Fic 'La Fundación', Capitulo 1 por V-Team

Este es un Fic completamente Novedoso que será corto pero muy especial. Esta escrito por una chica que forma parte de nuestras visitantes mas frecuentes V-TEAM HAREM, cuando lo envió al Staff fue una sorpresa y haciendo uso de sus propias palabras nos explica así a los usuarios del Blog: "No sé si aplique la palabra homenaje pero de mi parte es un obsequio para ustedes como Administradoras de este Blog".

Nuestras visitantes al paso del tiempo sin querer se han ido conociendo entre ellas y hasta han fincado amistades, muchas entran a este blog y dejan sus opiniones, siendo usuarios activos y disfrutando de interactuar con los demás visitantes, haciéndose conocidos sus nombres en el blog, otros solo entran a checar la información pero no se hacen notorios, que aunque leen los comentarios y no opinen, al menos ubican a los demás Usuarios y al Staff por sus nombres,... La Fundación es una metáfora de lo que es el blog para las visitantes, y aquí muchas de ellas se llevarán sorpresas al leer el contenido donde se verán implicadas en este relato que tiene un aire misterioso pero interesante.y divertido.

Disfrútenlo y Agradezcamos a V-Team por el regalo. Tentativamente lo publicaremos los días Lunes.

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FIC "La Fundación" Capitulo No. 1

Escrito por: V-Team 
Recreación de imágenes: Elena

La cita fue en un restaurante, la reclutadora me entregaría ahí el dinero y el pasaje de avión, era la primera vez que la vería, no tenía idea de cómo la reconocería, cuando se lo pregunte me dijo que ella se encargaría de encontrarme. 

-Tú crees que nos encontraste, pero no, nosotros te encontramos a ti, es decir la fundación. Lo mismo será cuando nos veamos. Sé puntual. 

No tenía nada que perder, desde que mi ex esposo se había ido llevándose a mi hija todo se había acabado para mí, así que al menos tendría un trabajo ahora, en un lugar nuevo y nuevas posibilidades económicas para buscar a mi hija. Al principio creí que podrían ser traficantes de personas, pero poco a poco descarté la idea, yo no tenía una belleza extraordinaria y a decir verdad tampoco la edad que le interesa a ese tipo de gente, que más podrían querer de mí que no fueran mis conocimientos como había dicho la reclutadora. 

A mi llegada al restaurante pedí una mesa en un área tranquila. Eran cinco minutos antes de la hora acordada. Era una suerte haber llegado a tiempo a pesar del terrible tránsito de esta ciudad. Apenas tuve tiempo de quitarme la chaqueta de cuero y guardar mi teléfono en el bolso cuando una mujer de treinta y tantos años se sentó frente a mí. 

-Temí que te hubieras arrepentido –dijo sin siquiera saludar, me llamó la atención su acento del sur del continente, argentina pensé, aunque bien podría ser chilena. 

Era un mujerón, como decimos en México, muy guapa, alta y de buen cuerpo. Venía vestida sencilla pero elegante, un pantalón beige y blusa blanca de seda y un simple collar dorado. Me sentí incomoda con mi sencillo atuendo de jeans y ligero suéter de punto. 

-Estoy decidida –le contesté –aunque aún tengo dudas sobre el trabajo que realizaré. 

-Todo a su tiempo, la paciencia es algo que necesitarás en el futuro. Lo sabrás en cuanto llegues a tu destino –me extendió un sobre grande de color amarillo –ahí encontraras todo lo que necesitas. 

-Tengo que dejarte, tengo un vuelo que abordar. 

-¿Esto es todo? –dije sorprendida de que el encuentro durara tan poco. 

-Si, puedes cenar tranquila, la cuenta está pagada. Nos veremos pronto, hasta luego. 

Se retiró sin decir más nada. Le ordené al mesero una baguette y una copa de vino, antes de abrir el sobre necesitaba no tener el estomago vacío. Me quedé casi como al principio, el sobre tan solo contenía un pasaje de ida a Cancún, dinero en efectivo y una tarjeta que decía:

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Cuando regresé a mi apartamento preparé mi maleta, sólo unas cuantas mudas de ropa y algunos objetos personales. En entrevistas previas por medio de internet otra de las agentes me dijo que no necesitaría mis cosas.

 Aunque tampoco es que fueran muchas, el poco dinero que me quedaba de mi empleo anterior lo había utilizado en pagar ineptos investigadores que nunca dieron con el paradero de mi hija, hecho que me tenía como muerta en vida. 

El viaje a Cancún no fue nada agradable, era el mes de agosto, temporada de huracanes en esta parte del planeta, la turbulencia se hizo presente en la mayor parte del vuelo; por un momento pensé que era un mal augurio. El estrés del vuelo me impidió pensar en mi futuro incierto. 

Salí del aeropuerto inmediatamente, era lo bueno de llevar sólo equipaje de mano. Era casi medio día, una suave brisa me despeinó el cabello, al mismo tiempo que mi cuerpo sentía un agradable calor húmedo.

Pasé frente a donde aparcaban los taxis, algunos autobuses turísticos y las vans de las arrendadoras de autos. Trataba de mirar atenta para no pasar de largo el coche que me esperaba. Casi al final de esta fila de vehículos encontré la camioneta blanca en cuyos costados y con letras doradas llevaba la leyenda “Fundación Crawley”. Sentí un vuelco, no sabía lo que me deparaba el destino a partir de ahora, mi corazón empezó a acelerarse. Caminé hacia el auto sintiendo cómo una rodilla se me doblaba. Un hombre salió del lado del conductor y dijo mi nombre en tono de pregunta, asentí y el abrió la puerta trasera. 

-La están esperando –dijo mientras nos poníamos en marcha y me miraba por el retrovisor, parecía una buena persona, su mirada jamás me atemorizó, me sentí más tranquila. 

El traslado hasta la sede no duró más de treinta minutos. Recorrimos la mayor parte del camino en la carretera y después tomamos un camino de arena rodeado de manglares, los árboles que caracterizan las costas en esta parte del país.


Hacia el final del camino nos topamos con un enorme portal, el cual fue abierto electrónicamente desde dentro a nuestra llegada. El chofer estacionó el vehículo y luego me ayudó con mi equipaje. Me maraville al ver la enorme residencia. 

-Subiré el equipaje a su habitación, le darán la bienvenida en la terraza –dijo señalándome el camino. 

-Gracias –le dije. 

Me puse cómoda en uno de los sillones de tela blanca y apareció una mujer chaparrita ofreciéndome una bebida. 

Me acerqué al barandal curiosa y un miedo recorrió mi cuerpo erizándome la piel. A lo largo de la blanca y fina arena de la playa frente a la casa, había un grupo de hermosas mujeres, algunas tomaban el sol y otras descansaban en cojines alrededor de suculentas viandas, éstas en particular se protegían del sol bajo un techo sostenido por cuatro columnas de troncos entrelazados y decorados con telas blancas, de no ser por esa blancura y el hermoso azul turquesa del mar Caribe, hubiera jurado que estaba en el desierto y lo que estaba frente a mis ojos era un harem. 

...CONTINUARA....