Fic 'La Fundación', Capitulo 25 por V-Team

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Fic La Fundación  Capitulo 25
"Behind the Scenes - ROB"

por V Team

Imágenes: Elena

Cuando entro a la zona hotelera tengo que disminuir la velocidad, no puedo ir a más de 40 km/h y no quiero que me detengan por una infracción. Entro al estacionamiento del Riu y le arrojó las llaves al botones, que se queda diciéndome algo pero no me detengo para averiguarlo, corro hasta la recepción y pregunto por la habitación de Piedad Cervantes. 

-¿Quién la busca? –pregunta el hombre que atiende la recepción. 

-Soy Robert… –dudo –es de vida o muerte –le digo. 

-Ah sí, Sr. Robert, la señorita dejó esto para usted –me dice extendiéndome un sobre –ahí viene el número de habitación, pase –me dice el tipo y sonríe malicioso, debe pensar que vengo de ligue. 

Corro hacia el ascensor, oprimo el botón para el piso 14, busco en el sobre, pienso que me encontraré una carta quizás, pero en vez de ello solo hay una tarjeta, la llave de la habitación, pienso. Salgo nervioso al pasillo busco el cuarto de Pía, introduzco la tarjeta en la abertura y abro la puerta lentamente, un escalofrío me recorre la espina dorsal ante la incertidumbre, doy pasos lentos e inseguros. 

-¡Pía! –la llamo esperando que aparezca. 

La puerta se cierra con brusquedad a mis espaldas, me giro esperando ver a Pía, en su lugar siento un fuerte golpe justo en la cabeza, la vista se me nubla y sé que voy a desvanecerme. 

**** 

-Todo estará bien, conmigo estás a salvo –dice “V” mientras me acaricia el cabello y la frente y yo la veo a través de mis pestañas, quiero abrir por completo mis ojos para ver su dulce rostro pero mis párpados no me responden. 

-Vi… 

Creo que estoy en una cama, pero es muy incómoda, quiero moverme y encontrar una posición más cómoda pero mis extremidades no me responden, no estoy seguro dónde estoy, no me parece estar en la Fundación, el olor es diferente. Sin embargo mis sentidos no parecen estar funcionando correctamente. 

*** 

Estoy sudando, tal vez tenga fiebre, me siento muy extraño. Intento relajarme, nada conseguiré si me altero, aunque es desesperante no poder abrir los ojos, no estar completamente consciente. 

No sé cuánto tiempo ha pasado, lo único que deseo es ver a “V” y aclarar las cosas, su recuerdo me motiva, hago el intento de abrir los ojos lentamente, no puedo abrirlos por completo pero puedo ver una silueta, es ella, puedo escuchar su voz diciéndome que todo estará bien. 

Su imagen me reconforta, y sigue animándome intento abrir aún más los ojos, pero me asusto, un miedo infinito me recorre, su voz no concuerda con su imagen; de repente todo me viene a la cabeza, cientos de imágenes entran en mi mente como en una licuadora, intento darles un orden pero me confunden, en mi mente el proceso parece ser lento pero sé que no ha pasado más de un minuto. 

-Te dije que encontraría la solución, recuerdas Rob. 

¡Es Pía! Grita una voz en mi mente, su mano se acerca a mi rostro mi cerebro envía una señal de alejarse pero el cuerpo no me responde. Pía está sentada junto a mí y limpia mi sudor con un pañuelo; ahora comprendo todo. Mis ojos se han abierto por completo y miran alrededor, las paredes son blancas y la decoración del lugar es escasa, no estoy en un hospital, más bien parece una casa que desde hace mucho no habita nadie. Frente a mí hay una ventana y las persianas lucen desgastadas y sucias, incluso una de las tiras de plástico está rota y deja pasar un poco de luz de luna. Deduzco que Pía me tiene aquí en contra de mi voluntad y mi vida depende de ella. 

-¿Do… dónde estamos? –pregunto una vez que logro articular palabra. 

-En nuestra nueva casa –me contesta con una sonrisa y mirándome fijamente. 

