FanFIC no.157. 'La fuerza del destino. Kristen'.

NOTA: EL FIC ROBSTEN DE IRINA SE PUBLICA LOS LUNES Y JUEVES

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                                                                                                    FanFICno.157

"LA FUERZA DEL DESTINO.

KRISTEN."

-          Cécile y yo lo dejamos hace unos meses, antes de navidad.

En ese instante quise saltar de alegría pero me aguanté las ganas. En vez de eso me quedé atónita y sin poder reaccionar a las palabras de Rob. Debí decir algo, que lo sentía pero hubiese sido mentira y se me hubiese notado. En vez de eso me quedé callada, allí delante de él, inmutable sintiéndome aliviada, ligera, libre y esperanzada.

Rob suspiró y miró a la nada un momento, para volver a mirarme de nuevo y sonreírme con tristeza. Después bajó la cabeza para continuar hablando.

-          En realidad… me dejó ella. Ella… Ella quería más y yo no pude dárselo – sonrió  con amargura, encogiéndose de hombros -. Merecía más, merecía todo, por eso me dejó. Hizo bien. Fue un alivio y creo que me hizo un favor.

Lo dijo todo de golpe y después se quedó callado y volvió a mirarme a los ojos. Me sonrió y comprendí, sin necesidad de palabras, entendí por qué Rob no pudo amarla como ella quería, por qué ninguno de los dos habíamos podido amar de nuevo. Después me quedé absorta en su gloriosa presencia, tan masculina y elegante. Su pelo, la perfecta mandíbula, su cuello… ´´Ojalá me besara ahora´´, pensé.

´´¡Joder, soy una maldita imbécil!´´, me dije. Le deseaba con cada fibra de mí ser, esa era la realidad. Pero no me atrevía a confesárselo.

Ya no había dudas. Ambos éramos libres, libres para amarnos de nuevo. ¿Era realmente lo que yo quería? Y instantáneamente supe la respuesta. Sí, quería, amaba a Rob, le quería. Sentía por él aquella poderosa atracción de siempre. No, incluso era mayor que antes, más potente a pesar de todo lo sucedido entre nosotros, precisamente por eso. Pero ¿y él? ¿Qué sentía Rob por mí?

A pesar de que mi mente y la cordura me decía que no, que él ya no me amaba, que lo de aquella noche era solo cariño, tal vez deseo, mi cuerpo clamaba por Rob, por volver a sentirle.

-          ¿Quieres beber algo? – preguntó Rob agachándose para susurrarme al oído con voz ronca, casi una caricia.

Tan solo con ese ligero roce de mi piel con la suya sentí que temblaba de anhelo. La atmósfera entre nosotros había vuelto a cambiar, ya no era suave y melancólica si no intensamente sensual. La atracción entre nosotros era palpable y deliciosamente insoportable.

En ese instante incluso creí que estaba a punto de besarme pero, para mi desesperación, no lo hizo. Respiré hondo y Rob me miró fijamente, como aguardando mi siguiente movimiento.

´´¿Quieres jugar, eh Pattinson?´´ Y me mordí el labio lentamente, chupándomelo un poco primero, apenas, rozándolo levemente con la punta de mi lengua, humedeciéndolo. Me fijé en Rob, inspiró, sus pupilas se dilataron visiblemente y creí ver en él cierta pérdida de aplomo.

 

-          Tú sí – sonreí con picardía -. ¿Una Heineken?


-          Cómo me conoces – sonrió negando con la cabeza, obsequiándome con una de sus sonrisas más sexys y canallas y le odie por ello, por hacer que mis piernas temblasen de puro deseo.

Mientras Rob se alejaba en busca de unas cervezas procuré serenarme y recapacitar. Tenía clara una cosa, que aquella noche él estaba empleando su artillería pesada conmigo porque si bien al principio, cuando nos conocimos, no se daba cuenta de su apabullante atractivo, ahora a sus 32 años era perfectamente consciente de ese poder que poseía sobre mí y sobre cualquier otra mujer heterosexual.

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Regresó con dos cervezas y me tendió una rozando mi mano levemente. Le di un sorbo mientras él me contemplaba. Sus ojos escrutaban mi cuerpo de arriba  abajo. Bebió y tras hacerlo se chupó los labios y no pude evitar anhelar con todo mi ser esa boca tan roja.

La recordaba suave, cálida y húmeda sobre mi cuerpo. Mi mente voló sin censura y mil eróticas imágenes la llenaron haciendo que mi cuerpo demandar intensamente esas sensaciones casi olvidadas.

