Fic 'La Fundación', Capitulo 22 por V-Team

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Fic La Fundación  Capitulo 22
por V Team

Imágenes: Elena

Me encuentro en una calle solitaria y es de noche, Mía está de nuevo conmigo, por fin estamos juntas, pero ésta vez soy yo quién tiene que dejarla, sólo una madre puede entender la angustia que estoy sintiendo ahora, apenas puedo contener las lágrimas, no quiero que ella me vea llorar, sé que si derramo una sola no podré parar; la decisión que estoy por tomar es la más difícil que haya tomado, pero sé que es por su bien. El corazón se me oprime y el dolor es infinito; abrazo a mi pequeña y me doy cuenta que no puedo hacerlo, dejarla sería un error y nos haría infelices a ambas, avanzo por la desierta calle con mi niña de la mano dispuesta a enfrentar cualquier oscuridad. 

-“V”, despierta cariño por favor –me llama Rob y siento una lágrima rodar por mi mejilla. 

-Mía… –apenas susurro. 

-¿Estás bien? –dice pasando uno de sus dedos para limpiar la gota que resbala de mi rostro –te estabas quejando, ¿tuviste una pesadilla? 

Me acerco a su cuerpo y me acurruco en su pecho guardando silencio por un momento, él me abraza tratando de calmarme. 

-Ya estoy mejor. 

-¿Soñaste algo desagradable? 

-Si, fue algo horrible. Estaba a punto de perder a mi hija por segunda vez. No es algo que pueda soportar. 

-Lo imaginé –dice apretándome con más fuerza –te juro que si pudiera haría cualquier cosa para recuperarla. 

-Ya haces suficiente, en serio –le digo sonriendo para que crea que ya estoy mejor. 

-Anoche ya estabas dormida cuando llegué, me demoré en venir, lo siento. 

-No importa, de cualquier forma no me sentiría cómoda… aquí. Nos pueden escuchar –digo y siento que la cara se me ha puesto roja de vergüenza. 

-Me encantas por eso –dice Rob sonriendo –al menos ¿puedo venir a cuidar tus sueños? 

-Si prometes portarte bien. 

-Lo que sea con tal de dormir a tu lado, ahora será mejor que me vaya, antes que despierten y me vean salir de aquí –dice y se despide con un tierno beso. 

***

Un par de horas después ya estamos todos en los vehículos, de camino al parque Xel-Há, Irina no quiere terminar sus vacaciones sin conocer el acuario natural más grande del mundo. Como su nombre en maya lo dice es una “entrada de agua”. Este sitio era un capricho de la naturaleza que formaba una caleta que además tenía desembocadura de ríos de agua dulce donde habitan más de 70 especies de peces. Era ideal para practicar snorkel y pasar un día de ecoturismo. El parque estaba dedicado a preservar la flora y fauna del lugar y ofrecía muchas actividades incluidas en el pago por el acceso, sin embargo el simple hecho de estar ahí y disfrutar del espectáculo natural no tenía precio era un sitio verdaderamente hermoso. Además de admirar la caleta y la vida marina uno podía adentrarse en la selva, ver o convivir con delfines o caminar alrededor de pequeños cenotes. 

Nada más llegar todas se volvieron niñas, a pesar que algunas chicas no era su primera visita al parque, todas estaban felices.

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-¡Guau! Es hermoso –dijo Fina. 

-Como una piscina natural –dijo Irina. 

-Con su permiso voy por mi equipo de snorkel –comenta Berta– no puedo esperar. 

Fue lo primero que hicimos todos entrar al agua y disfrutar del contacto con la naturaleza. 

