FanFIC no.93 'La Ruta 66. Kristen'

Somos un Blog ROBsessed, donde solo deseamos seguir contando la versión de Irina en la historia Robsten como lo veníamos haciendo anteriormente. Este FanFic es parte medular de este Blog ROBERT PATTINSON EN ESPAÑOL, razón por la cual  suplicamos RESPETO al comentar los relatos. Si No os sentís preparados para leerlos No lo hagáis, eso no va a ofender a Irina. Pero rogamos evitéis críticas destructivas que si pueden molestar mucho y crear mal ambiente en el Blog.

Asi quedarán organizados los FICs en este blog:

LUNES:  FanFic Robsten de Irina
                     Fic la Fundación de VTeam ***NUEVO***
MARTES:  Fic 'El fin del Mundo' de Xim
MIÉRCOLES:  FanFic Robsten de Irina 
JUEVES: Fic 'El fin del Mundo' de Xim
                   Fic la Fundación de VTeam  ***NUEVO***
VIERNES: Fic '50 Sueños de Verano' de Irina

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FanFIC no. 93

"LA RUTA 66. KRISTEN"
Imágenes: Elena

Siempre pienso que si alguna vez desaparece Rob podré encontrarle buscando en internet, que no habrá problema. 

El revuelo que se montó a la salida de un bar de Lubbock se emitió hasta en las noticias locales. 

La policía tuvo que ir a poner orden para que Rob, Tom y Sam pudiesen salir del bar. Y salieron casi escoltados. 

Después de hablar con Rob supe que habían estado en Austin, Texas, el 8 de septiembre, en el Chupacabra Bar y en el Houston Cantina pero tuvieron mucho cuidado en marcharse por la salida de emergencia del local.

En el Houston Cantina Sam se animó a tocar algo y Rob le acompañó con la guitarra. Entre los dos improvisaron un breve concierto acústico y después posó para las fotos de rigor. Los dos tocaron una versión acústica de ´´No Diggity´´ para el público que les acompañaba.

Estaba claro que Rob se lo estaba pasando genial y yo me alegré por ello. No le gusta estar solo, más bien lo contrario. Le encanta rodearse de amigos y a mí también. En eso, como en otras cosas nos parecemos mucho Rob y yo. Y como dice él, está bien echarse de menos, es cierto.

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En Nueva Orleans no íbamos a estar muchos días. El 11 de septiembre ya estábamos rodando allí con un calor sofocante y húmedo de más de 30 grados.

Calculé que para el 13 de septiembre los chicos ya estarían en Nueva Orleans pero a la mañana todavía no habían aparecido. 

Yo tenía escenas todo ese fin de semana junto a gran parte del elenco y algunos actores que se incorporaban a esta parte del rodaje, como Viggo Mortensen y Amy Adams.

Rodábamos en una vieja casa a las afueras, la casa en la que William S. Burroughs recibió la visita de Jack Kerouac y Neal Cassady en 1949, en Argel, un suburbio de Nueva Orleans. Viggo interpretaba al afamado escritor y Amy a su mujer.

El día de rodaje se alargó y terminé a eso de las 8 sin señales de vida de Rob. Estaba de camino al hotel cuando recibí su llamada.

- Preciosa, ¿has acabado de rodar por hoy? – preguntó Rob con su hermosa voz.

- Sí, Rob… ¿dónde andas? – pregunte extrañada y emocionada a la vez.

- Estoy en Nueva Orleans, en un bar, un billar. ¿Te vienes?

- ¡Claro! – dije ansiosa por volver a verle.

Ni siquiera pasé por el hotel a cambiarme. Me presenté en el bar, en la zona francesa, el barrio antiguo y más turístico de la ciudad. Tampoco Rob había pasado por el hotel. Habían aparcado el coche en el garaje y se habían dirigido al primer bar que encontraron para tomarse unas cervezas y esperarme. Cuando llegué no había mucha gente en el local y Rob, Sam y Tom estaban jugando al billar. Fue Tom el que me vio primero.

- ¡Eh, Kristen! – dijo haciéndome una seña.

Me acerqué a Rob que me recibió con una inmensa y preciosa sonrisa en su barbuda cara.

- Hola preciosa. ¿Un billar? – dijo agarrándome por la cintura y apretándome contra su cuerpo.