´´Llevo demasiado tiempo sin pensar en besos y caricias y ahora…´, reconocí.

El calor de mi cuerpo se reflejó en forma de un leve escalofrío que no era tal. Rob lo notó y preguntó.

-          ¿Tienes Frío? ¿Quieres mi chaqueta?

-          No, no estoy bien – susurré.

Volvimos a beber otro sorbo de cerveza sin dejar el contacto visual. Me la tenía que jugar, debía hacerlo. Así que tomé aire, tragué saliva y me lancé.

-          Mañana tengo algo de prensa, por la tarde, creo pero si quieres… - comencé.

-          Kristen…, me voy mañana, no quiero engañarte. Me marcho a Londres – me dijo con suavidad.

-          ¿Mañana? ¿Alguna película? – mi ánimo casi se vino abajo ante su respuesta pero me hice la dura -. No importa, podemos vernos… cuando vuelvas, si tú…

-          Me voy a vivir a Londres.

Fue como si me hubiese dado un mazazo en la cabeza.

-          ¿A… Londres? – mi voz tembló de angustia.

-          Me mudo allí por mi padre. Está enfermo, Kristen – susurró con tristeza.

-          ¿Richard está enfermo? ¿Es… grave? – pregunté angustiada.

-          Sí, y… quiero estar allí con él. No quiero que… no quiero estar tan lejos.

´´!Oh, no Rob, mi pobre Rob´´.

-          ¡Oh, Rob! Lo siento de verdad. Quiero mucho a tu padre – musité desolada.

-          Lo sé – asintió con tristeza.

-          ¿Le darás un fuerte abrazo y un beso de mi parte? – dije con un hilo de voz.

-          Claro que sí. El también te quiere mucho.

Asentí sin poder continuar hablando. Todas aquellas emociones juntas en un solo día fueron demasiado para mí. Y ahora solo podía pensar en su padre, en el dolor de Rob. Los ojos se me estaban llenando de lágrimas y pronto un par de ellas comenzaron a resbalar por mis mejillas.

-          No llores. El se encuentra bien, está bien. Lo sabe y está tranquilo – me dijo suavemente.

-          No puedo… evitarlo, lo… lo siento tanto…

-          Tranquila, no llores – susurró dulcemente-. Ten mi pañuelo.

Lo cogí y me sequé las lágrimas con cuidado. El fino algodón olía a Rob y su olor y su mano acariciando mis hombros me calmaron un poco pero un nudo de tristeza se me quedó en la garganta. El me miraba con preocupación y me hablaba con una ternura tan inmensa que en ese instante me hizo amarle con toda mi alma. ¡Me estaba consolando a mí en vez de yo a él!

-          ¿Y Bear y Bernie? ¿Dónde se quedarán? – dije algo más calmada.

-          Los tiene Nick en su casa desde esta tarde y viajará con ellos hasta Londres en breve.

-          Sabes que puedo cuidártelos yo.

-          Lo sé, lo sé, gracias. Ellos adoran quedarse contigo – rió suavemente y me miró con una mezcla de ternura y deseo que hicieron que la poca prudencia que aún me quedaba se evaporase por completo.

-          Y yo adoro tenerlos. Hace mucho que no los veo – murmuré -. Rob… yo…

No me dejó terminar.

-          ¿Por qué no nos vamos de aquí? – preguntó de pronto acercándose mucho a mí, susurrando muy cerca de mi rostro.

Le hubiese besado allí mismo de no ser por Nick, que apareció para hablar con Rob.

-          Disculpa Kristen. Rob…, lo siento hay alguien que quiere hablar contigo, es importante. Solo será un momento.  

Rob resopló e inmediatamente me miró indeciso, yo asentí. Aquella fiesta era en realidad el mejor lugar para conseguir un papel o hablar de negocios. Ese era nuestro trabajo. Nos comprendíamos sin necesidad de palabras.

-          Ahora vuelvo – me dijo Rob con una sonrisa franca y tranquilizadora.

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Pero Rob tardaba demasiado y nerviosa, tras charlar con unos cuantos actores y actrices conocidos, ir al lavabo y beberme otra Heineken, busqué a Ruth entre la gente. La orquesta seguía tocando y la cantante comenzaba a entonar una nueva melodía.

