FIC IRINA '50 Sueños de Verano' Relato 34 'Casanova IV'

Los FICs de este Blog quedan organizados de la siguiente manera: 

LUNES:  FanFic Robsten de Irina,      

                      Fic la Fundación de VTeam ***NUEVO***
MARTES:  Fic 'El fin del Mundo' de Xim

MIÉRCOLES:  FanFic Robsten de Irina     
JUEVES: Fic 'El fin del Mundo' de Xim

                   Fic la Fundación de VTeam  ***NUEVO***
VIERNES: Fic '50 Sueños de Verano' de Irina
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Aviso sobre los FICS, sobre todo dirigido a las chicas más jóvenes que nos leen ya que aparecerá contenido sexual explícito, con palabras y situaciones (Lemons). Personas impresionables fácilmente  dejamos a vuestra conciencia la decisión de leerlo o no.                         

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FIC-IRINA  50 Sueños de Verano'

Cap XXXIV "Casanova 4ª Parte"

por IRINA (Irene Mendoza)
Imágenes: Elena

El sol brilla sobre la Laguna y la cúpula bizantina de San Marcos refulge bajo un cielo azul, sin nubes.

 

La noche ha sido intensa para los dos. Hemos hecho el amor sin cesar, durmiendo a ratos, bebiendo champan, volviendo a amarnos.

Miro la hermosa estampa ante mí y escucho a George revolviéndose entre las sábanas. Me giro, me mira, sonríe con cara de sueño y de pronto me siento extrañamente tímida. ´´Esta noche no lo he sido en absoluto´´, pienso y sonrío traviesa al recordar todo lo que hemos hecho juntos.

- ¿Te gusta Venecia? – dice George incorporándose desnudo en la cama, hermoso.

- Sí, me encanta – digo apartándome de la ventana y bastante cohibida porque sé que él me está comiendo con los ojos mientras camino desnuda por la habitación.

Me siento frente a un tocador, mirándome en el espejo intentando arreglar mi despeinado pelo largo y castaño. La peluca descansa sobre una butacón, al igual que toda mi ropa y la máscara.

- ¿Has estado en París? – dice George levantándose y acercándose al armario.

Lo abre y saca una hermosísima bata de seda decorada con hermosos crisantemos bordados. Parece una especie de kimono. Viene hasta mí y me la pone delicadamente sobre los hombros. Es muy suave.

- No, nunca – respondo encontrándome con su mirada en el espejo.

- ¿Te gustaría ir?

- Claro que me gustaría – sonrío mirando sus ojos que recorren mi cuerpo, reflejados en el espejo del tocador.

- Yo te llevaré. Ven conmigo y te enseñaré París. Te gustará. Una mujer tan fascinante como tú sería la reina de París – se agacha y me susurra con voz sensual al oído.

Coge las peinetas de marfil y mis horquillas, las que he dejado durante la noche sobre el tocador y con sumo cuidado comienza a peinarme con sus dedos y a recogerme el pelo. Parece todo un experto, pienso. 

¿A cuántas mujeres habrá peinado? ¿A cuántas habrá traído a esta casa y les habrá hecho el amor en esta cama? ¿A cuántas les ha hecho la misma oferta, engatusándolas con eróticas promesas?

- Se mi amante – susurra sobre mi pelo.

- ¿Seré la única aparte de tu esposa? – pregunto.

- Dime que sí – dice acariciando mis hombros, bajando sus manos hasta mis pechos desnudos y rodeándolos apretando suavemente.

Por un momento imagino lo maravilloso que sería ser su amante, vivir en París. La bella ciudad con sus bailes, su lujos pero enseguida me doy cuenta de que es la lujuria la que habla por mí, la que no me permite razonar. Respiro hondo y recuerdo su proposición y mi pregunta.

- ¿Lo seré? – insisto.

Me mira a los ojos con ternura y sé que la respuesta es que no, que no seré la única, que en algún momento se cansará de mí o dejará de necesitarme y me cambiará por otra, que el amor no entra en sus planes o no es suficiente para él y que me hará daño.

Pero George no espera a mi respuesta. Comienza a morderme suavemente el lóbulo de la oreja, mete sus manos entre la finísima tela y acaricia mis pezones. Puedo sentir como su erección vuelve a crecer contra mi espalda, tras la seda de la bata. Mi cuerpo se arquea como respuesta, buscando, rozándome contra él. No quiero contestarle aun, solo quiero más placer.

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- Tendré que intentar convencerte con más… persuasión – susurra con una canalla y gloriosa sonrisa en su hermosa boca -. ¿Quieres más? 

Jadeo suavemente como respuesta mientras me abraza desde atrás, posando ambas manos en mis pechos. Los acaricia, los presiona y yo cierro los ojos dejándome llevar. Una mano se dedica a torturarme dulcemente pellizcando mis pezones, tirando suavemente de ellos y la otra baja hasta mi sexo, separa mis piernas e introduce sus dedos en mi tierna entrada, sensible tras toda una noche de intenso y placentero sexo, mientras aprieta su erección contra mi cuerpo.