-¿Qué me pasó? –digo y mi voz aún se oye débil. 

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-Fuiste a mi hotel, yo estaba por dejar ese lugar, pero llegaste y te resbalaste golpeándote fuerte en la cabeza, como no supe qué hacer, te traje conmigo, pero me has dado un buen susto, has estado dormido por más de 24 horas. 

-¿Por qué no avisaste a la Fundación? ¿Por qué no me atendieron en tu hotel? 

-Rob, cariño tranquilízate, son muchas preguntas. Evite que en el hotel se enteraran, no quería escándalos y no sé de qué Fundación me hablas. 

-Por favor Pía, deben estar preocupadas por mí. 

-Tal vez –dice y guarda silencio, su mirada nuevamente se pierde en el infinito, es la misma mirada que tenía cuando estábamos en la playa, me asusto –pero ellas no te quieren como yo. Porque…yo soy tu fan número uno. 

Esta vez el miedo se queda corto para describir lo que estoy sintiendo, terror puede que se le acerqué. Pienso en mi familia, en mis amigos, en las chicas de mi Fundación y el corazón se me oprime cuando en mi mente se aparece “V” llorando, y el miedo de lo que Pía pueda hacer conmigo se ve superado por el pánico de no volver a verla. 

-¿Por qué no puedo moverme? 

-¿Acaso crees que soy estúpida? –dice casi gritando y enojada, retira su mano de mi frente y cierra su mano en puño, apretando fuerte el pañuelo –No sabía cuánto durarías dormido después del golpe así que te di un par de pastillas mías –comienza de nuevo hablando más tranquila –nunca tomes más Prozac del necesario o tendrás siestas largas –termina diciendo como si le diera una advertencia a un niño. 

-Pero luego estuviste a punto de despertar –su voz vuelve a ese tono de enfado –y la llamaste en sueños, por eso tuve que usar el remedio, para que no intentaras irte tras ella. 

Se levanta bruscamente y comienza a caminar alrededor de la cama totalmente enloquecida, diciendo toda clase de maldiciones. 

Ahora veo más claramente lo que está sucediendo y sucederá, estoy en problemas, Pía me tiene aquí en contra de mi voluntad, yo no sé si saldré de aquí, y seguramente mi proyecto con Tom se irá a la mierda, no interpretaré ninguna película llamada Misery basada en los Beatles, porque ya mismo estoy interpretando el mejor papel de mi vida: el de Paul Sheldon, en Misery, la novela de Stephen King. 

-¿Por qué Rob? ¿Por qué ella? –dice casi sollozando. 

-No entiendo de qué me hablas. 

-¡Ya te dije que no me tomes por estúpida! –dice nuevamente alterada, me doy cuenta que no debo hacerla enojar –¿Creíste que nadie se daría cuenta? Lo supe desde el principio, esa forma en que la mirabas, cómo te le acercabas, siempre has sido tan transparente. Y esa noche, en el restaurante, no le quitabas lo ojos de encima, no pude soportarlo. Ella logro en unos cuántos días lo que yo no pude en varios meses: que te fijaras en ella. 

-Pía, estás confundiendo las cosas. 

-¡Cállate! No me digas que estoy confundida, eso es lo que siempre me dicen –exclama y ahora pasa del enojo a la desesperación –lo siento Rob, pero tú no vas a dejarme, eres lo más importante para mí y sin ti me muero. 

Se queda callada por un momento y mira a través del orificio de la persiana, nuevamente con la mirada perdida, yo solo la observo. Luego de un rato creo que empiezo a recuperar movilidad, creo que puedo mover las falanges de mis dedos. 

Sin decir nada Pía se va y cuando regresa me mete en la boca una mezcla extraña que sabe a hierbas, intento resistirme y no abro la boca, pero es imposible aún no recobro la movilidad como quisiera. Termino tragándome lo que Pía me da, y bebiendo un poco de agua que me ofrece en una taza, luego el sueño me vence nuevamente. 

