Fic 'La Fundación', Capitulo 29 por V-Team

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Fic La Fundación  Capitulo 29
por V Team

Imágenes: Elena

Era increíble lo que Rob lograba conmigo, es que no podía decirle que no a nada, me comí los dichosos gusanos, que no me apetecían, y no por el sabor que es delicioso sino porque nada más de pensar en lo que eran, los insectos no me agradaban en ninguna forma. Pero a Rob no podía negarle nada, me tenía literalmente comiendo de su mano, si no hubieran estado las chicas seguramente hubiera mordido sus deliciosos y largos dedos por obligarme a comer chinicuiles. 

Luego del almuerzo, continuamos nuestro recorrido en carretera por poca más de una hora hasta Huasca de Ocampo que engloba otros municipios como el de San Miguel Regla donde se encontraba el hotel donde nos hospedaríamos, y que en realidad había sido una hacienda en el s. XVII y aunque no era del tipo lujoso como las haciendas de Yucatán era un buen lugar para quedarse.

 

Al llegar pedimos una villa de tres habitaciones y chimenea, luego de instalarnos nos fuimos a una de las principales atracciones del lugar, los prismas basálticos en Santa María Regla a cinco minutos del hotel. Los prismas basálticos eran una maravilla natural, una caprichosa formación rocosa que se había formado en una barranca debido al enfriamiento de lava hace millones de años y que podrían describirse como hermosas cascadas, las cuáles se podían admirar desde el fondo de la barranca descendiendo por una escalinata.

 

-¡Guau! Es increíble –dice Rob mirando las perfectas columnas de basalto mientras que Berta y Fina están completamente abstraídas ante el paisaje.

-En verdad lamento que no estén aquí las demás, esto es digno de verse –comenta Liz.

-Sí es asombroso –dice Maca.

Ahí mismo, Rob, Maca y Liz deciden subir a la tirolesa que atraviesa la barranca y sentir un poco de adrenalina.

Después de visitar los prismas, regresamos a la minivan y en menos de diez minutos estamos en el pueblito de Huasca, un lugar pequeño pero pintoresco, donde los colores naranjas y amarillos predominaban en las fachadas de las casas de techos de teja roja, es un típico pueblito pequeño y de gente amable. Caminamos por sus imperfectas calles empedradas y alrededor del kiosko en la plaza central, miramos las artesanías y nos sentamos bajo los portales a comer antojitos mexicanos.

 

Cuando vamos de regreso a la minivan me detengo en un pequeño puesto de juguetes artesanales y pienso en comprar uno que me ha llamado la atención para mi hija.

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-Estás siendo muy fuerte –dice Berta que se ha puesto atrás mío.

-En realidad tengo que contener las lágrimas muy a menudo.

-La tristeza no está peleada con la fortaleza –me contesta y aprieta fuerte mi hombro –te apoyaremos.

-Gracias, ya lo hacen y mucho –le sonrío. 

Ha sido un día largo, lo único que queremos es descansar, sin embargo en la recepción nos animan a participar de una caminata nocturna por los alrededores de la hacienda, Fina se siente muy agotada y Berta decide acompañarla, Maca está interesada pero las trasnochadas cuidando a Rob no se lo permiten y las únicas que se animan son Lena y Liz.

Rob está emocionado y dice que no se lo perdería por nada. 

El paseo es una especie de callejoneada por toda la hacienda, los jardines y las cuevas, unos salones que se usan para fiestas medievales, al tiempo que nos van contando la historia de la Hacienda, Lena y Liz caminan por delante sosteniendo una de las antorchas que iluminan nuestros pasos en la negra noche, Rob me toma de la mano, yo me pongo nerviosa, yo lo suelto de inmediato, pero él insiste y me toma nuevamente, cuando me tiene bien segura, me jala y lleva tras una columna a solo unos metros.

Me sorprende con un delicioso beso el cual no puedo resistir.

-Gracias –me dice.

-¿Por qué? –pregunto desconcertada, aturdida por el beso y embelesada mirando sus ojos.

-Por este viaje, me ha encantado.

-Todavía te tengo más sorpresas.

-¿Más? –me dice incrédulo.

Muevo la cabeza afirmando, pero es todo lo que sabrá y lo tomo de la mano para reunirnos con el grupo.

Al final del recorrido, el guía nos invita a pasar al bar karaoke donde podremos convivir con los demás huéspedes, cantar y tomar una copa. Lena no está segura pero Rob suplica y finalmente accede.  No permanecemos mucho tiempo, tomamos un par de tragos escuchamos algunas canciones pero realmente estamos cansados y regresamos a nuestras habitaciones luego de un largo día.

