FanFIC no.132 'La Casa.Rob'

Somos un Blog ROBsessed, donde solo deseamos seguir contando la versión de Irina en la historia Robsten como lo veníamos haciendo anteriormente. Este FanFic es parte medular de este Blog ROBERT PATTINSON EN ESPAÑOL, razón por la cual  suplicamos RESPETO al comentar los relatos. Si No os sentís preparados para leerlos No lo hagáis, eso no va a ofender a Irina. Pero rogamos evitéis críticas destructivas que si pueden molestar mucho y crear mal ambiente en el Blog.

NOTA: A PARTIR DE HOY ESTE FIC IRINA SE PUBLICA LUNES Y JUEVES

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FanFIC no.132

"LA CASA. ROB"
Imágenes: Elena

´´Solo lo tengo hace dos o tres días. Es curioso. Él ha estado asustado. Fui al albergue a recogerlo, tomé un avión privado para venir aquí desde Louisiana, donde yo estaba filmando Crepúsculo y ahora está alojado en un hotel de cinco estrellas comiendo prosciutto de Parma del restaurante”, comenté en una de las entrevistas, mientras Bear aguardaba a que terminase bajo la silla, comiéndose el cordón de uno de mis zapatos.

El 17 de febrero concluyeron las grabaciones en Baton Rouge y el 18 Kristen y yo cogimos un jet privado en dirección a L. A. Salimos del aeropuerto de LAX por separado. 

A mí nadie me vio pero a Kristen sí y la acosaron a preguntas al ver que llevaba una férula en el dedo pulgar debido a un golpe en el rodaje de una escena. Era una simple torcedura pero le dolía y le pusieron una férula para mantenerlo inmovilizado unos cuantos días. Los malditos tipos rastreros, ni cortos ni perezosos, se dedicaron a molestarla con lindezas tales como: ´´¿Eso te lo ha hecho tu novio?´´. 

Nos reunimos en el hotel y ella llegó molesta por culpa de los paparazzis. Estaba de mal humor pero Bear le dedicó unas cuantas carantoñas y lametones y enseguida se le pasó el disgusto. 

Hasta hacía muy poco tiempo, había tratado obstinadamente de vivir la misma vida que antes. Pero era peor, no podía ir a ninguna parte sin ser asaltado por una cantidad gigantesca de fans. Entonces, el último fin de año en Ventnor, algo hizo clic en mi cabeza, una certeza consciente de cómo eran y como iban a ser las cosas en adelante y me dije a mí mismo: “Hay que aceptar que todo es diferente ahora.” Y me sentí aliviado, casi de inmediato. La aceptación es el requisito previo para la felicidad, o al menos eso es lo que me gusta pensar. Eso intento que entienda Kristen, pero creo que para ella es más complicado que para mí. 

Solo intento que ella se vea a si misma como la veo yo y entonces todo le sería más fácil.

Si tú quieres a alguien piensas que es la mejor persona en el mundo. Pero ella no se veía así, como yo la veía y es eso lo único que quería mostrarle. Solo quería que ella se amase a si misma como yo la amaba.

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Tuve que pasarme casi todo el día siguiente concediendo entrevistas en el Hotel FourSeasons de L. A., para la promoción de Agua para Elefantes. En realidad ambos nos alojábamos en otro hotel mucho más discreto. 

Los actores casi nunca nos alojamos en ese tipo de hoteles, solo cuando nos lo imponen las productoras. Son demasiado obvios y mediáticos. Es donde primero nos buscan los paparazzis. Menos mal que la mayoría de esos tipos son medio idiotas.

Kristen se fue con Bear de visita a casa de su padre. Nos alojamos en el Petit Ermitage, un bonito hotel situado en West Hollywood que admitía mascotas, mucho más bonito por dentro que por fuera, aunque siempre entro por la parte trasera de los hoteles o desde el garaje y no me fijo mucho en las fachadas.

Llegué algo cansado de tanto intentar no decir lo mismo durante horas. Me di una ducha y la esperé. Estaba de buen humor e impaciente por ver mi nueva casa de Los Feliz, nuestra nueva casa. Nick me había dicho que acababa de pasar la empresa de limpiezas y estaba todo impoluto. Llamé al servicio de habitaciones para encargar la cena y me asomé a la ventana a ver como se ponía el sol sobre la ciudad. 

