FIC IRINA '50 Sueños de Verano' Relato 24 'Londres III'

Los FICs de este Blog quedan organizados de la siguiente manera: 

LUNES:  FanFic Robsten de Irina,      

                      Fic la Fundación de VTeam ***NUEVO***
MARTES:  Fic 'El fin del Mundo' de Xim

MIÉRCOLES:  FanFic Robsten de Irina     
JUEVES: Fic 'El fin del Mundo' de Xim

                   Fic la Fundación de VTeam  ***NUEVO***
VIERNES: Fic '50 Sueños de Verano' de Irina

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Aviso sobre los FICS, sobre todo dirigido a las chicas más jóvenes que nos leen ya que aparecerá contenido sexual explícito, con palabras y situaciones (Lemons). Personas impresionables fácilmente y de mente no abierta dejamos a vuestra conciencia la decisión de leerlo o no.                         

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FIC-IRINA  50 Sueños de Verano'

Cap.  "Londres III"

por IRINA (Irene Mendoza)
Imagenes: Elena

Rob tira de mi mano haciendo que me levante de la silla pero sin perder el contacto visual conmigo. 

Mi cuerpo tiembla tenso, de nervios, de deseo y de anticipación. 

Me sienta sobre su regazo y me acaricia el rostro inspirando con fuerza para acto seguido volver a besarme en los labios de forma suave y lenta primero, intensificando su beso cada vez más, hasta que abre su boca y yo acepto su invitación para profundizar el beso, sintiendo su lengua con la mía.

Sabe a chocolate y a toffee.

Súbitamente se separa de mi cuerpo para mirarme a los ojos, rompiendo nuestro beso.

El deseo se refleja en su intensa mirada y siento que me derrito ante él sin remedio, mientras trato de apaciguar mi corazón que golpea con fuerza en mi pecho. 

Rob acaricia suavemente mi cara con las yemas de sus dedos, con los ojos cerrados. 

- ¿Nos vamos? – pregunta apoyando su frente en la mía respirando con dificultad mientras me sujeta por la cintura. 

No tengo que responder, me levanto y le tomo de la mano para dejarme llevar, a donde él quiera. 

* * * 

Rob me ha traído hasta una casa en Chelsea, la típica casa con columnas en la puerta y una verja negra.

Presupongo que es suya pero está todo demasiado ordenado, como para las fotografías de una revista de decoración y parece que nadie vive allí. 

- La casa es mía pero nunca estoy mucho tiempo en ella. No venía desde las navidades. Estoy tan poco tiempo que al final es más cómodo alojarme en un hotel – se disculpa. 

- ¿Y por qué no me has llevado a tu hotel? 

- Esto es más discreto. 

- Comprendo – murmuro. 

Me mira con cara de preocupación, creo que por mi repentino tono de voz algo apagado.

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- No… no quiero que pienses que te estoy escondiendo o algo parecido, solo intento… protegerte de lo que significa estar conmigo. 

- No te preocupes, soy mayorcita – respondo sonriente, intentando que vea que le comprendo, que sé que tiene miedo a que me hagan daño por su culpa. 

Asiento sonriendo a sus gestos tranquilizadores, a su cariñosa caricia en mi mejilla. Sus hermosos ojos desprenden serenidad y me llenan de confianza. 

Subimos a la habitación en silencio o casi, porque yo puedo escuchar mi pobre corazón bombeando furioso en mis oídos. Rob no suelta mi mano en lo que dura mi camino al paraíso, subiendo deprisa el breve tramo de escaleras. 

* * * 

 

Ya en el dormitorio nos sonreímos entre avergonzados y ansiosos.

Rob me acaricia el rostro, la cintura, la espalda hacia abajo, hasta tocarme el trasero y ahí se detiene. Es todo manos. 

Después se separa de mí para quitarse la chaqueta, dejarla sobre una butaca y comenzar a desvestirse. 

Me quedo muda, absorta mirando cómo comienza a desabrochar su camisa dejándome entrever su pecho y creo que no he visto nada más sexy en toda mi vida. 

Rob me mira de pronto y en dos ágiles pasos se pone delante de mí para darme un ansioso y apasionado beso al que yo respondo impaciente a la vez que se quita la camisa, dándome algo de tiempo para que comience a ponerme realmente ávida por tocar su cuerpo. Decido seguirle pero cuando mis manos comienzan a soltar el lazo de mi vestido él me frena con suavidad. 

