FIC IRINA '50 Sueños de Verano' Relato 27 'Un traje sastre (1ª parte)'

Los FICs de este Blog quedan organizados de la siguiente manera: 

LUNES:  FanFic Robsten de Irina,      

                      Fic la Fundación de VTeam ***NUEVO***
MARTES:  Fic 'El fin del Mundo' de Xim

MIÉRCOLES:  FanFic Robsten de Irina     
JUEVES: Fic 'El fin del Mundo' de Xim

                   Fic la Fundación de VTeam  ***NUEVO***
VIERNES: Fic '50 Sueños de Verano' de Irina

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Aviso sobre los FICS, sobre todo dirigido a las chicas más jóvenes que nos leen ya que aparecerá contenido sexual explícito, con palabras y situaciones (Lemons). Personas impresionables fácilmente  dejamos a vuestra conciencia la decisión de leerlo o no.                         

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FIC-IRINA  50 Sueños de Verano'

Cap XXVII "UN TRAJE SASTE (1a. parte)"

por IRINA (Irene Mendoza)
Imágenes en esta ocasión por Irina

Este último sueño ha sido tan real… No he podido dejar de darle vueltas desde que regresé de Londres. Finalmente entre los amigos de Arrate no estaba Rob, solo fue un sueño, pero de los mejores y más vívidos que he tenido hasta ahora.

Llegué a pensar, con temor, que los sueños concluían ahí pero no ha sido así. Esta misma noche he vuelto a soñar con él. Ha vuelto a ser un sueño sin inicio, extraño y más oscuro…

* * *

Estoy en una especie de despacho y voy vestida con una blusa blanca con un buen corte pero muy simple, una falda lápiz negra y el pelo recogido en una larga coleta alta. Suavemente maquillada, sin joyas y parece que me dedico a algo relacionado con la sastrería porque llevo el típico alfiletero prendido del brazo.

Parece una clásica sastrería de lujo y estoy rodeada de telas de un montón de materiales que incluyen la lana, el cachemire o el mohair en tonos clásicos como el gris, el azul marino y el marrón, o estampados que van de la raya diplomática al tweed o el cuadro Príncipe de Gales. Y lo extraño es que todo me resulta muy familiar.

Tengo un abarrotado escritorio con un iMac encendido y reviso buscando pistas de mi identidad. Al parecer soy la sastre encargada de la tienda de Gucci en La 5ª Avenida, en New York, leo en una tarjeta de visita con mi nombre. Aun no salgo de mi asombro cuando el correo suena de pronto. Abro el mail. Es mi cuenta de client service de Made to Measure,  el servicio exclusivo que ofrece Gucci a sus mejores clientes en boutique seleccionadas. y me recuerda que tengo una cita con un importante bróker de Wall Street para realizar un ´´fitting´´ privado en la tienda en… ¡20 minutos!

Me pongo nerviosísima y comienzo a hiperventilar. Leo el comentario que anuncia el servicio en la página de clientes para ver si puedo informarme en un tiempo record y prepararme para lo que se me viene encima:

´´El servicio MADE TO MEASURE de Gucci no hace sino reafirmar la filosofía de personalización y atención al detalle de la Casa. Además de una selección de tejidos exclusivos, MADE TO MEASURE ofrece un servicio de sastrería en el que cada prenda se ajusta impecablemente a las medidas del cliente, y proporciona acabados y detalles personalizados para una experiencia realmente única´´.

Salgo de mi despacho, que está conectado con una especie de vestidor. Echo un vistazo primero. Parece el lugar para realizar las pruebas para los trajes y tomar las medidas a los clientes. Afuera está la boutique. Recorro la exclusiva tienda de la famosa firma italiana. Es impresionante, inmensa y muy vistosa, toda repleta de dorados, en comparación con la austeridad de mi despacho, en maderas y tonos cremas. 

Parece que la tienda ya está cerrada porque no hay nadie. Estoy sola y solo unas luces indirectas alumbran el local. Ya es de noche y la calle parece vacía. Me siento un poco asustada allí sola, entre tantos bolsos, zapatos y ropa lujosa. Todo está en un absoluto silencio. Solo se escucha el leve sonido de mi agitada respiración.

