FanFIC no.106 'Día libre. Kristen'

Somos un Blog ROBsessed, donde solo deseamos seguir contando la versión de Irina en la historia Robsten como lo veníamos haciendo anteriormente. Este FanFic es parte medular de este Blog ROBERT PATTINSON EN ESPAÑOL, razón por la cual  suplicamos RESPETO al comentar los relatos. Si No os sentís preparados para leerlos No lo hagáis, eso no va a ofender a Irina. Pero rogamos evitéis críticas destructivas que si pueden molestar mucho y crear mal ambiente en el Blog.

Asi quedarán organizados los FICs en este blog:

LUNES:  FanFic Robsten de Irina
                     Fic la Fundación de VTeam ***NUEVO***
MARTES:  Fic 'El fin del Mundo' de Xim
MIÉRCOLES:  FanFic Robsten de Irina 
JUEVES: Fic 'El fin del Mundo' de Xim
                   Fic la Fundación de VTeam  ***NUEVO***
VIERNES: Fic '50 Sueños de Verano' de Irina

Para leer Fics Anteriores de IRINA clic ---> AQUI

* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * 

FanFIC no.106

"DIA LIBRE. KRISTEN"
Imágenes: Elena

Debido a las malas condiciones climatológicas y que estaba nublado, Bill decidió suspender las grabaciones y darnos el día libre. Pero la presencia de los paparazzi en los barcos hacía difícil la salida de allí por mar. Habían regresado y ya eran como unas 10 lanchas. Bill estaba harto y resoplaba cada vez que miraba hacia la playa.

La estrategia para poder salir de la propiedad alquilada para el rodaje, sin pasar por delante de las lanchas de los paparazzis, fue propuesta por el equipo de producción. Porque a ellos, a los profesionales y compañeros que trabajan con nosotros, también les incomoda esa persecución, les afecta en su trabajo, lo dificulta. Y a nosotros nos pone, queramos o no, más nerviosos, irascibles y menos concentrados en el rodaje. A todos. 

La mayoría, incluido Bill, no habían tenido que lidiar nunca con ese grado de acoso y les exasperaba.

Debido a la presencia de las lanchas con los fotógrafos tratando de grabar lo que ocurría en la parte delantera de la casa, donde se construyó el set, no podíamos salir sin que nos persiguieran tras una nube de fotos y gritos así que se nos ocurrió salir, junto a parte del equipo, por un sendero abierto en la selva utilizado por lugareños y turistas para rodear la isla y llegar a otro embarcadero, donde quedamos con nuestro barco y parte del equipo de seguridad que nos aguardó para regresar a Parati.

Caminamos durante un buen rato por un terreno empleado para rutas de senderismo, no demasiado cómodo. Yo maldije durante todo el camino y me hice algún que otro rasguño con las hierbas y a Rob no hicieron más que picarle los mosquitos. A veces incluso notaba el picotazo y con un manotazo los espantaba. Otras lo hacía yo por él, y con mucha vehemencia.

- ¡Ah, solo al mosquito! – se quejó.

- Perdón, es que era muy gordo.

- Y el cachete que me has dado también – dijo acariciándose la nuca.

- No sé cómo te pican tanto.

- Les gusto. Solo pican las mosquitos hembras – dijo Rob.

- ¿En serio? ¡Me tomas el pelo! – reí.

- No, es cierto. Necesitan la sangre para reproducirse – asintió.

- ¿Cómo sabes eso?

- Creo que ese día atendí en el colegio y tengo buena memoria.

- Espera – susurré y le soltó otro manotazo -. Dos a la vez.

- Gracias. Debo tener la sangre dulce o algo así.

- La feromonas – dije -. Olerás bien.

- Ahora no creo. Necesito una ducha.

Yo me acerqué a sus axilas para olisquearle.

- ¡Con urgencia!

---------

Dar clic en 'MAS INFORMACION' para seguir leyendo el fic

Llegamos a la Posada cansados, sudados y lo primero que hicimos fue meternos en la ducha.

- Abre el grifo y espérame – me dijo Rob desnudándose ante mí con una sonrisa -. No tardo.

Por mucho que Rob diga que camina mal porque tiene una pierna más larga que otra, su modo de andar me encanta. Se giró para salir por la puerta, con esa forma decidida y elegante que tiene al caminar pero volvió rápidamente para robarme un beso breve y dulce. Me quedé admirando y disfrutando de la visión de su espalda desnuda y de su precioso trasero sonriéndole mientras se alejaba de nuevo.

Me desnudé y puse el agua bien caliente para relajar nuestros músculos al máximo y Rob regresó enseguida. Me volví para verlo entrar en el baño con una botella de vino blanco abierta en una mano y los ojos alegres y dulces clavados en mi cuerpo.

- ¿De dónde has sacado eso?

