FanFIC no.22 "Tokyo III.Kristen"

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FanFIC NO.22

"TOKYO III.KRISTEN"
por Irene Mendoza


TOKYO III

Kristen 


- Buenos días, preciosa – susurró Rob en mi pelo.

Su hermosa cara de sueño me hizo sentir una ternura infinita por él.

- Hola – sonreí intentando estirarme -. Buenos días.

- ¿Qué tal has dormido? – dijo acariciando mi rostro.

- Genial. Eres muy cómodo. 

Sonrió como un niño. Me acerqué a su boca y le besé. Estaba saboreando sus labios salados cuando recordé de golpe. 

- ¿Qué hora es Rob?

- Las…¡diez, joder! ¿Hemos dormido tanto?

- ¿Ya? , ¡Oh, mierda, mierda. Tenemos rueda de prensa a las once! Y… ¡Oh, no! – gemí al recordar que mi hermano no sabía nada de mí desde la noche anterior y salté de los brazos de Rob -. Taylor va a pensar que…

- Sí, creo que es eso exactamente lo que estará pensando ahora – rió Rob.

- ¡Rob, no te rías! Vaya papelón vamos a hacer.

- Ven – susurró acercándome de nuevo a su cuerpo. 
                       
                                   

El dulce temblor en mi estómago regresó al contacto con su pecho y tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano por zafarme de sus brazos.

- No Rob, tengo que irme, darme una ducha, cambiarme…. No voy a poder pasar por maquillaje y Ruth me estará buscando con la estilista. Me va a matar.

Encendí el móvil que llevaba apagado desde la noche anterior: varios mensajes de mi hermano, 2 de Taylor Lautner y… ¡10 de mi agente! Comencé a maldecir. Rob se reía sin dejar de mirarme.

- ¿Te parece gracioso?

- Me encanta cuando te enfadas. ¡Estas tan sexy! – dijo acariciando mi cintura, no dejando que me levantara del sofá. 
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- Para, por favor. ¡Oh Rob, para! – dije con ternura. 

- Puedes ducharte aquí si quieres – sonrió con malicia.

- Eres como un crío, ¿lo sabías? Esto no es divertido. ¡Suelta!      

                                             
- Sí, sí lo es. Luego le verás la gracia, ya lo verás – rió.

- Déjame Rob – supliqué.

- Vale, si me das un beso – dijo con voz sexy.

- Está bien pero solo uno.

- Pero tiene que ser un buen beso – susurró con dulzura.

<<El temblor de nuevo. ¡Dios, cómo puede ponerme tan nerviosa!>>. Le besé con ferocidad, con ansia y luego me aparté de él dejándole anhelante. Intentó agarrarme de nuevo pero me retiré a tiempo y me fui corriendo de la habitación sonriendo de felicidad. 

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Llegué tarde a la rueda de prensa, sin el vestido que debía ponerme, sin maquillar, con el pelo medio mojado, con la mirada asesina de Ruth pegada a mi culo y mi hermano pensando que había pasado la noche con Rob. <<No es lo que piensas>>, le dije y se encogió de hombros sin preguntar. Taylor Lautner parecía no haberse enterado de nada. 

 

Rob llegó de traje y corbata, impecable, con una sonrisa espléndida pero sin afeitar. Antes de entrar en el salón de actos del hotel se acercó a mí y me rozó con disimulo. 

- No he podido arreglarme por tu culpa – dije muy bajito.

Me miró de arriba abajo. Se lo estaba pasando genial a mi costa.

- No te hace falta para nada. Estás perfecta – me susurró al oído y mi cuerpo tembló al sentir su cálido aliento.          

- No hagas eso – susurré.

- ¿El qué, esto? – dijo rozando mi pelo con sus dedos.

- ¡Para, me pones nerviosa! – susurré.

- Ya, nerviosa – rió -. Eso no son nervios.

Me miró con deseo y creo que me quedé con la boca abierta. <<¡Dios, tiene razón. No son nervios lo que él me provoca, es puro deseo!>>.  

La rueda de prensa comenzó con retraso y con el griterío habitual. Daba igual el país donde estuviésemos, las chicas siempre se volvían locas por Rob. Muchas preguntas fueron para él, la mayoría y las que me hicieron a mí fueron bastante tontas y comprometidas, como la de cómo era besarle. El me miraba todo el tiempo y me sonreía. Estaba feliz, feliz como al principio cuando nos conocimos. Yo no pude dar ni una sola respuesta coherente sabiendo que Rob tenía sus ojos fijos en mí. Me sentía completamente desarmada ante él. 
                        
