FanFIC no.85 'Agua para Elefantes. Rob'

Somos un Blog ROBsessed, donde solo deseamos seguir contando la versión de Irina en la historia Robsten como lo veníamos haciendo anteriormente. Este FanFic es parte medular de este Blog ROBERT PATTINSON EN ESPAÑOL, razón por la cual  suplicamos RESPETO al comentar los relatos. Si No os sentís preparados para leerlos No lo hagáis, eso no va a ofender a Irina. Pero rogamos evitéis críticas destructivas que si pueden molestar mucho y crear mal ambiente en el Blog.

Asi quedarán organizados los FICs en este blog:

LUNES:  FanFic Robsten de Irina
                     Fic la Fundación de VTeam ***NUEVO***
MARTES:  Fic 'El fin del Mundo' de Xim
MIÉRCOLES:  FanFic Robsten de Irina 
JUEVES: Fic 'El fin del Mundo' de Xim
                   Fic la Fundación de VTeam  ***NUEVO***
VIERNES: Fic '50 Sueños de Verano' de Irina

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FanFIC no. 85

"AGUA PARA ELEFANTES.ROB"

La habitación se había ido llenando de una intensa y tórrida tensión sexual que emanaba de nosotros, de nuestros cuerpos, de mi piel que clamaba por unirse a la de ella, por calmarnos el uno al otro, como siempre lo hacemos. 

La música había cesado y solo se oían nuestras respiraciones afanosas. Kristen estaba sofocada por su sensual baile y tenía las mejillas encendidas, el pelo pegado a la cara y su frente y su escote brillaban de sudor. Estaba tan increíblemente sexy sentada sobre mi entrepierna, que dolía mirarla, desnuda, solo con la minúscula faldita escocesa, agitada y húmeda. 

De pronto la música comenzó de nuevo. ´Esta vez fue ´Crazy´´ de Aerosmith. 

- Tenía dudas, no sabía si poner esta o la otra – susurró con una sonrisa pícara. 

- Uhmmmmm, también me gusta esta, preciosa. Déjala. 

Inspiré profundamente mientras retiraba el pelo de su cara con mis manos, acariciando sus mejillas calientes. Deslicé mis dedos por su rostro alcanzando su boca, que acaricié con el pulgar, apretando sus labios entreabiertos y suaves. Ella abrió la boca y chupó mi dedo con su húmeda lengua haciendo un suave murmullo y cerrando los ojos. Sus párpados malvas temblaron y no pude aguantar más. 

- ¡Dios, ven aquí!– gruñí y mi voz sonó impaciente y ronca. 

Cerré mis manos sobre sus glúteos y la llevé casi en volandas hasta la cama. Creo que incluso fui algo brusco. Solté con urgencia mis pantalones, tire de mi camisa sin desabrocharla, metí mis manos entre sus piernas para abrírselas, me pegué a su cuerpo y un instante después la estaba penetrando de un modo apremiante, fuerte y rudo con la faldita aun puesta. 

Apreté sus pezones con mis labios de forma urgente, succionando con fuerza, sonoramente, mientras sostenía sus pechos entre mis manos, juntándolos, disfrutando con todo mi ser de su maravilloso y pequeño cuerpo. Lo arqueó para mí, abriendo más sus bonitas piernas, ofreciéndose, dejándose llevar por mí. 

Gritaba de placer al sentir mis potentes estocadas hundiéndose en su tierno interior, apretándola con mi cuerpo contra la cama. 

Creo que muy pocas veces en mi vida me he sentido tan excitado como esa tarde con Kristen. El delicioso olor de su piel me aturdía deliciosamente, sus labios me llamaban una y otra vez gimiendo mi nombre y yo solo podía abrirme paso dentro de ella, jadeante, enloquecido, hasta el fondo, más excitado que nunca, con el deseo contrayendo todos los músculos de mi cuerpo, de un modo primitivo. 

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El suave calor que desprendía su cuerpo, su aliento dulce en mi boca, su tacto, me enloquecían. Sus dedos se clavaban en mi espalda y mis embestidas se volvieron rápidas y fortísimas. Comencé a sentir como todo mi cuerpo temblaba de placer, muy cerca del éxtasis. 

De repente salí de ella provocándole un quejido contrariado. No quería terminar tan pronto. Kristen me miró con los ojos brillantes de placer, lo comprendió y no me dijo nada, limitándose a ponerse a cuatro patas sobre la cama, sonriéndome con lujuria. 

Volví a penetrarla por detrás, más profundamente, más lento, hasta alcanzar lo más hondo de su vientre, aferrándome a sus pechos desde atrás y haciéndola gruñir de gusto, acariciándolos con ansias, susurrándole que la amaba. 