- La conseguí el otro día y la metí en la nevera del minibar. Para despedirnos como debe ser de Brasil. Aunque creo que el vino es… argentino o chileno, no lo sé y no tengo vasos – dijo encogiéndose de hombros.

Entró en la ducha y al cerrar la mampara de cristal su profunda y cálida voz llenó el aire cálido y neblinoso.

- Acércate – susurró y sus palabras me produjeron un escalofrío que recorrió mi espalda, erizó el vello de mi cuerpo y endureció mis pezones, todo de una sola vez.

Me tendió la botella fría y la tomé y di un sorbo del afrutado vino. 

- Está bueno – dije pasándole la botella. El bebió y volvió a pasármela y así sucesivamente, mirándonos en silencio.

Rob me miraba y de pronto su expresión cambió ligeramente. Lo percibí enseguida. Es algo que tiene su rostro, sus ojos, que expresan mil ideas y sentimientos en un instante. Dio un sorbo largo y se agachó justo un segundo para dejar la botella. Después se incorporó y abrió los brazos invitándome a perderme en ellos, y yo me acurruque con la mejilla pegada a su pecho, sobre su corazón, que siempre late con mucha fuerza. Sus brazos se cerraron en torno a mi cuerpo y me relajé recostada sobre su pecho, envuelta en su cuerpo y su olor. 

 Me estrechó con fuerza y me sentí segura al instante, protegida, como siempre que él me abraza. 

Ese abrazo de Rob tan característico es lo único que realmente hace que me sienta a salvo en este mundo, porque sé que él me protege, muchas veces a pesar de mi misma.

Su expresión era suave y sus ojos me miraban llenos de su ternura, brillando dulces. Entonces me di cuenta de que tenía sueño y suspiré cerrando los ojos. Estaba tan a gusto…

- Mañana tendremos agujetas por la caminata. Ya empiezo a notarlas. Me tiembla todo el cuerpo – susurré sobre su piel.

No dijo nada pero me soltó y vertió un poco de gel de baño en sus manos, y comenzó a frotarlo despacio por mi espalda y hombros, masajeando mis músculos agarrotados, bajando hasta el trasero, que acarició suavemente metiendo su manos, separando mis pliegues suavemente para lavarme con delicadeza. 

Me dio la vuelta despacio y continuó frotándome presionando con la fuerza justa, pasando sus manos por debajo de mis pechos, hasta el hueco de mis axilas. 

Yo hice lo mismo con su cuerpo, friccionando su espalda, su pecho, bajando por su vientre hasta alcanzar su pene que lavé cuidadosamente, con confianza. Rob me miraba, dejando escapar una risita de vez en cuando y algún que otro suspiro.

Después cada uno se lavó la cabeza sin dejar de observarnos mutuamente y volvimos a beber de la botella. Esta vez la cogí yo y bebí primero. El vino comenzaba a hacer su efecto. Rob dio otro sorbo manteniendo el contacto visual. 

El se había inclinado sobre mí, y sonreía de ese modo tan suyo y sexy, mirándome a los ojos, muy cerca. Sus ojos recorrieron cada centímetro de mi cuerpo. Me retiró el pelo mojado dejando mi hombro al alcance de sus labios, que lo acariciaron suavemente. Sus besos se dirigieron hacia mi cuello y oreja, arrancando escalofríos de mí ya relajado cuerpo. El agua continuaba cayendo caliente sobre nosotros.

- Estoy magullada – susurré con picardía.

- ¿Dónde?

- En las piernas.

- ¿Aquí? – dijo agachándose tomando mi pantorrilla entre sus manos, acariciándola.

- Sí… y ahí – dije señalando mi muslo.

- Aquí… - susurró besando mi muslo.

- Aha – murmuré cerrando los ojos.

Sus labios me recorrieron hasta alcanzar el hueco entre mis muslos. Noté su cálido aliento justo ahí y me estremecí. Se levantó de pronto acariciando mis muslos, mi trasero, todo a su paso y me agarró por la cintura para pegarme a él. En ese momento noté contra mi vientre, su enorme y dura erección.

Notaba cada caricia suya sobre mi cuerpo desnudo, despertándolo, estimulándome. Notaba mis pezones tensándose cada vez más y el fogoso deseo que comenzaba a crecer en mi vientre.

Nos besamos lenta y deliciosamente acariciándonos los labios de forma dulce pero implacable. Rob metió su lengua en mi boca y la mía salió a su encuentro. El beso fue ganando en intensidad. 

Le deseaba, con locura. Comencé a frotar mis senos contra su pecho, sin dejar de besarle, mientras me ponía de puntillas para intentar alcanzar sus labios, con mis brazos enroscados en su cuello. Me abrazó con ansia, a la vez que me levantaba del suelo y me besaba, dejándome colgada en el aire. 

Aprisionó mi labio inferior entre sus dientes, mordiéndolo suavemente, y tirando de él un poco, hasta liberarlo. Me posó en el suelo y rozó mi cuerpo con su erección. Mi vientre se estremeció de placer y me arqueé en busca de más contacto con su miembro. 

