FanFIC no.88 'Eclipse. Kristen'

Somos un Blog ROBsessed, donde solo deseamos seguir contando la versión de Irina en la historia Robsten como lo veníamos haciendo anteriormente. Este FanFic es parte medular de este Blog ROBERT PATTINSON EN ESPAÑOL, razón por la cual  suplicamos RESPETO al comentar los relatos. Si No os sentís preparados para leerlos No lo hagáis, eso no va a ofender a Irina. Pero rogamos evitéis críticas destructivas que si pueden molestar mucho y crear mal ambiente en el Blog.

Asi quedarán organizados los FICs en este blog:

LUNES:  FanFic Robsten de Irina
                     Fic la Fundación de VTeam ***NUEVO***
MARTES:  Fic 'El fin del Mundo' de Xim
MIÉRCOLES:  FanFic Robsten de Irina 
JUEVES: Fic 'El fin del Mundo' de Xim
                   Fic la Fundación de VTeam  ***NUEVO***
VIERNES: Fic '50 Sueños de Verano' de Irina

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FanFIC no. 88

"ECLIPSE.KRISTEN"

Faltaba poco para el estreno de Eclipse, tan solo un par de semanas. Antes habíamos grabado el Show de Jimmy Kimmel con el resto del cast y Rob había estado en su línea, gracioso y desfasado y sobre todo muy muy guapo. Yo no podía quitarle los ojos de encima. El corte de pelo le sentaba realmente bien y estaba algo bronceado y el traje le quedaba genial y… bueno, yo estaba como en una nube porque no podía olvidar que en cuanto saliésemos de allí nos íbamos directamente a nuestra recién alquilada casa. 

Me encanta esa sensación de anticipación al placer, de cuando sé que haremos el amor, que es una ocasión especial que terminara en una o varias maravillosas sesiones de sexo con Rob. 

Lo malo es que en esas circunstancias me es aun más complicado mantener la mente despejada en lo que debo, que en este caso era responder medianamente bien a sucesivas preguntas acerca de la película y no poner cara de tonta cada vez que Rob me sonreía. 

Lo hizo y mucho, con toda la intención del mundo. Me sonreía, me miraba las piernas, me rozaba con la suya, hasta se permitió el lujo de darme con la rodilla suavemente mientras caminábamos por el escenario preparado en el estudio. El también sabía que aquella noche sería especial. 

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Llegamos casi anocheciendo. No teníamos nada, ni muebles, ni vajilla, ni nada pero compramos sushi, ensalada y unas cervezas e improvisamos un picnic en el vacío salón, donde daba casi respeto hablar alto porque nuestras voces retumbaban haciendo eco. 

Rob puso una manta en el suelo, abrió dos cervezas y yo coloqué unos platos de plástico y unas velas. 

- ¿No tenemos luz? – preguntó. 

- Sí, tonto pero así es mejor – dije encendiendo con el Zipo la última vela. 

- Eres increíble – sonrió negando con la cabeza. 

 

- Mañana nos traen los muebles – le dije. 

- De momento no nos hacen falta – rió dándole un trago a su Heineken. 

- Eso lo dirás tú, ni siquiera tenemos cama – dije sin pensar. 

Rob me miró con su sonrisa particular, torcida, sexy y arrebatadora. Nadie sonríe como él. 

- Esta casa hay que estrenarla, preciosa. 

- ¿Y el sushi? – sonreí mordiéndome el labio con intención. 

- El sushi se come frío – susurró besándome en la boca. 

Yo le devolví el beso con ganas y comencé a desnudarle entre risas. 

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La noche era cálida y oscura, sin luna. Todo en la casa estaba en silencio y solo la luz de las velas iluminaba nuestros cuerpos desnudos. Rob besaba mi piel con suavidad y ternura mientras yo acariciaba cada centímetro de su cuerpo. Nos acariciábamos tumbados sobre el suelo de madera del espacioso salón, con la cristalera que daba al jardín abierta, desde la que se oía cantar a los grillos y se escuchaba el murmullo del viento en los árboles acompañando nuestros suspiros y gemidos entrecortados interrumpidos por besos profundos y voraces. 

