FanFIC no.91 'Un baile y una boda. Kristen'

Somos un Blog ROBsessed, donde solo deseamos seguir contando la versión de Irina en la historia Robsten como lo veníamos haciendo anteriormente. Este FanFic es parte medular de este Blog ROBERT PATTINSON EN ESPAÑOL, razón por la cual  suplicamos RESPETO al comentar los relatos. Si No os sentís preparados para leerlos No lo hagáis, eso no va a ofender a Irina. Pero rogamos evitéis críticas destructivas que si pueden molestar mucho y crear mal ambiente en el Blog.

Asi quedarán organizados los FICs en este blog:

LUNES:  FanFic Robsten de Irina
                     Fic la Fundación de VTeam ***NUEVO***
MARTES:  Fic 'El fin del Mundo' de Xim
MIÉRCOLES:  FanFic Robsten de Irina 
JUEVES: Fic 'El fin del Mundo' de Xim
                   Fic la Fundación de VTeam  ***NUEVO***
VIERNES: Fic '50 Sueños de Verano' de Irina

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FanFIC no. 91

"UN BAILE Y UNA BODA. KRISTEN"
Imágenes: Elena

Hubiese preferido no llegar demasiado temprano al set. Con el tiempo justo para empezar a rodar me hubiese puesto menos nerviosa. Las esperas en los rodajes siempre son pesadas. Pero tenían que peinarme y debía pasar por vestuario para adecuarme a la estética de los años 50. Es mucho más fácil meterse en un papel cuando hay vestuario de época, cuando la ropa no es actual, ni la forma en que hablan los personajes es la nuestra. 

Rob siempre dice que lo que le hace meterse en el personaje de Edward son las lentillas. Qué con ellas ve el mundo desde su perspectiva y parece afligido todo el tiempo. Porque con lo risueño que es él sé que lo que más se guarda son sus ganas de reír y bromear. Siendo Edward no puede apenas. Catherine le estaba todo el tiempo regañando, ´´no te rías´´, le decía durante el rodaje de Crepúsculo. Lo recuerdo perfectamente. 

A mí me costó mucho encontrar a la Mary Lou de Kerouac. Al principio me agobié porque no la comprendía y pensé que no lo lograría pero gracias al vestuario y al legado que dejó Lou Ann Henderson, al que tuve acceso, creo que lo conseguí. 

´´En ese baile debo ser ella, quiero serlo´´, me dije mientras me vestía. 

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Llegamos juntos Rob y yo y tras quedarse con Tom para que yo pasase por vestuario y peluquería, nos dio tiempo a fumarnos un cigarro y charlar un rato para aplacar los nervios. Garret también estaba ya por allí. 

Rob se colocó en un lugar discreto no sin antes susúrrame al oído: 

- Vas a estar genial, preciosa. 

- Uf, eso espero – resoplé -. Me sudan las manos. 

- A mí me suelen entrar ganas de vomitar – rió Rob. 

- ¡Ay, pobre! – dije acariciando su espalda. 

Me puse a moverme para relajar los músculos que estaban más agarrotados que mi estómago mientras Rob sonreía sin dejar de observarme y de decirme y hacer bobadas para que me relajase. El director, Walter Sales, quería que fuese algo visceral, no coreografiado, que nos saliese sin ensayarlo. Un baile honesto, sensual y algo loco, había dicho. 

Llegó el momento y entramos en el set para tomar nuestros puestos en la escena, con el decorado. Respiré profundamente. Los extras que completaban la escena estaban dispuestos. Garret se colocó en su lugar y yo en el mío. Nos miramos serios y asentimos. Volví a respirar y eche un último vistazo a mi alrededor buscando los ojos de Rob. Estaba ahí, con el rostro tranquilo, contemplándome sereno. En ese momento la música comenzó a sonar. 

Rob me miraba y parecía decirme ´´no frenes, déjate llevar, vuela, vuela alto Kristen y no mires al suelo´´. La música pronto hizo mella en mi ánimo. La unión de sus ojos y los míos hizo el resto. 

Me sumergí en el baile, hasta cerré los ojos. Pero yo sabía que Rob estaba allí de pie, observándome con pasión, devoto, y su sola presencia me abrumaba los sentidos. Sentía espasmos, escalofríos por el cuerpo, temblaba y bailaba. Bailé como una posesa, golpeando el aire con mis manos, el suelo con mis pies. 

