FanFIC no.102 'Parati. Kristen'

Somos un Blog ROBsessed, donde solo deseamos seguir contando la versión de Irina en la historia Robsten como lo veníamos haciendo anteriormente. Este FanFic es parte medular de este Blog ROBERT PATTINSON EN ESPAÑOL, razón por la cual  suplicamos RESPETO al comentar los relatos. Si No os sentís preparados para leerlos No lo hagáis, eso no va a ofender a Irina. Pero rogamos evitéis críticas destructivas que si pueden molestar mucho y crear mal ambiente en el Blog.

Asi quedarán organizados los FICs en este blog:

LUNES:  FanFic Robsten de Irina
                     Fic la Fundación de VTeam ***NUEVO***
MARTES:  Fic 'El fin del Mundo' de Xim
MIÉRCOLES:  FanFic Robsten de Irina 
JUEVES: Fic 'El fin del Mundo' de Xim
                   Fic la Fundación de VTeam  ***NUEVO***
VIERNES: Fic '50 Sueños de Verano' de Irina

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FanFIC no.102

"PARATI. KRISTEN"
Imágenes: Elena

Pocas horas de sueño y de nuevo en pie para continuar con el rodaje. A este paso las ojeras nos iban a llegar por los pies. Se iban a tener que aplicar a conciencia con nuestro maquillaje.

El 8 de octubre Rob y yo junto con nuestro equipo de seguridad, tomamos un helicóptero con destino a Parati después de comer.

  

La localidad, fundada en el siglo XVI, está a 261 km. de Río y su casco histórico se caracteriza por una arquitectura exclusivamente colonial, muy bien mantenida, con bellas calles empedradas. Está rodeada de varias playas de aguas cristalinas y arena fina.

  

El lugar era precioso y aunque existía la posibilidad de que regresáramos a Río de Janeiro cada noche, después de las grabaciones diarias, Rob y yo decidimos quedarnos.

Nos hospedamos en la ´´Pousada do Ouro´´, con seguridad privada en permanente contacto con la policía local para evitar la presencia de aficionados y curiosos.

Nos dieron la habitación más lujosa pero muy alejada de las suites que acostumbramos a compartir durante nuestras promos, situada junto a la piscina. La habitación principal tenía un vestíbulo y un dormitorio y estaba situada en la parte alta de la casa, desde donde se podía divisar el mar y parte de la ciudad histórica. 

 

El hotel, ubicado en una mansión colonial del siglo XVIII, también tenía un sauna, un bar y un spa y solo nuestra habitación contaba con jacuzzi.

Nada más verlo Rob y yo nos miramos con intención. 

- Mañana tenemos que madrugar para salir a la cascada – dijo Rob.

- ¡No seas aguafiestas! – dije mimosa pegándome a su cuerpo y acariciando su pecho.

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Rob suspiró mirándome con tanta ternura que se me puso un nudo en la garganta. Me desarma por completo cuando me mira así. Tiene la mirada más dulce que he contemplado jamás.

- Es que estoy agotado, amor. Creo que no he estado tan cansado en mi vida – dijo acariciando mi rostro con una dulce sonrisa en el suyo – y tú tienes parte de culpa, preciosa.

Tenía razón, pensé. No sé qué nos estaba haciendo aquel viaje. En realidad estábamos trabajando pero Brasil nos estaba sentando de maravilla a la libido. Me apetecía estar con Rob todo el tiempo y estaba segura de que a él le pasaba lo mismo.

Le besé en los labios suavemente y el me devolvió el beso. Fue un beso dulce, sin intención por su parte pero yo insistí rozándome contra su pecho. Noté como instantáneamente respiraba hondo tensando su cuerpo. 

- Podemos cenar algo aquí en la… terraza, junto al jacuzzi – ronronee.

Rob rió como un chiquillo y echó un vistazo de reojo a la enorme cama.

- Esa cama parece tan cómoda… y es pronto para cenar- sonrió.

- Pero solo vamos a estar una vez aquí, ahora. Podemos dormir otro día – dije acariciando su vientre velludo bajo su camiseta.

Fui deslizando mi mano muy lentamente dentro de sus pantalones hasta alcanzar su vello púbico y enredé mis dedos en él. Se rió y me miró con ojos suaves y llenos de deseo. Insistí un poco más y baje mis caricias hasta su miembro que enseguida reaccionó a mis estimulantes mimos.

Gruñó quedamente cuando tome su erección y la apreté en mi puño y me besó intensamente, enredando su lengua con la mía.

- Lo haremos suave y lento – susurré mirando sus ojos llenos de lujuria -. Yo te lo haré para que no te canses.

Se echó a reír negando con la cabeza poniendo la cara más sexy y más dulce del mundo a la vez.

- Así que… te gusta el jacuzzi, ¿eh? - susurró con una sonrisa torcida espectacular, la patentable, a la que todo el mundo debería llamar sonrisa baja bragas.

Asentí acariciando toda su dura erección, comenzando a soltarle los pantalones cortos.

- Estás sexy en pantalones cortos – sonreí.