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Los dos tomando el uno del otro, dándonos el uno al otro con intensa devoción. Yo no podía apartar mis ojos de los suyos, grandes, suaves, acariciadores, intensos. Porque si algo hay real y maravillosos en Rob es su mirada, dulce, honesta, en la que te puedes perder sin remedio hasta alcanzar el fondo de su alma. 

No teníamos prisa. Rob acariciaba mi sexo con deliberada lentitud y mientras iba surcando mi cuerpo con su boca mientras me miraba a los ojos con una intensidad desmesurada. Yo me sentía abrumada, completa, atrapada entre sus brazos. Nos besábamos profundamente, acariciándonos con nuestras lenguas, lentamente. 

- Eres tan… tan suave… amor – susurró con voz seductora, profunda y ronca sobre mi piel, justo antes de penetrarme suavemente. 

´´Y tu tan dulce´´, quise decirle pero no me salían las palabras. En vez de eso suspiré en su boca y me abandoné a él por completo. 

Sus palabras susurradas y su dura barba, ya crecida, rozándome enviaban deliciosas sensaciones por todo mi cuerpo haciéndome temblar débilmente. Su voz, la hermosa voz de Rob, es un potentísimo afrodisiaco para mí, tanto que con solo escucharla todo mi ser se vuelve como inconsistente, frágil. Hace que me deshaga de ganas de tenerle. 

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Rob Apoyaba su frente en la mía mientras llenaba con fuerza pero sin prisa. Luego se retiraba despacio, casi por completo, justo antes de volver a penetrarme con pasión. 

Su cuerpo presionaba el mío contra el suelo de madera pero se dio cuenta de que con cada embestida me desplazaba sobre el duro suelo y paró. 

- Espera… - dijo jadeante -. Ponte encima, amor. No quiero que te hagas daño. 

Le besé con ternura, apasionadamente. Esos son los detalles que le hacen adorable, especial. Esa dulzura tan suya, tan protectora que me hace sentir especial y amada sobre todas las cosas. 

Me puse a horcajadas sobre Rob y fue entonces cuando comenzó moverse de verdad. Sus frenéticas embestidas dentro de mi vientre me llenaban sin cesar y yo le seguía, acoplándome a su cuerpo, abandonándome. 

No sé en qué momento dejé de ser consciente de lo que no fuese el placer absoluto que estaba sintiendo. Solo era consciente de la abrumadora presencia de Rob dentro de mí, de sus exigentes movimientos, de sus gemidos, de su deseo ocupándolo todo, mi cuerpo, mi alma, mi mente, todos y cada uno de mis sentidos. 

Súbitamente mi vientre estalló en un desbordante orgasmo que fui incapaz de controlar. Mi cuerpo entero temblaba. Y no fui discreta al contrario, grité eufórica, jadeando y gimiendo enérgicamente, por puro desahogo y placer, de felicidad, quedándome sin resuello, mientras lo aprisionaba con fuerza entre mis piernas, dentro de mí. Entonces un bramido animal escapó de su garganta. Rob se liberó cerrando los ojos y tensándose, apretando la mandíbula mientras yo le contemplaba atrapada por esa poderosa visión, fascinada ante tanta belleza. 

Luego, se incorporó y me sujeto con fuerza entre sus brazos antes de enterrar su rostro en mi cuello y terminar acariciando mi espalda con ternura. 

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Una sonrisa de absoluta satisfacción brilló en su cara mientras salía despacio de mi vientre. Yo le miraba fascinada, con los ojos entrecerrados aun por el placer y fue entonces cuando tuve el enorme privilegio de observar como su sonrisa sexy y satisfecha se transformaba convirtiéndose en otra mucho más dulce que me dedicó desde lo más hondo de su alma. Su cuerpo se relajó y todo mi ser reaccionó ante aquel cambio, haciendo que me estremeciese de puro amor por Rob. 

