FanFIC no.78 'Budapest II. Kristen'

Somos un Blog ROBsessed, donde solo deseamos seguir contando la versión de Irina en la historia Robsten como lo veníamos haciendo anteriormente. Este FanFic es parte medular de este Blog ROBERT PATTINSON EN ESPAÑOL, razón por la cual  suplicamos RESPETO al comentar los relatos. Si No os sentís preparados para leerlos No lo hagáis, eso no va a ofender a Irina. Pero rogamos evitéis críticas destructivas que si pueden molestar mucho y crear mal ambiente en el Blog.

Asi quedarán organizados los FICs en este blog:

LUNES:  FanFic Robsten de Irina
                     Fic la Fundación de VTeam ***NUEVO***
MARTES:  Fic 'El fin del Mundo' de Xim
MIÉRCOLES:  FanFic Robsten de Irina 
JUEVES: Fic 'El fin del Mundo' de Xim
                   Fic la Fundación de VTeam  ***NUEVO***
VIERNES: Fic '50 Sueños de Verano' de Irina

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FanFIC no. 78

"BUDAPEST  II. KRISTEN"
Imágenes: Elena

Mi 20 cumpleaños estaba muy cerca y echaba terriblemente de menos a Rob. Hacía un mes que no nos veíamos, mis padres estaban en plena separación y se habían peleado por culpa de la preparación de mi fiesta de cumpleaños. Eso me dolió mucho. Y lo peor de todo era que de repente no les reconocía, parecían otros, diferentes a los padres que tenía en mi memoria desde la infancia. No podían ponerme como excusa para sus rencillas porque soy hija de los dos. No era justo ni para mí ni para mis hermanos. 

A efectos legales en un año sería una persona adulta con plenos derechos para tomar mis propias decisiones así que iba a tomarlas ya. Por eso decidí celebrar mi cumpleaños en paz y con quien yo quisiera. Hablé con mis hermanos y me marché a Europa con Rob. 

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El 8 de abril estaba haciendo escala en Hethrow tomando un avión hacia Budapest. El rodaje de Bel Ami estaba a punto de terminar y Rob pronto estaría en L. A. En breve comenzaba a rodar Agua para Elefantes y teníamos la promo de Eclipse pero yo no podía esperar ni un día más. 

Esta vez no quería pillarle por sorpresa así que decidí llamarle desde el mismo aeropuerto y contarle porque me había escapado así de L. A. 

- Rob, estoy en Londres. 

- ¿Y qué haces allí, preciosa? – dijo casi riendo. 

- Me voy a Budapest contigo. Mi vuelo sale en media hora. Aquí son las… 6 de la tarde creo, así que llegare a eso de… de las 9 y pico a tu hotel, supongo. ¡Uf, tengo un lío terrible con el horario! Es para que avises a Dean y en recepción. ¿No habrá problemas? ¿Estarás libre a esa hora? 

- Sí, sin problemas. Terminamos mañana – rió -. Nunca paras de sorprenderme, amor. 

- Iba a celebrarlo en L. A. pero mis padres se han peleado por organizar mi fiesta de cumpleaños y no podía quedarme, Rob. 

- Lo siento, preciosa pero no puedo evitar alegrarme de poder estar contigo – dijo hablándome con voz muy dulce. 

- Yo también me alegro. Estoy harta de estar en medio de los dos – dije con un nudo en la garganta -. No puedo ponerme de parte de nadie ni quiero así que me voy. 

- No sé qué decir, Kristen – suspiró -. ¿Estás bien?

- Sí, no te preocupes. Lo hablé con mis hermanos y ahora solo quiero llegar a Budapest. 

Era cierto, solo me preocupaba llegar hasta él y echarme en sus brazos porque Rob siempre me calma. Su presencia, su voz y sobre todo su sonrisa son suficientes para que me sienta más tranquila y olvide mis problemas. El rebosa sentido común y serenidad, justo lo que a mí me falta a veces. 

- No me va a dar tiempo de preparar nada especial para ti, amor. 

- No importa yo solo quiero pasar el día de mañana contigo, solo eso. 

- El día 12 tengo que estar en Londres de nuevo. Solo estaremos juntos 4 días pero será genial. Tenemos la fiesta de fin de rodaje el día 10 por la noche. 

- Sí, lo será – dije con alegría -. El tercer año que lo celebramos juntos. 

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- Es verdad. Ya se me ocurrirá algo, preciosa – reí -. Lo celebraremos sea como sea. 

- Pero no te preocupes, en serio. Me basta estar allí contigo. 

- Te estaré esperando. Ya sabes, entra por la zona de servicio. Hay paparazzis rondando por la entrada principal. 

- ¿Muchos? 

- No pero igual de fastidiosos que en todos lados. Dean te ayudará. 

- Vale – sonreí -. Nos vemos en un rato. Un beso. 