Yo acaricié su pecho, bajando hasta su vientre para agarrarle la cinturilla del pantalón. Estábamos en un lugar público pero no pude evitarlo, le besé en los labios con un beso suave y corto y le acaricié la frondosa barba. Después nos miramos a los ojos fijamente, durante unos instantes preciosos, porque a veces no hacen falta las palabras, sobran. 

- Bueno, que. ¿Juegas? – dijo Sam.

- Hace mucho que no juego… - miré a Rob que me sonreía con ternura -. ¿Por qué no?

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Lo pasamos genial y tuvimos la suerte de que se celebraba un concierto multitudinario en la ciudad que había dejado los bares vacíos por lo que nadie nos molestó. Cuando cerraron el local salimos algo beodos en dirección al hotel donde me alojaba.

- ¿No vas a recoger tu equipaje? – pregunté a Rob.

- No, no me hace falta – se agachó para susurrarme al oído -. Ya sabes que no duermo con pijama.

- Nosotros nos vamos a buscar algún antro que aun esté abierto – dijo Sam.

- Tenéis la reserva del hotel hecha, chicos – dije con una gran sonrisa.

- Gracias Kristen, nos vemos mañana – dijo Tom.

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Llegamos a la habitación agarrados por la cintura, besándonos por el pasillo. 

- ¡Qué calor! - dijo Rob resoplando al entrar en la habitación.

- Sí, aquí en NOLA te pasas el día sudando. Por eso… creo que necesito una ducha y tú también – dije tirando de su camiseta para desnudarle.

- Muy buena idea, amor – dijo Rob besándome con ansia.

- Espera… déjame que te… quite… – susurré en su boca, entre risas.

No me dejó, se bajó los pantalones el mismo y me cogió en brazos para llevarme a la ducha sin desvestirme. 

Nos metimos bajó el agua templada, casi fresca. Yo vestida, el desnudo. El agua caía sobre nosotros y pronto empapó toda mi ropa pegándola a mi cuerpo. Rob paró de besarme, tomó mi rostro entre sus manos apartándome el pelo mojado y se quedó quieto observándome. Su hermoso perfil estaba empapado, sus pestañas mojadas, su barba llena de gotitas de agua, su pelo pegado a la cara y su boca entreabierta y húmeda. Respiraba con fuerza y sus pupilas estaban dilatadas, fijas en mí y nunca me había parecido más hermoso.

No me atrevía ni a pestañear para que no se perdiera ese momento, un instante perfecto de nuestras vidas, un momento único, irrepetible, que intenté guardar en mi mente observándole detenidamente con toda la fuerza de mi alma, no solo con mis ojos. 

- ¿Estás bien? – preguntó Rob en voz baja.

- Sí… - balbuceé.

- Te has quedado…

- Te quiero – dije repentinamente, rápido, casi en un suspiro.

Rob sonrió con ternura y sin dejar de tomar mi rostro entre sus manos me besó suavemente primero y con fuerza después. Mi lengua se unió a la suya mientras me quitaba la ropa, despegándola de mi cuerpo. Gruñó quedamente en mi boca y me ayudo a desnudarme.

Mi ropa mojada fue cayendo a nuestro alrededor haciendo un ruido pesado, salpicándonos pero nosotros no paramos de besarnos, de tocarnos y disfrutarnos el uno al otro.

- Sabes a… - susurré sonriendo.

- A qué, amor – dijo acariciando mi mejilla con la punta de su nariz.

- A cerveza – reí.

Rob también lo hizo y sin parar de reír me aupó por la cintura, besando mis pechos, mi cuello, mi rostro.

- Y tu barba… pincha – susurré excitada.

- Ya sabes lo que tienes que hace con ella, nena – sonrió canalla.

- No, no quiero afeitarte. Me gustas así – dije mordiendo suavemente su labio.

Rob ronroneó de gusto y me apretó con fuerza contra su cuerpo mojado y cálido, pegándome con cuidado a la pared. Me sujetó por detrás de los muslos para tomarme despacio, emitiendo un jadeo ronco justo al entrar en mí.

Mi cuerpo le recibió con ganas. Susurré su nombre empujándome contra él, sintiendo como entraba, notando cada centímetro de él dentro. Rob gimió mirándome a los ojos y flexionó sus caderas para penetrarme del todo. Estaba llena, completa y sentí como él temblaba, tremendamente excitado, hermoso, mojado, dulce. 