***

A la mañana siguiente tomamos el desayuno buffet en el hotel, y nos fuimos al bosque de San Miguel Regla donde podríamos remar en un bote, pasear a caballo o practicar pesca, a Rob le pareció interesante pescar su propia comida y luego llevarla a alguna cocinita para que se la preparan a su gusto. Estábamos pasando unos días geniales y muy divertidos, cambiar radicalmente de clima y paisajes estaba resultando perfecto sobre todo para Rob que quería este viaje para distraerse y olvidar lo sucedido con la loca de Pía. Las chicas también estaban felices sobre todo Fina que no sólo era recién llegada a la Fundación y a México sino a todas las locuras con las que Rob nos hacía reír.

 

Todo estaba perfecto hasta que Berta se sintió mal, nos asustamos porque estuvo a punto de desmayarse. Berta dijo que debía ser la presión que a veces se le bajaba, nos paramos a descansar, nos asustamos mucho, Rob ayudó a Berta y la acomodó en una banca.

-Berta, lo lamento tal vez fue que la comida no te ha sentado bien, necesitas calorías.

-Sí, creo que unos dulces me ayudarán.

Pero luego fue Fina la que sintió mal Maca le tomó la presión y resultó que la tenía alta. 

-Debe ser la altura –dijo Maca –No nos detuvimos a pensar en eso. 

-Es mi culpa –dije –no les advertí de la altitud del lugar –Será mejor cancelar lo de Real del Monte, es un lugar de mayor altitud, regresemos a Cancún –le digo a Lena y me pongo triste porque en verdad quería llevar a Rob ahí y lo miro apenada.

-De ninguna manera –dice Fina –yo me pondré bien cuando me tome la pastilla y aquí en el hotel que es hermoso puedo descansar, no es justo que Rob no se distraiga, porque es a eso a lo que venimos, ustedes pueden ir.

 

-¿Pero cómo vas a quedarte sola? –dice Rob.

-Yo también me quedo, aún no me siento del todo bien, a las dos nos vendrá bien descansar aquí en el hotel que además es precioso, ya vendremos la próxima vez con el resto –dice Berta quien ha hecho buena amistad con su compatriota –además me gustaría hacer el recorrido nocturno que no hicimos ayer.

 

-Yo me quedaré con ustedes –dice Maca –para asegurarme que estén bien.

Lena parece dudosa, sé que se siente responsable por las chicas y no las dejará fácilmente. 

-Chicos si no les importa yo también quisiera quedarme, ayer escuche de otro paseo nocturno en otra hacienda donde te cuentan leyendas de duendes e historias de fantasmas, me gustaría ir –explica Liz.

-Bien, entonces “V” lleva tú a Rob a Real del Monte en la minivan, yo también me quedo –dice Lena –finalmente el viaje es para Rob y lo importante es que él se distraiga. 

Los ojos de Rob brillan y yo intento disimular mi alegría por estar a solas con él, pero lamento mucho que Berta y Fina no se sientan bien.

-Bien, regresaremos mañana por la tarde –afirmo.

Rob y yo tomamos nuestro equipaje y en menos de diez minutos ya estamos en la minivan, lanzándonos intensas miradas de urgencia del uno por el otro. 

-¿Prefieres que yo conduzca?

-Sí –le digo al recordar que el camino está lleno de curvas, además que me enloquece ver sus manos tomando firmes el volante.


 Antes de arrancar me da un tierno beso en los labios que yo me voy saboreando todo el camino.

En el auto le voy explicando a Rob un poco del lugar. 

-El municipio al que iremos en realidad se llama Mineral del Monte debido a las minas de plata, pero en tiempos del Virreinato por estar bajo el dominio de la Corona española se le llamó Real del Monte. Las minas fueron explotadas por mineros ingleses quienes dejaron un pedacito de ellos en este lugar.

-¿Por eso querías que lo conociera?

-Sí, por eso –le digo con una gran sonrisa.

Metros adelante Rob detiene la camioneta abruptamente hacia un lado de la carretera y me desconcierta. Me asusto un poco al pensar que algo malo pasa.

-¿Qué sucede?

-Nada, es que necesitaba verte y abrazarte –me dice y me atrae hacia él –Eres maravillosa, gracias por ser así conmigo, sorprendiéndome con detalles que piensas pueden gustarme.

-¿Y te gustan?

-¡Me encantan! Todo lo que viene de ti me gusta. Bonita, me has conquistado por completo –dice y ésta vez me besa muy apasionado.

Lo primero que hacemos al llegar es buscar alojamiento, aunque faltan unas horas para que anochezca. Encontramos un hotel que ofrece habitaciones tipo cabañas con chimenea a la entrada del pueblo y con vista panorámica hacia los bosques, el encargado nos lleva hasta nuestra habitación, la habitación es de estilo rústico pero confortable. El encargado enciende la chimenea ya que con el avanzar de la tarde ha descendido la temperatura. 