- No, déjame a mí – susurra y esboza una sonrisa con una de las comisuras de sus labios curvada hacia arriba, su sonrisa. 

Oigo su respiración y la mía, el roce de las ropas surcando la piel. Las manos de Rob me desnudan con lentitud, acariciando a su paso, disfrutando de mí. Mis sentidos están agudizados al máximo, me siento deseada por esos hermosos ojos que me escrutan y me invitan a acercarme. Ya no hay timidez ni pudor. 

* * * 

Nuestras ropas van quedando esparcidas por el suelo del dormitorio. Nos separamos de nuevo para descalzarnos sin dejar de observarnos. 

Sus ojos ardientes y la tensión en su mandíbula me aflojan las rodillas. De nuevo acorta la distancia que nos separa para hundir una mano en mi pelo y abrazarme por la cintura para pegarme a él, haciéndome notar su durísima erección y así, cuerpo con cuerpo, nos acercamos a la cama. 

Me para al borde de la cama mientras se deshace de sus pantalones con dos precisos tirones. Después sus manos regresan a mi piel. 

- Eres preciosa – me susurra. 

Mi vientre nota los estragos de su voz y tiemblo por dentro. Con mis manos acaricio la musculatura de su abdomen, subiendo hasta su pecho para descender de nuevo hasta su bajo vientre velludo, haciéndole suspirar intensamente y es entonces, cuando escucho ese sonido tan sensual que sale de su boca, cuando me creo la mujer más sensual de la tierra. 

Rob acaricia con el pulgar mis labios entreabiertos, bajando por mi cuello hasta que llega a mis pechos. Pinza los aros de mi sujetador negro, sube las copas y los toma entre sus manos con devoción, acariciándolos, apretándolos entre sus grandes y suaves manos. Para mi desesperación juega con mis pezones ya endurecidos, los atrapa entre sus dedos hasta que cubre con su boca uno de ellos, mientras me pellizca el otro. Noto mi sexo humedecerse cada vez más, anhelante, clamando por sentirle dentro, llenándome, colmándome. 

* * * 

Nos deslizamos entre las sábanas. Su lengua serpentea dentro de mi boca tomando en la suya mis jadeos. Sus labios deslizándose sobre los míos, besándome sin parar. Rob besa de maravilla, con pasión y ternura a la vez. 

Se arrodilla frente a mí y desliza mis diminutas bragas por mis piernas mientras va depositando suaves besos en la sensitiva piel del interior de mis muslos. Su aliento en mi piel me hace suspirar. 

Noto el peso de su cuerpo grande sobre el mío. Besa mi cuello con hambre, mordiendo, lamiendo… y ya no pude retener por más tiempo un gemido desesperado que brota de mi garganta sin pudor. 

Siento vértigo, esa es la definición perfecta de lo que me pasa. Es como… como cuando la montaña rusa está en lo más alto, a punto de descender de golpe, justo antes. 

Los hipnóticos ojos de Rob están fijos en mí, me miran con codicia y jamás me he sentido más viva, más lujuriosa y poderosa que ahora que él me contempla con ese deseo salvaje en la mirada, a punto de penetrarme. 

Avanza por mi cuerpo susurrándome, jadeando, rodeándome con sus brazos y besándome con ímpetu, mordiéndome los labios con ternura y pasión, empujando su lengua dentro de mi boca temblorosa, enredando sus manos en mi pelo. Yo le respondo, me aferro a su espalda disfrutando de las sensaciones que me produce, sintiéndome mareada por la fuerza de su estimulante presencia, tan poderosa y masculina como la he imaginado siempre. 

Dejo escapar el aire de forma temblorosa cuando sus manos suben por el interior de mis piernas. Alcanza mi sexo y acaricia con sus dedos mis pliegues como preparándome, cuidadoso, aunque no hace falta, estoy absolutamente empapada, confiada y dispuesta para recibirle. 

* * * 

Rob mueve sus caderas de forma que puedo sentir con brutal nitidez la fuerza y dureza de su vigoroso miembro entrando y saliendo de mi cuerpo y no pude evitar cerrar los ojos extasiada de gusto. Los vuelvo a abrir para disfrutar la deliciosa tortura que supone cada uno de sus movimientos, de sus gestos. 

