FanFIC no.82 'Un lugar donde quedarse. Kristen'

Somos un Blog ROBsessed, donde solo deseamos seguir contando la versión de Irina en la historia Robsten como lo veníamos haciendo anteriormente. Este FanFic es parte medular de este Blog ROBERT PATTINSON EN ESPAÑOL, razón por la cual  suplicamos RESPETO al comentar los relatos. Si No os sentís preparados para leerlos No lo hagáis, eso no va a ofender a Irina. Pero rogamos evitéis críticas destructivas que si pueden molestar mucho y crear mal ambiente en el Blog.

Asi quedarán organizados los FICs en este blog:

LUNES:  FanFic Robsten de Irina
                     Fic la Fundación de VTeam ***NUEVO***
MARTES:  Fic 'El fin del Mundo' de Xim
MIÉRCOLES:  FanFic Robsten de Irina 
JUEVES: Fic 'El fin del Mundo' de Xim
                   Fic la Fundación de VTeam  ***NUEVO***
VIERNES: Fic '50 Sueños de Verano' de Irina

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FanFIC no. 82

"UN LUGAR DONDE QUEDARME. KRISTEN"
por Irene Mendoza
Imágenes: Elena

Se armó un gran revuelo por culpa del anillo y tras aparecer en Coachella con él puesto y bien orgullosa, no tardó en asegurarse en programas y revistas de cotilleos que Rob me había pedido en matrimonio y que estábamos comprometidos. La verdad es que yo ya había empezado a fantasear con el tema, sin decirle nada a Rob, por supuesto, pero sin echarle tanta imaginación como las dichosas revistas. No me desagradaba la idea y el paso previo y natural para todo eso era irnos a vivir juntos y no solo durante los rodajes. Así que, con la ayuda de Ruth, me aventuré a contactar con unas cuantas inmobiliarias muy discretas y visite unas pocas propiedades que estaban en alquiler y venta en las colinas de Hollywood. 

Me siguen a todos lados, hay paparazzis por todas partes, esto es Hollywood y salen hasta de debajo las piedras. Una mañana me pillaron charlando con un conocido agente inmobiliario dedicado a asesorar a estrellas en su búsqueda de domicilio en la meca del cine. Solo me interesaba algún lugar no demasiado inmenso y lo suficientemente discreto y apartado. En alguna zona privada con acceso solo a residentes. Pero un maldito carroñero me tomó fotos y no tardé en recibir la llamada de Rob. 

- Hola, preciosa. Así que quieres comprarte una casa, ¿eh? – dijo con su típico tonillo burlón. 

- ¡Oh, mierda! Quería que fuese una sorpresa – me quejé. 

- Pues ya no lo es – rió. 

- Tienes que dejar de espiarme por internet, Rob – bufé. 

- ¿Qué tipo de sorpresa? – preguntó cambiando de tema rápidamente. Rob es todo un experto en cambiar de tema. 

- Ya ninguna, señor curioso. 

- No me has respondido – dijo con voz dulce y alegre. Inmediatamente me imaginé su sonrisa. 

- Solo me interesaba saber cómo está el mercado inmobiliario, nada más. Tengo mucho dinero por si no lo sabías y tengo que invertirlo en algo. Una chica debe saber ocuparse de sus negocios. Ahora en serio, iba a pedirte consejo, esa era la sorpresa – dije con una sonrisa. 

- Ya, ¿no me digas? - rió -. ¿Alquiler o compra? 

- Te estás burlando. 

- No, que va. Para nada. 

- ¿Tú que prefieres? – no quería irme más por las ramas. 

- Compra. También quiero invertir. Precisamente estuve el otro día hablando de eso con mi padre. 

- ¿De invertir en L. A.? – pregunté extrañada sin saber con qué me iba a salir. 

- Sí, a largo plazo – susurró. 

- ¿Ah, sí? – dije con dulzura -. Me alegro. 

- ¿Has visto algo interesante que merezca la pena, preciosa? - preguntó. 

Había captado el sentido de sus palabras. Estaba haciéndolo, me estaba diciendo que quería vivir conmigo y el corazón empezó a latirme con fuerza en el pecho. 

- Nada en especial aun. Tendrás que echarme una mano cuando vengas – susurré sin poder evitar sonreír como una tonta. 

- Cuenta con ello, amor – dijo en voz baja, con su voz más suave -. ¿Y qué estás buscando? Más o menos. 

- Pues… algo de estilo colonial español, es un estilo muy típico de California. A mí me gusta mucho. 

- Sí, a mí también. 

- ¿En serio, Rob? 

- Totalmente. Quiero… quiero tener un lugar donde quedarme, un sitio al que llamar hogar. Empiezo a odiar los hoteles de lujo – bromeó. 

Me quedé en silencio y suspiré. ´´Rob, mi Rob intentando quitarle seriedad a lo que acababa de decirme. Así es él´´, me dije sonriendo emocionada. 

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- ¿Estás ahí, amor? – preguntó. 