Ahora debe ser de día, creo que he sobrevivido. La intensa luz del sol baña mi rostro colándose por las persianas rotas, abro lentamente los ojos para no lastimarlos, no veo a Pía por ningún lado. Creo que puedo moverme, estiro un poco mi pie y ahí logro sentir el final de la cama. Si espero un poco tal vez el efecto haya pasado, pero debo ser cuidadoso, si ella lo nota me dará más “remedios” que no sé qué consecuencias tengan. 

Espero un largo rato ahí acostado sobre el incómodo colchón y cada minuto mi cuerpo va regresando de la extraña parálisis en forma muy lenta, abro y cierro mi mano pero aún no puedo girar la muñeca y mucho menos mover el brazo. 

Me siento como un estúpido, como un pequeño ratoncillo que cae en la trampa atraído por el queso y llega justo a la boca del gato. 

Mil cosas me pasan por la mente, ¿qué estará haciendo ahora “V”? seguiría pensando que le había mentido o ya se habría dado cuenta que probablemente Pía había planeado todo esto. ¿Y mi querida Lena? Ella también me conocía muy bien, sabía lo mucho que odiaba la forma en que algunos medios trataban las notas, si dio aviso a la policía cuando desaparecí la noticia pronto llegaría a mis padres y sólo se preocuparían, era justo lo que menos quería, dañar a mi familia. Y Vero, Xim, Maca, Carol, Berta, Ani y Juno, seguro estarían ya desesperadas y presionando a Lena, y con lo bien que lo estábamos pasando con las chicas nuevas, ¿cómo estarían ellas? Liz, Ángela y Fina. 

Tal vez no volvería a ver a ninguna, ¿Y la Fundación? ¿qué pasaría con ella? Había depositado una fuerte cantidad en la cuenta, pero le insistí a Lena que si algún día algo me pasaba sería para cubrir la indemnización de cada chica, mantener la casa por un tiempo, pero por supuesto se acabaría la ayuda a otras instituciones, ¿y la casa hogar? Ellos contaban con nuestra ayuda. 

Tenía que haber un modo de salir de aquí. Afuera había muchas cosas por hacer y mucha gente que dependía de mí. Pía estaba completamente fuera de sí, si lograba engañarla, tal vez tendría una posibilidad de salir con vida. 

Primero necesitaba evitar que me diera más de esa mezcla extraña. Lo mejor que podía hacer era fingir que dormía y esperar que la movilidad volviera por completo a mi cuerpo. Así lo hice, por más de dos horas esperé pacientemente y no había escuchado alguna señal de que Pía estuviera cerca o incluso en la casa. Me ganó la desesperación y antes de recobrar la movilidad por completo intenté bajar de la cama, la cama rechinó cuando me rodé por el colchón para caer al suelo, estaba seguro que Pía aparecería entrando a la habitación sorprendiéndome, pero no fue así, esperé un momento y luego me arrastré hasta la puerta porque las piernas no me funcionaban del todo, aún las sentía adormecidas. Estiré mi mano para girar la perilla de la puerta tratando de hacer el menor ruido posible, abrí la puerta con calma y asomé la cabeza al pasillo y tuve que tragarme mis ganas de escapar. A unos centímetros de mi rostro me encontré con el de Pía que estaba sentada en el suelo y recargada de la pared. 

-No pretendías escapar o ¿si? 

-No Pía, ¿a dónde podría llegar si no puedo moverme? Buscaba… el baño. 

-Sabes Rob, odio que me mientan, voy a tener que amarrarte. 

*** 

Había pasado casi un día más, Pía no me había dado casi nada de comer, tampoco yo había sido muy consciente de mis necesidades fisiológicas, pero llevaba aquí casi tres días y solo había comido jugos embotellados y papillas para bebé. Ahora estaba más incómodo que en la cama, Pía me había atado a una silla para que no intentara escapar. 

Pía entra a la habitación con un libro en la mano. 