Rob entorna sus ojos y separa los labios ligeramente para aumentar la potencia de sus embestidas y yo le sigo mientras lucho con todas mis fuerzas contra el anhelo de cerrar los ojos y abandonarme por completo al placer, porque no quiero perderme ni un solo segundo de su gloriosa imagen haciéndome el amor. 

Abro los ojos lo más que puedo y contemplo maravillada su perfecto rostro tenso por el placer, entregado. 

- ¡Pide, dime lo que quieres! – jadea. 

Lo hago, le pido que me lo haga cada vez más profundo, más rápido, deleitándome en sus gruñidos, gimiendo con él, relajándome para que no sienta ninguna resistencia en mi cuerpo. 

* * * 

Yo le correspondo, estremecida, palpitante, jadeando arrastrada por la lujuria, enloquecida, abrumada de puro placer, clavándole las uñas en la espalda, los dientes en el cuello, lamiéndole, gritando. 

Mi corazón late enloquecido, su fuerza y su deseo me reclaman mientras yo jadeo en su boca, dejándome llevar por la intensa energía que desprende Rob, entregada y feliz atrapada por su cuerpo. 

El orgasmo ha comenzado a nacer, agudo e intenso y explota sin remedio. Es algo enloquecedor, el éxtasis me golpea con fuerza las entrañas y gimo y gimo. Rob lo siente, gruñe de placer, me sujeta con fuerza por las caderas incorporándose para impulsarse en mi interior, una vez más. Contemplo como la musculatura de su vientre comienza a tensarse, con vigorosas y breves sacudidas. Siento como vibra potente dentro de mí, justo antes de derramarse entre excitantes gruñidos para después caer sobre mí, jadeante y sofocado. 

* * * 

Estoy envuelta por él, por sus brazos, su aroma, la virilidad que desprende su cuerpo y esos ojos que me miraban tan cerca… esos labios entreabiertos… perfectos y tentadores. Me siento de maravilla, satisfecha, feliz y pienso en las veces que he soñado con esto, con él. Estoy tan a gusto entre el calor de sus brazos… como si nos conociéramos, como si esa intimidad que acabamos de compartir fuese lo habitual. 

Se diría que para Rob soy la mujer más hermosa del mundo tal y como me mira en ese momento. Y yo solo puedo contemplarle sin hacer ruido, sin decir nada, dispuesta a atesorar cada segundo de esta noche extraordinaria, como algo preciado e irreemplazable, sin permitirme pensar en nada más que en nosotros. 

* * * 

- Eres una mujer increíble, ¿lo sabías? – me susurra -. Sensual, divertida… Eres preciosa. 

- Ya, pero te he conocido a destiempo. ¿Dónde estabas cuando cumplí los 20? – digo acariciando su pelo, sonriendo con melancolía. 

El se ríe acariciándome los hombros y la espalda con exquisita delicadeza. Me mira y me besa en la frente haciendo que una dulce calidez me invada de nuevo. 

- Eso no importa. Esta noche ha sido… - susurra. 

- Glorioso – le interrumpo. 

- ¿El qué? 

- Tú – murmuro sobre su pecho. 

- Gracias, me siento halagado – dice sonriendo con timidez y me desarma por completo al besarme dulcemente en los labios y acariciarme la cabeza. 

- Antes me has dicho que pida – susurro. 

- Sí, lo que quieras – sonríe. 

- Dame un día más, uno solo, contigo, solo eso – le reclamo mirándole a los ojos. Esos ojos tan dulces y amables. 

- Me marcho mañana por la noche. Tengo un vuelo nocturno a Nueva York y no puedo cancelarlo – suspira con tristeza mientras me acaricia la cabeza, enredando sus largos dedos en mi pelo. 

Y él también me mira fijamente a los ojos para fundirnos después en un beso largo e intenso de pura necesidad.

- Tengo la tarde libre – sonríe con picardía –. Pero esta vez eliges tú el lugar. 

Le sonrío con toda mi alma y él me devuelve esa sonrisa torcida y canalla mientras se vuelve a enredar entre mis muslos, me abraza y entra en mí como si no lo hubiese hecho en meses. 

..CONTINUARA...