FanFIC no.156. 'La fuerza del destino I. Rob'.

NOTA: EL FIC ROBSTEN DE IRINA SE PUBLICA LOS LUNES Y JUEVES

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                                                                                                    FanFICno.156

"LA FUERZA DEL DESTINO I

ROB."

En la Ceremonia de los Oscar no te dan de cenar como en los Globos de Oro y se sale de la larguísima gala con un hambre inmensa. Al menos, a mí siempre me ocurre. 

 
Para cenar algo hay que pasarse por algunas de las múltiples fiestas que se celebran esa noche en Hollywood. 

Tienes la del Baile del Gobernador, pero es más política que otra cosa, está la de Elton John, que no me va mucho, la de Antonio Banderas para la comunidad latina, la de Maddona y un larguísimo etcétera. 

Todo Hollywood es una gran fiesta esa noche.

Si eres un actor que pretende seguir siéndolo tienes que dejarte ver por la fiesta que da la revista Vanity Fair en el Hotel Sunset Tower y pasar por el trance de ser fotografiado en la entrada. 

Es de obligado cumplimiento en el mundillo del cine, aunque no se come nada bien pero a ella acude siempre Harvey Weinstein, el ´´productor´´. Si Weinstein se interesa por ti te ha tocado la lotería. El hace un éxito tu película, o eso dicen. Es conocido por ser el co-fundador de la productora Miramax y descubridor de Tarantino entre otros. También llamado el ´´creador´´ de Oscars para los grandes estudios. Aunque a veces, como en el caso de Kristen, los académicos no sucumben a su poder y hacen excepciones fijándose en el criterio del Sindicato de Actores y el cine independiente.

Allí acudí con Nick, ansioso por encontrarme con Kristen, no por otra cosa. Pero ella no había llegado aún. Comencé a saludar gente, estrechar manos y a picar algo. Al rato ya estaba nervioso porque ella no aparecía y volví a abalanzarme sobre el surtido buffet situado en la terraza, lleno de espárragos, apio, todo tipo de crudites y cosas poco apetitosas. ´´Lo que daría por una hamburguesa con queso, mucha cebolla y bacon´´, suspiré.

Comenzaba a sentirme inquieto. ´´Tenía que haber llegado ya´´, pensé mirando mi reloj cada dos segundos. Nervioso me encaminé hacia el buffet aunque no tenía ganas de comer aquello pero necesitaba mordisquear algo para poder distraerme y mantenerme cuerdo. 

´´No tengo mucho tiempo, apenas unas horas para estar con ella´´, pensé angustiado.

‘’¿Por qué no viene? Parecía que… ¿Y sí realmente no es lo que creo? ¿Si solo es lo que quiero creer?´´, reconsideré atormentándome.

Estaba de espaldas, rebuscando en el buffet para estrellas de cine a dieta perpetua, mordisqueando frenético unas láminas de zanahoria, manzana y rábano con una especie de salsa de yogur cuando  escuche su voz.

-          Llego un poco tarde – escuché a mi espalda.

Sonreí aliviado, cerré los ojos por un instante y suspiré antes de darme la vuelta y ver sus bellos ojos verdes brillando para mí.

-          Hola. Creí que no vendrías – dije sinceramente. 

-          Me he escabullido y he dejado a Ruth con no sé quién en la puerta. 

-          ¿Y tus Van´s? – me fijé en que iba descalza. 

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-          Las dejé para sacarme fotos y me las robaron – dijo encogiéndose de hombros.

Comencé a reírme a carcajadas consiguiendo hacer reír a Kristen. No podíamos parar de reír pero intentamos no llamar la atención y no sin esfuerzo dejamos las risotadas.

-          Algún fan – reí en voz más baja. 

-          Sí seguro  - asintió aun entre risas.

De repente paramos de reír y nos miramos en silencio. Una ´´big band´´ de las del viejo Hollywood, con su propia cantante solista, amenizaba la fiesta junto a la concurrida pista de baile.   

Comenzó a sonar ´´Cheek to cheek´´.

