FIC IRINA '50 Sueños de Verano' Relato 29 'Un traje sastre (3ª parte)'

Los FICs de este Blog quedan organizados de la siguiente manera: 

LUNES:  FanFic Robsten de Irina,      

                      Fic la Fundación de VTeam ***NUEVO***
MARTES:  Fic 'El fin del Mundo' de Xim

MIÉRCOLES:  FanFic Robsten de Irina     
JUEVES: Fic 'El fin del Mundo' de Xim

                   Fic la Fundación de VTeam  ***NUEVO***
VIERNES: Fic '50 Sueños de Verano' de Irina

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Aviso sobre los FICS, sobre todo dirigido a las chicas más jóvenes que nos leen ya que aparecerá contenido sexual explícito, con palabras y situaciones (Lemons). Personas impresionables fácilmente  dejamos a vuestra conciencia la decisión de leerlo o no.                         

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FIC-IRINA  50 Sueños de Verano'

Cap XXIX "UN TRAJE SASTRE (3ª. parte)"

por IRINA (Irene Mendoza)
Imágenes: Elena

La limosina blanca aparca frente a un rascacielos en pleno centro financiero de Nueva York. Estoy en Wall Street y todo parece desierto. Nadie camina por la calle aunque en los edificios las luces encendidas demuestran que hay gente trabajando a estas horas de la noche. ´´Esclavos del sistema, tal vez Eric también lo sea´´, reflexiono pensando en los hombres que desean un traje a medida de Gucci o a mí. ¿No es lo mismo? Pero sé que hasta ahora no me había subido a la limo de ninguno. 

¿Por qué Eric? Pero aun no estoy preparada para responder. 

El guardaespaldas malcarado abre mi puerta y salgo. Eric ya está fuera y me espera en la acera. Su mirada me escruta de nuevo. 

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- Ven, te enseñaré mi cuartel general – dice torciendo su sonrisa y haciendo un gesto con la mano me invita a acompañarle. 

Resoplo y pongo los ojos en blanco. Me irrita su suficiencia, el modo en que me ha ignorado en su gran cochazo, el que dé por sentado que va a conseguir su ración de sexo conmigo, así de fácil y con chasquear los dedos. He decidido ponérselo difícil, un poco tan solo. 

- Creo que no – digo de pronto cruzándome de brazos, sin moverme, en medio de la acera -. Así no. 

- ¿Cómo? – exclama confundido. 

- Creo que nadie te dice que no a menudo, ¿verdad? 

- No les pago para eso. 

- A mí todavía no me han pagado por la confección de tu traje así que no tengo porque subir contigo a menos que… - se queda desconcertado, con la boca en forma de o, esperando mi respuesta -. A menos que me lo pidas por favor. 

Me mira sorprendido y le sonrío. 

- Por… favor – musita serio y de pronto su rostro parece el de un niño arrepentido. 

Me espera, camino hasta llegar a su lado y me adentro en el imponente edificio de cristal que brilla en la noche neoyorkina. 

* * * 

La barrera sigue ahí. Entramos en el ascensor y Eric me mira pero no habla. Solo mantiene la frente alta de nuevo, con aire prepotente. Pero sé que su privilegiada mente es un hervidero de ideas. Preguntas y ecuaciones numéricas abarrotan su cabeza. Entonces me decido a romper ese silencio impuesto. 

- Llevas anillo de casado. 

- Ya te habías fijado – asiente -. Me di cuenta que lo mirabas en tu despacho. 

- Sí, desde el principio pero me gustaría saber… - no sé cómo terminar la frase sin parecer brusca. 

- ¿Por qué engaño a mi mujer? – afirmo con un gesto -. Es muy simple, ella no quiere sexo habitualmente, merma su inspiración, es poetisa. 

- Pero tú quieres acostarte con ella. 

- Sí – dice sin dudar. 

- ¿Y por qué no se lo dices, cómo me lo has dicho a mí? – pregunto con naturalidad. 

Eric me mira como si intentara procesar esa información emotiva, creo que está confuso. Asiente y continúa caminando. 

- Puede que lo haga. 

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* * * 

El ascensor privado se abre en la última planta y salgo a un salón u oficina, no sé muy bien si es lo uno o lo otro. La decoración es engañosamente austera, como sus trajes. 
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. Presidiendo la gran sala un cuadro de Jackson Pollock, goteando pigmentos de vivos colores. Los muebles son lacados, brillantes, rectos y 

varías pantallas no cesan de transferir información de lo que supongo son datos bursátiles sin cesar, sucediéndose uno tras otro. 

Únicamente esas pantallas de plasma y la luz de la noche neoyorkina iluminan la lujosa oficina de 'Packer Enterprises'. 

Eric no da la luz. En la sala solo se escucha el zumbido sordo de varios ordenadores en stand by. Mis ojos se van habituando a la semioscuridad y observo que hay más obras de arte decorando la estancia, y una sala contigua. 

Me muevo por la inmensa habitación sumida en las sombras mientras Eric sirve dos vodkas en lo que parece una encimera o una pequeña barra de bar. Me tiende uno y me observa con viva curiosidad.

- Aquí tengo un gimnasio, sauna, un baño con jacuzzi, bar y en la azotea pienso poner un helipuerto en breve. ¿Te gusta el arte? 

- Sí, en concreto el arte abstracto. 

- Voy a adquirir la Capilla Rodhko - dice rodeándome mientras camina. Se para frente a mí y apura su vaso -. No te impresiona. 