- Y tú – ronroneó como un gato besando mi cuello.

Sabe que eso me excita muchísimo, que me encanta como pasa sus labios húmedos por mi cuello. Me retiró el pelo a un lado y mordisqueó mi nuca con suavidad y a duras penas mantuve la cordura suficiente para bajarle los pantalones junto con sus boxers, liberando su ya magnífica erección. La apretó contra mi vientre mientras yo le quitaba la camiseta blanca de tirantes, que le sentaba tan bien y él me quitaba la mía. Nos miramos sonriendo y él se separó de mi cuerpo para encender el jacuzzi, situado en una especie de terraza con el suelo de madera y rodeado de una exuberante vegetación selvática. 

- ¿No es muy temprano para un baño en el jacuzzi?

- No – sonreí -. Es la hora perfecta. Así tendremos toda la noche para dormir

- Chica práctica – sonrió señalándome con un gesto de su dedo índice -. Ven…

Me lo pidió con suavidad, tendiéndome la mano y yo acudí hacia su cuerpo sin apartar mis ojos de los suyos.

Me tomó de la mano para entra en el agua caliente y me siguió inmediatamente después. Yo eche un poco del aceite de baño con el que se nos obsequiaba a los visitantes de la suite e inmediatamente el aire se impregnó del aroma de la vainilla.

Comencé a acariciar a Rob y él hizo lo mismo deslizando el aceite por mi piel. Pronto estuvimos bien untados en ese aromático aceite y la atmosfera se impregnó de deseo. 

Rob se apoyó en el borde de la tina y yo me senté entre sus piernas apoyando mi cabeza sobre su pecho. Tomó el aceite y se echó un poco en a la manos. Luego me mojo el pelo con agua mezclada con el aceite y fue bajando sus manos por mi cuello, mis hombros hasta alcanzar mis pechos. Los acarició respirando entrecortadamente mientras apretaba su dura erección contra mi trasero. Jadeé y abandono las caricias que me estaba proporcionando en los pechos para surcar mi vientre y alcanzar mis muslos que abrí para facilitarle el acceso. Se adentró entre ellos con sus mano llena de aceite lubricando mis pliegues mientras que con la otra me torturaba acariciando y pellizcando mis pezones mojados.

Me apreté más contra su miembro dándole a entender lo que quería y Rob me tomó firmemente de las caderas para elevarme un poco sobre sus muslos.

Hundí mis dedos en su pelo y me giré para contemplar su deseo de mí. Y de repente me besó devorando mi boca y alcanzó mi entrada desde atrás, tanteando con la punta de su pene y separando mis nalgas con ambas manos me penetró con un suave empujón. 

- ¡Oh nena! - suspiró con fuerza nada más sentirse en mi interior.

Yo exhale un profundo gemido de gusto al veme colmada, llena por él y correspondí a su beso respirando al ritmo de cada placentera penetración, entre jadeos provocados al hundirse él en mi tierno interior.

Rob me lo hacía lento pero muy profundo y yo comencé a ondular las caderas irremediablemente hacia él, buscando la máxima penetración. Con ello provoque que un fuerte gemido de placer escapase de su pecho. Ese gemido acrecentó aún más la lujuria que me incendiaba todo el cuerpo.

Rob entraba del todo en mi vientre. De forma potente, firme y decidida, con un ritmo suave y constante, sujetándome por las caderas. Comencé a jadear y a gemir, sobrepasada por todas las sensuales sensaciones que provocaba en mi cuerpo. Escuchaba y sentía su respiración saliendo entrecortada, cada vez más rápida, a medida que sus embestidas aumentaban de intensidad, aunque continuaban siendo agónicamente lentas.

Las burbujas del jacuzzi salpicaban nuestros cuerpos que se movían dándose placer mutuo. Mi orgasmo vibraba ya, apunto de estallar. 

- ¡Rob…! – grité al notarlo.

Sentí la tensión dolorosa en mi vientre liberarse por fin, inundando todo mi cuerpo.

Un rugido ronco se escapó de su boca a la vez que eyaculaba profusamente dentro de mi cuerpo.

Aun temblando, Rob me abrazó con fuerza rodeando todo mi cuerpo con el suyo y nos quedamos así, jadeantes y satisfechos.

Apoyé mi cabeza en el hueco entre su hombro y su cuello, sentada sobre sus muslos y cerré los ojos satisfecha y enamorada como nunca.

- Prometiste no cansarme – susurró besando mi cabeza y supe que estaba sonriendo aunque no podía verle.

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- ¿Qué quieres hacer ahora? Dijo Rob tumbado en la cama conmigo encima.

- No sé, salir por ahí. A cenar – dije encogiéndome de hombros.

- ¿Estás segura? ¿No querías cenar aquí, en la terraza?

- Aquí no nos conocerán. Nos llevaremos a Dean y a mi HBG. Hoy no quiero esconderme. Estoy harta de hacerlo, Rob. Cada vez más.

Rob suspiró y como siempre que no quería hablar de algo que le incomoda suspiró y cambió de tema.