Solo íbamos a estar un par de días en Los Angeles y me di cuenta de que había echado de menos sus palmeras y su buen clima. Me puse ropa cómoda y en cuanto Kristen entró por la puerta con Bear la recibí con un beso.

- Parece que estás contento – sonrió.

- He encargado la cena – asentí agarrándola por la cintura y atrayéndola hacia mí cuerpo.

Kristen me besó y yo le devolví el beso. Continuamos besándonos y acariciándonos cada vez con mayor intensidad hasta que Bear se puso a dar botes alrededor de la habitación, tiró un jarrón y lo rompió.

- ¡Oh, vaya! ¡Bear, no! – le riñó Kristen.

- ¡Siéntate Bear, quieto! ¡Ahí! – le grité enfadado retirando los trozos del jarrón -. Tendré que enseñarte modales.

- Me temo que te has quedado sin prosciutto – le dijo Kristen sonriendo.

- ¿Dónde prefieres comer, aquí, en el restaurante o en uno de los cenadores privados de la terraza? 

- En el cenador, es más… privado.

Nos sentamos dentro de la carpa individual abierta por un lado, con vistas a la piscina y el cielo nocturno de L. A. 

- La cena está estupenda – dijo Kristen.

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- Cuando terminemos voy a llevarte a ver la casa – Asentí. Me moría por mostrársela. 

- Vamos ya si quieres.

- No, no aun no has terminado el postre.

- No importa, estoy llena.

Sonreí la tomé de la mano y no fuimos en un taxi hacia Los Feliz.

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- ¿Es aquí? – preguntó Kristen recién bajados del taxi, con Bear en brazos.

- Aquí mismo.

- El taxista se ha ido – dijo mirándome extrañada.

- No importa. Nos quedamos un rato – sonreí imaginando lo que tenía pensado.

Ella volvió a mirarme y me dedicó la sonrisa más bonita que había visto jamás y sentí que estaba ante uno de esos momentos que no se olvida. Que era nuestro momento. 

Estaba nervioso, respiré hondo, Kristen dejó en el suelo a Bear, yo tomé su mano y entramos bajo la arcada que daba paso al camino en dirección a la casa. 

Solté la correa a Bear para que recorriese el jardín y caminamos por el sendero. 

- El jardín no se ve bien porque no está iluminado pero se pueden poner algunas luces.

- Sí, estaría bien - asintió Kristen.

- Es un jardín típicamente californiano. Bueno, eso es lo que me han dicho – Kristen me miró con ternura sin dejar de sonreír.

- Me encanta – rió girando sobre si misma para contemplarlo todo a su alrededor, mientras nos acercábamos al patio que daba acceso a la casa.

- Hay que hacer alguna reforma. Tengo pensados algunos pequeños cambios dentro de la casa – dije ansioso por ver su reacción, que aún no asomaba a su cara.

Llegamos a la explanada frente a la casa, flanqueada por altísimas palmeras Californianas. El Santa Ana seguía soplando desde la mañana y hacía calor.

- ¡Qué bonita! – exclamó tapándose la boca con sus manos.

- Puro estilo español ¿verdad? – pregunté entusiasmado.

- Sí, lo es. ¡Me encanta! Es mucho más bonita que en las fotos– sonrió emocionada.

- Y eso que está oscuro. De día es aún más bonita, ya lo verás mañana – dije abriendo la puerta principal y cediéndole el paso a Kristen.

- ¿Mañana? – dijo entrando al hall.

- Sí, mañana. Espera, voy a dar la luz.

Kristen echó un vistazo a su alrededor asomándose al salón y se volvió a mirarme.

- ¿Vendremos de nuevo por la mañana? – preguntó.

- No, por la mañana estaremos aquí – sonreí negando con la cabeza.

- ¿Ah, sí? – rió.

- Sí, pasaremos la noche aquí. Estrenaremos nuestra casa – susurré tomándola por la cintura.

- En realidad es tuya. Yo debería comprarme otra – sonrió.

- Hazlo, al lado, para cuando nos enfademos. Así te iras a la tuya y yo iré allí a buscarte para traerte de vuelta a la mía.

- ¿Lo harías?

- Claro que sí, nena – dije ronco, sin poder disimular lo excitado que estaba.

La casa estaba vacía y olía a la madera de sus artesonados labrados y a alguna especie de detergente empleado por la empresa de limpiezas que había mandado la inmobiliaria. 

Era agradable, como a limón. El sonido de nuestros pasos y el ruido de los grillos del jardín era lo único que se oía en aquel vecindario tranquilo. 

