sábado, 9 de agosto de 2014

La ficción apocalíptica The Rover con sesgo existencialista


En lugar de viajar en la fantasía de la ciencia ficción y concentrarse en el agotamiento de los recursos naturales por parte del hombre, la película se centra en la soledad y el potencial de las relaciones inverosímiles en situaciones límite.

Tan pronto como las primeras escenas de la nueva versión de "Mad Max" comienzan a aparecer en Internet y ahora se estrena en cines 'the Rover - The Hunt' (The Rover, David Michôd, Porchlight Films y otros, 2014) la aventura apocalíptica también dura en el interior de Australia. En un mundo devastado tras el colapso de la sociedad moderna, donde el gobierno, el orden social y las grandes corporaciones no importaban, cada uno se vuelve como puede y trata a toda costa de conseguir esos bienes básicos que solían ser desperdiciados por el desagüe: agua, comida, gas y tal vez incluso un poco de la buena voluntad de los demás. Pero, en general, este tipo de ficción suelen parar en aventuras rocambolescas con mucho movimiento, lleno de explosiones y burdas copias sin alma de este género y la narrativa que abusan de ondas lentas, que contará con el llanero solitario occidental. El director David Michôd demanda un tono más realista a la premisa del fin del mundo y se centra en el comportamiento social, para desentrañar por qué los seres humanos se convierten en verdaderos rostros del demonio de Tasmania de la adversidad. Sí, hay brutalidad en el existencialismo y la filosofía de que la existencia determina la esencia de la película y se toma literalmente. Algo para dejar Sartre y Simone de Beauvoir temblando de alegría para dar sus tesis en la pantalla grande.

No es que no haya violencia a lo largo de la proyección. Naturalmente, los productores dilapidaron en el uso de jarabe de maíz, el principal ingrediente en la composición de la sangre en los cines, y muchas personas se comprueban además de la base de una bala en la frente. Todo esto, por supuesto, en la premisa de cómo la sociedad (o lo que queda de ella) reaccionaría si no hubiera más orden y fueron un sálvese quien pueda, sin que nadie tenga que responder civilmente por sus acciones. Guy Pearce en una interpretación económica - visual que mezcla el estilo vaquero taciturno, Papá de edad que corre alrededor de una camisa de franela y pantalones cortos de sarga - aparece como un protagonista recorriendo caminos polvorientos del Outback para recuperar el automóvil robado por tres asaltantes. No es que se hiciera ninguna diferencia. Después de todo, nadie se preocupa por Nissan o Toyota. Pero sólo en la escena final, está claro que la verdadera razón de tanto apego al vehículo, cuando en realidad, bastaría entrar en un concesionario abandonado y salir conduciendo. Consumado sueño para cualquier persona, si estuvieran presentes.

Frente a él, Robert Pattinson interpreta al hermano tonto de uno de los marginados, abandonados en un incidente con una milicia y rescatado por el anti-héroe con el objetivo de ser el boleto para recuperar su coche. No hace falta mencionar el aspecto frágil del galán - aquí enfeado/horrorizado en el punto de los fans de "Twilight" - es utilizado por el cineasta hasta el límite como una manera de establecer un vínculo emocional entre los dos personajes principales. La idea es la siguiente: revelan cómo, en la soledad y en la dureza de un ambiente inhóspito, pueden surgir los lazos emocionales donde menos se espera.


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