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Llegó el 30 de junio y la premiere de Eclipse y por una vez no era en pleno invierno y no íbamos a pasar frío. Aunque Rob dice que en L. A. no hace frío nunca y eso que él es friolero.Todo lo contrario, en pleno junio, en L. A. hacía un calor bochornoso y la alfombra roja transcurriría por la tarde, a pleno sol. 

Rob estaba indeciso con el traje que iba llevar porque él no lo reconocerá nunca pero es muy presumido. Tuvo dudas hasta el último momento entre llevar un traje más tradicional u otro mucho más arriesgado en color burdeos intenso, de Gucci. Finalmente se decantó por este último lo que fue un verdadero acierto porque estaba arrebatador, sexy y espectacular todo en uno. Aunque lo que verdaderamente le hace brillar a Rob es su alegría y ese día estaba particularmente alegre, al igual que yo. 

Mi vestido fue un secreto para él hasta el último momento. Un vestido blanco asimétrico, corto y ajustado de Elie Saab, como le gustan a Rob y nada más pisar la alfombra roja me dedicó una mirada que me dejó clavada al suelo. Menos mal que los dos reaccionamos e hicimos como que no nos habíamos visto bromeando antes de posar juntos. Rob no paraba de recorrer mi cuerpo con sus ojos y yo me sentía especialmente sexy, gracias a él. 

- Me has mentido, - le susurré al oído -. Me dijiste que te pondrías el otro traje. 

- Quería que fuese una sorpresa – rió. 

- Estás… estás genial, en serio Rob. Te queda como un guante. ¡Oh!, ¿por qué yo no puedo llevar trajes tan increíbles como ese? – exclamé sin poder contener mi admiración por él. 

Son esas miradas de Rob, es la forma tan intensa con la que me observa lo que me hace sentirme guapa y sensual, no la ropa que lleve o el peinado. Que me preste atención, que no me quite los ojos de encima es tan excitante… 

Entre foto y foto y ya posando junto a Taylor Rob me tomo por la cintura no sin antes acariciarme la espalda que el vestido dejaba al descubierto. Lo hizo lentamente, presionando mi piel con las yemas de sus dedos, haciéndome estremecer. Le miré un instante y creo que incluso me inmortalizaron con la boca abierta cuando me susurró al oído con voz sexy. No le escuche entre tanto griterío en un primer momento. 

- ¿Qué? – pregunté. 

- Esás muy sexy con ese vestido – susurró Rob. 

- Sí, soy sexy y hot – bromeé. 

- Sí – dijo Rob con tanta sensualidad y aplomo que casi me tiemblan las piernas. 

En ese instante le hubiese comido a besos pero delante de tanta gente solo pude agarrarle con fuerza de la chaqueta, por su espalda y suspirar profundamente. No veía el momento de estar de nuevo en nuestra recién alquilada casa. 

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- Me miras mucho esta noche, nena – me dijo burlón. 

- Es por el traje que llevas, no te vayas a creer que es por ti – bromeé. 

- ¿Ah sí, eh? – dijo agarrándome por la cintura y pegándome a sus caderas. 

- Rob… Tengo que ir a cambiarme. 

- Déjame ayudarte 

- Para, por favor – susurré. 

- ¿Por qué debería de parar, preciosa? – sonrió con su sexy torcida sonrisa. 

- Porque no respondo de lo que te pueda pasar – dije intentando zafarme de sus manos, que ya estaban acariciando mi trasero. 

- Uhmmm… ¿Qué vas a hacerme? – rió juguetón. 

- Nada bueno. Mi rodilla puede ir directa a tu entrepierna y así se acabó el asunto. 

- Te quedarías sin lo mejor de la noche – susurró besando mi cuello para mordisquear el lóbulo de mi oreja. 

