FIC IRINA '50 Sueños de Verano' Relato 41 'El amo del universo. Photoshoot VII'

Los FICs de este Blog quedan organizados de la siguiente manera: 

LUNES:  FanFic Robsten de Irina,      

                      Fic la Fundación de VTeam 
MARTES:  Fic 'El fin del Mundo' de Xim

MIÉRCOLES:  FanFic Robsten de Irina     
JUEVES: Fic 'El fin del Mundo' de Xim

                   Fic la Fundación de VTeam  
VIERNES: Fic '50 Sueños de Verano' de Irina
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Aviso sobre los FICS, sobre todo dirigido a las chicas más jóvenes que nos leen ya que aparecerá contenido sexual explícito, con palabras y situaciones (Lemons). Personas impresionables fácilmente  dejamos a vuestra conciencia la decisión de leerlo o no.                         

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FIC-IRINA  50 Sueños de Verano'

Cap XLI "EL AMO DEL UNIVERSO. PHOTOSHOOT VII"

por IRINA (Irene Mendoza)
Imágenes: Elena

´´Si no lo deseas puedes marcharte ahora. Eres libre de hacerlo ´´, acaba de decirme.

Pero yo ya he dicho que sí, he aceptado su proposición. He respondido 'Lo deseo' y rápidamente, sonriendo como un niño que acaba de obtener la promesa de un nuevo juguete, me ha tomado en brazos para llevarme hasta su dormitorio, en el piso superior de la casa.

Nada más entrar Christian agarra mi camiseta para subirla despacio hasta sacarla por mi cabeza, dejando al descubierto mi carísima ropa interior de encaje. Por una vez en la vida no me duele el dinero que pagué por ella. 

Christian me observa rodeándome como un felino, con esa turbia mirada hambrienta que me estremece, mientras que sus dedos raudos acarician mis hombros y mi espalda arrancando potentes escalofríos que viajaban por mi espina dorsal hacia mi mismísimo clítoris.

- Mira como me pones. ¿Lo sientes? – Sus caderas se frotan contra mí de forma fuerte y exigente, clavándome su dura erección y provocando que una oleada de humedad inunde mi sexo -. Dime cómo lo quieres, preciosa. Dímelo.

El respira con fuerza y sus ojos entornados se oscurecen esperando mi respuesta.

- Fuerte, profundo… Duro – jadeo.

Emite un hondo gruñido de aprobación y sigue girando a mi alrededor. Está tan cerca… Su aliento me aturde, sus labios casi me rozaban la cara, el cuello. El calor que desprende su cuerpo me hace suspirar.

Toma mis caderas, me da la vuelta y me suelta los vaqueros, deslizando sus enormes manos muy despacio, bajándolos por mis muslos, arrastrándolos hasta dejarlos caer al suelo y me ofrece una mano para ayudarme a salir de ellos, dejándome en ropa interior.

Se sitúa a mi espalda de nuevo. Sus cálidas y grandes manos me acarician el vientre, la cintura y antes de que pueda darme cuenta, el delicado encaje del sujetador cae de mis pechos con suavidad, para ser sustituido por sus manos que los acarician y aprietan, pellizcando mis tiernos pezones con dedos expertos, haciendo que arquee la espalda y saque mis nalgas para frotarlas contra su erección dura e inmensa.

El se quita la camiseta y noto el vello de su pecho acariciando mi piel. El calor que desprende su cuerpo pegado al mío era la sensación más excitante del mundo. Un pequeño gemido escapa de mis labios y vuelvo a serpentear mis nalgas contra él, en busca de más contacto.

Su erección dura y grande se clava contra la parte superior de mi trasero, incitándome y recordándome lo que he visto hace unas horas en los lavabos de la mansión. Jadeo al recordar vivamente su miembro y lo que me ha hecho sentir con él.

Christian abandona mis pechos para deslizar las manos por mi vientre, hasta enganchar con sus dedos el borde de mis pequeñas braguitas. Da un enérgico tirón del encaje, que amenaza con romperlas y que hace que se hundan deliciosamente en mis nalgas y mi sexo, arrancándome un suave gemido justo antes de que caigan al suelo.

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- Uhmmmmm… Me encanta verte desnuda… – susurra en mi oído con voz oscura y ronca, mientras que sus pulgares tensan mis entrañas al tirar de mis duros pezones.

No he sido consciente de que me ha ido conduciendo poco a poco hasta la cama. Se acerca a ella, abre un cajón de la mesilla y saca unas medias de rejilla y una corbata gris de seda brillante y estrecha. Creo que también deja unos cuantos paquetitos cuadrados sobre la mesilla. Trago saliva. ´´¿Cuatro preservativos? ¿Piensa en cuatro sesiones más de sexo delicioso y agotador? ¡Madre mía!´´.

Me tiembla todo. Miro de reojo al cajón y me quedo pasmada al ver asomar un antifaz y unas esposas que brillan.

- Ahora túmbate en la cama, ponte estás medias y escúchame – dice con voz suave, tranquila, muy sensual y dulce a la vez -. Voy a atarte las manos pero no te haré daño. 

Mi cara refleja miedo. Inspiro profundamente y siento mi corazón palpitando asustado, atronando en mis oídos.

- Mírame. Tranquila, no temas. Solo sentirás placer – dice Christian tomándome dulcemente por la barbilla -. ¿Confías en mí?

Trago saliva mientras termino de ponerme las medias. Por un momento dudo pero al mirarle a los ojos sé que me dice la verdad, que no me hará daño y asiento y me tumbo sintiéndome muy sensual.