El cielo, estoy en el cielo
Y mi corazón late de manera que casi no puedo hablar
Y me parece encontrar la felicidad que buscaba
Cuando estamos juntos bailando mejilla con mejilla

 
El cielo, estoy en el cielo
Y los cuidados que colgaba alrededor de mí a través de la semana
Parece que se desvanecen como en una racha de buena suerte
Cuando vamos juntos a bailar, mejilla con mejilla,

Dejé las insípidas crudites a medio comer y nos apartamos de la mesa del buffet a un lugar menos concurrido, a salvo de miradas. No sé por qué en ese momento se me ocurrió que debía invitarla a bailar. Era ahora o nunca.

-          Deberíamos bailar – dije tomándola de las manos. 

-          Bailar?, ¿Tú? – sonrió extrañada. 

-          Sí, he mejorado mucho. Desde aquella película… 

-          !Ah, sí, ya sé! Pero creo recordar que tú no bailabas. 

-          Bueno, al final no pero di unas cuantas clases para no hacer el ridículo y aun las recuerdo. No soy tan malo y puedo demostrártelo. 

 

-    ¿Aquí? – rió. 

-     No te preocupes los paparazzis se han quedados en la puerta. Estamos a salvo – susurré mirándola fijamente y sonriendo como sé que a ella le encanta que lo haga, con toda la intención de seducirla. 

Creía recordar cómo se hacía y sabía que mi sonrisa, ´´esa´´, causaba estragos en Kristen.

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Allí dentro no cabían las cámaras ni los chismes. Los actores somos una piña en ese sentido. Ninguno hablará de lo que pasa en una fiesta, por solidaridad más que por otra cosa. Si tú no hablas de tus compañeros de profesión ellos no lo harán de ti. Es cómo una ley de hermandad universitaria, un código de honor.

-          No sé si… si voy a saber hacerlo con este vestido tan largo – dijo con humildad y una maravillosa sonrisa.  

-          Por cierto, no te lo había dicho pero estás preciosa.

Kristen se sonrojó y el verla así, toda avergonzada me produjo una ternura infinita. Estaba tan hermosa, con las mejillas encendidas, el pelo suelto... Me sentía cautivado por ella, completamente enamorado de nuevo.

-          Venga, baila conmigo, solo unos pasos – le pedí dulcemente. 

-          Pero no me pises, estoy descalza.

Negué con la cabeza sonriendo. Le tendí mi mano y ella la aceptó. No dije nada más y la agarré de la cintura para elevarla un poco y posarla sobre mis pies, como aquella vez, rodando ´´Crepúsculo´´, hacía mucho tiempo ya. 



No quería pisarla de ninguna de las maneras.

La sostuve agarrándola por la cintura con suavidad, sin dejar de mirarla. Ella rodeó mi cuello con sus brazos y apoyándose ligeramente en mi pecho bailó conmigo.

Ven y baila conmigo

Quiero mis brazos sobre ti
Esos encantos sobre ti

 Me llevarán a través de...
 

Al cielo, estoy en el cielo
Y mi corazón late de manera que casi no puedo hablar
Y me parece encontrar la felicidad que buscaba
Cuando vamos juntos a bailar, salimos juntos a bailar
Juntos bailando mejilla con mejilla

Era así como me sentía realmente. En el mismísimo cielo. Allí, charlando en voz baja con ella, al oído, susurrándola mientras bailábamos muy juntos, casi sin movernos de donde estábamos. Respiraba su aroma, notando el calor que desprendía su piel, viendo palpitar su cuello pálido, de porcelana.

Me moría por acariciarla. Un momento, solo rozarla con las yemas de mis dedos, su mejilla o el lóbulo de su oreja, o ese divino cuello suyo. Inspiré hondo y me fijé en cómo me miraba. ¿Sentía ella lo mismo que yo? 
Sus mejillas continuaban encendidas. Y me percaté de que mis orejas también.

-          Ha pasado mucho tiempo – suspiró. 

-          Sí, parece que fue… en otra vida – dije con nostalgia.