De pronto suena el timbre de la entrada y me sobresalto. El corazón me late muy fuerte mientras me encamino hacia la puerta para abrir, subida en unos peep - toes de la firma. ´´Tiene que ser ese cliente. Ya es la hora´´, me digo.´

Me acercó a la puerta. La llave está en la cerradura. Miro afuera y veo a alguien, un hombre vestido con un traje negro. Abro y ante mi tengo a un tipo como un armario de grande, de pinta tosca, sin elegancia, pelo muy corto y  pinta de ex marine. Su traje es de una confección estándar, barata y me extraña que alguien así tenga el dinero suficiente para encargar un traje a medida de Gucci. 

Un sexto sentido me dice que se trata de un guardaespaldas.

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-       Hola – saluda seco y sin mucha ceremonia, sin mover un solo músculo de la cara -. Su cliente espera en el coche y quiere saber si está todo preparado para acceder a la tienda. No quiere retrasos ni contratiempos.

-       Eh… sí, claro puede pasar – digo extrañada echando un vistazo a la inmensa limosina blanca que espera aparcada frente a la tienda.

El guardaespaldas se acerca al enorme coche, abre la puerta y conversa algo muy breve con alguien. Asiente y el ocupante de la limo sale de un modo elegante y energico. Es un hombre joven, alto, vestido de forma impecable, de negro, camisa blanca y corbata estrecha, también negra, gafas de sol, bien afeitado y bien peinado, con raya y fijador. ´´Parece Rob pero no es él´´, me digo. Se acerca hacia mí y ya no tengo duda. Me ofrece la mano, yo se la tiendo y noto un apretón suave, delicado. Su mano es grande, de piel fina y dedos muy largos. Es Eric Packer.

* * *

-       Hola, soy Packer. Solo quería asegurarme de que estaba todo controlado y de que no seré molestado antes de pasar – dice muy seguro y correcto.

-       Buenas noches señor Packer. Acompáñeme por favor.

Entra tras de mí y siento su intensa presencia  a mi espalda. Es alto y delgado, muy atractivo. Inspiro suavemente y hasta mi llega un aroma indefinible, el suyo, algo así como una mezcla de jabón, hierbas, suavizante de la ropa y madera. No lleva perfume.

Me acerco a encender alguna luz que no sea indirecta pero él me detiene posando su manos en la mía, antes de que apriete el pulsador.

-       No hace falta, así nadie nos molestará durante las pruebas para mis nuevos trajes – dice.

Parece acostumbrado a tratar con subalternos y a que todos acaten sus caprichos y suena un poco arrogante pero no hasta el punto de ser descortés. No se por qué pero  siento que hay algo dulce en su bonita voz.

-       Está bien, pase por aquí, al fondo de la tienda, por favor – respondo.

Asiente y me sonríe. Aun no se ha quitado las gafas de sol. Entramos en mi despacho, contiguo al salón con espejos. Un maniquí, una mesa y dos butacas y unpequeño taburete para las pruebas es todo el mobiliario.

Se queda de pie y yo correteo a su alrededor, cogiendo todo tipo de utensilios para comenzar a tomarle medidas. Sé que me está observando. Le miro de reojo. Su piel es pálida y parece muy joven. Tengo alfileres y mi cinta métrica de sastre. Ya estoy preparada.

-       Si es tan amable de quitarse la chaqueta señor Packer… – y mi voz suena muy profesional.

Lo hace, no sin antes quitarse las gafas de sol, que guarda en un bolsillo interior de su chaqueta. Nada más hacerlo me mira fijamente y me tiende la chaqueta para que se la deje colgada en una percha de madera. El tacto de la tela es bueno, lana fría y seda, suave, de muy buena calidad y el corte es impecable, marca Gucci, por supuesto, creo que hasta sus gafas de sol lo son. Se queda de pie frente ante mí, con las manos en los bolsillos y me escruta con sus enormes ojos azul grisáceo, muy claros. Su mirada es curiosa, la de alguien inteligente.

-       ¿Quiere tomar algo primero? – pregunto al percatarme de que en el vestidor hay un pequeño minibar, intentando romper el hielo.

-       No, estoy bien así de momento, gracias. Tal vez un vodka más tarde. Podemos comenzar – dice aparentemente muy seguro de sí mismo.

-       Muy bien – asiento.

-       ¿Me pongo aquí? – pregunta.