Suspira ansioso admirando mi expuesto cuerpo. Se pone a horcajadas sobre mí y me levanta los brazos por encima de mi cabeza, sujetando con fuerza mis muñecas y atándomelas con la corbata, con firmeza pero sin hacerme daño o ser violento. Los ojos le brillan de pura pasión. 

Yo respiro por la boca, con inspiraciones cortas y temblorosas. Estos juegos me excitan más de lo que jamás pude imaginar. Todavía no me ha tocado apenas y por increíble que parezca ya estoy tan excitada que temo que mi orgasmo sea instantáneo. 

Cuando sus manos me abandonaron se levanta y se pone de pie frente a mí.

Escucho el inconfundible sonido metálico de la cremallera y mi lujuria se desata mojándome el sexo abundantemente. Estoy ansiosa, excitada, nerviosa, anhelante y mi vientre vibra en oleadas de puro goce anticipado.

- ¿Estás lista para satisfacerme incondicionalmente, preciosa? – asiento. 

Un violento estremecimiento, como un latigazo, me sacude de pies a cabeza cuando la suave, rosada y brillante punta del pene de Christian comienza a deslizarse entre los pliegues de mi empapado sexo.

- Separa los muslos– me pide chupándose los labios.

Obedezco y cuando su duro y grueso miembro me penetra exhalo un profundo jadeo con todo el aire de mis pulmones. Y no porque sea dolorosa su irrupción, sino porque lo hace con tanta energía, que las vibraciones que produce en mi sexo logran que me ofrezca loca de placer, dispuesta para la siguiente embestida, y la siguiente, y la otra, y otra y otra más. 

Con cada embestida me empuja contra la cama mientras lanzo lascivos quejidos al sentirle, mientras él se abre camino en mi cuerpo, arrasándome. 

Justo cuando empiezo a retorcerme de placer Christian sale de mí con un jadeo, se pone de rodillas, alcanza un preservativo de la mesilla y se lo pone mientras me deleito observándole. Me muero por tocar todo su cuerpo pero está claro que él no quiere dejarme.

Parece que lee mis pensamientos porque me sonríe y de pronto recibo un suave azote certero sobre mi sexo abierto y empapado. Después acaricia con ternura toda la zona, centrándose en mis pliegues hinchados, castigándome con expertas caricias y presiones, regodeándose en mi humedad, penetrándome con sus largos dedos.

- Buena chica, lo estás haciendo muy bien. Y estás muy húmeda… ¿Es por mí, nena? – sonríe apretando mi clítoris en círculos.

´´¡Cabrón arrogante y pretencioso! Tan manipulador y tan… tan irresistible´´, pienso retorciéndome, intentando desatarme.

- Responde, preciosa – me dice dándome un nuevo y suave azote sobre el clítoris y mi entrada.

No duele pero el azote es tan efectivo que casi me provoca el orgasmo. Sólo puedo asentir con la cabeza y emitir un ronco gemido como afirmación, que se ve recompensado por un húmedo beso con la boca abierta que enseguida vuela hasta mis pezones succionándolos y mordiéndolos con avidez.

- ¿Quieres sentirme dentro otra vez? – jadea posando sus ojos en los míos. Asiento de nuevo con la cabeza, incapaz de controlar mi voz, mientras me muerdo con fuerza el labio -. Voy a recompensarte, nena porque me das muchísimo placer.

En ese momento me embiste con todas sus fuerzas, profundamente y gimo con una pasión desmedida. Mi vientre comienza a palpitar alrededor de su pene y me impulso hacia él con las caderas, arrancando un grito de salvaje placer de su garganta.

- ¡Te deseo tanto...! – gruño estremeciéndome con violencia.

- ¡Sí… eso es! Voy a hacerte gritar, nena… - gruñe él -. Abre más las piernas. 

Lo hago cegada de deseo e inmediatamente y para mi satisfacción Christian me desata. 

Y cuando ya creo que no podré soportar más placer y mi sexo clama dolorosamente por poder estallar en un orgasmo que me deje al borde del aturdimiento, Christian se incorpora bruscamente, me alza sobre él para pegarme a su pecho y me sienta sobre sus piernas.

Eso provoca que el modo en que me penetra cambie y que sus embestidas sean igual de profundas pero mucho más intensas, ya que presionaba constantemente en la parte frontal de mi vagina, en ese famoso y mágico punto que siempre creí una leyenda urbana. Y por si eso no fuese suficiente, sus hábiles dedos trabajan de forma frenética mi sobreexcitado clítoris y mis pezones, mientras su boca abierta y su lengua acogen mis intensos gemidos. Todo a la vez. El placer más increíble. Estoy ardiendo.

Sus roncos y profundos jadeos y sus frenéticas embestidas resuenan en mis oídos, ahogados por su nombre, que sale de mi boca cada vez con más furor. Mis muslos comienzan a temblar, mis pechos vibran y mis entrañas convulsionan con fuerza luchando por absorber ese orgasmo que brota en mi interior.

- ¡Córrete para mí, ahora! – grita.

Me arqueo para que me penetre por última vez, plenamente, sollozando de puro y absoluto placer, ronca, con el pelo cubriéndome la cara, sudorosa y a esa orden suya obedezco y estallo por fin.

* * *

Cuando vuelvo a ser consciente de mí misma yazco sola, desmadejada sobre mi cama, desnuda, estremecida, sudorosa y luchando por respirar.

El sol entra por los ventanales del hotel. Amanece un nuevo día en Seattle.

...CONTINUARA...