Menos mal que el bueno de Taylor se tomó en serio la rueda de prensa y respondió concienzudamente a todas sus preguntas. Era durante esas respuestas de Taylor cuando Rob y yo nos mirábamos de reojo y su mirada me hacía ruborizarme. No paró de sonreír, de mirarme con ternura y admiración durante toda la ronda de preguntas pero a pesar de lo que me gustaba tenerle cerca agradecí que terminara aquella deliciosa tortura. Su mirada fija en mi cuerpo, a cada movimiento que yo hacía me alteraba demasiado. <<¿Cómo puede mirarme así?>>, pensé. <<¿ No se da cuenta del efecto que causa en mí? ¡Oh, me mata. Es tan…uhm! No me extraña que chillen. Creo que cada vez está más bueno. ¡Dios, Kristen, baja de las nubes!>>. Requerí de toda mi concentración y todo mi autocontrol para poder atender a algo que no fuesen sus ojos hipnóticos. 

En cuanto bajé del estrado vi a Ruth haciéndome señas para que me acercara.

- Kristen, ¿qué diablos está pasando aquí? ¿y tu vestido?

- Nada, me he dormido, ya te lo dije.

- No estabas en tu cuarto.

- Salí pronto esta mañana.

- Mira, no me mientas. Tu hermano me ha dicho que no sabía dónde estabas pero ya veo que nadie está por darme más explicaciones – me miró muy seria -. Que no vuelva a ocurrir. Vete a arreglarte e intenta responder a alguna pregunta, por favor.

- Vale, lo siento.

La rueda de prensa continuaba. Después del rapapolvos de Ruth mi hermano me acompañó a desayunar. No vi a Rob, se había quedado con su agente. Subí a arreglarme y al poco recibí un mensaje suyo: ¿Comemos juntos? Me apresuré a contestar que sí entre secadores y sombras de ojos y me puse el vestidito de cuero que estaba acordado para la rueda de prensa. Con él puesto, el peinado y el maquillaje casi parecía una actriz de verdad. Ruth tenía razón tenía que hacerlo bien esta vez.

Nada más aparecer por el salón de actos Rob me miró de arriba abajo con descaro. Juraría que hasta me miró el culo. El me hacía sentir verdaderamente guapa y sexy. Era esa forma de mirarme lo que me hacía creerme única. Me sentía especial a su lado por primera vez en mi vida. 

Esta vez conseguí responder con un poco más de coherencia. Quería mirar a Rob pero me aguante con todas mis fuerzas. Necesitaba mantener el control de mis emociones para que no se notara lo que sentía, simplemente para poder pensar en las preguntas y responder. 

Al finalizar la rueda de prensa suspiré aliviada y agarré por la cintura a Rob y Taylor a la vez, para disimular. Rob se mostró indeciso de donde posar su mano y eso lo delató.

 Mi brazo izquierdo se movió de su cintura a su espalda acariciándosela un poco. El se giró para mirarme y esa mirada maravillosa hizo que instintivamente mi mano agarrara con fuerza su chaqueta. Nos soltamos a regañadientes y él me cedió el paso.

Lo de comer juntos pues sí, comimos juntos pero se nos unieron mi hermano y Taylor. Aun así fue maravilloso tener tan cerca a Rob. Estaba sentado a mi lado, hablábamos, reíamos. No podíamos demostrarnos nada, era nuestro acuerdo secreto pero sí mirarnos ardientemente y tocarnos bajo la mesa. Rob acercaba su pierna a la mía rozándola todo el tiempo. Yo le puse la mano en el muslo acariciándolo varias veces.

Solo con esos escasos roces mil sensaciones nacían en mi interior. <<Oh, dios, cuando tengamos algo de verdad va a ser… increíble, seguro>>, me dije sin poder apartar durante un buen rato ese pensamiento de mi mente. Rob me miró y me sonrojé sin remedio.

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Fue Taylor Lautner el que propuso lo del karaoke. A mi hermano le gustó la idea y a Rob le encantó. Yo no las tenía todas conmigo.

- Venga Kristen – dijo Taylor será divertido.

- Sí, hermanita. Demuestrales lo bien que cantas.

- Eso, queremos escucharte – dijo Rob mirándome con cara de pillo.

- Bueno, supongo que será divertido – suspiré -. Así nos quitaremos los nervios después del estreno.

Porque algo me estaba pasando. Me ponía cada vez más nerviosa con las alfombras rojas y las entrevistas. Cuando nadie daba un duro por mis películas no me sentía así pero ahora con aquellas multitudes histéricas, los tacones que no me dejaban dar un paso sin tropezar y miles de cámaras vigilando cada uno de mis movimientos me ponía tan nerviosa que me bloqueaba y solo tenía ganas de escapar de allí o de echarme a llorar. Y ahora iba a ser aun peor porque por nada del mundo quería que pudiesen adivinar nada entre Rob y yo.

 Estaba decidida. Eran nuestras vidas y no era algo negociable, no estaban en venta. Así que yo seguía repitiendo lo mismo a todos los periodistas: <<Solo somos amigos, muy buenos amigos>>. 

Continuará...

(No pude resistirme a ponerles esta foto de Rob de este mismo evento que describe el FIC,
 ¿díganme sino es la perfección esta foto?!)