- ¡Ah, qué bien, amor! – jadeó.

- Tenía tantas ganas… - gemí.

- Y yo, preciosa – dijo invadiendo de nuevo mi boca con su lengua. 

Mis ojos buscaron los suyos mientras sus labios devoraban mi boca. Me aferré a sus hombros para sostenerme mientras el intensificaba sus acometidas sujetándome por las nalgas. Me levantó y me penetró una y otra vez mientras yo empujaba siguiéndole, respirando agitada, enloqueciendo de placer. 

Rob se movía rápido haciéndome jadear con fuerza, poseyéndome con todo su ser para frenarse de repente y volver a incrementar el ritmo de sus penetraciones después, con jadeos cada vez más breves e intensos. Me sumergí rápidamente en aquella maravillosa y conocida sensación abrumadora y mi cuerpo comenzó a estremecerse sin remedio.

- ¡Oh, sí, sí nena!– susurró Rob en mi boca. 

- ¿Lo sientes? – gemí.

- Sí, amor…

Gruñí de gusto con voz entrecortada, siguiendo el compás de sus roncos e intensos jadeos, mientras nos mirábamos fijamente a los ojos. Y con nuestras bocas juntas de nuevo, alcanzamos un orgasmo urgente y maravilloso, a la par, mientras el agua seguía resbalando por nuestra piel estremecida.

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- Con tantas fans no me habrás echado de menos – dije secándole el pelo con la toalla.

- ¿Qué fans? - rió sentándome sobre su regazo -. Siempre te echo de menos, siempre, amor.

- Y te encanta – sonreí pasando mis dedos por su nuca y detrás de la oreja.

- Eso es – asintió besando suavemente mis labios –. ¿Volvemos a la cama?

Lo hicimos. Nos tumbamos desnudos para acariciarnos con la simple intención de sentirnos bien juntos. A veces no hace falta hacer el amor para demostrarse amor. Una sola caricia dada con ternura, suave y lenta, basta.

- Bueno, ¿no me vas a contar lo del bebé? – dije cogiendo su brazo y rodeándome con él.

- Ah, eso – rió Rob-. Fue gracioso. Un bebé me tiró de la barba mientras su madre se sacaba una foto conmigo.

- ¿Y? – reí al imaginarlo.

- Pues… me pareció gracioso. Era un bebé muy guapo.

- ¿Ah, sí? – sonreí mientras sentía un cosquilleo de pura ternura en el estómago.

- Sí – dijo besándome con devoción.

- Te gustan los bebés, reconócelo.

- Sí, me gustan. ¿Y a ti?

- Pues… supongo que también – asentí con la cabeza y suspiré -. Aunque todavía no lo sé. Los niños me dan respeto. No sé muy bien cómo tratarlos.

Rob me miró a los ojos y lo soltó.

- Pues yo quiero tener hijos algún día – dijo muy serio.

- Ajá –murmuré acariciando su pecho y sonriendo.

´´Siempre lo he sabido´´, pensé.

- No lo había considerado en serio nunca pero ese bebé… - negó con la cabeza sonriendo -. Me dio que pensar. Pensé en ti automáticamente.

Al decirlo me miró fijamente a los ojos. Aquella declaración de intenciones me hizo derretirme de amor por Rob. Le miré con ternura y el me acarició los hombros, la espalda, hasta agarrarme por la cintura y atraerme hacia su boca.

- Pero eso es cosa de dos – suspiró sonriendo -. O más bien cosa de ´´una´´ de los dos.

- No me veo con un bebé por ahora aunque… aunque sí que quiero ser madre algún día – reconocí aliviada de estar teniendo aquella conversación, de sincerarme con Rob.

- Tendríamos unos bebés muy guapos, ¿no crees? – dijo sonriendo.

- ¿En plural?

- Sí, unos… seis o siete.

- Dos o tres, no soy Angelina Jolie.

Soltó una fuerte carcajada y después me besó en la frente.

- Tenemos tiempo, preciosa – dijo suspirando y abrazándome con muchísima ternura.

- Sí, algún día – susurré acomodando mi cabeza sobre su pecho.

- Antes tienes que ganar un Oscar – me dijo.

- ¿Y tú?

- Yo dos – bromeó.

Le di un puñetazo suave en el brazo y me reí.

- Algún día – repitió justo antes de besarme con pasión.

...CONTINUARA...