Fic 'La Fundación', Capitulo 23 por V-Team

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Fic La Fundación  Capitulo 23
por V Team

Imágenes: Elena

Hemos pasado una noche maravillosa, un poco menos intensa pero no así menos placentera. Cada día me enamoro más de mi Ángel que sabe justo cómo tratarme, cómo hablarme, sabe justo cuándo y dónde tocarme. Jamás pensé entenderme así con alguien en la cama. Esto era algo totalmente nuevo para mí. 

Poco antes del amanecer Rob abandona mi habitación. 

-Regresaré esta noche –me dice luego de un beso. 

Me envuelvo bajo las sábanas para evitar el frío que me dejará su partida. Y me detengo a pensar qué es lo que pasa entre nosotros, la atracción que nos hemos demostrado todas y cada una de las noches que hemos pasado juntos me dice que nuestros cuerpos se desean intensamente. Pero hay algo más, Rob me respeta, me comprende, me escucha atento cuando hablo. Rob me ha abierto los ojos, me ha llevado a descubrir que el amor no es sufrimiento, sino entendimiento. Ya no puedo ignorar esto que él me hace sentir, ¡Lo amo! ¡Lo amo! Se me ha tatuado en la piel y se ha incrustado en mi alma. Tengo un poco de miedo de confesarle lo que siento pues él podría no estar sintiendo lo mismo. Algo muy dentro me dice que no es así, qué el me corresponde de la misma manera, pero no la sabré hasta que no se lo diga. 

*** 

Estábamos desayunando tranquilamente y conversando sobre el día anterior, cuando Dolores llegó al comedor con cara de angustia y sin saber qué decir. 

-¿Qué pasa Dolores? –le preguntó Lena. 

-Señora Lena es que en la puerta está la señorita Piedad Cervantes y no sé si la dejo pasar o ¿qué hago? –dijo nerviosa y trabándose al hablar. 

-Claro que puede pasar –dijo Rob levantándose como resorte –yo la recibiré. 

¿Quién podía ser esa mujer para que Rob se pusiera así? Rob salió de la casa hacia la entrada. Todas se quedaron en silencio. Aproveché que Vero estaba a mi lado para preguntarle. 

-Piedad Cervantes es Pía –me contestó Vero un poco indiferente y torciendo el gesto. 

Casi cuatro meses en la Fundación y yo apenas me enteraba. 

-La mujer que está por entrar estuvo un tiempo con nosotros, creímos que de verdad sería una buena agente y miembro de la Fundación, pero al poco tiempo demostró ser inestable, su lealtad hacia Rob no está en duda, sin embargo un aspecto que consideramos muy importante para permanecer aquí es el respeto y el compañerismo entre quiénes conformamos este hogar, Pía no mostró respeto por una de nosotras y estuvimos a punto de pedirle que se fuera, sin embargo ella misma decidió marcharse –explica Lena a las chicas nuevas. 

Un minuto después regresó Rob acompañado de Pía muy sonriente. 

-Buenos días chicas –todas le contestamos por educación el saludo– solo vine a despedirme de ustedes y a recoger algunas cosas que no me pude llevar. 

-Muy bien Pía –dijo Lena– comprenderás que tu visita nos sorprenda, luego de más de tres meses que no supimos de ti, luego que nos comunicaras tu decisión de irte, prácticamente te fuiste sin despedirte. 

-Estoy seguro que Pía está arrepentida –comenta Rob. 

-No tienes que disculparme Rob, sé que actué mal y les pido una disculpa, en especial a ti “V” –dijo mirándome con una sonrisa pero yo no la sentí sincera, había en sus ojos un poco de maldad –como les dije no pienso quedarme, les repito, sólo vine por unas cosas. 

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-Adelante entonces –señaló Lena –¿Quieres desayunar con nosotros? 

-Oh no, gracias, pero continúen, yo voy directo a la que era mi habitación. 

-Te acompaño dice Rob. 

Todas parecen estar indignadas. Yo creo que Rob es demasiado bueno y solo intenta ser amable. Irina desea hacer unas últimas compras cerca de la zona hotelera pues partiría al siguiente día a España. Algunas nos apuntamos para acompañarla. 

 Berta y yo subimos a nuestras habitaciones por nuestras carteras y en el pasillo encontramos a Rob abrazando a Pía. Al vernos ella se suelta de él. Siento un poco de molestias al verlos, si no es por Berta habría salido de ahí evitando encararlos, pero la presencia de Berta me da fuerza, y me repito a mí misma que tampoco es nada malo y que seguro tiene una explicación. 

-Pía ha tenido problemas con su padre nuevamente –intenta aclarar Rob el por qué del abrazo. 