- Sí, estoy… estoy procesando lo que me has dicho, bueno lo que no me has dicho – reí -. Y ahora mismo… 

- ¿Ahora qué, mi vida? – susurró. 

- Ahora estoy feliz y… y te quiero, ¿sabes? 

- Yo también te quiero. 

- Pero me han estropeado la sorpresa – reí y él rió conmigo. 

- Lo sé, pero no importa. Me gusta igual. 

Oí su hermosa risa y sentí como el pecho se me llenaba de amor y felicidad. 

- Nos vemos en Vancouver – susurré. 

- Sí, el 28, preciosa. 

Estaba nerviosa, feliz, asustada, encantada, todo junto. Rob quería quedarse en L. A., vivir conmigo y yo también con él así que íbamos a hacerlo. Ibamos a dar el siguiente paso y me sentí extraña porque en ese momento me pareció mucho más sencillo de lo que había imaginado. 

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El 27 de abril viajé a Vancouver y ni los paparazzis en el aeropuerto me pudieron borrar la sonrisa de los labios. Al día siguiente llegó Rob a pesar de que él no tenía que regrabar hasta dos días después. Salí corriendo del estudio casi sin despedirme de Taylor en dirección al hotel. En nuestro contrato ya figuraba que compartiríamos alojamiento allá dónde rodásemos así que eso facilitaba las cosas para nosotros. Aunque complicaba la tarea de despistar paparazzis. 

Entré en nuestra suite y me dirigí directamente al dormitorio. Al entrar me encontré a Rob dormido sobre la cama, vestido, con un guión reposando sobre su ancho pecho, que subía y bajaba acompasadamente. Sonreí mientras me descalzaba y me quitaba la sudadera. Después me quedé de pie junto a la cama, contemplando como dormía. Me pasaría la vida entera viéndole dormir. 

Rob estaba profundamente dormido. Su hermoso rostro se veía relajado, casi parecía sonreír, como un niño. Sus labios están ligeramente abiertos y su pelo alborotado. Frunció el ceño un poco y gruñó. Me agaché y me puse de rodillas junto a él, frente a la cama, para observarle con detenimiento, aguantándome una risita. 

De pronto suspiró y se revolvió haciendo resbalar el guión, que cayó sobre la cama. Eso le despertó. Rob me miró y sonrió con semblante dulce y somnoliento. 

- Hola, preciosa – susurró desperezándose un poco. 

- Hola – respondí enredando mis dedos en su pelo despeinado -. ¿Qué lees? 

- Un guión – bostezó -. Y es cojonudo. Extraño y cojonudo a la vez. 

- A ver… - cogí el libreto de la cama y leí en voz alta -. Cosmopolis, guión adaptado por David Cronenberg, de la novela de Don de Lilo. ¿Cronenberg? 

- Sí, pero no es para mí. Es una locura total. 

- ¡Déjame echarle un vistazo! 

- Luego, ahora quiero darte la bienvenida como te mereces, nena - dijo soltándome la coleta y acariciando mi pelo, mi rostro, mis labios. 

- Me lo he vuelto a poner castaño y me lo estoy dejando largo de nuevo, para Amanecer, por si no te habías dado cuenta. 

- Ya me había fijado. Estás preciosa… – dijo besando mi labio superior como solo él sabe hacerlo y quitándome el guión de las manos para tirarlo al suelo. 

- Anda, déjame echarle un vistazo… Tengo curiosidad - dije mimosa. 

- No, luego – susurró con voz ronca y sexy sin dejar de besarme la boca, las mejillas, el cuello – Primero… quiero… ensayar para Amanecer. 

- Uhmmmm, sí deberíamos empezar a ensayar – sonreí deliberadamente, echándome sobre él, mientras me desataba los botones de la blusa. 

- Ensayaremos… mucho a partir de ahora, todos… todos los días – susurró mordisqueándome el lóbulo de la oreja. 

- ¿Y… cuándo estés… rodando Agua para Elefantes? – jadeé, cerrando los ojos. 

- Ensayaremos por teléfono o… por video conferencia. Además voy a estar muy cerca de L. A. Podrás hacerme visitas – sonrió con su esplendorosa sonrisa, cálida y sexy. 

Le besé con pasión. Enredamos nuestras lenguas a la vez que nos acariciábamos la piel bajo la ropa. Solté los botones metálicos de sus pantalones y metí mi mano en su entrepierna, sin abandonar en ningún momento su boca, acariciando su miembro que se puso muy duro y firme en mi mano. 

- Me temo que no podré hacerte esto en Amanecer. Es demasiado… - suspiré sobre sus labios. 

- ¿Sexy? – susurró sonriendo con picardía. 

- Duro – reí. 

- ¡Oh, sí, muy duro, nena! – gimió surcando mis labios con su lengua cálida y húmeda. 

Rob me tomó con fuerza por la cintura y me giró poniéndose sobre mí. Tiró de su camiseta hacia atrás y me subió el sujetador, dejando mis pechos desnudos, mientras yo le acariciaba el pecho, enredando mis dedos en su vello, hacia abajo, hacia su dura erección que se apretaba contra mi sexo ávido y dispuesto. 