Rob, Angela, Carol y Xim subieron en tren para recorrer el río desde arriba nadando, Fina, Berta y Maca lo hicieron en enormes flotadores simplemente descansando, Liz, Ani y yo los esperamos en tierra y les tomamos fotografías. Rob subió varias veces en una elevación rocosa para lanzarse al agua, parecía un niño. Luego de alimentar peces en el estanque disfrutamos de una deliciosa comida. Antes de dejar el parque dimos un paseo por la selva, encontrando un sinnúmero de iguanas en el camino y algún otro animalito de la selva. Algunas decidieron dar el paseo caminando mientras que Maca, Ani, Juno, Rob y yo lo hicimos en bicicleta. De repente sentí un calambre en la pierna y me detuve por un momento, bajé de la bicicleta y me senté en el suelo tratando de estirar el músculo, inmediatamente Rob regresó a ver por qué me había detenido. Y las demás siguieron adelante. 

-¿Estás bien? -Me preguntó. 

-Sí, solo fue un calambre –le contesté y él me extendió su mano para levantarme. 

-Sabes, tengo unas ganas tremendas de perderme aquí en medio de la selva… contigo –dijo cerca de mi oído al mismo tiempo que me acercaba a su cuerpo. 

Mire nerviosa hacia adelante, para ver si alguien nos veía pero las chicas habían doblado en el sendero y se habían perdido entre la vegetación. 

-Me pones muy nerviosa –le confesé. 

-Y tú a mi me pones muy… 

Rob me toma por sorpresa abrazándome con fuerza y noto la forma en que detiene su mirada en el escote de mi camiseta de tirantes, mis pechos se ponen duros tan solo de sentirse observados con verdadero deseo y siento como una gota de sudor corre entre mis senos debido al intenso calor. 

-¡Basta! –le digo con una enorme sonrisa debido a los nervios y los ojos muy abiertos –debemos unirnos a las chicas. 

-Está bien –dice divertido al escuchar qué otro grupo de turistas vienen detrás, me sorprende con un beso relámpago y me suelta. Cada quién toma su bicicleta y seguimos adelante. 

Muy cerca de Xel-há se encontraba el poblado de Tulum, y el parque nacional del mismo nombre en donde pensé que les gustaría mirar el atardecer, ya era tarde para escuchar la explicación de algún guía sobre la zona arqueológica pero podíamos visitar el sitio. Tulum era un lugar hermoso, de mis favoritos en esta parte de México, el pequeño pueblo tenía un aire bohemio y rústico, las playas del lugar también eran muy bonitas y había hoteles que estaban en armonía con la naturaleza, algunos eran sólo cabañas con lo elemental, pero muy exclusivas. 

Por supuesto tuve razón, la postal del sitio era maravillosa: una zona arqueológica a la orilla del mar. 

-Es simplemente espectacular –dijo Rob con sus hermosos ojos puestos en el horizonte –tenemos que volver –me dijo por lo bajo girando su cabeza para verme fijamente a los ojos, “tenemos que volver” nos incluía a todos, pero yo sentí como si me pidiera que volviéramos solos, él y yo. 

Por la hora no pudimos bañarnos en el mar que ya estaba embravecido pero pudimos disfrutar del atardecer y descendimos por la escalerilla a un lado de las rocas hasta la playa. 

-Dos semanas no han sido suficientes para conocer su hermoso país, creo que me tendrán de regreso para Navidad –comenta Irina maravillada por el paisaje. 

-Sí, es hermoso, no me cansó de venir –dijo Juno que había ido ya un par de veces. 

-Puedes regresar cuando quieras, sabes que aquí eres bienvenida. 

*** 

Estoy tumbada en la cama sobre mi costado derecho, mi posición favorita para dormir, rendida después de un día largo. Esa noche a pesar del cansancio, Rob volvió a aparecerse en mi habitación y ésta vez me encontró despierta. 

-¿Estás despierta? –pregunta al ver que no me muevo. 

-Sí, pero muy cansada –le explico el motivo de mi pereza. 

-Necesitas que te consienta –me dice y ya lo tengo metido en la cama –ven aquí –me dice, echándome hacia atrás y colocándome sobre su brazo, siento el calor de su pecho en mi espalda colándose por mi delgado camisón de algodón y encaje. 