- ¿Tu HBG? – preguntó.

- Sí, a JB le llaman así las fans. Mi ´´Hot Bodyguard´´

Rob casi se mea de la risa y yo con él. Después resopló frotándose la cara. Estaba agotado.

- Volveremos pronto y dormiremos mucho – susurré con una sonrisa.

- Eres… está bien, preciosa – asintió besando mi frente.

Salimos atardeciendo con nuestros respectivos guardaespaldas tras nosotros, a una distancia prudencial y con gafas de sol para despistar. Pronto nos dimos cuenta de que Noviembre no era época de turistas y que los lugareños no nos conocían o no estaban muy interesados en nosotros. Nos tomaron por una pareja más de extranjeros y pudimos caminar por las calles y comer comida local en un coqueto restaurante cerca de la playa. 

Tras la cena nos acercamos al pueblo y dimos con una plaza donde se vendían souvenirs y artesanía brasileña en puestecitos al aire libre. Hacía una noche preciosa y caminábamos de la mano y nos paramos delante de un puesto donde solo vendían una especie de cintas de diferentes colores que me parecieron muy curiosas.

- Espera Rob. Quiero preguntar por esas cintas – dije acariciando su brazo para que se parase.

Rob asintió y se paró a mi lado.

- Perdone, ¿qué son estas cintas? – pregunté intentando pronunciar bien para que me entendiese la chica que regentaba el puestecito.

- Son las “Fitinhas de Bonfim´´, ´´Cintas de Bonfim´´ ¿No las conocéis? - dijo en un correcto inglés.

Ambos negamos con la cabeza y la miramos con interés.

- Una “Fita de Bonfim” es a la vez un souvenir y un amuleto religioso típico de Salvador, capital del estado brasileño de Bahía. Mirad, llevan por lo general la leyenda “Lembrança do Senhor do Bonfim da Bahía” que quiere decir “Recuerdo del Señor de Bonfim de Bahia” y se venden por todo Brasil pero especialmente en la Iglesia de Nuestro Señor de Bonfim, en la Península de Itapagipe al norte Salvador de Bahía. 

- Son muy bonitas – dije tocando una de ellas.

La chica sonrió y continuó explicando.

- La fita original fue creada en 1809 y su nombre se debe al hecho de que medía exactamente 47 centímetros de largo, la medida del brazo derecho de la escultura del Señor de Bonfim, puesta en el altar mayor de la iglesia más famosa de Bahía.

- ¿Y por qué tienen diferentes colores? ¿Tienen algún significado? – pregunté.

Claro. En la actualidad, el color de cada cinta se identifica con el tipo de deseo que se pide. Veréis, el color blanco simboliza la sabiduría, la calma. Repela las energías negativas y eleva las vibraciones positivas. También significa inocencia y pureza. Mirad aquí tenéis los significados – dijo tendiéndonos una hoja escrita en portugués para continuar explicándonos en inglés -. El rojo es el color de la pasión y los sentimientos. Simboliza el amor, deseo, poder, fuerza y energía. El verde el vigor, la juventud, el frescor, la esperanza. Representa las energías de la naturaleza y del renacer. El amarillo se utiliza para tener mucho dinero y riqueza. Asociado a la prosperidad y al optimismo. 

Rob y yo nos miramos y ambos negamos con una sonrisa. La chica prosiguió.

- El naranja trae suerte en la consecución de objetivos personales y profesionales. Es movimiento y espontaneidad. El azul es el color del cielo, del espíritu y del pensamiento. Tranquilidad, armonía… Simboliza la lealtad, la fidelidad, la personalidad y la sutileza. El verde oscuro representa lo masculino, el color de la virilidad. Para tu chico – rió con picardía -. El rosa fuerte significa belleza, salud, sensualidad y romanticismo y el claro está asociado a lo femenino. Suavidad, amor maternal, cariño y al mismo tiempo delicadeza y fragilidad. ¿Cuál queréis?

Nos miramos indecisos. Rob miró las cintas y vi cómo se quedaba pensativo, dudando cuál elegir.

- Pues creo que… - comencé a decir.

- Una cosa más – añadió la chica -. Según la tradición, la fita debe ser anudada con tres nudos, a cada uno los cuales precede un deseo realizado mentalmente y que debe permanecer en secreto, hasta que la fita se rompa por desgaste natural.

- Yo elijo la azul para ti – me dijo con ternura.

- Y yo la blanca para ti – dije con cariño.

Las pagamos y decidimos atarlas a nuestra mochila, una de tantas cosas que siempre compartimos. No le dije a Rob que había deseado para el que conservará su maravillosa inocencia, la calma y que le diese energía positiva siempre, para afrontar todo lo que le deparase la vida. 

 

La chica se despidió de nosotros cuando ya nos íbamos con una frase que aún recuerdo

- Dicen que las cintas ayudan a cumplir los sueños y a no olvidar las esperanzas.

Las cintas siguen a día de hoy en esa mochila y aun no se han roto.

...CONTINUARA...