No podía llamarle simplemente porque no sabía su número de móvil. Además aun existiendo la remota posibilidad de que lo consiguiese le había dado mis cosas a Ruth para que me las guardase, incluido mi móvil y no la encontraba por ninguna parte. En ese momento comencé a sentirme desesperada.

´´¿Dónde estás Rob, dónde te has metido?´´.

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Al rato Ruth apareció y suspiré aliviada. Vino hasta mí con un papel en la mano y me lo dio sin decirme nada. La miré extrañada y lo leí rápidamente una vez, más detenidamente la segunda.

Se nos agota el tiempo. Estoy en el hotel Petit Hermitage. Me he registrado con el nombre de Thomas Charlton. Lo siento, ahora mismo no recuerdo el número de la habitación y no logro localizarte. Te espero allí.

Te quiero.

Rob.

- Oh, mierda, ¿se ha marchado? ¿Te lo ha dado…?

- Hace un rato. Rob, tenía algo que solucionar antes de volver al Reino Unido. No me ha dado muchas explicaciones. Estaba con Nick y con Weinstein y escribió esa nota para ti – Ruth suspiró -. Lo cierto es que he tenido la tentación de no dártela pero me he dado cuenta de que no puedo haceros eso.

-          ¡Joder!  ¿Tan importante era ese asunto? – maldije furiosa y angustiada al mismo tiempo, en voz alta, sin escucharla.

-          Kristen…

-          Si le importase de verdad no…

-          ¡Kristen escúchame!  - me espetó Ruth -. Cuando estabais charlando en el backstage me fijé en cómo te miraba Rob.

-          ¿Y qué? – dije desconsolada.

-          Que daría cualquier cosa porque un hombre me mirase así, como él te mira a ti, con esa… adoración tan conmovedora.

 
La orquesta comenzó a tocar ´´Lady in red´´, de Chris de Burgh y dejé de escuchar a Ruth. No pude evitar recordar el after party de Cosmopolis, en Cannes. Cuando con aquel vestido rojo de Reem Acra, Rob me la cantó al oído sin dejar de acariciarme y adorarme, tomándome por la cintura y apretándome contra su cuerpo.

´´Nunca te había visto lucir tan hermosa como esta noche. Nunca te había visto brillar tan fuerte, estabas increíble. Nunca había visto tanta gente querer estar a tu lado. Y cuando te volviste hacia mí, me quedé pasmado. Y nunca había tenido una sensación así, una sensación de amor completo y absoluto, como esta noche´´, cantaba para mí. ´´La dama de rojo está bailando conmigo, mejilla con mejilla. No hay nadie aquí, no hay nadie aquí, sólo tú y yo. Es donde quiero estar, pero apenas conozco a esta belleza que está a mi lado. Nunca olvidaré la manera en que luces esta noche…´´.

Se la sabía entera y me hizo gracia. ´´Es la canción favorita de mi madre´´, me dijo algo avergonzado y recuerdo que en ese momento  pensé que era el hombre más dulce de la tierra.

Respiré hondo y asentí con un nudo en la garganta. Era cierto, Rob me miraba de un modo diferente, me ´´veía´´, a mí, no a la actriz. El me conocía, conocía mi alma como nadie, por eso me miraba de ese modo tan asombroso. Era con él con quien quería estar.

-          ¡Oh, dios! ¿Qué hago Ruth? – gemí.

-          ¿Todavía lo dudas? ¡Ve con él! ¡Búscale! - rió -. Sé que estoy siendo la peor publicista que una actriz que acaba de lograr el Oscar puede tener pero… cariño, en la vida hay cosas que no se pueden dejar pasar, te lo digo por experiencia.

Miré a Ruth, sonreí, la abracé y besé agradecida y me puse en camino.

-          ¡Espera! Te dejas tu ropa y tus cosas – dijo tendiéndome un bolso con mis vaqueros, una muda, una sudadera y una camiseta.

-          ¡Gracias Ruth! !Guárdame el Oscar! – le grité emocionada, dejándole con la estatuilla en la mano.

Y descalza, con los Louboutines en la mano y el corazón palpitándome como si fuese a salírseme del pecho, corrí en dirección a la salida de emergencia, para no pasar por la puerta principal, mientras Ruth llamaba a un taxi por mí.

Tenía que llegar cuanto antes al hotel de Rob. No sabía cuándo salía su vuelo, cuánto tiempo nos quedaba. Aún tenía su pañuelo en la mano, junto con la nota.

Agarré la nota leyéndola una vez más. ´´Ha escrito te quiero´´, y sonreí.