Y baile para él, todo el tiempo fue para él, toda la escena fue entre Rob y yo, buscándonos con la mirada, como si estuviésemos los dos solos, en nuestra burbuja. Y salió de maravilla, a juzgar por los aplausos. 

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- He sentido algo tan… tan intenso – murmuré después, ya en la cama. Tras hacer el amor despacio, con pasión –. Veía tus ojos y me sentía… segura. 

- Lo has hecho de maravilla, te lo dije – susurró en mi pelo. 

Le besé en la boca con ternura, lentamente. 

- En realidad me encanta bailar – dije. 

- Lo sé. Y a mí verte – rió con entusiasmo. 

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Dos días después acudimos a la boda de los parientes de Tom. Allí también estaban sus hermanos, que habían llegado desde Londres con casi todos los Sturridge, Sam y otros amigos a los que no veía desde hacía mucho tiempo. 

La ceremonia fue preciosa y el día soleado y cálido. Tras acabar la misa me cambié de ropa y en el banquete ya vestía en plan informal, a mi aire, como a mí me gusta. 

Nos llevamos una gran sorpresa al ver a la hermana de Tom allí porque aunque ya sabíamos que Matilda estaba embarazada no pensábamos que tanto y nos extrañó que hubiese volado hasta Montreal en su estado. 

- Matilda ,¿cuánto te falta? – dije abrazándola. 

- Pues… aun tres meses pero viene grande – río. 

- ¿Estás segura de que no van a ser trillizos? – bromeó Rob. 

- Rob, mira que eres bruto – le reproché. 

- Es broma, Mati ¿Y sabes que va a ser? – preguntó Rob dándole un beso en la mejilla. 

- Un niño – dijo ella tocándose la prominente tripa y sonriendo como no he visto a nadie hacerlo en mi vida. 

- Ya estarás buscando nombre – dije. 

- Le vamos a llamar Rudi, bueno yo ya le llamo así cuando le hablo – dijo acariciándose el vientre de nuevo. 

En ese instante una imagen cruzó por mi mente sin querer: un precioso niñito de ojos azul grisáceo con el pelo rubio y rebelde y sonreí mirando a Rob, que me devolvió una sonrisa igual de bobalicona que la mía. 

De repente los hermanos Sturridge acorralaron a Rob apartándolo y dándole palmaditas en la espalda. Rob les miró con desconfianza. 

- ¿Qué estáis tramando? – preguntó. 

- Nosotros nada – rió Tom -. Ha sido Matilda. Venga hermanita, cuenta. 

- Verás Rob… no he cruzado el charco en este estado solo para venir a la boda. Quiero… quiero pedirte que seas el padrino de mi niño. 

- ¿Qué?– exclamó Rob tocándose el pelo con nerviosismo. 

- Lo que oyes – dijo Tom. 

- Me dejas de piedra… No sé si… no sé si lo merezco – balbuceó Rob tímido y avergonzado. 

Yo me emocioné también al comprobar cuanto le estimaban sus amigos, hasta el punto de quererle como padrino, considerándolo parte de la familia. Le acaricié la espalda con ternura y no pude decir nada, sobraban las palabras. 

- Di que sí – imploró Matilda -. No hay nadie que pudiese ser mejor padrino que tú, Rob. Te conozco desde niña y eres leal, generoso y ante todo muy buena persona y sé que si nosotros faltásemos te harías cargo de mi niño sin dudarlo. 

- Gracias Matilda – dijo bajando la cabeza, todo sonrojado -. Será un honor ser el padrino de tu hijo. 

Matilda le dio un beso en la mejilla y también Tom le abrazó emocionado. Y yo me tuve que aguantar las ganas de echar una lagrimita. 

Durante la comida, ya sentados con todos los Sturridge, Rob estaba de un excelente humor y muy cariñoso. No paraba de hacerme caricias y de susurrarme al oído. 

- ¿Te lo estás pasando bien, preciosa? 

- Sí muy bien y veo que tú también. Parece que te gustan las bodas. 

- Me encantan – sonrió. 

- Rob, nunca dejarás de sorprenderme – reí. 

- Pero está más porque es la primera a la que vienes conmigo – susurró en mi oído. 

- Me alegro de haber venido. Estoy orgullosa de ti, ¿sabes? 

- ¿Por qué? 

- Por lo de que te hayan hecho padrino. Te quieren mucho los Sturridge y no me extraña, eres… eres increíble, Rob. 