 Rob entra un momento al baño y yo me coloco frente al fuego intentando calentar mis manos, en menos de un minuto Rob regresa, se pone a mi lado y me rodea con sus fuertes brazos, me mira fijamente a los ojos y puedo ver a través de su mirada cristalina, me besa muy despacio con ternura y comienza a desvestirme, yo hago lo mismo con él.  

Nos entendemos sin palabras, todo fluye de manera natural, él me acomoda suavemente en la alfombra frente al fuego y comienza a quitar todo ese frío que invadía mi alma y mi cuerpo llenándome con todo su calor.

***

-En verdad preciosa me gustaría quedarme todo el día en la cama contigo, pero tienes que terminar de mostrarme el lugar –dice Rob apenas nos despertamos.

Me complace que esté tan animado, me hace olvidar por un momento que nuestras vidas no son perfectas, estoy convencida que la vida me pone una prueba muy dura al alejarme de Mía pero al mismo tiempo me ha compensado al encontrarme con Rob.

Vamos a pie hacia el centro del pueblo tomados de la mano, me siento como una quinceañera, con su primer novio. Las fachadas de los edificios son aún más coloridas pero siguen predominando los techos rojos.

 Entramos a un pequeño local para desayunar, pedimos café y ordeno pastes dulces de diferentes rellenos, piña y arroz con leche.

-Este es el platillo típico de esta zona, los pastes. Fue en el siglo XIX cuando las compañías ingleses mineras se asentaron en esta parte, y consigo trajeron algunas de sus tecnologías y costumbres, también trajeron el fútbol y este platillo: los pastes, que las esposas de los mineros preparaban para que se llevasen a las minas.

Rob me escucha con atención, da un sorbo a su café y una mordida a su paste. Esto debe ser un sueño, pienso, que Robert Pattinson esté aquí a mi lado, desayunando en este pueblito, no puede ser real, una ráfaga de viento helado me golpea la cara y me escupe que sí lo es, cada sensación a su lado y cada lugar que le he mostrado lo es y lo que es más aún, es este sentimiento tan fuerte que nos une.

-Está delicioso –me dice y me saca de mi monologo interno. Sonrío al ver que lo está disfrutando.

-En la receta original el relleno es de carne molida con papas, pero bueno nosotros los mexicanos siempre le ponemos nuestro toque personal a todo.

-Alguien le dio la vuelta al mundo en 80 días pero creo que a mí no me alcanzaría un año completo para conocer este maravilloso país –río ante su ocurrencia que además me halaga como mexicana –un día yo te llevaré a mi país, también me gustaría ser el anfitrión.

-Pues me encantará verte como guía de turistas –seguimos bromeando mientras terminamos el desayuno.

Seguimos con nuestro recorrido por Real del Monte, visitamos un par de templos, los jardines centrales donde está el monumento al minero e invito a Rob a pasarnos por un museo, pero se niega.

-Me encantaría preciosa, pero pronto tendremos que regresar con las chicas y quisiera un momento a solas contigo.

Por supuesto yo no me niego y regresamos al hotel.

A la hora de la comida estamos de vuelta con las chicas, Rob tan atento como siempre les ha llevado pastes y les presume que esta comida típica tiene su origen inglés y lo que mucho que le ha gustado Real del Monte. Parece que las chicas también lo han pasado bien recorriendo la hacienda, Fina y Berta parecen estar como si nada.

Por la noche durante la cena planeamos la visita a las Pirámides y nuestro regreso a Cancún.

Cuando vamos de regreso a nuestras habitaciones, nos detenemos en uno de los jardines a mirar las estrellas, una niña pequeña corre hacia mí me rodea las piernas y me dice mamá. Mi corazón se encoge. La pequeñita levanta su carita y se da cuenta que se ha confundido, su madre que está cerca suelta una risita, pide disculpas y la llama. Le sonrío pero tengo unas terribles ganas de llorar, me contengo y digo que he olvidado algo en el restaurante para que no lo noten. Pero en realidad entro al tocador que está a la vuelta en la zona de alberca, ahí dejo salir mi dolor. 

Un momento después escucho las inconfundibles voces de acento español, no quiero que vean que me he puesto mal y me encierro en un baño.

-¡Qué buen día hemos pasado ayer finalmente! O ¿no? –dice Berta.

-Sí la escena que hemos montado al decir que nos sentíamos mal nos ha salido de Oscar –contesta Fina.

Y las dos comienzan a reírse.

...CONTINUARA...