-Ah, qué pena que me vean así –dice sollozando y limpiándose las lágrimas. 

-Claro, entendemos tu situación Piedad –dice Berta. 

Yo no digo nada y seguimos de largo hasta nuestras habitaciones. Cuando estoy a punto de salir Pía entra en mi habitación. 

-¿Podemos hablar? 

-Voy de salida. 

-No te quitaré mucho tiempo –dice y cierra la puerta tras ella. 

Su actitud no me gusta, creo que desde el principio trae algo contra mí, intenta sonar amable pero creo que su mirada es perversa. 

-Quiero disculparme contigo. 

-Ya lo has hecho. 

-Lo sé pero me comporté como una tonta y quería decírtelo, sentí celos de ti cuando llegaste y no comprendí que Rob no se olvidaría de mí. 

-Sí, claro –quisiera gritarle que no es así, que jamás la ha mencionado, pero me contengo, sé que solo quiere molestarme. 

-Vaya que sí, todavía recuerdo esas noches que pasamos juntos. 

-Te refieres a las noches que se divirtieron todos juntos, como aquél día en el restaurante –le digo cayendo en su juego. 

-No, por supuesto que no, hablo de mis noches a solas con Rob. 

-Perdona pero francamente no entiendo qué es lo que quieres y ya me tengo que ir –le contesto al darme cuenta que quiere soltar su veneno. 

-Solo quería aconsejarte que no te ilusionaras con él. 

-Pues yo no te pedí ningún consejo y de verdad tengo que irme –digo acercándome a la puerta. 

-Sí disculpa, ya no te quito más el tiempo, yo también me marcho, Rob se ha ofrecido a llevarme a mi hotel, supongo que quiere que recordemos viejos tiempos –dice riendo maliciosa. 

-Que te vaya bien Pía –le digo invitándola a salir –Hasta luego –le digo y cierro mi habitación. 

Siento ganas de llorar, me da rabia no haber podido ponerla en su lugar, pero me contengo. No sé qué ha querido decir o qué cree que gana diciéndome eso pero se equivoca si cree que me va a afectar. Confío en Rob y sé que no es así. Me reúno con las chicas en la camioneta y Rob está allí junto a Irina, Fina, Berta, Ani, Liz y Lena 

-Seguro que no quieres acompañarnos –le pregunta Irina a Rob. 

-No, prefiero aprovechar para que Maca, Vero y Carol me pongan al tanto sobre las cosas de la Fundación. 

Subimos a la camioneta directo al centro comercial. Rob no me ha dedicado ni una mirada, lo siento extraño y estaba serio cuando hablaba con Irina. 

“Es que Rob es un caballero, por eso la consolaba”, me repito. “Tienes que confiar en él”, sigo diciéndome de camino al centro comercial. Y decido que prefiero olvidar el asunto. No vale la pena, esa mujer solo quería molestarme. 

Pasamos un buen rato mirando tiendas en Plaza Caracol, luego anuncian por el altavoz local sobre un evento de modas, en poco tiempo el pequeño espacio frente a donde se ha dispuesto la pasarela se llena de gente, y se escucha una música de fondo a alto volumen. Un hombre al micrófono intenta poner ambiente y anima a la gente a aplaudir. Por suerte me doy cuenta que tengo una llamada en mi celular, es el investigador privado que he contratado para buscar a Mía, había intentado contactarlo sin conseguirlo y seguramente había visto mis mensajes. 

 Con señas le digo a Berta que regreso en seguida y salgo del local hasta la calle donde puedo escuchar mejor al investigador. Comienzo a caminar explicándole al hombre del otro lado de la línea que puede reanudar la búsqueda de Mía, he reunido el dinero suficiente para continuar pagando sus honorarios. El hombre dice que mi expediente jamás se cerró y que continuará la búsqueda. 

 Sin darme cuenta he llegado muy cerca de la entrada del Riu, un hotel frente a Plaza Caracol. Ahí siento que el corazón se me paraliza, primero un fuerte dolor se me instala en el alma y luego rabia al pensar que he sido una estúpida, que todo era verdad. 

A unos diez metros de mí estaba el hombre que me había sacado del infierno para llevarme a un falso cielo, abrazando a Piedad Cervantes a las puertas del hotel. Salgo de ahí corriendo y llorando, me doy cuenta que sólo fui una más. Tomo un taxi de regreso a la Fundación, de camino mando un mensaje a Berta para decirle que tuve que regresar, alegando un fuerte dolor de cabeza. 

No sé qué hacer, estoy muy dolida y decepcionada. Por el resto del día no salgo de mi habitación, no tengo ganas de nada. 

Esa noche me aseguro de poner el cerrojo a mi puerta. 

...CONTINUARA...