La tomé de la mano y la llevé escaleras arriba, hacia el dormitorio principal.

- ¿Estará bien Bear ahí fuera?

- Sí, seguro que le ha encantado el jardín. Tranquila, no puede escaparse. Estará correteando por ahí – dije acariciando su atrayente trasero.

Entramos en la habitación. No había muebles, solo una cama que yo había mandado preparar para esa primera noche, una enorme cama blanca con dosel. Nos miramos a los ojos y nos quedamos allí parados, frente a frente. El ambiente parecía cargado de una extraña y electrizante sensualidad. Abrí la ventana y una ráfaga de viento cálido procedente del desierto entro en la habitación agitando las etéreas telas del dosel.

- Acércate. Quiero desnudarte, me encanta hacerlo – le susurré.

- Hazlo – suspiró caminando hacia mí.

La desnudé despacio, quitándole cada prenda lentamente, con sumo cuidado, deleitándome en rozar su cuerpo mientras lo hacía, acariciando su piel a medida que esta iba quedando al descubierto.

Yo me fui quitando la ropa rápidamente y esta quedó esparcida por el suelo, junto a la suya. Solo me quedaba por quitarle el sujetador. Me puse a su espalda y lo solté muy suavemente dejándolo caer al suelo. Ya desnudos la rodeé con mis brazos desde atrás, besando su pelo. Cubriendo uno de sus pechos con mi mano, abarqué su sexo con la otra, acariciándolo, presionando su tierna y suave piel. Kristen se recostó sobre mi cuerpo y emitió un lujurioso quejido que hizo que mi miembro saltase contra su espléndido trasero. 

Retiré su pelo hacia un lado y besé su hombro hasta su cuello, lamiendo y chupando su suavísima piel, aspirando su aroma. Adoro su aroma, el olor que desprende su piel, sobre todo durante el sexo. Me excita muchísimo. Llegué con mis labios hasta su nuca y la mordisqueé con delicadeza haciendo que de su boca entreabierta escapase un agudo gemido.

La di la vuelta bruscamente para abalanzarme sobre su ávida boca húmeda lleno de deseo. Los dos enredamos nuestras lenguas voraces, sumidos en un frenesí de besos, caricias y gemidos que nos hicieron desplomarnos hasta el suelo fundidos en un intenso abrazo, sin tiempo para llegar hasta la cama. 

Continuamos besándonos como si fuese la última vez, como si no hubiese mañana.
La tomé en brazos posándola sobre mis muslos, con los suyos a cada lado de mis caderas, penetrándola con urgencia para rápidamente comenzar un baile de potentes embestidas. 

Quería darle todo lo que pudiese, que me sintiese como nunca. Mis brazos la rodeaban con fuerza mientras mordía su dulce labio superior con ternura, refrenando mi pasión a duras penas para empujarme dentro de ella todo el tiempo posible. Mientras, Kristen se aferraba a mis hombros ayudándose para recibir mis poderosas acometidas. 

Noté como me acercaba al orgasmo rápidamente, gimiendo sobre su boca abierta y jadeante.

- ¡Oh, Rob… Qué gusto mi amor! – susurró exhalando su cálido aliento sobre mi rosto, cerrando los ojos y mordiéndose el labio inferior.

Cada erótica palabra suya llenó de felicidad mi palpitante corazón. La contemple maravillado, extasiándome por su abrumadora sexualidad y entonces la besé con más fuerza aun, apretándola contra mi cuerpo con urgencia, desesperado por sentir su orgasmo. Ya no podía retrasar mucho más tiempo el mío. Ya notaba como mi miembro palpitaba con vigor dentro de sus suaves y tiernas entrañas. 

Con una mano la sujete por la parte baja de la espalda para facilitar que se arquease abriendo al máximo sus delicados y húmedos muslos y con la otra abarqué sus preciosas nalgas disfrutando de su increíble entrega.

- ¡Qué bien nena… Eres increíble, amor! – suspiré intensamente.

Cerré los ojos jadeando sofocado y en el instante en que ella se empujó violentamente contra mi sexo y la oí gemir de nuevo, no pude resistirlo más. Con una frenética y vigorosa embestida estallé junto con ella, derramándome en su interior entre gruñidos y jadeos, temblando, convulsos los dos, rendidos al placer y la pasión que nos dábamos el uno al otro.

...CONTINUARA...