-Creí que ya estabas dormido. 

-No podía dormir sabiendo que tú estás a solo unos pasos –me dice mientras recorre la curva que forman mi cintura y mi cadera, de vez en cuando también acaricia mi hombro desnudo. 

Un rato después su mano baja hacia mi vientre. Su otra mano, la que está bajo mi cuerpo alcanza uno de mis pechos, acariciándolo suavemente haciéndome estremecer, mientras la izquierda sigue bajando hacia la zona de peligro. 

-Rob yo… 

-Por favor no me digas que no, te deseo tanto –hecho que pude comprobar al sentir su pene duro en contacto con mi trasero. 

-Y yo a ti. 

Bastaron esas palabras para que Rob se sintiera totalmente dueño de mi cuerpo y me tocara como solo él sabía hacerlo. Su mano derecha seguía sobre mi seno y la izquierda había encontrado el camino hasta mi lugar más íntimo, haciéndome jadear. Sus dedos se movían expertos por toda mi vulva, luego me penetró suavemente con uno de ellos retorciéndome de placer, haciendo que lo deseara con locura, tuve que contener los gemidos que me provocaba.

 Quería verlo a los ojos y besarlo, esperé a que retirara su mano para girarme y quedar frente a frente, dejé que mi boca le demostrara cuánto lo quería. Lo besé ansiosa y sus labios me recibieron encantados, poco a poco fueron calmando mis ansías transformando el beso en algo inesperadamente tierno. Rob me bajó los tirantes del camisón dejando mis senos al descubierto. Mientras me besaba, acariciaba suavemente mi espalda y yo acariciaba su perfecto rostro, luego me apretó fuerte contra su cuerpo tomándome de las caderas y yo lo dejé entrar en mí, fue un acto dulce y de pasión cuerpo a cuerpo, en total equilibrio, sin que ninguno dominara más que el otro, mirándonos, acariciándonos y besándonos.

Rob se movía con delicadeza intentando alcanzar el punto exacto donde me haría arder, yo intenté ayudarlo moviéndome arriba y abajo apretando fuerte su miembro, estoy muy cerca y mi espalda se arquea ofreciéndole mis pechos desnudos, lame mis pezones con dificultad para finalmente arremeter con fuerza en mi ser estallando entre mis piernas.

 Imagino dos olas formándose enormes, creciendo juntas, dejando que cada partícula de agua se funda una con otra y al final después de haber alcanzado su punto máximo se desvanecieran exhaustas mojando la arena. 

Nos quedamos dormidos así, abrazados, cansados luego de un largo día y exhaustos después de hacer el amor. 

***

Cuando desperté Rob me miraba fijamente y para mí eso era aún mejor que mirar el azul turquesa del mar Caribe, me perdí un rato en el indescifrable color de sus ojos, pensando en por qué el destino me daba algo tan maravilloso y al mismo tiempo algo tan triste. 

-¿Qué? –me dice después de un rato. 

-Nada, simplemente me gustas, no me canso de verte. 

-Yo tampoco me canso de mirarte, eres preciosa. 

Sonrío ante su galantería, sin decir nada, solo disfrutando del momento. 

-Es extraño pero tanta calma no me hule bien, mi abuela decía que cuando tuvieras mucha felicidad la disfrutaras y te prepararas para algo muy desagradable. Desde hace unos días tengo como un presentimiento, una extraña sensación de que algo malo va a pasar y he tenido pesadillas, no sé si me estoy sugestionando. 

-Tranquila, nada peor puede pasar, salvo que tenga que regresar a L.A. a trabajar. 

-¿Y eso cuando será? 

-En tres semanas. 

-¿Estarás aquí hasta entonces? 

-Estaré donde tu estés –dice envolviéndome en un abrazo.

...CONTINUARA...