-¡Hola! –me dice tan casual que siento náuseas –cariño, seguro que estás aburriéndote, mira lo que he traído para distraernos –dice y me muestra Crepúsculo, la novela. Pensé que sería buena idea leerlo juntos, yo leeré todo y te lo daré para que leas la parte de Edward, ¿magnifico, no? Seré Bella y tendré a mi propio Edward. 

Por alrededor de una hora, Pía me tuvo leyendo, no quería contrariarla y accedí, ponía tanta intención a las frases que más que leer parecía que actuaba. Su actitud era escalofriante, tuve un reflejo en mi pierna cuando ella la rozó para acercarme el libro. Pía lo notó y se fue a buscar más remedio. 

*** 

Otra vez estoy paralizado, creo que he dormido un rato. Intento salir del letargo. “V” tenía razón, toda esa calma, esa felicidad que estábamos teniendo era la antesala de este desorden. Lamentaba tanto que estuviéramos disgustados, que esto pasara y ella creyera que yo la había traicionado, que no hubiera dejado que le explicara nada. Ahora ¿qué estaría pensando? ¿Seguiría creyendo que la había engañado? ¿No se daba cuenta que era la única? ¿Estaría preocupada? 

Tarareo en mi mente Misery de los Beatles: 

El mundo me trata mal… desgracia 

Sin duda la he perdido 

No volveré a verla 

Va a ser una lata… desgracia 

Recordaré todas las cosas que hicimos 

¿No se da cuenta de que siempre será la única? La única 

Devolvédmela, porque ya veis Qué sin ella viviré en la desgracia 

Creo que he vuelto a quedarme dormido, me siento muy débil. 

-“V” –susurro y aprieto fuerte los ojos esperando que se aparezca su dulce rostro en mi mente. 

No lo consigo, voy abriendo los ojos lentamente por curiosidad, no sé si es de día o de noche. Cuando veo parada a Pía frente a mí con el rostro lleno de ira, sé que será una larga noche. 

*** 

Parece que Pía está en trance, hay furia en sus ojos y creo que es capaz de matarme, sin embargo no dice nada por un rato. Ahora Pía tiene los dientes fuertemente apretados, sus ojos casi sacan lumbre. Se me acerca veloz con las manos extendidas y creo que va directo a mi cuello, sin embargo las cierra fuertemente contra el respaldo de mi silla. 

-¡Lo sabía! ¡era ella! Por eso jamás me hacías caso por más que te coqueteaba. 

-Pía, tranquila por favor –le digo esperando que aleje su rostro que tengo a escasos centímetros de mi cara. 

Se aleja bruscamente y empieza a maldecir nuevamente. Luego parece que un ataque de risa la invade. 

-Sabes Rob, no me equivoqué, ahora “V” debe estar pensando que la estás pasando de lo lindo conmigo, ese día cuando recogí mis cosas, le dije a tu adorada que irías a dejarme a mi hotel para recordar viejos tiempos –vuelve a reír eufórica –debiste ver su cara, se lo creyó todo, parecía… parecía que iba a llorar, la pobre –termina entre carcajadas. 

Ahora lo entendía todo, el por qué “V” estaba molesta, porque me había cerrado la puerta y por qué me reclamaba sobre no ser la única. Al principio sentí lástima por Pía, ahora un odio infinito crecía dentro de mí, había sido astuta, mintió a “V”, la había herido y eso no se lo perdonaría. 

-En serio Rob, no me explico cómo pudiste poner tus ojos en una mujer tan insignificante. 

-Lo hice porque es una mujer de alma pura, algo de lo que tú estás muy lejos de tener Pía. 

Cuando le suelto eso el rostro de Pía es difícil de leer, se queda estática y parece que su mente se ha ido nuevamente. 

Ahora lo sabía, justo cuando me encontraba en medio de una absurda y desastrosa situación, estaba más seguro que nunca de mis sentimientos. Ya no sentía miedo, lo que tenía era un enorme arrepentimiento por no haberle dicho a “V” lo mucho que ella significaba para mí, porque por fin empezaba a entender ese sentimiento que tuve desde aquél día que la vi por primera vez: que empezaba a amarla como jamás a nadie.  

...CONTINUARA...