Yo tiraba de sus pantalones ansiosa por desnudarlo. Rob se incorporó y los bajó dejando libre su pene en erección y rápidamente, mientras yo admiraba su firmeza, tiró de mis vaqueros llevándose mis braguitas con ellos, provocándome un gemido de placer. Mi cuerpo temblaba de deseo y sus ojos me recorrían con codicia, ardiendo de deseo. 

Rob terminó de quitarse los pantalones, se puso de rodillas entre mis piernas abiertas, posó su mano sobre mi sexo empapado y gruñó de gusto al palparlo suavemente con la palma de su mano. Jadeé y él me tomó con fuerza por las caderas, para elevarlas hacia su miembro que introdujo lentamente en mi interior hasta su base, llenándome por completo sin ningún esfuerzo. Cerré los ojos dejándome llevar, sintiendo cada centímetro de su palpitante erección invadiéndome, escuchando sus intensos jadeos, impulsándome hacia él, devolviéndole cada embestida, gimiendo extasiada cada vez que el susurraba mi nombre. 

Yo me aferraba a las sábanas poseída por el enorme placer que me estaba provocando su forma de penetrarme, resbalando una y otra vez, con total facilidad, dilatándome al máximo para él. Tomó una de mis piernas aferrándola por debajo de la rodilla, flexionándola y elevándola bajo su brazo, sujetándola a su costado y yo enredé la otra alrededor de su cintura para facilitarle el acceso. 

- ¡Oh, qué bien entras! – jadeé sin poder evitarlo. 

- Ahhhh… sí, estás tan abierta y tan mojada amor… - gimió con mucha fuerza tensando su cuerpo. 

Sus acometidas se hicieron más enérgicas, potentes y rápidas hasta que noté como su pene comenzaba a vibrar en mi interior. La fricción que sus genitales provocaban contra mi hinchado clítoris era tan intensa que mi vientre y mi sexo comenzaron a convulsionar en un maravilloso y potente orgasmo. El placer crecía y crecía hasta que estalló. 

Los espasmos, los temblores, el calor salvaje recorriendo mi cuerpo, los latigazos de placer arqueando mi espalda… 

- ¡Lléname Rob! – grité y supliqué arqueando mi cuerpo, estremeciéndome de pies a cabeza. 

- ¡Sí, así….! – gruñó apretando los dientes, agitándose vigorosamente –. Córrete para mí, amor. 

Y con un fuerte gemido ronco se derramó dentro de mi hundiendo sus dedos en mi mis caderas y mis nalgas, resoplando con furor. 

Todo fue muy rápido e intenso. Me soltó suavemente sobre la cama y se apoyó sobre los codos, aun dentro, mientras ambos sentíamos los últimos espasmos del otro, besándonos lentamente, con pasión y ternura. 

Rob salió de mí y apoyó la cabeza sobre mi pecho. Ambos respirábamos intensamente, abrazados, con los ojos cerrados, mientras yo acariciaba su pelo, deslizando mis dedos por su cuero cabelludo, hasta su nuca. Noté como la piel de su cuello se erizaba y oí un profundo suspiro que salió de su boca y que me llenó de felicidad. 

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Los rodajes nos obligan a una continua renuncia y también a confiar de forma incondicional. Ambos estábamos aprendiendo a hacerlo con cada nueva separación, larga o breve. 

La relación que tenemos Rob y yo es mucho más complicada que las de, por ejemplo, mis amigas y no por nuestro gusto si no debido a causas ajenas a nosotros, que se escapan por completo a nuestro control. Nuestro trabajo es muy inestable y nunca hay fechas exactas para nada y tenemos que improvisar para poder estar juntos, menos mal que en eso estamos resultando unos expertos. 

Siempre he creído que los detalles concretos de cada relación deben quedar dentro de la pareja, sobre todo en nuestro caso. Ambos estamos completamente de acuerdo en este punto. Por discreción, por pudor y por no traicionar nuestro amor. Para intentar resguardarlo, para que no se vuelva frágil, para que crezca y se fortalezca. 

Es una cuestión de egoísmo, si se quiere llamar así, el saberme dueña de un secreto compartido solo con Rob y que no deseo compartir con nadie más. Mi amor por él es privado, lo más privado de mi vida por eso, porque es lo que más me importa en el mundo, no quiero exponerlo al escrutinio constante de los medios de comunicación. 

Hacerlo tan solo una vez es como alimentar a una bestia que siempre se queda hambrienta. Sé de lo que habló, soy hija de este mundo. He nació y crecido en Hollywood pero por eso mismo también sé que no me lo van a perdonar jamás. No perdonarán mi rebelión a lo establecido. Si todos los actores siguiesen nuestro ejemplo mucha gente dejaría de ganar dinero, muchísimo dinero. Y eso les da miedo y sé que tarde o temprano me lo harán pagar.

...CONTINUARA...