Cerré los ojos y ralenticé al máximo mis embestidas intentando contenerme, controlándome para prolongar aquel placer tan increíble, mientras ella gemía salvaje, impulsándose hacia atrás para atrapar cada una de mis acometidas. 

El sonido de nuestros húmedos sexos al chocar y los gritos de rabioso placer que dejábamos escapar resonaban en la habitación acompañando a la música. 

Lo que sentía por ella en aquel momento era exactamente lo que decía la letra de aquella canción. 

  

I'm losin' my mind, girl 'Cause I'm goin' crazy I need your love, honey I need your love Crazy, crazy, crazy,  I go crazy You turn it on Then you're gone Yeah you drive me Crazy, crazy, crazy, for you baby I'm losin' my mind, girl Cause I'm goin' crazy Crazy, crazy, crazy for you baby You turn it on, then your gone Yeah you drive me

Estoy perdiendo la cabeza, chica, porque me estoy volviendo loco. Necesito tu amor, cariño, necesito tu amor. Me vuelvo loco, loco, nena,  me vuelvo loco, tu lo pones en marcha, y luego te vas. Sí, tú me vuelves loco, loco, loco por ti nena. Estoy perdiendo la cabeza, chica, porque me estoy volviendo loco. Loco, loco, loco por tí nena, tu lo pones en marcha, luego te vas, sí, me vuelves...

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- Eres increíble, amor – dije tras salir de ella y tumbarme a su lado, jadeante y sudoroso. 

- Espero que te haya gustado mi regalo – susurró en mi pecho medio avergonzada. 

- ¡Uhmmm, muchísimo, nena! – reí abrazándola. 

- Por cierto, felicidades, mi vida – susurró besándome con ternura. 

- Faltan unas cuantas horas para que sea legalmente mi cumpleaños – dije sonriéndole con ternura. 

- Bueno, lo celebramos por anticipado – sonrió encogiéndose de hombros -. Me alegro de que te haya gustado. Me he aplicado a fondo, te lo aseguro. 

- Sí… muy a fondo – susurré sonriendo y acariciando su pelo -. Tu siempre me haces unos regalos estupendos, preciosa. Mucho mejores que los míos. 

- ¡Qué va! No seas tonto – rió elevando su mano para hacer brillar el anillo que adornaba su dedo -. Lo adoro ¿sabes? 

- Y yo te adoro a ti, amor. 

Tomé su cabeza entre mis manos para acunarla dulcemente. Nos besamos despacio, con ternura, con veneración, admirándonos el uno al otro, con todo el amor que sentía por ella llenando mi pecho, disfrutando del tacto de sus manos sobre mi cuerpo mientras que nuestros labios se fundían en un colosal beso. 

Y la besé y la besé no sé por cuánto tiempo pero al dejar sus labios el sol se estaba poniendo y la habitación estaba en penumbra. 

- Eres… tan suave – susurré recorriendo su espalda lentamente, desde su nuca hasta sus preciosos hoyuelos, los que están justo encima de su estupendo trasero, coronado por la diminuta faldita escocesa -. ¿Guardarás esta faldita? ¿Lo harás? Hazlo, por favor. 

- ¿Me lo estás suplicando? 

- Sí… - ronroneé en su cuello -. Me mata esa faldita, nena. 

Un último rayo de sol que entraba desde la terraza llegó hasta la cama, posándose sobre su cuerpo e iluminándolo, reflejándose sobre el suave e invisible vello de sus muslos que no pude evitar acariciar casi sin tocarlos, muy despacio. 

Ella se rió muy bajito, temblando por culpa de mis caricias y asintió. 

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Le debía una cena y tras darnos una ducha que se prolongó un poco más de lo esperado salimos vestidos de modo informal a eso de las 10, para intentar pasar desapercibidos y lo conseguimos porque en la terraza exterior pudimos cenar tranquilamente, sin ser molestados en ningún momento. 

En una de las mesas más apartadas del resto de los comensales, con vistas al mar, disfrutamos de nuestra cena sentados muy juntos, regazo con regazo, como si el resto del mundo no existiese, susurrándonos al oído pero sin pasar a mayores, como siempre. 

Kristen y yo conservamos las formas y tenemos un autocontrol absoluto. Creo que por eso luego, en privado, somos tan apasionados, porque damos rienda suelta a todo lo que nos hemos estado guardando. A veces me muero por acariciarla, de ganas de besarla y a ella le ocurre lo mismo. Cuando me mira tan intensamente, sonríe, baja la mirada y se muerde el labio de ese modo tan sexy lo sé, sé que me desea. 