-       Sí, ahí mismo está bien. Voy a pasar a tomarle medidas señor Packer.

-       Bien, me he estado ejercitando mucho últimamente y creo que mis medidas han variado. Quiero que las contrasten con las anteriores, me las corrijan y me hagan todos los trajes para el próximo invierno con las correcciones hechas.

Le miro con disimulo y sí, bajo esa camisa impoluta se esconde un cuerpo delgado pero fibroso, de huesos marcados y músculos largos y bien torneados pero sin llegar a ser muy prominentes. Al moverse la tela se le pega al cuerpo.

-       Por supuesto señor Packer, así se hará.

-       Puede llamarme Eric – dice haciendo el ademán de sonreírme.

 Su mirada insistente me altera y creo que ha comenzado a notarlo porque hay algo parecido a la diversión en sus ojos. Decido ponerme a hablar para no pensar en cómo me mira.

-       Cómo ya sabrá…, Eric, Made To Measure es un servicio exclusivo que además tiene un plus ya que incorpora detalles personalizados entre los que destacan el forro de satén con el logo de Gucci y la etiqueta bordada con el nombre o las iniciales del cliente, si usted… si lo deseas.

-       Sí, así es. Lo deseo. Iniciales, forro no – asiente.

-       Este nuevo servicio lo completa una selección personalizada de camisas que ofrece al cliente la posibilidad de elegir entre los diferentes cortes que ofrece Gucci en una amplia gama de colores y tejidos, y una oferta de calzado de caballero por encargo con el que podrá elegir el material, el color y el ancho de las piezas que, además, incorporarán sus… tus iniciales grabadas en relieve. No se si te complacerá añadir esta oferta a tu encargo – continúo.

-       Me complace  – dice sonriéndome.

-       Bien – murmuro evitando su mirada.

Respiro hondo y me pongo manos a la obra. Comienzo a tomarle medidas muy pegada a su cuerpo, rozándolo, pasando mis manos por su torso, sus brazos. Eric me mira sin ningún asomo de timidez por su parte. Yo en cambio estoy cada vez más nerviosa. ´´Es realmente atractivo´´, me digo mientras rodeo su torso con la cinta métrica. Me agacho un poco alcanzando su cintura para rodearla y anotar su medida.

-       ¿Puedo tutearte? – no parece una pregunta.

-       Sí Eric – respondo mirándole a los ojos.

Asiente sonriendo, me doy la vuelta, me pongo a su espalda y Eric se vuelve para mirarme.

-       Súbete al atril por favor.

El lo hace, yo interrumpo el contacto visual y me pongo en cuclillas para medir el largo de la pierna. ´´Ahora viene lo peor´´, me digo azorada. Me dispongo a medir su contorno de muslo y lo que es su entrepierna. Rodeo su muslo con la cinta rozando su pierna. Noto el calor de su cuerpo tras la suave tela de su traje de verano. Trago saliva y me dispongo a medir su entrepierna.

-       Me han hablado muy bien de tu trabajo y por eso quería una atención lo más rápida y personalizada posible.

-       ¿Puedes separar un poco las piernas Eric? – me oigo decir a mí misma con voz ronca.

-       ¿Te gusta tu trabajo? – pregunta separándolas.

-       Eh… sí. Supongo.

-       Parece un trabajo minucioso y también tiene que ver con los números, como el mío. Puede que nos parezcamos.

-       Sí, visto así sí – sonrío ante su extraña ocurrencia.

-       Me gusta tu sonrisa – me suelta a bocajarro nada más levantarme y ponerme de nuevo frente a él.

-       Eh… gracias – tartamudeo -. Las medidas ya están tomadas. Ahora deberías elegir las diferentes telas para la confección. Puedo aconsejarte si lo prefieres.

-       No, sé lo que quiero, lanas y tonos neutros. Nada de tweeds o similares. Gracias – dice esto último en un tono mucho más suave.

-       Bien, si lo tiene tan claro no me queda más que concertar nuestra próxima cita – digo sin saber muy bien porque he pronunciado la palabra ´´cita´´ -. Para la prueba, quiero decir. Podría ser en… un par de días.

-       Bien, un par de días está bien – dice sonriente mirándome fijamente y sé que quiere pedirme algo -. ¿Has cenado? Te invito a cenar. Tengo hambre.

(Continuará)