FIC IRINA '50 Sueños de Verano' Relato 31 'Casanova. 1ª parte'

Los FICs de este Blog quedan organizados de la siguiente manera: 

LUNES:  FanFic Robsten de Irina,      

                      Fic la Fundación de VTeam ***NUEVO***
MARTES:  Fic 'El fin del Mundo' de Xim

MIÉRCOLES:  FanFic Robsten de Irina     
JUEVES: Fic 'El fin del Mundo' de Xim

                   Fic la Fundación de VTeam  ***NUEVO***
VIERNES: Fic '50 Sueños de Verano' de Irina

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Aviso sobre los FICS, sobre todo dirigido a las chicas más jóvenes que nos leen ya que aparecerá contenido sexual explícito, con palabras y situaciones (Lemons). Personas impresionables fácilmente  dejamos a vuestra conciencia la decisión de leerlo o no.                         

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FIC-IRINA  50 Sueños de Verano'

Cap XXXI "Casanova 1ª Parte"

por IRINA (Irene Mendoza)
Imágenes: Elena

La música es lo primero que percibo. Una música de orquesta, una pequeña orquesta con violines, violonchelo, algunos instrumentos de viento y un harpa. 

Estoy en un baile y la gente danza a mi alrededor. Suena un vals pero no parece un baile cualquiera. Es un baile de máscaras y las ropas, aunque lujosas parecen pertenecer a otra época, concretamente al siglo XVIII. Las máscaras acompañan a mujeres y hombres que llevan pomposas pelucas blancas y lujosos vestidos. 

Llego a la conclusión de que estoy en otra época pero no en la que representa este baile de máscaras. Tal vez estoy en el XIX, ya que la orquesta solo toca valses. 

Yo llevo un precioso vestido blanco con un abultado miriñaque, peluca y sombrero dieciochesco. Parezco María Antonieta y mi mascara me permite mirar sin ser vista. 

Me fijo un poco más en la indumentaria de los asistentes y me doy cuenta de que se trata de máscaras venecianas. El arlequín, el médico, el polichinela, las clásicas máscaras con sus atuendos carnavalescos, típicos de Venecia. 

Parece que estoy en el Carnaval y hombres y mujeres se muestran sexys y coquetos. Me dedico a observar cómo se comportan, como ríen, bailan y parlotean. Tres mujeres cuchichean a mi lado. Cojo una copa de champan que me ofrece un camarero con una bandeja. El también va disfrazado de sirviente con su peluca y su casaca.Es el mejor champán que he probado en mi vida. Mientras lo saboreo escucho como esas mujeres conversan acerca del mentor del evento. 

- Al parecer lleva un tiempo alejado de París – dice una de ellas. 

- Su esposa, comentan que ya no vive con él – susurra la otra, la que parece más joven. 

- Bueno, eso se sabía. Tiene multitud de amantes en París. En realidad se casó con ella por su dinero o más bien por el de su padre – sonríe otra. 

- Dicen que primero fue amante de la madre – dice la primera. 

- ¡Qué barbaridad! – exclama otra. 

- Pero aquí aún no se le conocen amantes. Aunque se rumorea que ha alquilado este palacio gótico para sus… escarceos – dice la joven. 

- Sí, mi marido dice que las fiestas son una excusa. 

- Tiempo al tiempo, querida. Pronto sabremos que ´´señoras´´ caen en sus redes. Al parecer prefiere a las casadas como amantes – dice una de ellas con intención 

- A mí no me importaría serlo – ríe otra con picardía. 

- Dicen que es muy atractivo y… 

- ¿Y? – pregunta la más joven. 

- Y muy buen amante – susurra la casada. 

- Debe ser su mayor virtud. 

Todas ríen con malicia. 

- ¿Pero se le ha visto ya en Venecia?– pregunta una. 

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- No, nadie sabe quién es – comenta otra. 

- No, llegó en otoño y se dice que no frecuenta mucho a las familias de alcurnia. 

- Por supuesto que no, no es aceptado. Solo es un arribista – murmura ofendida la casada. 

- Por eso da una fiesta al mes, siempre con un tema y a la que acude de incógnito, tras una máscara. 

- ¡Así que nos observa, qué emoción! – dice la más joven. 

La conversación ha despertado mi curiosidad o más bien mi… morbosidad. Miro a mi alrededor, a los hombres que bailan con las mujeres en el amplio salón de baile. La mayoría son de cierta edad, con barriga y se ve a simple vista que nada atractivos. Pero de pronto me fijo en uno que está al otro lado del salón. Es joven, alto, de espalda ancha y delgado. Bajo su máscara de Casanova se intuye una mandíbula viril y unos rasgos hermosos. Me doy cuenta de que me observa pero no retiro la mirada de detrás de mi máscara. De pronto hace una gentil reverencia y yo le sigo correspondiéndole con otra. 

