¿No tienes curiosidad por saber a dónde vamos? – sonríe divertido. 

- Mucha, pero prefiero que sea una sorpresa. 

- Te gustan las sorpresas - asiente con una sonrisa. 

- Pues esta noche sí pero normalmente me ponen nerviosa – susurro con sinceridad. 

- ¿Siempre eres tan sincera? – me mira escrutándome y sé que le preocupa que pueda llegar a ser indiscreta respecto a él. 

- Sí, lo procuro, pero también soy una persona discreta y creo que leal, si eso te preocupa. No voy a ir corriendo a ´´The Sun´´ para dar una exclusiva. 

- Gracias – me dice con una dulce sonrisa -. Parece que me lees el pensamiento. 

- Te parecerá extraño pero… tengo la sensación de que te conozco – susurro. 

- Todo el mundo cree que me conoce – suspira suavemente y noto un deje de tristeza en su voz. 

- Lo sé. 

- Pero en tu caso… - me mira sin pestañear y susurra -. Lo creo. 

Me mira con una intensidad que me hace sentir mariposas en el estómago y en ese momento me doy cuenta, soy consciente de que va a ocurrir, que esa noche haremos el amor y me estremezco por anticipado de puro deseo. 

* * * 

- He reservado en el Groucho, es un sitio tranquilo y muy discreto – me dice abriéndome la puerta del taxi y pagando el trayecto. 

- No lo conozco – sonrío -. No soy socia. 

- Lo supongo – sonríe -. Me gusta más el pub de ayer pero… aquí no nos molestarán. 

- Los paparazzis – digo. 

- Paparazzis gente con un móvil, da igual – me mira con dulzura -. Quiero que estemos tranquilos. 

Le miro y veo lo difícil que es para él hacer cosas simples que todo el mundo hace, como salir a cena o a pasear. En el fondo es un chico sencillo que no quiere dejar de serlo y se esfuerza cada día por salvaguardar eso y su privacidad, le pese a quien le pese. Me hago cargo de lo que significa llevar esa vida y de que por eso le cuesta confiar en la gente y deseo con toda mi alma que se sienta a salvo en mi compañía. 

* * * 

Entramos en el Groucho, en realidad un club de pago en Dean Street, de los cientos que hay en la capital británica, solo que este es para famosos que quieren pasar un buen rato sintiéndose a salvo de miradas indiscretas y paparazzis carroñeros. Rob ya ha reservado un salón privado para que cenemos. 

El ambiente es acogedor en la salita decorada con maderas claras y luces suaves, cálidas e indirectas. Suena una música agradable, de jazz pero yo me siento algo cohibida en esa habitación, sola con Rob. El camina hasta la mesa para dejar que me siente primero, luego se quita la chaqueta, se remanga la camisa con elegancia y tengo que coger aire porque veo como se le marcan los músculos de los brazos y los hombros bajo la tela apretada. 

Nos sentamos a la mesa en silencio y tras decidir el menú, pronto aparece un segundo camarero que nos sirve una exquisita ensalada de gambas y aguacate para compartir, tartar de atún para mí y una hamburguesa con queso especial para Rob. De postre trufas y pudding de toffe. Nos sirven el vino, un espumoso rosado exquisito, y se retira inmediatamente. 

Rob comienza a charlar muy animado y me contagia su buen humor rápidamente. El tiempo pasa volando en su compañía. Rob es alegre, divertido y por lo que veo posee un apetito voraz. Me hace reír y sentirme cómoda con sus anécdotas y eso y el vino hacen que no quede ni rastro de mi timidez inicial. 

Ya en los postres muerdo una trufa mientras él me observa detenidamente con una mirada que me incendia de pies a cabeza. Sostengo la trufa medio mordida frente a mis labios y de pronto el me la quita de entre los dedos y se la lleva a la boca para probarla. Muerde un pedacito y me la tiende a la boca para que la termine. La mete en mi boca y la tomo. Sus dedos se adentran entre mis labios y yo los chupo para retirar el polvo amargo que deja la trufa. 

Rob suspira al sentir mi lengua en sus dedos y deja que se los lama suavemente entornando los ojos un poco. Retira los dedos de mi boca y me toma la mano posándola sobre la mesa. 

- Ayer por la noche quise… 

- Quisiste avisarme, lo sé. Me marcho en un par de días así que no te preocupes. No espero nada más que… esto. Es suficiente – ´´Más de lo que jamás pude imaginar´´, pienso. Acaricia mi rostro con ternura y mi cuerpo reacciona inmediatamente a su contacto -. Ayer te pedí que confiaras en mí. 

- Lo sé pero me he acostumbrado a no hacerlo. 

- Puedo volver a enseñarte, si tú me dejas – le digo con cariño acercando mi rostro al suyo. 

- Me encantaría – susurra rozando mis labios con su pulgar. 

Yo se lo beso y el entreabre los labios abrasándome con su mirada suave y cálida. 

Está tan cerca… Su aliento me deja aturdida, sus labios casi me rozan la cara, su presencia resultaba tan atrayente, Rob es tan deseable... 

De pronto su semblante dulce cambia, sus pupilas se dilatan y su deseo lo impregna todo cargando el ambiente de una especie de electricidad que nos envuelve. Acorto la escasa distancia que nos separa y sus labios se precipitan contra los míos en un beso urgente y cargado de necesidad, al que yo correspondo sin pensar, con toda la pasión de la que soy capaz, respondiendo a la suya con todo mi cuerpo mi alma y mi mente. 

(Continuará)