- No, la verdad es que no me interesa lo que compras con tu dinero. Aunque aquí tienes un interesante museo – digo señalando a mi alrededor -. ¿Dónde piensas poner ´´La Capilla´´? 

- Aun no lo sé, solo sé que voy a comprarla, que la conseguiré muy pronto. 

- Yo no soy un trofeo que se puede comprar – le digo mirando sus azules ojos. ¿O son grises? 

- Todo se puede comprar. 

- No, no todo – digo con dulzura. 

Me mira fijamente y creo que esa dulzura hace mella en él porque sus pupilas se dilatan al máximo. 

- Por eso me gustas – sonríe. 

Lo dice con voz suave y aterciopelada y siento como la atmosfera se va llenando de algo cálido e inquietante. Las luces de Nueva York se reflejan en nosotros. La silueta de Eric quitándose la chaqueta y la corbata con lentitud se recorta contra los amplios ventanales de su templo. 

* * * 

Apuramos el vaso a la vez, sin dejar de mirarnos. Me lo quita de la mano y lo posa junto con el suyo sobre la encimera del bar. 

Se acerca, me acerco y sentimos nuestras respiraciones y el calor de nuestros cuerpos que, aunque tan próximos, aun no se rozan. Su camisa inmaculada se pega a su torso y a sus brazos. Eric tiene más cuerpo del que aparenta a simple vista. Otra vez ese cosquilleo en el estómago, ese deseo de probar sus labios que parecen muy suaves y que al contraste con su pálida piel se ven muy rojos. 

Eric inspira con fuerza, y me acaricia el pelo muy despacio. Yo contengo el aliento esperando su próxima reacción. Nos miramos en silencio. De pronto y sin mover un solo músculo de su rostro alza una mano para acariciarme la mejilla y mi corazón palpita con fuerza. Quiero que me toque, ardo en deseos de que sus manos me toquen. Aguardo ansiosa. Apenas me atrevo a respirar de lo excitada que estoy. Al rozar con su pulgar mis labios dejo escapar un suspiro tembloroso. 

* * * 

El primer contacto de sus labios es algo enloquecedor para el que no estoy preparada. Su boca me devora y yo me consumo de ganas saboreando sus labios, su lengua. 

- Eres hermosa. Me preguntaba cómo sería besarte – susurra con voz profunda. 

- ¿Y cómo es? – jadeo. 

- Intenso, muy intenso. Me gusta. ¿Te gusta a ti? 

- Sí… mucho – susurro mordiendo suavemente su labio inferior. 

Regresa con furia a mis labios y la pasión con la que enredo mi lengua con la suya le hace gruñir de necesidad. 

Eric me sube la falda despacio, introduce su mano en mis escuetas braguitas elásticas y me acaricia el sexo sin dejar de devorarme con su boca. Me arrastra con él hacia un amplio sofá de cuero negro y hace que me siente a horcajadas sobre sus piernas. Apoyo mis pies sobre el cuero blando. Estamos frente a frente, respirando afanosos. Yo me suelto los botones de la blusa mientras el desabrocha su cinturón y libera su erección. Sin apenas soltarse la camisa retira mis braguitas hacia un lado y me penetra con un gemido profundo y suave. 

- Ponte más a la derecha, así, muy bien – jadea ronco. 

Ya le siento por entero, dentro de mí y suspiro aliviada. Me mira a los ojos y yo me veo reflejada en los suyos, cristalinos, brillando en la semioscuridad. Con manos decididas me toma por la cintura sujetándome la espalda y ambos comenzamos a movernos a un ritmo endiablado, tremendamente sensual sin apenas desnudarnos. 

- ¡Ah, perfecta…! – jadea con fuerza. 

Sus ojos hipnóticos, la forma de penetrarme con rudeza, el sentirme envuelta en el placer de su voz, su intensidad, su aroma, las sutiles caricias en mi cuerpo… Todo en él es increíblemente erótico y masculino. Y yo me dejo arrastrar por el placer que me está haciendo sentir. 

Le acaricio el cuerpo con deleite y el jadea masajeando mis muslos, mis nalgas. Me abruma lo que me hace sentir, me gusta mucho su modo de hacérmelo y se lo digo. 

- ¡Me… encanta…! - gimo levemente. 

- Y a mí… - jadea serpenteando mi boca con su lengua. 

Nuestros movimientos se intensifican. Siento como ambos estamos llegando, culminando nuestro placentero primer encuentro con frenesí. 

Le agarro del pelo, enredo mis dedos en su mata cobriza. Ya no puedo parar de gemir y esos sonidos ejercen un intenso influjo en Eric porque me sujeta el rostro entre sus manos, abandonando mi boca, me mira sin parar de embestirme como un poseso y entonces mi vientre estalla en un brutal orgasmo que lo desliza rápidamente a él al suyo. 

Eric se abraza a mi cuerpo temblando, derramándose con fuertes espasmos y jadeos y yo gruño de gusto, gimoteando mi placer, pleno, inmenso. 

Frenamos lentamente nuestros movimientos mientras apuramos los últimos temblores de placer y nos besamos con pasión. Después Eric cierra los ojos y yo le atraigo hacia mí y acuno su cabeza despeinada entre mis pechos. 

- Quiero volver a verte – susurra. 

- Y yo – le digo convencida. 

Le atuso el pelo alborotado y nos miramos y lo sé, no es solo una noche. Acabamos de hacernos amantes. 

- Creo que necesitas un corte de pelo – le digo sonriendo. 

* * * 

Toda la imagen se funde a negro y es cuando me despierto.

...CONTINUARA...