George comienza a meter y sacar dos de sus dedos en mi interior, lentamente al principio, mientras va deslizando la otra mano por mi cuerpo hasta alcanzar mi sexo. Me penetra con sus dedos más rápido y con los de la otra mano va recorriendo y presionando a la vez mis labios íntimos, mientras marca el ritmo con un solo dedo que juguetea con mi hinchado clítoris. La bata de seda cae al suelo. Yo intuyo como otro orgasmo comienza a formarse en mi vientre. Me estremezco, gimo y siento como mi carne palpita de gusto. Cierro los ojos y escucho su respiración fuerte y agitada mientras noto la punta de su falo dura y húmeda contra mi espalda.

Al abrir los ojos, tras un fuerte jadeo que sale de su boca, veo nuestra imagen en el espejo y los dos somos puro apetito y ansias de más placer. Mi cuerpo se arquea contra el suyo, mis redondos pechos vibran por mis inevitables temblores. Su boca abierta, su rostro contraído por las ganas, su cuerpo tenso y poderoso. Gimo ante esa erótica visión y siento que estoy llegando.

- Todavía no, espera – jadea ronco.

De pronto el deja de estimularme provocándome una convulsión de pura necesidad. Saca sus dedos y siento el vacío que deja en mi interior. ´´!Quiero esos estupendos dedos ahí de nuevo!´´, me digo y gimoteo un agudo ´´no´´.

George me toma por la cintura y me eleva. Todo es muy rápido y en un momento me veo apoyando mis manos sobre la cómoda, agachada, con el trasero expuesto, desnuda y hambrienta de él, con unas ganas enormes de que vuelva a llenarme.

Me sujeta con firmeza, por la nuca pero sin apretar, mientras me agarra por la cintura. Se acerca inspirando con fuerza y se hunde en mí con un impulso urgente. Echo la cabeza hacia atrás, incapaz de mantener los ojos abiertos y gruño de gusto. 

* * *

El dormitorio se inunda con los sonidos de la lujuria, de nuestro deseo. George comienza a embestirme con tal fuerza que me tengo que agarrar al borde la cómoda para frenar sus salvajes acometidas. El espejo vibra con cada penetración. Nos miramos en él, observándonos el uno al otro, gimiendo, jadeando, resoplando de placer. 

Me estremezco, tiemblo y el entra en mí de forma cada vez más salvaje, con pasión, con deseo. Estoy en éxtasis, perdida en las sensaciones que George me hace sentir. ´´Podría olvidarme del mundo y hasta de mi nombre si…´´. Dudo de todo, hasta de mí misma, nublada por el placer que me da y al que me entrego con deleite, hasta que escucho su voz.

- Se… mi amante - comienza a decir jadeando entre embestidas.

Sus movimientos se hacen más lentos y yo gimo protestando.

- Sigue, sigue… ¡No te… pares!

El orgasmo está allí de nuevo, implacable.

- Otra vez…eso es… – gruñe entre dientes 

- ¡Sí! – grito y mis entrañas tiemblan y se cierran alrededor de su duro miembro y otro devastador orgasmo me vuelve a sacudir, incluso con más fuerza que los anteriores.

George palpita con fuerza dentro de mí y se derrama entre fuertes gemidos de placer para caer rendido y jadeante sobre mi espalda. 

Con él aun dentro siento su respiración agitada y cálida sobre mi piel. Sale de mí, me ayuda a incorporarme y tras recuperar el resuello nos miramos fijamente, reflejados en el espejo del tocador.

Poco después caemos rendidos sobre la cama.

* * *

Cuando despierto, todavía entre sus brazos, está atardeciendo y George me mira con una sonrisa pícara en su hermoso rostro.

- Hola – murmura.

- Hola – susurro frotándome los ojos algo aturdida.

Le miro y sé que tengo que sobreponerme a esa fachada de niño bueno, a su dulzura. Me levanto para ir al baño. Frente al lavabo me refresco la cara, el cuello, las muñecas y respiro hondo para sosegarme.

Al regresar George está fumándose un puro recostado en el cabecero de la cama, desnudo, mirándome. Su cabeza descansa sobre su brazo y su atrayente cuerpo se expone ante mis ojos en todo su esplendor. El me recibe con una amplia sonrisa de satisfacción. 

Me tiende la mano para que me meta en la cama con él. Me siento junto a él y me toma de la cintura para atraerme hasta su cuerpo y ponerme delante, entre sus piernas abiertas. 

Noto como empiezo a sentirme dolorida después de tanto sexo. Me alza la barbilla y la gira para que le mire. Sus ojos azul grisáceo me escrutan retadores. Me besa apasionadamente, saboreándome y yo le devuelvo el beso con la misma intensidad.

- ¿Vendrás a París conmigo? – pregunta con dulzura.

Le miro a los ojos y veo un niño, un niño egoísta y terriblemente solo y por un instante acaricio sus cabellos con ternura. Pero un destello de triunfo le oscurece la mirada.

- No – respondo.

- Por qué? – pregunta extrañado.

- Porque no quiero que me olvides.

* * *

Anochece en Venecia y los canales se tiñen de rojo y púrpura. 


Una góndola me aleja de George, del placer pero sé que estoy haciendo lo correcto.

Poco después camino sola por la plaza de San Marcos mojada por la reciente llovizna. 






Una máscara queda tendida en el suelo, abandonada.

Puede que el destino juegue con nosotros y algún día volvamos a encontrarnos.