Sabía que se estaba refiriendo al rodaje de ´´Crepúsculo´´.

-          Fueron buenos tiempos ¿verdad? 

-          Los mejores – susurró.

´´Eramos tan jóvenes, tan ingenuos los dos…´´, pensé. Entonces paré de bailar. Resoplé negando con la cabeza y sonriendo azorado para fruncir el ceño después.

-          ¿Sabes lo frustrante que es sentir que eres la única persona que puede comprenderme?

Kristen me miró con tristeza y esa mirada se metió dentro de mí, hasta el fondo de mi alma, causándome un agudo dolor que intenté apartar respirando hondamente.

-          Lo siento – susurró con ternura. 

-          No es culpa tuya, en todo caso de los dos – dije. 

-          ¡Anda, sigue bailando! – dijo agarrándome por las solapas del smoking y sacudiéndome, como queriendo hacerme sonreír pero con los ojos llenos de melancolía, una que no recordaba haberle visto nunca antes.

-          Como Fred Astaire y Ginger Rogers – reí en voz baja. 

-          Sí – dijo con melancolía, cogiendo mi mano y volviéndola a poner en su cintura. 

-          ¿Qué vas a hacer con el Oscar? ¿Dónde vas a ponerlo? – pregunté para cambiar de tema.

-          Uhmmm… Creo que lo usaré como tope para la puerta del baño o algo así.

Solté una carcajada ante su ocurrencia.

-          Eres muy capaz de hacerlo, ya lo creo – reí. 

-          Sabes que sí – sonrió -. ¿Qué has hecho tú con tu Globo de Oro? 

-          Lo tiene Nick en su casa, se lo ha ganado – reí -. Ganarlo fue lo divertido, luego me olvidé de ello. Me siento satisfecho, no necesito el Oscar – dije bromeando y haciendo un  gesto de rechazo con la mano. 

-          ¿Desde cuándo te conformas así? – preguntó divertida. 

-          Ya ves. Es fácil contentarme, soy un chico fácil. Se me hace feliz con muy poco. 

-          No es verdad, solo lo aparentas – sonrió.

Suspiré, me sentía tan bien, tan a gusto, charlando, tocando su cuerpo, escuchando su risa, su voz…

Kristen se apoyó un poco más en mi pecho y yo la atraje con más fuerza. Nuestros cuerpos estaban pegados, sintiendo el uno el del otro. Yo era intensamente consciente del suyo, de sus curvas, su sensualidad, sus movimientos.

Una punzada de deseo mezclado con ternura y alegría, todo al mismo tiempo, me golpeó con fuerza por dentro.

La apreté un poco más y no se resistió, se dejó apresar por mis manos. Acaricié levemente su cintura hasta alcanzar la curva de su espalda, esa deliciosa curva que daba paso a su increíble trasero, y creí notar un ligero temblor en ella. Kristen me miró con una intensidad que me confundió, como si quisiera adivinar mis pensamientos. La tensión ante la inminencia de otra caricia que nos conduciría tal vez a un beso, y acto seguido a algún lugar donde hacer el amor, era más que evidente. Había preguntas en esa mirada, dudas pero sus pupilas dilatadas la delataban.

-          Has… venido solo – dijo finalmente.

No supe si era una afirmación o una pregunta. ´´ ¿Así que era eso? Esa era su duda´´, pensé satisfecho.

-          Tú también – susurré.

Asintió muy seria y se separó lentamente de mí.

-          Quise decir… si estás… con alguien ahora.

-          No –  sonreí con ternura.

He de reconocer que me divertía la situación, sus titubeos. Asintió y apretó los labios con terquedad mientras fruncía el ceño casi imperceptiblemente. La estaba irritando con mis evasivas. Me di cuenta de a dónde quería llegar pero no se atrevía a hacer la pregunta correcta, así que decidí ahorrarle el mal rato.

-          Cécile y yo lo dejamos hace unos meses, antes de navidad.

Sus bellos ojos se abrieron hasta parecer inmensos.

Al fin las cartas estaban sobre la mesa.