- ¿Solo uno? 

- Luego te doy los demás – susurré con cariño. 

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El tercer año celebrando juntos mi cumpleaños. Mis 20 años y yo no deseaba nada. No necesitaba regalos. Solo quería estar con Rob, estar entre sus brazos. 

En el viaje que me llevaba a Budapest me dio por recordar mi 18 cumpleaños en el set de Crepúsculo.


Tenía grabado ese día en mi memoria porque Rob y yo habíamos rodado durante toda la jornada juntos, solo nosotros dos, la escena en la que Bella está limpiando la camioneta y aparece Edward. No sé porque esa escena se ha quedado en mi memoria para siempre. Era una escena más, no una de las importantes que vertebraban la película pero estábamos ahí los dos, Rob hizo ese salto que le quedó tan bien y fue como… como si estuviésemos bailando el uno alrededor del otro.

Hubo que cortarla varias veces porque caían constantes chaparrones pero al final la rodamos casi de una vez. 

Aun me salía solo el diálogo y recordaba cada movimiento nuestro en la escena. Edward comenzaba por saltar desde la camioneta sorprendiendo a Bella, que estaba tratando de limpiar su destartalado vehículo esponja en mano, aun todo abollado tras el accidente.

Recordé como me entró la risa al ver las torpes evoluciones de Rob sobre la camioneta, intentando parecer un ágil vampiro. 

- ¿Puedes actuar cómo un humano? Tengo vecinos – decía yo asombrada tras su salto vampírico. 

- Mañana te llevaré a mi casa – decía Rob señalándome y haciendo que Edward con su fuerza de superhéroe arreglara sin problemas la carrocería de la Chevy abollada de Bella. 

- Espera, ¿con tu familia? ¿Y si no les caigo bien? – preguntaba yo avanzando hacia él, que se echaba para atrás. 

Luego el avanzaba hacia mí y parecía una especie de baile entre los dos, entre fuerzas que se atraen como imanes y que intentan desesperadamente evitar la colisión sin remedio. 

- Así que lo que te preocupa no es que estarás en una casa llena de vampiros, si no saber que les caerás bien – reía él. 

- Me alegra divertirte. ¿Qué ocurre? - decía yo y entonces el desviaba la mirada entre nervioso y preocupado. 

- Complicaciones. Te recogeré mañana – concluí Edward, de nuevo serio y distante. 

Y terminaba nuestro diálogo. 

Puede ser porque fue la víspera de mi cumpleaños y que ese día estuve todo el tiempo con Rob, hablando, riendo. Recuerdo que gracias a él no me sentí sola. Comimos juntos y el equipo de filmación hasta me preparó una tarta. Rob me regaló una guitarra y esa noche estuvo tocando para mí con el resto del cast pero la burbuja ya existía y los dos tuvimos la sensación de que estábamos solos, sin nadie más alrededor. 

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Finalmente, tras salir a primera hora de la mañana de LAX, hacer escala en N. Y., llegar a Londres y esperar el vuelo a Hungría, eran más de las 9 de la noche cuando aterricé en la capital húngara. 

El vuelo no fue de los mejores de mi vida. Hubo turbulencias y el avión pegaba unos botes tremendos así que llegué a Budapest mareada y con dolor de cabeza pero no me importó. Estaba deseando llegar al hotel para estar con Rob. 

Tampoco tuve suerte con el taxista que pedí desde la desierta sala de espera de la zona VIP, mientras me tomaba un té con una aspirina. Era un loco del volante y aun así tardé bastante en salir del aeropuerto. Para mi desgracia el tráfico por el centro de Budapest era caótico, así que llegué al hotel a eso de la 11 de la noche, agotada y con el estómago revuelto pero tremendamente feliz. 

Nada más entrar en la habitación nos abrazamos, sin decirnos nada, no hizo falta. Rob pegó su frente a la mía, con los ojos cerrados, respirando profundamente, a la par. Noté su calor, sus ganas de mí al instante. Me tomó por la barbilla para que le mirara y acercó sus labios a los míos pero sin besarme aun. 

- Ya estoy aquí – susurré en su boca. 

- Sí. Por fin – suspiró -. ¿Se ha retrasado el avión? 

- No, pero parecía que no iba a llegar nunca. 

- Estás cansada. ¿Tienes hambre? – preguntó con cariño. 

- No, no es eso es que… me siento un poco mareada todavía. Ha sido un vuelo muy turbulento. 

Me miró con tanta ternura que sentí como mi corazón saltaba en mi pecho. Entonces posé mis labios en los suyos y él me respondió con su boca. 

Fue un beso largo, lento, suave, y apasionado a la vez. Nuestras lenguas se enredaron acariciándose suavemente, mis labios se amoldaron a los suyos, nuestras respiraciones se acompasaron y los dos nos saboreamos sin prisas, disfrutando de ese beso de reencuentro.