Cuando estamos rodeados de gente ella posa su mano en mi muslo todo el tiempo, bajo la mesa, o acaricia mi espalda hasta alcanzar mi nuca, o desliza sus dedos por detrás de mi oreja y enredar sus dedos en mi pelo suavemente. Ella es más de acariciarme que yo. Yo le toco el culo con disimulo y la miro y la miro, sin cesar, a los ojos, a la boca. Luego me chupo los labios y ella lo hace también y se muerde el labio constantemente, haciéndome sonreír, siempre. 

Esos gestos son solo nuestros, los que nos regalamos el uno al otro para demostrar ese cariño que no estamos dispuestos a regalar a nadie, que es solo nuestro, solo para nosotros. No queremos compartirlo. 

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- ¿No te vas a terminar eso? – dije atacando su plato sin esperar a que me respondiese. 

- No, no puedo más, aunque esta barbacoa es de las mejores que he comido nunca. 

- Me muero de hambre – dije. 

- ¿Cómo puedes comer tanto? – sonrió Kristen acariciando mi cabeza. 

- El sexo me da hambre, cariño – susurré en su oído. 

- Lo sé pero eso que te estás comiendo esta noche es casi una vaca entera. 

- No estás acostumbrada, comes poca carne – reí. 

- Ya la comes tú por mí. Eres tan… carnívoro – rió. 

- Luego daremos un paseo por ahí para hacer bien la digestión. 

- ¿Podremos? – dijo mirando a su alrededor. 

- Parece que hasta ahora no nos han reconocido o les importa bien poco, además he venido de incognito – dije sacando mi gorra del bolsillo de la chamarra muy sonriente. 

- ¿No quieres postre? 

- Depende… Si tú entras en la categoría de postre sí. 

- ¿Y si no? – rió. 

- También. 

- Vale, porque a mí me gusta compartir el postre contigo – dijo besando mi mejilla para exclamar de pronto -. ¡El pastel! 

- ¿Qué pastel? – exclamé extrañado. 

- ¡Oh, joder! – dijo frunciendo el ceño y golpeándose la frente -. Te hice un pastel, un brownie de chocolate y me temo que aún sigue en el coche. Estará… estará asqueroso a estas alturas. 

Comencé a reírme a carcajadas y ella me tapó la boca con la mano. 

- Eres maravillosa – dije mirándola con más amor que nunca, estrechándola en mis brazos, sin poder dejar de reír en voz baja. 

- No, soy una idiota – se quejó -. Hasta había traído unas velas pero con los preparativos del baile se me había olvidado por completo. 

- No eres idiota, mi vida. Eres… - y la besé con ternura -. Eres asombrosa y te quiero. 

- Y yo a ti – dijo aferrándose a mi cuerpo. 

- Anda vamos a buscar ese brownie, a ver como ha quedado. 

- ¿Piensas probarlo? – sonrió. 

- Por supuesto. 

Y eso hicimos, después de recoger el brownie, que no tenía ninguna mala pinta, bajamos hasta la playa caminando y nos sentamos a la luz de la luna para compartir el postre. 

- Espera, que enciendo las velas – dijo Kristen con su Zipo en la mano -. Ya está. Pide un deseo y sopla. 

Cerré los ojos y visualicé la escena en mi mente mientras Kristen comenzaba a entonar el ´´Happy Birthday´´: una casita rodeada de palmeras, dos perros correteando por el soleado jardín y Kristen en el porche, dormida sobre una hamaca con... y paré allí. 

- Ya – dije con una gran sonrisa abriendo los ojos y dando un fuerte soplido que apagó las dos velas, las que formaban el número 24. 

- Feliz cumpleaños, mi amor – susurró antes de pellizcar un pedazo de pastel y ofrecérmelo a la boca. 

Tomó otro trozo y lo metió en la suya. Lo saboreó, hizo un gesto de aprobación y asintió. Después enredó sus dedos en mi pelo y tirando de mí se echó sobre la arena, con su boca llena de brownie. 

- Aprovecha porque en cuanto regresemos a L. A. me lo cortaré para la película. 

- ¿Mucho? – dijo sorprendida. 

- No, no mucho, creo – sonreí masticando el dulce pastel -. ¿Qué corte de pelo se llevaba durante la Gran Depresión? 

- Pues… no tengo ni idea. Pero seguro que estarás guapísimo – dijo volviéndome a dar otro trozo de pastel a la boca. 

- Uhmmmm, está buenísimo este brownie – susurré acariciando su cintura. 

Kristen sonrió y se aferró a mi cuerpo y los dos nos besamos sobre la arena fría. 

...CONTINUARA...