Las parejas bailan sin cesar creando un muro de ágiles pasos y movimientos que nos separan. Me muevo de donde estoy para posar mi copa sobre una bandeja y compruebo que el elegante extraño continúa observándome. Sus ojos no me pierden de vista. 

El baile cesa y los asistentes conversan esperando cambiar de pareja para el siguiente vals pero ese hombre no se mueve de donde está. No tiene intención de buscar una pareja porque ya ha elegido. Lo intuyo. 

De repente se abre paso entre la multitud y comienza a cruzar el salón en dirección a mí y yo me sobresalto porque en ese instante me doy cuenta de que es el hombre del que hablaban esas mujeres y el promotor de este espectacular baile. 

Camina con determinación, dando grandes zancadas pero sin dejar de parecer elegante. Llega hasta mí y ninguno de los dos nos quitamos la máscara. 

- ¿Se divierte mademoiselle? – pregunta con su voz suave y grave. 

´´Tiene una voz bonita, muy masculina´´, me digo. 

- Sí, gracias. Es un gran baile de máscaras. 

- Perdóneme pero no la había visto nunca en ninguna otra de mis fiestas. Me hubiese fijado. 

- No. Es la primera a la que asisto – digo expectante y alagada, sin dejar de fijarme en sus ojos azul grisáceo, que brillan cristalinos tras la máscara de porcelana. 

El me mira a los ojos fijamente y noto un leve cosquilleo que no sé cómo calificar. El se aproxima un poco más y ese dulce cosquilleo se apodera de mí envolviendo la atmósfera. 

- Esta noche, cuando finalice el baile estaré atento. Más que otras noches – sonríe. 

- ¿Por alguna razón en especial? – pregunto fingiendo ingenuidad. 

Me doy cuenta de que estoy coqueteando descaradamente pero no me importa. A él parece agradarle el juego porque no deja de sonreír. 

- Al final de la noche todos deben quitarse la máscara es una norma de mis fiestas – susurra. 

- ¿Usted también se la quitará? 

- No, yo no. Soy el anfitrión y tengo ese privilegio. 

- ¿Entonces es obligatorio?- sonrío traviesa. 

- Podría hacer una excepción si… 

- ¿Si?- pregunto curiosa. 

- Si me deja ser su acompañante durante toda la noche. 

- ¿Toda la noche? 

- Me complacería mucho – dice con voz suave y sexy y sé que no voy a negarme. 

- Pero antes… ¿me concede este baile? 

* * * 

Le cedo mi mano y el me lleva al centro del salón. La orquesta comienza a tocar de nuevo. Es un vals de Strauss y la conocida melodía me transporta. El me toma por la cintura presionando mi talle y comenzamos a girar entre la gente, sigo sus pasos sin esfuerzo, me siento ligera, feliz. 

- ¿Le gusta bailar? – pregunta. 

- Sí me divierte. 

- ¿Y qué más le divierte? 

- Pues… no sé – sonrío con picardía -.Todo. Me encanta divertirme. 

El asiente y se ríe en voz baja y me aprieta más contra su cuerpo. 

La cercanía de mi pecho al suyo, el baile, o ambas cosas hacen que mi respiración se acelere. Mis senos sobresalen por encima del escotado corsé, suben y bajan tersos y llenos y veo como él los mira con codicia, sin disimulo alguno. Le miró a los ojos y el me devuelve la mirada mientras se pasa la lengua por su labio inferior haciendo que mi vientre se estremezca de deseo. 

´´Quiero verle la cara´´, me digo impaciente. Pero sé que no me conformaré solo con eso y recuerdo el comentario de la mujer hablando de la fama de buen amante que tiene el hombre que me sujeta contra su cuerpo. Me estremezco al pensarlo. 

- ¿Tiene frío?- susurra con delicadeza. 

- No, no. 

´´Se ha dado cuenta´´, pienso ruborizándome de repente. 

- Si lo desea podemos parar. 

- No, quiero seguir bailando – susurro. 

Obtengo su maravillosa sonrisa, algo canalla, como respuesta y siento como sus manos se deslizan un poco más, hacia abajo, pero sin llegar a tocar mi trasero. 

Continuamos bailando y la noche pasa rápidamente entre sus brazos, sin apenas darme cuenta. 

De pronto la música cesa y uno de los criados anuncia el último vals de la noche. 

- Pensé que era más pronto. La noche se me ha hecho corta… – digo apenada. 

- Ahora debo marcharme un momento pero… – susurra en mi oído -. Pero no tiene por qué terminar aquí. Podemos seguir bailando cuando todos se hayan marchado. ¿Me esperará? 

Le miro a los ojos y asiento. Quiero quedarme, quiero ver quién está detrás de esa máscara. 

- No me ha dicho su nombre aun – le pregunto aunque casi estoy segura de lo que va a responder. 

- Soy Duroy, Georges Duroy, mademoiselle. 

...CONTINUARA...