Sabe que eso me pone a cien. Sonaba ´´RudeBoy´´, de Rihanna. 

- Rob… - gemí muy bajito -. ¿No puedes esperar? 

Se apretó más contra mi cuerpo y noté su erección dura y palpitante. 

- No, he soportado mucha tensión ahí fuera, hace calor y… y estás tan sexy, amor. Te deseo mucho. Ahora. 

- ¡Dios Rob! – jadeé sonriendo y le dejé que me llevará con él para escondernos en un reservado ávidos el uno del otro. 

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Salimos de allí por separado después de un rápido, improvisado y excitante encuentro sexual. Primero lo hizo Rob. Salió colocándose la corbata y atusándose el pelo, todo acalorado, con las orejas rojas como tomates. Yo salí después, asomándome con aprensión al pasillo, con la ropa que había llevado para cambiarme, intentando disimular mi sonrisa postorgásmica. 

Ruth apareció de repente y me miró alucinada. 

- Acabo de ver a Rob venir por este mismo pasillo y tu tienes la misma cara que él. ¡Oh, por dios, chicos! - abrió la boca y la cerró de nuevo negando con la cabeza. Yo no pude evitar echarme a reír toda avergonzada -. Anda, que le anda buscando su familia, está, en la zona del buffet. Vete a decírselo. 

Corrí hacia él y le alcancé mientras hablaba con alguien. Se disculpó y se volvió hacia mí con una sonrisa de oreja a oreja, como si nada. 

- ¿Venías a por más, preciosa? 

- Rob calla, Ruth nos ha pillado – dije intentando no sonreír -. Por cierto, te andan buscando tus padres. 

- Pues vamos – dijo pasándome su brazo por los hombros -. ¿Sabes que me muero de hambre? 

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A principios de julio Rob continuaba rodando Agua para Elefantes en L. A. y esa semana le tocó rodar de noche. Eran escenas nocturnas vestido de smoking junto con Reese. 

Nos faltaba una última aparición pública para promocionar Eclipse y fue la del 7 de julio donde para sorpresa del público de una sala de cine de L. A. en donde se proyectaba la película aparecimos Rob y yo para saludarles. Después nos fuimos al Soho House a cenar. 

Al día siguiente salimos con varios amigos al Hotel Café, en Hollywood, para acudir al concierto de Sam Bradley y el 9 al de Bobby Long, en el Club Trovador, en West Hollywood. Yo ya había cambiado mi pelo para hacer de Mary Lou, en el inminente rodaje de On the Road y a Rob le pareció que me hacía aún más sexy. 

Nuestros amigos se alojaron en la casa alquilada de Bell Air. Tom ya había llegado desde Londres y también se alojó con nosotros y se iba a quedar con Rob unos días, tras mi marcha a Montreal. 

Nada más marcharme, ya en el hotel de Montreal y echando muchísimo de menos nuestra casa, vi una entrevista que Rob había concedido días atrás en la hablaba de mí pero sin nombrarme directamente y agudicé el oído curiosa. 

Hablaba de mi tarta de nísperos y decía de ella que era ´´una de las mejores cosas que he probado´´. Sonreí con ternura al recordar la que hice dos días después de instalarnos en nuestra casa de alquiler para probar el horno de la maravillosa cocina que ya empezaba a echar de menos. 

Inmediatamente le envié un mensaje al respecto:´´Me acabo de dar cuenta de que echas de menos mi tarta de nísperos´´. 

Y el me lo devolvió: ´´Y los espaguetis con carne. Pero no es lo que más echo de menos de ti preciosa´´. 

Sonreí y continué escribiéndole tonterías cariñosas en la soledad de mi habitación con la noche cayendo sobre Montreal. Apenas la habíamos disfrutado un mes y menos aún compartido pero gracias a aquella casa y a esos maravillosos días estaba deseando volver a vivir con Rob. 

...CONTINUARA...