- Y tú, amor – dijo besando dulcemente mis labios -. Pero no sé, no soy muy responsable que digamos. 

- Sí que lo eres – dije rotunda. 

- No tanto como para… para ser padrino. Me tomo en serio esa palabra y sé lo que implica. 

- Lo sé, cariño – dije acariciando sus hombros y su espalda. 

Me sonrió con ternura y sentí cómo mi pecho se inundaba de amor por él. 

- Bueno, ¿ya has ido tomando nota? 

- ¿De qué? – dije asustada. 

- De cómo quieres que sea la boda – dijo mirándome con su sonrisa más canalla. 

´´¡No será capaz de proponérmelo aquí!´´, pensé aterrorizada. 

- No pongas cara de susto – sonrió -. Me refiero a la boda de Bella, no a la tuya. 

- Ah, claro. Por supuesto. ¿Y tú? – dije intentando disimular, algo avergonzada de que se hubiese dado cuenta de mi confusión. 

- El novio no pinta nada en todo esto, solo importa la novia. 

- Ya, es verdad – asentí carraspeando. Rob me miraba fijamente sonriendo de oreja a oreja. -. Espero que sea una boda íntima y familiar, la de Bella, digo. No me gustaría, mucha gente. Bueno… creo que al personaje… ¡Rob, no me mires así que me estás poniendo nerviosa! 

- Ya lo sé y me encanta, amor – rió acariciando mi mejilla. 

Estaba a punto de decir que por mí me casaba en vaqueros cuando llegó Tom con Sam y me salvaron. 

- Te lo robo un momento, Kristen, que este y yo tenemos que hablar – dijo Tom. 

- Vale, llévatelo pero que no se tome ni una cerveza más, que ya está empezando a decir tonterías – bromeé. 

Al poco regresaron juntos. Venían de muy buen humor los tres, trayendo a Rob amarrado por los hombros, riendo y bromeando. 

- Le estamos organizando las vacaciones a tu chico. 

- Sí, han tenido una gran idea – dijo Rob 

- Decidme, venga – sonreí. 

- Hemos pensado hacer un viaje por carretera ahora que te marchas a Argentina y que Tom ya estará de vacaciones 

- Sí, por parte de la mítica ruta 66. 

- Iremos desde California, atravesaremos Arizona, Nuevo Mexico hasta Texas y nos desviaremos hacia Louissiana. 

- ¿Y cuándo será eso? – pregunte sabiendo de antemano la respuesta. 

- Pues más menos coincidiendo con el final de tu rodaje en Nueva Orleans. 

- Ah ya veo. Queréis estar en la fiesta de fin de rodaje, eh? Os he pillado. 

- Sí Rob nos ha dicho que Sales prepara una especie de fiesta brasileña y no nos la queremos perder ¿verdad Rob? – bromeó Tom. 

- Eso es. 

- Ya, unos británicos por la América profunda emulando a Kerouak. Eso me gustaría verlo, será gracioso – dije burlándome -. Es que sois tan… ingleses, chicos. 

- Algo así – dijo Rob. 

- pero tranquila Kristen, solo chicos, nada de chicas – afirmó Tom. 

- Te lo cuidaremos bien. Llegará sano y salvo a Nueva Orleans – añadió Sam. 

- Bueno, pues por mi encantada pero lamento desilusionaros, no hay ninguna fiesta brasileña. 

- Es igual. Será divertido. Nos turnaremos para conducir de noche. Nos alojaremos en moteles de carretera… - dijo Rob todo ilusionado. 

- Ya lo estás flipando – rió Tom. 

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El banquete terminó con el tradicional baile y mientras los novios lo iniciaban con el vals nupcial, Rob, agarrándome por la cintura, me susurró. 

- No me has acabado de contar cuál es tu opinión sobre las bodas, preciosa. 

- ¿Ah no? – sonreí sin mirarle. 

Sabía que él también estaba sonriendo. 

- No, y me gustaría mucho saberlo – susurró en mi oído. 

- Sí, ya veo. Pues… no estoy en contra de que la gente se case – dije sin darle importancia. 

- Yo tampoco – dijo rodeándome con sus brazos. 

- Osea… que estamos de acuerdo – dije apretándome contra su cuerpo y girándome para mirarle. 

- Eso parece, amor – dijo besando mi boca. 

...CONTINUARA...