Cuando nos separamos le miré sonriente mordiéndome el labio. Rob me lanzó su sonrisa torcida, la más sensual. 

Después me rodeó con sus fuertes brazos, y me estrechó contra su pecho. Aspiré su aroma. Olía de maravilla. Me solté para verle bien, sonriendo como una idiota. Estaba despeinada, ojerosa, pálida y creo que hasta me había abandonado el desodorante pero me daba igual. El también me sonreía en silencio y estaba guapísimo, vestido con una camisa blanca y un pantalón gris de pinzas. Le miré extrañada sin entender porque iba tan arreglado. 

- Había pensado llevarte a cenar – dijo encogiéndose de hombros -. Pero ya es un poco tarde. 

- No tengo hambre, no te preocupes – susurre. 

Era cierto, en ese momento solo quería una cosa. No necesitaba nada más. 

- ¿No? ¿Nada de hambre? 

- Bueno… un poco o… bastante – dije acariciando su cuello, su nuca y su pelo, tirando de el para acercarle más a mi boca. 

- ¿De qué, amor? – susurró ronco de deseo. 

- De ti – gemí en su boca. 

Rob inspiró profundamente y tomó con fuerza mis labios, tirando de mi labio superior y yo solo pude perderme en su aliento, saboreándole mientras devoraba mi boca, notando como su erección se hacía dura contra mi vientre. Acaricie su suave pelo enredándolo entre mis dedos, sintiéndome aturdida por su aroma, comenzando a jadear quedamente. 

Me quitó el abrigo con sus manos y lo dejó sobre el brazo del sofá que tenía a su lado. Alcanzó mi suéter de lana, y me lo sacó por la cabeza, dejándolo sobre el abrigo. Subí los brazos para que me quitara la camiseta, y me desabroche yo misma el sujetador liberando mis pechos lentamente, dándole tiempo para que se quitara su ropa. Me deshice de mis vaqueros y por último, enganché el borde de mis pequeñas braguitas, y las deslicé por mis muslos haciéndolas caer hasta mis tobillos, mientras Rob me miraba fascinado dejando que me desnudase por completo. Inmediatamente me tomó con fuerza para besarme implacable y ansioso, haciendo que todo mi cuerpo temblara de puro deseo. 

Nos echamos sobre la cama. Sus maravillosos besos bajaron por mi cuello y mis hombros, hasta que llegaron a mis senos. Allí se detuvo, exhalando su cálido aliento justo sobre uno de mis pechos. Mi sexo palpitaba de necesidad. Cerró sus labios alrededor de mi pezón, mientras que con sus manos me alzaba sobre él. 

La humedad en mi sexo hacía que su pene se deslizase suavemente entre mis pliegues, empujándose al compás de mis ansiosas caderas, pero sin penetrarme aun, tentándome de una forma exquisita. Gemí de ganas, me aferré a los músculos de su espalda y alcé las piernas para darle mayor facilidad de penetración y por fin se hundió en mi cuerpo, exhalando un fuerte jadeo. 

Sus caderas se impulsaban contra mi sexo, potentes, una y otra vez, hacia arriba. 

- ¡Ah, qué bien…, preciosa…! – gimió. 

Acompañó sus palabras con una poderosa acometida haciéndome saltar sobre él. Me dejé caer y volvió a repetir su embestida esta vez con más fuerza, marcando un ritmo urgente y agotador, con sus manos aferradas a mí, sujetándome por la cintura, provocándome fuertes jadeos y gritos de placer. 

Yo lo admiraba, incapaz de apartar los ojos de su rostro sofocado por el intenso placer que estábamos sintiendo. No podía dejar de mirar los elegantes músculos de su cuerpo en tensión, sus labios que dejaban entrever sus dientes apretados en una mueca de puro éxtasis, esos ojos tan hermosos fijos en los míos, devorándome. 

Rob se incorporó y me apresó entre sus brazos, parando un momento pero sin salir de mí para quedarse sentado y yo abrí más mis piernas para enroscarlas en su cintura ayudándole a marcar el ritmo en la postura con la que más le gusta hacérmelo, sentados el uno frente al otro para poder acariciarnos, vernos y abrazarnos en todo momento. 

- ¡Ay, Rob, cariño! – gruñí al borde del orgasmo. 

Se hundió en mi vientre de nuevo, con pasión y fuerzas renovadas y así, abrazados, noté como su miembro comenzaba a estremecerse. 

- ¡Sí, oh nena… sí! – gimió en mi oído con su sexy voz. Y ese sonido me provocó un intenso y profundo espasmo de placer que él noto agitándose más aún. 

Me penetró una vez más y se quedó quieto muy dentro de mi cuerpo, sujetándome con fuerza contra su sexo. Y así, abrazados, sudorosos y fatigados, llegamos los dos juntos. 

...CONTINUARA...