El agua caliente, el vapor, su sabor en mi boca… Me sentía aturdida, repleta de sensaciones, salvaje y muy, muy excitada.

El corazón se me salía del pecho y mi sexo se humedecía cada vez más, lanzando mensajes impacientes a todo mi cuerpo, que se consumía de ansiedad, deseo y anticipación.

- ¿Cómo quieres que lo hagamos? – me preguntó susurrando en mi oído.

- Así – jadee girándome y acariciando su erección con mis glúteos.

Rob exhaló el aire con fuerza emitiendo un gruñido de aprobación e introdujo la punta de su miembro entre mis nalgas, deslizándola suavemente arriba y abajo sin dejar de sujetarme por la cintura. Me ardía el sexo de ganas y me estremecí de placer. Me incliné un poco más, quedándome accesible para él y sentí como sus manos se clavaban ansiosas en mi carne. No podía verle pero estaba atenta a cada sensación, sintiendo el calor de su cuerpo, su aliento agitado en mi espalda, sus ganas de mí. Pensé que me penetraría inmediatamente. Sabía que estaba muy excitado, lo notaba deseoso de hundirse en mi interior, pero en vez de eso jadeó y acarició mis hombros, mi espalda, mis glúteos, mis pechos, refrenándose con sensuales caricias. 

Deslizó sus enormes manos por mi piel resbaladiza hasta alcanzar mis pechos. Pellizcó mis pezones suavemente y solo esa sensación me hizo gemir de placer, provocándome una sacudida desde mis pezones hasta mi mismo clítoris que palpitó vigorosamente. Estaba escandalosamente húmeda, lo notaba en mi entrada.

Me quejé con un suave gemido de pura avidez, no aguantaba más y eso debió hacer que sus ansias se desbordaran porque apoyó su cuerpo contra el mío y rodeándome con sus brazos, apoyando sus manos en la mampara, me penetro con un profundo jadeo que me hizo estremecer, sin esfuerzo de un solo impulso, hasta el fondo.

Me arqueé recibiéndole, dilatándome para sentirle por completo. 

Yo jadeaba con cada nueva penetración, sintiendo como Rob hacía posesión de mí, gozando de su fuerza contenida, de su entrega, del placer con mayúsculas. Sabiendo que yo no me conformaría con menos y que él no admitiría una entrega a medias por mí parte. Siempre al máximo.

Arqueé la espalda un poco más, con los brazos apoyados sobre la mampara de cristal y Rob comenzó a embestirme con fuerza, desesperado y arrasador.

Me apoyé comprimiendo mis pechos contra la superficie de cristal, apoyando la cara y me concentré en disfrutar de la sensación de Rob entrando en mí, volcando en cada empuje toda su pasión y deseo. Jadeaba entre dientes y su cuerpo sobre el mío me cubría por completo. Me temblaban las piernas por el esfuerzo de mantenerme en pie recogiendo toda su potencia.

Él emitía cortos y potentes gruñidos de placer coincidiendo con mis poderosos gemidos.

- ¡Oh sí, nena! ¡Dámelo ya, amor! - jadeo apremiante.

Al oírle comencé a cerrarme y vibrar, dilatándome y contrayéndome en torno a su duro miembro.

- ¡Mmmmmm, sí! – grité.

Sus dos manos se aferraron con fuerza alrededor de mis caderas e incrementó aún más el ritmo. Podía oír perfectamente el sonido húmedo del entrechocar de nuestros cuerpos al unirse y separarse.

- ¡Sí, nena… sí! – gritó Rob.

Ese grito de júbilo me hizo explotar de placer. Su voz cálida, fuerte, tan hermosa y masculina me envolvía. En esa última embestida se quedó dentro de mi cuerpo, profundo, sujetándome con fuerza contra su sexo y ambos llegamos juntos, abrazados, jadeantes, temblorosos y satisfechos.

---------

Nos desplomamos en la cama e inmediatamente nos quedamos dormidos. Despertamos al atardecer entre caricias y besos lentos y suaves.

- Algún día me dedicaré a contarte todos los lunares – dije acariciando la espalda de Rob.

El estaba tumbado boca abajo y mis dedos surcaban su espalda ancha y musculosa. Me encanta su espalda

- Me haces cosquillas – dijo Rob riendo dulcemente.

- Nos hemos quedado dormidos y se nos ha pasado el día libre – dije trazando círculos perezosos sobre sus hombros.

- Pero aún nos queda la noche. ¿Salimos a cenar? – dijo dándose la vuelta para acariciarme desde la mejilla hasta la cintura.

- Vale pero primero… – susurré besándole en la boca.

- Sí. Ven aquí, preciosa – sonrió Rob tomándome entre sus brazos.

...CONTINUARA...